En Cuba no hay libertad. A oídos sordos toque mayor.
La feria de las vanidades demuestra, no solo al mundo, también de manera profundamente sensible al pueblo cubano que va siendo hora de buscar por su cuenta la vía que sea factible para obtener su libertad. Los que se precien de amarla lucharan por ella y todo es valido  para lograrla. Hasta gritar públicamente frente al consulado de la dictadura cubana en Nueva York el próximo 1ro. de marzo a la una de la tarde. Nada esperaba de una sucesión heredada de manera tan cínica para beneficio del pueblo de Cuba, tiempos que cumplen el primer año de un mandato no dado por el pueblo a otro tirano incapaz de logros por que no gobierna para el pueblo sino de espaldas al  mismo.
La libertad, aunque los presidentes de esta América nuestra se empeñan en no ver, es asunto muy urgente en Cuba, que más avergüenza a quienes visitándola no intentan abrir un espacio para los que la piden a gritos, los vuelve cómplices del sistema opresor. Cuestión por demás que permite saber a propios y extraños los verdaderos valores morales de las personas que están al frente de los gobiernos en esta región del mundo, y aún faltan bufones por visitar al circo de los hermanos Castro.
Ayer fue en Madrid, el domingo será Nueva York, tal vez la próxima semana sea en La Habana o en Santiago de Cuba, al precio consabido que suele poner la dictadura a tan vital reclamo, y se arremolinen en sus conciencias encallecidas las consecuencias de ignorar la ausencia de libertades que padece el pueblo de Cuba desde hace 50 largos años.