Romance del vagabundo.
Publicado en Aug 08, 2013
Caminando lentamente por las estepas,
sol dorado con afán profundo, marcha sufriendo el vagabundo en medio del calor y de las cepas. El vino de las uvas ya aligera el paso del vagabundo mendicante y en llegando, todo exhausto y anhelante, en la puerta de la iglesia espera. Las gentes duras pasan insolentes mientras su mano temblorosa y seca a todos ellos él acerca y todos ellos le son indiferentes. El sol es como cuchillo en su memoria de cuando era un noble caballero pero ya sin amor y sin dinero en el duro suelo yace su historia. Tantas veces como el cura les bendice a quienes no quieren mirar a su pobreza una lágrima de pena aligereza el futuro que la gitana le predice. Tendrá que esperar una eterna primavera para tener un poco de compañía alegre, un ramillete de flores que integre su pasado y su presente a la vera. Al lado de su sombra el fiel perrillo que acompaña su dolor y su silencio es algo que nunca tiene precio mientras pía un gorrión pardillo. Agacha la cabeza de pelo encrespado, dura conciencia de pasado grande, más ahora en sus ojos se expande la muerte de un sueño inesperado. Una niña humilde y con harapos le queda cual recuerdo y amargura; aquella niña dulce y con tristura que fue en su tiempo mil halagos. Baja sus ojos al suelo enlosado y la campana de la torre suena mientras en lo hondo de su ser resuena aquel rostro de mujer ya recordado. Solo con su destino de ilustre peregrino le miran indolentes y con desprecio. ¿Quién sabe cuál fue el precio que ha pagado el vagabundo en su camino? La voz de un arriero que camina por las calles estrechas y empinadas entra en la iglesia como campanadas que el duro corazón le recrimina. Ya salen ellos, ufanos y altaneros, mientras él se levanta poco a poco y todos le tachan ya de loco menos el fiel perrillo y los limoneros. Y otra vez con el sudor en frente caminan los dos juntos y unidos, por el Tiempo de Dios ya redimidos, en un mundo tan triste y tan hiriente. Caminando lentamente por las estepas, sol dorado con afán profundo, marcha sufriendo el vagabundo en medio del calor y de las cepas.
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