Fuera de Juego (Teatro)
Publicado en Jul 22, 2013
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El escenario es un espacio vacío y sin mobiliario alguno.
 
Andrés.- ¿Estoy solo? No, Estoy al lado de un gato que ahora está lamiendo el piso en algún lugar. 
 
(Entran en escena La Madre y La Abuela)
 
La Madre.- Estás muy solo Andrés... y yo me voy de viaje. ¿Quieres venir conmigo?
La Abuela.- ¡Mis pastillas! ¿Dónde están mis pastillas?
Andrés (En voz muy alta).- ¡¡Las pastillas!! ¡¡Las pastillas de la abuela!! ¡¡Hoy parece que todos estamos dementes!!
La Madre.- Baja la voz, por favor, Andrés.
Andrés.- Lamento  haber gritado, mamá... pero ya no hay pastillas y salen de mi vida sin haberme podido comprender.
La Madre.- ¿Qué dices? ¿Nosotras qué somos? ¿No te comprendemos nosotras?
Andrés.- Me refiero a las otras. A las que entran y salen de mi vida sin haberme podido comprender. 
La Madre.- ¿Qué clase de mujeres son esas?
Andrés.- Las que se reconocen en Dios, en la noche, en mi blancura. 
La Abuela.- ¡Mis pastillas! ¡Sin mis pastillas no puedo viajar!
La Madre.- ¡Vámonos sin pastillas! ¡Los viajes no necesitan más que ilusión!
 
(Se van La Madre y La Abuela)
 
Andrés.- Me quedo solo. Cada vez más solo. Con el gato. No hay nadie más que el gato arañando algún lugar del piso y yo.
 
(Entra La Mujer I)
 
Mujer I.- Hola Andrés... ¿me llamabas?
Andrés.- Te he llamado muchas veces. ¿Por qué tardaste tanto en llegar?
Mujer I.- Si vas a reñirme me voy...
 
(La Mujer I hace ademán de irse)
 
Andrés.- ¡Espera! No te vayas sin decirme algo. Estoy cansado de sentir sólo las uñas del gato. ¡Mira mis manos!
Mujer I.- No puedo, Tengo miedo. Esas manos van contra mí. ¡¡Contra mí!!
 
(La Mujer I se marcha corriendo)
 
Andrés.- Se ha ido... estoy de nuevo solo... solo con el gato...
 
(Entra de nuevo La Abuela)
 
La Abuela.- ¡Vienen las lluvias y con las lluvias necesito las pastillas para poder viajar!
Andrés.- ¿Cómo puedo decirle a esta pobre anciana que yo no puedo vivir con Soledad?
La Abuela.- ¿Soledad? ¿Has dicho Soledad?
Andrés.- Sí. He dicho que no puedo vivir con Soledad. 
La Abuela.- ¡Ay, Andresito! Llegará un día en que tú también tendrás que morir y estarás ante el Juez Eterno. Es entonces cuando sabrás muy bien qué es la Soledad.
 
(Entra La Madre en escena)
 
Andrés.- ¡Mamá! ¿Es cierto que para salvarse es necesario vivir con Soledad?
La Madre.- No te entiendo, Andrés. Llueve mucho. Para poder viajar es necesario que llueva. 
 
(Se marchan La Madre y La Abuela)
 
Andrés.- Imposible hacerse entender. Estoy solo. Mi abuela, tal vez porque es muy vieja, no puede o no quiere escucharme. Mi madre no consigue ver lo que yo veo. Y mi padre nunca está aquí.
 
(Regresa La Mujer I)
 
Mujer I.- Ya estoy aquí de nuevo, Andrés. Ahora no tengo miedo de ti. Mira. Puedo saltar, llorar, gritar, jugar, dormir...
 
(La Mujer I se tumba en el suelo)
 
Andrés.- Está lloviendo, Mujer... ¿por qué duermes?
Mujer I.- No duermo. Esto sólo es un sueño.
Andrés.- No sueñas. Estás dormida pero no lo puedes ver.
Mujer I (poniéndose en pie).- ¿Oyes a esos gallos? ¡Qué locos! ¡Van a despertar a toda la casa!
Andrés.- ¡Qué ingenua eres! No está amaneciendo. No cantan los gallos. No puedes entender que estás ciega.
Mujer I.- ¿Y tu mamá? ¿Y tu abuelita? ¿Dónde están?
Andrés.- Mi mamá viaja mucho para no ver la luz de la realidad. Sigue con la ilusión de creer que el mundo está muy cerca de ella.
Mujer I.- Pero tu abuelita es distinta...
Andrés.- Mi abuela hace demasiado tiempo que murió pero ella no lo sabe, no lo quiere saber y sigue buscando sus píldoras.
Mujer I.- ¿Para qué necesita píldoras una mujer tan anciana?
Andrés.- Para estar un poco más con Dios. Ella dice que vivir con Dios es vivir mucho y vivir mucho sin Dios es no vivir nada. 
Mujer I.- ¿Y qué dices tú sobre Dios y la vida?
 
