Dime quién era (Relato)
Publicado en Jul 28, 2013
-------------------------------------------------------------------------------------------"Este verano del 2013 también traía en su maleta como pesada carga una tragedia. Parece obligado esa cita con la muerte que se ha repetido en los últimos años. España está de luto y nuestros corazones sobrecogidos. Y en medio de un panorama mediático de tantas críticas, políticas de tres al cuarto, historias de corrupción, ilustres okupas de las cárceles, impuestos que nos ahogan, cuentas familiares que no cuadran y una cierta decepción general, nos llega esta bofetada del destino que curiosamente nos hace recuperar la esperanza" (Buruaga).
------------------------------------------------------------------------------------------- La vidriosa luz de sus pupilas (siempre la vidriosa luz de sus pupilas tras haber empinado el codo más de la cuenta), fragmentaban mi visión del reloj de la pared. ¿Eran las siete? ¿Eran las ocho? ¿Eran las nueve? Eran las manecillas del reloj marcando algún minuto perdido y alguna hora extraviada. Entre la espada y la pared sólo había una mujer con sus hijos. Al otro lado, allí donde el espacio se extendía sobre el vacío de la muerte, la figura borrosa se alimentaba de recuerdos mientras la sala comedor se llenaba de hambre y de olor a vino. Todo mezclado en una confusión que aturdía mi cerebro y aturdía el sentido oblicuo de la existencia. Un decúbito supino para poder terminar o para poder comenzar, según del lado en que se estuviera observando... Él miró la punta del sable. Memorias del forastero entre la familia a la cual ya no creía pertenecer. Onetti del futuro exclamando lo de "ya no había isla para dormir en toda la vieja tierra, ni amigos ni mujeres para acompañarse". Otra vez el mínimo recuerdo de la punta del sable militar; otra vez sabiendo que mañana tendría que aprender algo de metafísica literaria de la vida para superar el olor a alcohol y seguir recordando y comprendiendo a la madre desterrada por culpa del silencio, quitando palabras de misterio mientras los ojos del hombre, turbios y rasposos, arañaban su propia mirada. La abuela le ayudaba a seguir, en pie, para no olvidar -o tal vez para no recordar- que cada destello metálico era un círculo circunflexo sobre él mismo que, apretando las sílabas del silencio, observaba la punta del sable. Es verano y vuelan las moscas alrededor del hule de la mesa, alrededor del foco todavía sin luz, alrededor de las paredes, el techo y las ventanas abiertas que ahora se han cerrado para ahogar el grito de la madre y su desamparo. Aquello del hombre gigante quedó en mi memoria y apenas me permite respirar. Si la "Tizona" fuera la furia del sable, aquel atardecer los cantos de sirena del sonido de la locomotora allí abajo, al otro lado del bar, serían algo así como sombras sonoras por debajo del resquicio de la puerta del dormitorio. Pudo ser que sí. Pudo ser que no. Pudo todo quedar solamente siendo escuchado por mi sombra, entre la angustia de la madre y el auxilio del hijo. La sombra del sable se proyecta... mientras la abuela ha sujetado al niño pero no puede evitar la escena siempre delante. El sable que siega la vida y la vida que busca la sombra para ocultarse allí, en lo más profundo de la memoria, para no morir de angustia en su grito desgarrador. Por eso toda la escena, con mayor o menor amplitud, se vuelve criterio de la sensibilidad. ¿Qué se siente al observar la afilada punta del sable intentando atravesar las ideas o el corazón que le ha dado la vida? Los hijos. Sacrificarse por los hijos cuando la sombra de la larga cuchillada se prolonga hacia ese final oscuro donde ya no queda otro espacio que luchar contra la corriente cotidiana, de olor a vino, y ya no queda otra salida más que abrir los ojos para poder ver lo instantáneo del movimiento del brazo del borracho y, sin embargo, él eleva su mirada hacia los ojos del que quiere usar la punta del sable, detiene el golpe, le hace ponerse de rodillas y le obliga y ordena que desaparezca de la vida de los dos. - Mamá... - Dime, valiente... - ¿Quién era ese hombre?
Página 1 / 1
Agregar texto a tus favoritos
Envialo a un amigo
Comentarios (0)
Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.
|