Tú serás... (Poema).
Publicado en Jul 23, 2013
Tú, que permites que tu cuerpo
nunca sea sombra sino luz porque tienes el alma entera bajo el cobijo de la doncella enamorada... Tú serás la perfección amante de mi prometido viento deslizado como rápido trueno y firme rayo penetrando en la fórmula de tu romance. Tú serás distinta a las olas del mar porque otra música soñada serán tus dedos cuando señales sin negarme nada las huellas de mis pasos por la tierra e, inmenso abono blanco de sentires, besaré tus flores con mis ojos en el silencio de la tarde admirando tu cuerpo entero y desarmado. Tú serás la pensada enredadera callada en la mitad de toda mi voz; prensada en los abrazos de los cálidos momentos estrechados y nerviosos como perfumes latiendo en las horas de mis caminos palpitados bajo el fuego: beso a beso, sin prisas y sin pausas, amándonos en las noches estrelladas. Tú, que te insinuas en el misterio de la presencia del tacto ardoroso, repasarás las manos por mi frente para yo tenerte dentro de mi memoria y, desenredada de todos los hilos tejidos por los vientos del ayer, tú serás una espera de pecho desguarnecido al que cubriré con pétalos de versos. Hecha materia cristalina y, disfrazada de sueño propio o de ficción, en alma verdadera has de convertirte buscando el lecho para toda tu presencia en el constante soñar de mis visiones. Tú serás, soñada por los cuatro lados, la boca que beso todas las mañanas como azul pasaporte de mi pensamiento. En tu pecho ardiente de amapolas el cielo de todos mis quereres hará arder la conciencia tuya como talle de pájaro tomado en su vuelo circular y transparente; y, envuelta en el amor violento, desnuda quedarás de tus calladas horas del reposo encantado. Tú serás una aventura no ignorada bajo el sol de las ondas rompiendo el cenit esplendoroso del camino. En las luces del poema enfebrecido se alzará el milagro de la rosa tomada por el clavel de mis afanes y dócilmente en las auras del Destino. Derechos los pasos hechiceros de mi voz penetrará la brisa de la tarde en toda la suprema materia de los bordes primaverales del susurro y, al trasluz del secreto descubierto, el atardecer calmará su pena en la alberca de fuego de tu boca para convencerte de que es cierta mi esperanza. Tú ondearás en el mástil de la tarde como siglo de poemas inflamados en el cuerpo yaciente del esperma acontecido en todos mis cantares. Allí soplará el viento su aventura de poesía rota en mil pedazos por el cristal de la dulce agonía del deseo, el anhelo y las caricias. Tú serás, entonces, todavía más liberada de la sentencia de todas las condenas y sometida al placer de mi capricho un nicho viviente abrirás en los surcos de todo mi pálpito colindante. Tú serás en ese instante, a quemarropa, el último disparo de la tarde que impactará en la diana de mi sueño. Levantada de las arenas del desierto despertará toda la explosiva energía del momento crepuscular y anaranjado y, en medio del violento segundo, cercado el sollozo de los placeres, arderás por todo el continente de las venas y arterias del poema convertido en beso y en tormento. Quedarán señales de tus huellas como pruebas del paisaje rojo en que, convertida la tarde brumosa, la hojarasca llevará en sus entrañas. Y entonces tú estarás tan dentro, tan interna, que concurrirán todos mis empeños en la dicha entera de poseer la carne de tu mundo alboreado. Tú serás el infinito inacabable del intenso empuje de mis besos y los glóbulos sangrientos de la calma guardarás entonces sin remedio. Dos vidas unidas por los hilos de un antiguo pero nuevo e indesmayable sueño de materia por los suelos envueltos en tus huellas ardientes. El aire inhumano en lo alto del mundo con flores ha de quedar y una nueva compañía de susurros brotará de la fuente de tus cantos porque te tengo ahora toda entregada a la voz de todas mis canciones centradas en el horizonte de tu cuerpo como dedos de hombre decisivo. Los pájaros huirán a la floresta para dejarnos a solas simplemente, enhebrados en el destino de la noche que acerca su lienzo nacarado para convertirlo en antorcha alocada que prende su nueva llamarada en todo el espacio del ambiente incinerado de recuerdos y vivencias. Y tú serás entonces, encantada por el fuego de la firme recompensa, un pétalo de viento enloquecido que me arrastra al fondo del abismo para hundirme en todas tus raíces y me emerge de repente, raudamente para siempre, en el círculo concéntrico del esplendor de tu cuerpo y tu mirada.
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