(Entra en escena El Gato)
 
Gato.- No está solo. Yo estoy siempre con él. Él no dice nada. Yo tengo mucha sed y por eso araño el piso. Para encontrar agua. En esta familia todos tenemos mucha sed aunque la sed solamente sea un sueño más. 
Mujer I.- ¡No, Andrés! ¡No sigas escuchando al gato en el interior de tu corazón! ¡Canta! ¡Canta conmigo!
Andrés.- No puedo. No tengo voz. Por eso sólo estoy fuera de juego.
Mujer I.- ¿No tienes libros?
Andrés.- No tengo libros. Ni piso. Ni madre. Ni mujeres...
Mujer I.- Me tienes a mí.
Andrés.- ¿Y tú quién eres en verdad?
Mujer I.- Me llamo Soledad.
Andrés.- ¿Lo ves? Estoy solo, abandonado con Soledad.
Mujer I.- ¿Me necesitas?
Andrés.- No lo sé.
Mujer I.- Si me necesitas... ¡¡grítalo!!
Andrés.- ¡¡Te necesito!!
Mujer I.- ¡¡Jajajajaja!!
 
(La Mujer I se va)
 
Gato.- No, Andrés. No necesitas a la Soledad. Me necesitas a mí.
Andrés.- Quizás tengas razón. Posiblemente no necesito nada más que el sueño de un gato con sed.
Gato.- Entonces cierra la casa y quédate dentro el ella. Conmigo. Sólo conmigo.
Andrés.- No. ¡Me voy!
Gato.- ¿A dónde vas, Andrés?
Andrés.- Al colegio.
Gato.- ¿A morir un poco más?
Andrés.- Si empezar a vivir es empezar a morir me voy al colegio a morir un poco más... pero con dignidad.
Gato.- Andrés... no me dejes solo...
Andrés.- Te puedes ir si quieres. Tú al menos tienes libertad.
Gato.- No. No me iré. Tengo sed. Y tú también. Así que no tendrás valor para salir por esa puerta.
 
(Entra La Mujer II)
 
Mujer II.- Hola, Andrés. Sé que me llamas. Estoy aquí y contigo.
Andrés.- No puede ser cierto. Yo estoy loco.
Mujer II.- No estás loco. Estoy a tu lado. Yo y muchos más.
Andrés.- ¿Soñadores como yo?
Mujer II.- Algo más que soñadores. Somos los que queremos sentir cosas importantes en lugar de Soledad.
Andrés.- ¿Tú no eres como ella?
Mujer II.- ¿Como quién?
Andrés.- Como la otra. La Soledad que inventa cantos de gallos porque no sabe despertar.
Mujer II.- No. No soy como la de tu ayer. Yo soy mujer de hoy y mujer de mañana.
Andrés.- ¿No eres Soledad?
Mujer II.- No.
Andrés.- Entonces... ¿cómo te llamas?
Mujer II.- Me llaman de muchas maneras diferentes. Muchos me dicen Esperanza. En realidad ese es mi sobrenombre.
Andrés.- ¿Y el verdadero?
Mujer II.- Pónmelo tú. Patricia. Pamela. Lucía. Carolina. No sé. Algún nombre concreto que rime bien con el mañana.
Andres.- ¿Puede ser Diana?
Mujer II.- Puede ser Diana.
Andrés.- ¿Y también vas al colegio?
Mujer II.- Sí. También voy al colegio. Para aprender a desterrar a Soledad.
Andrés.- ¿Para aprender algo más que a vivir en silencio?
Mujer II.- Sí. Para aprender a vivir con los sonidos.
 
(Entra un grupo de jóvenes haciendo bulla)
 
Andrés.- ¿Quiénes son todos estos?
Mujer II.- Tus compañeros de la realidad. Ese sueño que se convierte en compañía.
Joven I.- Yo soy Nicolás. Tengo siempre mucho sueño pero sé lo que es el despertar.
Andrés.- ¿Por eso vas al colegio?
Joven I.- Creo que sí. Creo que allí puedo sentir algo diferente.
Joven II.- Yo soy Patricia. Voy al colegio para poder vivir algo más que la muerte.
Joven III.- Y yo soy Diego.
Andrés.- ¿Y tú para qué vas al colegio?
Joven III.- Para acompañarte.
Andrés.- Pero yo estoy siempre solo.
Joven III.- También pensaba yo antes eso mismo.
Andrés.- ¿Ahora no?
Joven III.- Ahora estás tú. Ahora hay un porqué para poder viajar.
Mujer II.- Bien. Todos juntos podemos creer en algo más que en Soledad.
Andrés.- ¿Estáis seguros de que se puede ser así?
Mujer II.- Seguros.
Andrés.- Entonces vámonos. Empecemos por ir al colegio. Después ya tendremos algún lugar más importante que este espacio vacío.
Mujer II.- Sí, Andrés. Después podremos vivir en un espacio lleno de materia y de luz  y de algunos sonidos más positivos que el de las uñas de un gato con sed arañando el piso.
 
