La Carreta (Teatro) -Tragedia en Tres Actos- ACTO III
Publicado en Aug 07, 2013
("La Carreta" es un café-librería. Un pequeño grupo de personas de ambos sexos se encuentran allí reunidos, tomando café mientras escuchan a un pianista tocando una melodía. Sentada ante una mesa, en el último rincón de aquel local, se encuentra un joven escritor que escribe en unas hojas de papel. En otra mesa, en el centro del escenario pero sola, está Laura leyendo un libro. Tiene un café a medio beber. El pianista deja de tocar cuando en esos momentos aparece Juan totalmente abatido y triste. Está desorientado y camina muy cansado, arrastrando los pies como si hubiera envejecido de repente. Pasa al lado de Laura sin darse cuenta de que es ella la que está allí).
Escena Primera.- Laura (Levantando la vista del libro).- ¡Hola, Juan! Juan (Sorprendido).- ¿Eh? ¡Ah, hola Laura! Laura.- Nunca pensé que llegarías hasta aquí. Juan.- ¿Es esta tu "Carreta"?... ¡Imaginación!... ¡Esto sólo es un producto de mi imaginación! (Juan se restrega los ojos como para despertarse y darse cuenta de que no sueña) Juan.- Yo creía que "La Carreta" era... (Laura cierra el libro y lo deja sobre la mesa no sin antes haber colocado el paginador en la página que estaba leyendo) Laura.- Ven, Juan... siéntate a mi lado... te veo demasiado triste y cansado... Juan (Mientras se sienta al lado de Laura).- Gracias... ver la tristeza y el cansancio es también un sentimiento. (Llega el camarero con una rosa roja que entrega a Laura) Camarero.- Laura... la flor de todas las noches... Laura (Coge la rosa roja, la huele y la deposita sobre el libro).- Gracias. Camarero (Dirigiéndose a Juan).- ¿Qué va a ser, señor? Juan.- Una botella de güisqui y un paquete de Marlboro. (El camarero se aleja para cumplir con lo mandado) Juan.- ¿Y esa flor? Laura.- Un desconocido me la regala todas las noches sin faltar ninguna. Sólo he podido saber que es escritor. Pero también compruebo que sigues siendo Johny. Juan.- Peor que eso, Laura. Ahora ya no soy ni tan siquiera Johny. Ahora sí que soy Juan sin Tierra... y sin Aire... y sin Mar... Escena Segunda.- (Regresa el camarero con el pedido de Juan en una bandeja y, después de dejar la botella, un vaso y el cenicero, entrega el paquete de tabaco a Juan y se aleja hasta la barra del bar. Juan abre la botella, bebe un trago directamente de ella y, sacando un cigarrillo, lo enciende) Laura (Después de dar el último sorbo a su café).- ¿Sucede algo? Juan (Muy triste).- Eso es lo malo... que nunca sucede nada... Laura.- Sigues equivocado, Juan. Juan (Violento).- ¡¡Ya está bien!! ¡¡Soy Juan sin Tierra... y sin Aire... y sin Mar!! ¿Qué más no soy yo? (Largo silencio) Juan.- ¡No te esfuerces más por mí, Laura! ¡Soy un caso perdido! ¡Es mejor dejar las cosas como están! (Laura se levanta cogiendo la rosa roja y el libro) Laura (De pie).- Veo que es verdad. Tú y yo no hemos nacido para decirnos nada. Adiós, Juan... ¿o prefieres que te llame Johny? Quizás algún día recordemos que fuimos dos jóvenes humanos sin tenernos nada que decir... Juan (Suplicante pero sin atrever a ponerse de pie).- ¡Espera, Laura, por favor! ¡No es eso! ¿Puedes quedarte sólo unos minutos más? Laura.- ¿Crees que merecen la pena unos minutos más? Juan.- Sí. Un poco de tiempo siempre merece la pena. Laura (Sentándose de nuevo, dejando el libro sobre la mesa y volviendo a poner la rosa roaj sobre el libro).