Los cuatro inolvidables (Diario)
Publicado en Aug 09, 2013
Ni los cinco jinetes del Apocalipsis ni el trío Los Panchos. Me refiero a los cuatro muñecos de Mari Carmen. Mari Carmen (4 de mayo de 1943, Cuenca, Castilla -La Mancha) es una ventrílocua española. Su nombre completo es María del Carmen Martínez--Villaseñor Barrasa. Su número artístico es conocido por la mayoría de la gente como "Mari Carmen y sus muñecos". Desde muy niña se sintió inclinada hacia el mundo artístico y pronto se inició profesionalmente en el teatro de guiñol del padre del también ventrílocuo José Luis Moreno y realizó temas musicales con bandas mexicanas como Menudo y Timbiriche. Pronto surgirían los cuatro muñecos con los que se ganó el cariño y el respeto del público a lo largo de más de cuatro décadas: Nícol, el pato castizo e irreverente, Daisy la adolescente respondona y deslenguada, Rodolfo, el león sensible y delicado y el que posiblemente es su marioneta más entrañable, Doña Rogelia, la anciana cascarrabias y gruñona. Con esas herramientas de trabajo comenzó a incrementar su popularidad. Pese a haber recorrido los escenarios de toda España, la mayor parte de su popularidad se la debe al medio televisivo. Sus primera apariciones se remontan a 1967, año en el que intervino puntualmente en el programa Noche del sábado, que presentaban Franz Johan y Gustavo Re.
Desde 1967 hasta 1968 fue una temporada en que, para salir un poco del letargo de la inmersión en el mundo bancario y antes de que incrementara mis salidas nocturnas con los amigos y las amigas, fui un gran admirador del pato Nicol, todo un castizo "chulapón" que conquistaba a las más irresistibles con sus pretensiones de donjuan empedernido. Sensacional parodia pero en una presentación simpática y lejana a toda clase de obscenidades con que otros humoristas intentaban llegar al corazón de los televidentes. Nicol se ganaba la amistad por su postura "machista" pero de buen talante, con maneras de "caballero encantador" que, de repente, descubría a las más guapas invitadas que se encontraban en plató. Entonces se le alargaba el cuello, miraba embelasado a las bellezas que le estaban observando y lanzaba algún piropo que otro. Daisy era una adolescente que, además de respondona y deslenguada, acosaba a los demás compañeros de fatigas: Nicol, Rodolfo y Doña Rogelia, poniéndoles en evidencia ante los telespectadroes. Especialmente respondona cuando Rodolfo aparecía en escena. Marcadamente repipi era una parodia contra el feminismo y, para ello, se las daba de "marisabidilla". Siempre dispuesta a dar "guerra" a quien se le pusiese por delante. Rodolfo, el león de las notalgias y las lánguidas emociones sensibleras. Una parodia que rozaba el mundo gay pero de manera divertida y solapando esa tendencia del león con expresiones suavizadas y delicadas. Y Doña Rogelia rizaba el rizo de los costumbrismos castellanos (en este caso la forma de ser de los conquenses y conquensas de "Orejuela del Sordete"). Doña Rogelia se hizo popular gracias a sus dichos y su especial manera de entender la vida; sobre todo cuando el tema del sexo se insinuaba transversalmente. Yo me sentaba ante el televisor, algunas veces en mi soledad pero acompañado de un enorme flan chino "El Mandarín" y me divertía junto a mi fiel perro "Chester"; aquel inolvidable setter irlandés de color canela que, junto a mí, se divertía enormemente llenando mi ocio de compañía. Una compañía insuperable que le convirtió, en aquellos tiempos, en mi mayor y mejor amigo inseparable. Tras todo aquello, continuaron mis andanzas por los madriles y otros territorios nacionales. Los cuatro inolvidables muñecos de Mari Carmen me ayudaron mucho a la hora de clasificar a los muy diversos género humanos que me he encontrado a lo largo de mis aventuras y mis travesías por estos mundos de Dios.
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