(Entra en esos momentos La Madre)
 
La Madre.- Andrés... ¡¡te necesito!!
Andrés.- ¿No estabas de viaje?
La Madre.- Sí. Pero llueve demasiado y además aprendí a sentir que te necesito.
Andrés.- ¿Y la abuela? ¿No tienes a la abuela para hacerte compañía?
La Madre.- Murió. No tenía pastillas y murió hace ya mucho tiempo.
Mujer II.- ¿Es usted la madre de Andrés?
La Madre.- Sí. Soy su madre.
Mujer II.- Y necesita a su hijo. Lo comprendo. Pero también Andrés necesita mucho más.
La Madre.- Lo sé. Lo comprendo. Con la Soledad no era feliz.
Mujer II.- Entonces... comprenderá también por qué se viene conmigo y con los demás.
La Madre.- ¿A dónde os lleváis a mi hijo?
Andrés.- Al colegio. Para no estar ya nunca más fuera de juego.
La Madre.- Te refieres a tu padre, ¿verdad?
Andrés.- A mi padre, a ti, a la abuela, al gato con sed.
La Madre.- Andrés... me encontré con tu padre al salir de casa. Él quiere volver y recomenzar.
Andrés.- Está bien. Cuando vuelva del colegio ya podremos hablar.
La Madre.- yo también lo necesito, Andrés.
Andrés.- Posiblemente sea cierto. Es muy probable que empezar a vivir no sea empezar a morir aunque lo parezca.
La Madre.- Ahora sí te entiendo, hijo mío.
Andrés.- Me voy, mamá...
La Madre.- ¿Y no volverás?
Andrés.- Más tarde, cuando en el colegio haya podido crecer con dignidad.
La Madre.- Tu padre y yo te estaremos esperando...
Andrés.- De acuerdo. Mientras estoy en el colegio podréis ir llenando todo este espacio vacío.
La Madre.- Te lo prometo, Andrés. Lo llenaremos de espejos para poder todos conocernos mejor.
Mujer II.- Vamos, Andrés. Se hace tarde.
 
(Salen todos los jóvenes y Andrés del escenario)
 
La Madre (monólogo).- Llevas razón, hijo mío. Tu padre y yo lo hemos comprendido ya. Sé que cuando vuelvas del colegio vendrás con tu propia voz consolidada y te sabremos escuchar porque hemos entendido que te necesitamos.
 
(Entran La Mujer I y El Gato)
 
Mujer I.- ¿Y su hijo?
La Madre.- Ya no te necesita, Soledad.
Mujer I.- ¿Es que ha encontrado otra mujer mejor que yo?
La Madre.- Ha encontrado otra mujer que le ofrece compañía y espero que yo también haya encontrado algo más que la vana ilusión de viajar con lluvia.
Gato.- Pero... ¿y yo?... ¡tengo sed!...
La Madre.- en esta casa ya no tienes lugar. Puedes viajar tú en mi lugar. Para eso eres libre.
Gato.- ¿Viajar? ¿A dónde? ¿Con quién?
La Madre.- A donde quieras y con quien quieras; pero vete con la Soledad de esta casa. Yo estaré muy ocupada en rellenar este vacío con espejos para reconocernos y con muchas otras cosas más que estén relacionadas con la sensibilidad humana. Tú eres libre pero solo eres un gato con sed y no lo puedes comprender.
Mujer I.- ¡Vámonos, Gato! Esta familia ya no nos necesita. Tu puesto lo ocupará el padre de Andrés. Mi puesto lo ocupará la madre de Andrés. Y, por encima de todo, Andrés volverá con una voz propia y lleno de compañía.
Gato.- ¿Moriré?
Mujer I.- Tú y yo moriremos.
La Madre.- Es necesario que muráis ya. Será señal de que mi hijo ya no tendrá sed, ya no estará solo y cuando vuelva del colegio le esperarán un padre y una madre con ansias de hablar con él y de oír su voz.
Mujer I.- No olvide, señoraa, llenar también la casa de libros.
Gato.- Y de música y de alegría... pero sobre todo de agua...
 
(La Mujer I y El Gato se tumban en el suelo y mueren)
 
La Madre.- Hijo mío... ya no estarás nunca solo. Tu Soledad ha muerto. Y también ha muerto tu Sed. Aprende muchas cosas para poder contarlas. Ya tienes quienes te escuchan. Empezar a vivir es empezar a morir pero empezar a morir es empezar a existir. Ahora sí que lo he aprendido.  

 
(Se baja el telón)
 
FIN
 
 
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Foto del autor Jos Orero De Julin
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Descripción

Obra de Teatro.

Palabras Clave: Literatura Prosa Teatro Narrativa Relatos.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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