- De acuerdo... apuremos al máximo, si así lo deseas, el tiempo de la decepción. (Juan bebe otro trago de la botella y fuma) Juan.- Laura... yo no sé lo que pasa contigo... pero yo estoy solo de verdad... ¡Solo de todas las cosas, de todos los sentires, de todos los porqués! Laura (Muy seria).- ¿Pero no eres el Rey? Juan.- ¿El Rey de quiénes?... ¿de mis amigos los jóvenes?... Falso... Eso es falso... nunca han sido mis amigos y nunca han sido jóvenes... ¿de mis adoradas enamoradas?... Falso... Eso es también falso... Nunca han sido mías porque ni tan siquiera se pertenecen a ellas mismas. Laura.- ¿Entonces? Juan.- Por favor, Laura... sé que me estoy comportando como un ignorante, pero no puedo evitarlo porque es verdad que soy un ignorante. ¿Cómo puedo dejar de ser lo que soy? (Juan vuelve a beber de la botella) Laura (Compasiva).- Puedes hacer muchas cosas. Juan (Fumando).- ¿Por ejemplo? Laura.- Por ejemplo esto. (Laura le quita suavemente el cigarrillo y lo aplasta en el cenicero) Juan.- Muy bien... ¡ya está!... ¿y ahora qué? (Laura, en silencio, le mira directamente a los ojos. Juan no aguanta aquella franca mirada y rápidamente bebe otra vez de la botella) Laura.- Y por ejemplo esto otro. (Laura le quita la botella y vierte todo su contenido en una especie de florero que está a su lado. Deja después la botella vacía sobre la mesa) Juan (Enfadado).- ¡¡Qué has hecho!! Laura (Muy tranquila).- Demostrarte lo que tienes que dejar de ser. Juan.- ¿Por qué arruinaste mi güisqui? Laura.- No es tu güisqui lo que quería arruinar. (Laura coge la botella vacía y se la entrega a Juan) Laura.- ¿Crees que esto es una botella vacía? Juan (Mirando fijamente a la botella).- Sí. Esto es una botella vacía. Laura.- ¿Seguro que es una botella vacía? Juan.- Ya no estoy seguro de nada... pero si de algo puedo estar seguro esta noche es de que esto es una botella vacía. (Se produce un tenso silencio duante el cual Juan mira a la enigmática Laura y totalmente sorprendido porque no sabe qué sucede con la botella) Juan.- ¿Qué pasa, Laura? ¿Quién eres en realidad? ¿Una imaginaria locura que surgio de ms pesadillas y que me quiere hundir en las tinieblas de la oscuridad? ¿Eres, de verdad, una locura de carne y hueso que salió del psiquiátrico de los idealistas? (Laura sonríe) Juan (Mirándola a los ojos).- Estoy seguro de que no eres real. De un momento a otro voy a despertar y el día de hoy no habrá existido jamás. Ni en la realidad ni en la ficción. ¡Ni tan siquiera habrá existido como sueño!... porque hoy no es un dían real, ni ficticio, ni soñado. ¡Hoy ha sido un día inexistente! Laura (Con ternura).- Mira el interior de esa botella... (Juan, como hipnotizado por los ojos de ella, mira el interior de la botella) Laura.- ¿Qué ves? Juan.- Nada. Laura.- Eso es, Juan. No está vacía porque en el interior de todas las botellas, una vez que se acabó el alcohol, está cada uno de los que se lo han bebido... Juan (Dejando la botella sobre la mesa).- Entonces... ¿Yo soy Nada? Laura.- Ahora mismo, sí, porque todos los adictos al alcohol sois Nada. ¿Y sabes cuál es la compañia que tenéis? Juan.- Ninguna. En el fondo de todas las botellas vacías no hay ninguna compañía. Allí sólo estamos los borrachos... ¡completamente solos!... Laura.- No es así. Te vuelves a equivocar. Sois Nada pero estáis acompañados; porque en el fondo de todas las botellas vacías existe la Soledad. Una Soledad que os acompaña pero que no os ama ni os amará jamás. Una soledad que no os da la mano nunca. (Se produce un largo silencio). Laura.