Psicologa semitica humorstica [18-Diciembre-2010]
Publicado en Aug 06, 2013
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Es algo extraño… y eso quiere decir que yo también estuve o estoy, tuve o tengo.
No me apresuro y hasta me asombro de que no sea un factor femenino la causa de estas letras: este ensayo, ensayo definido de la literatura muy mía.
Lo leí y… cielo santo… mientras yo lo pensé, ¡él lo escribía!
Seguramente: tantas cosas, tantas cosas a mi mente vienen.
Porque si él la conquisto por su físico, ahí no tengo oportunidad; soy más blanco y de un pelo más inquieto, pero no soy alto ni tengo barba y aunque necesite no uso lentes… que según oí es un fetiche importantísimo cuando se trata de ser un hombre apuesto. Apuesto a que tengo ganas de usar unos, pero no cuadrados, cuadrados hay muchos; pero también debería tener el pelo largo, porque así parecería artista pop mezclado con un dj fresa de pura música electrónica…
Y pensaba, siempre las ideas se comparten: claro esta idea no me llegó a mí por arte de magia, sino por la magia de la comunicación.
Pensaba en que hacer un blog se le ocurrió a cientos de personas más, pero pocas concretaron en lo que realmente visualizaron.
Y mientas yo pensaba… él lo escribía.
Es increíble pensar en la manera ordinaria de razonar, puesto que no lo hice porque me pareció algo sencillo, algo establecido, algo que no se publica en un muro, en un perfil.
Presume de un pensamiento, gastado por cientos de personas más.
Pero aquí va mi parte, mi versión: que importa si recibo tu rechazo, mujer hermosa, mujer indefinida, porque no has ido una sino varias las que forman el concepto de la no aceptación amorosa; la siempre eterna actitud de superación convierte a ese hombre de risas y popularidad que tanto repudias, en un joven de gesto caballeroso y de voz agresiva, para luego pasar a un niño consciente de su locura que en vez de mutilar el rosal, crea ramos de rosas con papel y sonrisas, para luego ser ignorado una vez más… Sí, aunque haya abierto el facebook, a mi no me basta ese sitio para subir mis notas. Este blog es mío, auténticamente mío, y apenas lleva el cincuenta por ciento de Jesús Abraham Arreola Hernández; no uso muros ni hago notas: al lector agradezco por su visita, porque no lo etiqueté; porque esta versión me gusta más, porque también sé usar una computadora, pero no tanto como para dejar de ser comunicólogo; porque más que usar un tornamesa para mezclar música ya hecha me dedico a recitar melodías improvisadas a cada momento; porque sé que esto no puede quemarme: porque esto no es siquiera humo.
Disfruto del vinilo sin necesidad de pasarlo a un archivo mp3 ni presumo de jugar al disc jockey con compact disc. No soy músico.
Soy música… y vivo a 33½ rpm.
La mejor calidad posible.
Que me ha causado gracia aquel texto, un pensamiento precario similar al mío. No pude evitar sonreír… porque si él la conquisto con su forma de ser, me puse bastante bruto como para no demostrar lo que una verdadera persona tiene: psicología humorística. Es decir: él es raro, pero está en lo estándar: en donde se conforma con que le digan “estás loco compa”; entonces una vez más tuve razón.
Niña, si lees esto, no te enojes y mejor ríe; relee aquel texto sin nombre 3: entre más tiempo pase, más vigencia tendrá. No te lo dedique sólo porque sí.
Y te digo niña, porque no me impresiona ninguna parte de tu cuerpo como para resaltarla cada vez que te quiera besar; y te digo niña porque no existes en una forma real, porque entre morenas, blancas y güeras no hay preferencia: que mejore su raza el que se sienta inferior.
Quiero escribir una risa, pero que no sea burlona. Que sea traviesa, picara, jocosa, una risa que no puedas entender porque no has reído así en tu vida; esa risa que te da la razón, breve, sonora y que termina con un suspiro diminuto, anuncia el silencio de una frase guardada: “ya lo sabía.”
Y así como él fue mejor persona… así vamos todos poco a poco.
Porque él, no es ese que la conquistó, es una proyección por medio de un discurso simple pero similar: sólo que precario. Rio, risa traviesa que arde en aquel que no comprende, no es carcajada. Como típico macho crees haber ganado, miras tu trofeo de cabellos rizados… pero buscas aquella expresión triste del que aparentemente perdió, acto tras acto esperas ver en mi un aspecto de derrota lúgubre.
Eso, que no entiendes, que te irrita al verme solo y feliz mientras tú la abrazas, que te hace subir el volumen de tu voz mientras estoy cerca; eso que te hace reír de una manera tan ficticia, eso es lo que me hace encogerme de hombros de manera alegre y extrañada ante una nueva incógnita del ser humano.
Porque de entre tantas cualidades puedo exponer al público una: tengo el don de vender, ideas, conceptos, libros, galletas con rompope… Justo después de que haya decidido decirle a aquella niña lo que ya no podía ocultar más bajo aquel rostro de timidez abstracta, llegaron los hombres: si a mí se me antoja, a muchos también. Psicología juguetona del hombre normal.
¿Ser normal es malo? Dijo alguien intentando ser irónico y aspirando al sarcasmo divino. Díganle loco si se siente bien… Yo soy, aunque para ustedes una pila de conceptos tengan que reunir para hacer tan sólo mi silueta.
Cito a un amigo que cita a un personaje que no recuerda quien es. Yo puedo amar, en el caso de que yo ame, a muchas mujeres como a ti te amé; pero jamás encontraras alguien que te ame de la misma manera en la que te ame yo.
En palabras masculinas: tú la tienes, yo no. Tú deberías ser feliz… ¿o no?
En mis palabras: tú la tienes, yo nunca la busqué. No puedo sentir la ausencia de algo que no quise: porque aun ella no tiene forma definida, aun estoy como dijera una película mexicana de antaño: enamorado del amor.
Le dije lo que sentía, siento o sentiré por ella; hasta ahí. Analogía: es como si te señalara el puesto donde venden taquitos de trompa y te digo que están muy buenos; automáticamente esperas que corra en busca de ella… digo, en busca del puesto… por lo que te apresuras a ganarme el pedido, y ya cuando te estás comiendo las trompitas en tortillas calientes, no hay nadie a tu lado: ¿a quién le ganaste? Miras a tu alrededor, todos los compradores cayeron por el mismo truco y se preguntan: ¿están buenos, no? Sin recibir contestación alguna.
Lo siento, aunque fui yo quien le dio valor de atractivo a la niña, no seré yo quien legitime la valía real de dicha adquisición tuya.
Sin embargo, después de todo esto, existe el tétrico final. Lo que él escribió es el reflejo de su ira contenida hacia las damas que en su tiempo lo maltrataron… desahogándose en un llanto desenfrenado de letras incompresibles ante la dama que lo supo apreciar.
Sin entender me mira con rabia y aspira a llenarme de golpes sin cesar: amigo mío, podrás romper mis huesos uno por uno, pero disculpa si después de eso aun sigo llamándote con acento senil: imbécil.
No hace falta decir que…
Psicología de botana y un Barthes riendo.
Rio, donde las mujeres lavan su ropa.
Blog…
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Foto del autor Abraham Arreola
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Descripción

Una carta.

Palabras Clave: Una carta.

Categoría: Ensayos

Subcategoría: Anlisis


Creditos: Abraham Arreola

Derechos de Autor: reservados, los zurdos son libres.

Enlace: abrahamarreola.com


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