- Bien. Entiendo que hemos llegado al final y ahora, por favor, deja que me marche, Juan... porque terminaron ya los últimos minutos de la decepción. (Laura hace el ademán de querer levantarse) Juan (Tomándole las manos).- ¡No, Laura! ¡Por favor! ¡No te vayas ahora! (Laura se suelta de las manos de Juan suavemente y luego recoge la flor y el libro y se pone de pie) Laura.- Yo ya no tengo nada más que decirte... ¡te dejo libre para que recuperes tu yo a la manera que tú lo has decidido!... Juan (Suplicante pero sin atreverse a levantar).- ¡¡No!! ¡¡Ayúdame, Laura!! ¡¡Ayúdame!! (Juan hunde su cabeza entre sus brazos y sobre la mesa. Entonces Laura vuelve a dejar todo lo que tiene en sus manos sobre ésta, se sienta y acaricia suavemente la cabeza de Juan) Laura (Con ternura).- Juan... Juan... Juan... Juan sin Tierra... Juan sin Aire... Juan sin Mar... Juan (Con la cabeza hundida sobre la mesa).- Juan sin Vida... Juan sin Nada... JUuan sin Fe... (Juan levanta la cabeza. Los dos se quedan mirándose mutuamente. Otra vez Juan aparta su mirada y ahora coge el libro entre sus mnaos) Juan.- Ahora sé por qué decías que nunca estarás sola. ¿Te gusta leer? Laura.- Sí, Juan. Me encanta leer. Un libro es siempre una profunda compañía... verdadera amistad y no falsa alegría como las botellas de alcohol. Los libros sí saben amar. Juan.- ¿Me permites que lo pueda descubrir por mí mismo? Laura (Entusiasmada).- ¡Por supuesto que sí! La amistad de un libro sólo la puede conocer quien lo lee. Juan (Mirando la portada y el nombre del Autor).- ¡Diesel! ¿Quién es? Laura.- Si te refieres a si le conozco personalmente... no... no sé cómo es su físico... no sé si es alto o bajo, gordo o flaco, rubio o moreno... no sé de qué color son sus ojos ni su piel... pero sí te refieres a si conozco su alma te diré que sí... que la conozco hondamente. Juan.- No entiendo... Laura.- Nunca podrás conocer a una persona cuando la oigas solamente hablar, porque a veces existe la mentira... pero la escritura sale del pensar y el pensar sale del sentir y el sentir sale del corazón. ¡Lee si quieres comprobarlo! (Juan abre el libro por la página señalada por el paginador y lee en voz alta) Juan (Leyendo).- Quiero que sepas que sólo soy carne, sangre, huesos y corazón. Por eso únicamente te pido que no destruyas nunca una oportunidad si ésta es verdaderamente limpia. Por el capricho de algún escondido reloj se han encontrado mi mito y tu fantasía... pero los mitos siempre se desvanecen cuando los tenemos cerca, porque es entonces cuando nos damos cuenta de que su realidad es más débil que su leyenda. Entonces se diluyen entre nuestros dedos... pero no importa... no llores por eso. Vive. Vive siempre con el verdadero valor de tu propia persona. (Juan deja de leer y descubre que Laura sigue mirándole a los ojos) Laura.- Él es quien me regala todas las noches una rosa roja. Juan.- Entonces... ¿está enamorado de ti? Laura.- Y yo enamorada de él. Juan.- ¡¡Es injusto!! Laura.- ¿Tú estás capacitado moralmente para decir lo que es justo y lo que es injusto? Juan.- ¡¡Sólo sé que es injusto!! Laura (Sonriendo).- Un día tú encontrarás a alguien que te haga feliz. Juan.- Imposible... Laura.- Debes saber que no sólo será posible sino que será también real. Juan.- ¿Por qué dices eso? Laura.- Porque tú también mereces una oportunidad. Eres valiente y valioso y te la mereces. Juan (Tomando otra vez las manos de Laura).- ¡¡Ven conmigo, Laura!! ¡¡Te necesito!! (Laura aparta suavemente las manos de Juan) Laura.- No estás entendiendo. No estoy buscando enamorarme de ti ni que tú te enamores de mi persona. Juan (Desesperado).- ¡¡Vámonos, Laura!! ¡¡Vámonos de aquí!! ¡¡Vámonos lejos de esta podrida y sucia sociedad!! Laura.- Eso es ir a ningún lugar. Eso se llama huír. Eso es seguir siendo Nada. Juan (Señalando con el dedo índice de su mano derecha al público).- ¡¡Pero ellos se han reído de mí sin ninguna clase de compasión!! Laura.- ¿Compasión? ¿Tú te atreves a hablar de compasión hacia los demás? Juan (Sin querer entrar al debate).- ¡¡Se han reído de mi!! Laura.- Te equivocas. Jamás se han reído de ti. Se han reído de tu soberbia. Juan (Otra vez señalando al público pero ahora con mucha más furia).- ¡¡¡Ellos y ellas!!! ¿Quiénes se creen que son? ¡¡¡Míralos!!! ¡¡¡Todos y todas sentados en sus cómodas butacas!!! ¡¡¡Todos y todas mirándome con aire de superioridad!!! ¿No tienen soberbia ellos y ellas? Laura.- Tal vez no sean como tú siempre has creído que son. Juan.- ¿Quieres decir que ellos y ellas son mis verdaderos amigos? Laura.- Recuerda que la amistad no existe... ¡la creamos nosotros mismos!... Juan.- ¡Mis amigos y mis amigas son de otra manera! ¡¡Mis amigos y mis amigas me admiran!! ¡¡¡Mis amigos y mis amigas me adoran!!! Laura.- ¿Tus amigos y tus amigas? ¿Quiénes son tus amigos y tus amigas? ¿Los que te ocultan su odio mientras te ensalzan como su Rey? ¿Las chicas que falsamente te adoran porque compartes con ellas bailes, alcohol, drogas y cama? ¿O los que tiemblan de miedo cuano te acercas a ellos para robarles el único amor de sus edades? ¿Son esos tus amigos y tus amigas? Juan (Serenándose).- ¡Tienes razón, Laura! Y también es cierto que eres la única chica de la que me he enamorado de verdad y desde el primer momento en que te vi ahí sentada. (Juan señala la primera fila del público) Juan.- ¡¡Ven conmigo, Laura!! ¡¡Huyamos de aquí!! ¡¡Olvidemos tanta falsedad!! ¡¡Dame la oportunidad que me merezco!! ¡¡Seremos felices los dos!! Laura (Señalando al público).- No, Juan, no estás comprendiendo nada. Ahí estaba sentada proque a ese público pertenezco y en medio de ese público soy feliz. Yo no tengo que huír de ninguna farsa. Soy limpia y verdadera porque tengo Fe Eterna y mi realidad no es un fingimiento. Soy tan Auténtica que vuelvo a confirmarte que no deseo que te enamores de mí porque yo no estoy enamorada de ti. Juan (Señalando ahora con ira al público).- ¡¡¡Laura!!! ¡¡¡Míralos bien!!! ¡¡¡Esa ciudad es falsa!!! Laura.- Esa ciudad es lo que más me importa. A esa ciudad la amo y en esa ciudad vive el hombre que me ama de verdad. Juan.- ¡¡¡Pero esa ciudad es la ciudad de la desesperación!!! Laura.- No, Juan. ¡Esa es la Ciudad de Dios! Juan (Desesperado).- ¿Pero sabes tú quién gobierna a esa ciudad? (Silencio profundo) Juan.- ¿Qué te sucede, Laura? ¿No te atreves a decir que es Satanás quén gobierna a esa ciudad? Laura (Sonriendo).- Todavía sigues sin saberlo tú. Juan (Sorpendido).- No entiendo... Laura.- Es muy sencillo de entender. Vuelvo a decirte que esa es la Ciudad de Dios. Infelices quienes creen que la Verdad de Dios no está en ella. Infelices porque no saben lo que creen. (Largo silencio) Laura (Levantándose y tendiendo la mano a Juan).- ¡Ven conmigo, Juan! ¡Ven a saludar a esa ciudad! Juan.- No puedo, Laura... ¡¡¡No puedo!!!... Laura.- Yo creo que puedes intentarlo... Juan.- Intentar... ¿qué?... Laura (Ayudando a levantarse a Juan).- Intentar ser Juan. Juan.- ¡¡No, Laura!! ¡¡Yo soy joven!! ¡¡Yo soy Johny, el Rey de la Juventud!! Laura.- Ven conmigo, Juan... Juan.- ¡¡Que vengan ellos a mí!! Laura (Soltando a Juan).- Adiós, Juan... (Laura recoge la roja roja y el libro y se encamina hacia la salida de "La Carreta" pero Juan se arrodilla para suplicarle que no se vaya) Juan.- ¡¡Vuelve, Laura!! ¡¡¡Te necesito!!! (Laura regresa hacia donde está Juan y se agacha junto a él) Laura (Abriendo el libro por la útlima página).- Escucha esto, Juan. La última versión de mi amor no es la última palabra de este libro, sino esa rosa roja que te regalo todas las noches para que sepas que estoy aquí, sentado entre las personas, para decirte con todo el corazón por delante que te amo de verdad. Juan.- ¡¡¡Yo también te amo!!! Laura.- Te regalo el libro pero me llevo la flor. (Laura se levanta y vuelve a caminar hacia la salida) Juan (Con el libro entre sus manos y de rodillas).- ¡¡¡Laura!!! ¡¡Yo te necesito más!! ¡Estoy solo! No tengo a nadie... Laura (Volviéndose para mirar a Juan pero sin regresar).- Lo siento, Juan... quizás ahora comprendas a los jóvenes a los que convertiste en Miguel o en Alberto. ¿Hablamos de Miguel y de Alberto? Juan.- ¡¡¡No!!! Laura.- Pues es el principio que debes conocer si de verdad quieres cambiar. A Miguel lo convertiste en Lejanía pero en esa Lejanía es mucho más expresivo de lo que tú mismo crees, porque esa Lejanía le hace diferente y le libera de tu maldad. Alberto siempre te ha interesado porque era él el que enamoraba a las chicas para después tú quitárselas sin piedad alguna. Si ahora estás solo ha sido solamente por tu culpa y, sobre todo, por tu culpabilidad. Ahora debes aprender a no estar solo. Y también debes ser tú quien decidas lo que quieres ser en la verdad de ti mismo. Hay un mundo que te espera para hacerte compañía y una Ciudad de Dios donde encontrar el amor que tanto necesitas. Adiós, Juan... yo ya no puedo ayudarte... y ahora tú decides tu propio Destino... (Laura sale del escenario mientras Juan hunde la cabeza entre sus brazos y se inclina hasta tocar el suelo. El libro está cubierto por su cuerpo) Juan.- ¡¡¡No puedo!!! ¡¡¡No puedo!!! ¡¡¡No puedo!!! ¡¡¡No puedo dejar de ser Johnmy!!! ¿Qué puedo hacer para dejar de serlo si me es imposible dejar de desearlo? Voz.- Mi Voz dirigida va a los hombres, camina a bordo de la Carreta de los sentimientos y penetra en el corazón de los seres humanos a través de las puertas del amor. Si oyes, en alguna ocasión, el silencio de mi Voz, podrás entender que en Él habita la Verdad. Y si sabes escuchar el silencio de mi Voz habrás aprendido a escuchar el silencio y la verdad de ti mismo; así podrás entender que la inteligencia es la única justicia que tiene entendimiento para poder discernir cuándo los hombres y las mujeres de esta Tierra son jóvenes de verdad. Si ves mi carreta pasar... sube... entra en ella... porque entre los libros de sus anaqueles, mientras saboreas el silencio de las horas pacíficas, siempre encontrarás una respuesta válida para cada una de tus preguntas. Tu juventud existe pero sólo podrás sentir que la posees cuando pases al interior de mi Carreta y encuentres allí la Belleza del Misterio de la Creación. No existe edad de calendarios para ser joven. Basta solamente con tener la edad del entendimiento. (Cae el Telón del Tercer Acto muy lentamente mientras la Voz de Dios está hablando) FIN DE LA OBRA
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