De espaldas a la vida real (Relato)
Publicado en Aug 09, 2013
La lluvia reciente había limpiado la atmósfera. Mirando al árbol, Paco comenzó a dormirse con fervor de sempiterno indolente. Las hojas, verdes, golpeaban en el cristal de la ventana. El revuelo de las aspas del ventilador, colgado del techo, le amodorraba en medio de aquella especie de desmayo estival. Ahora la sombra de una pareja de jóvenes, besándose junto al árbol, le abría el apetito sensual... pero su divorcio ya era irreversible. Hortensia había dado un no rotundo a la conciliación, había recogido todas sus pertenencias y al pequeño David y se enocntraba ya en la casa de su madre, la gruñona Doña Angelines quie, a su vez, estaba amargada por su propio fracaso matrimonial y arremetía contra la honorabilidad de todos los hombres habidos y por haber. Así que el asunto venía, por lo tanto, de familia; algo así como una característica familiar de los Santos. Hortensia Cernuda Santos era una más en la histórica liosta de divorciados y divorciadas de la misma familia. Paco acomodó la almohada y prefirió no pensar en nada, sino seguir existiendo como perpetuo durmiente de las siestas. Ahora lo importante, para él, era sentirse vivo... pero no dejaría de luchar por la custodia de David.
Al otro lado de la calle, en el edificio de enfrente, Hortensia Cernuda Santos, tumbada en un cómodo sofá, con los contraluces paseando por todo su esbelto cuerpo, hacía inútiles esfuerzos por olvidarle. Y es que, a pesar de ser tan impetuoso, Paco era, muchas veces, un ser tan sensible que hasta la sorprendía escribiendo y dedicándole poemas románticos. Todavía recordaba el último soneto libre, sin estar influído para nada por lo académico, lo cual le hacía más interesante, que le había dedicado como recordatorio del primer aniversario de boda: "Vivo solo con un profundo deseo / que es ser tu amante sin desmayo / y ahora que es el mes de mayo / solamente en tu amor yo me recreo. / Atado a tu cintura yo paseo / cual poeta que realiza un ensayo / y soy más guerrero que un cipayo / pues tú me convertiste en Perseo. / No puedo amar a otra muchacha / aunque ella tenga buena facha / mientras vivias tú bajo este cielo. / Y mientras el sol a la tarde la despacha / mi beso en tu boca se empacha / de amor, de pasión y de desvelo". Paco Lladró Rovira dio varias cabezadas buscando la brisa de aquellas horas de la tarde y sentía la certeza de que, más tarde o más temprano, tendría que irse muy lejos, más lejos de lo que él deseaba. El juez no sería clemente ante su recurso y estaba seguro de que le haría emigrar a otra provincia. El tiempo desterraba sus histoiras amorosas y ahora recordaba su boda. En voz baja y triste recitó una frase cotidiana: "Por tu amor yo muero". Y es aquello era lo más parecido a la muerte en vida. ¿Estará solo? se preguntaba Hortensia Cernuda Santos. ¡Seguro que ya estará con otra cualquiera! afirmó para sus adentros mientras el ruido del trajinar de Doña Angelines le martilleaba en las sienes. Tuvo unos enormes deseos de levantarse y pedirla que dejara ya de fregar platos, que dejara ya de blanquear la ropa con aquella chirriante lavadora, que dejara ya de poner en funcionamiento aquel cacharro de aspiradora que le recordaba a una especie de desierto lleno de roedores intentandon posesionarse de todas sus células. Paco Lladró Rovira tuvo que levantarse mientras meditaba que estaba ya solo sobre la Tierra y que vivía con la extraña sensación de haberse convertido, de repente, en un zombi somnoliento. Tuvo sed, Una sed que se le agarraba a la garganta y le hacía sentirse como un ser extraño en su propia habitación. Tenía tanta sed que decidió vestirse por completo y bajó al bar "El Orbe", dos números más allá de su portal... Hortensia Cernuda Santos necesitaba olvidar aquella plomiza sensación de vacío estridente que era soportar los trajines inagotables de Doña Angelines; aquella madre que sonreía, victoriosa, como si hubiera conseguido un verdadero triounfo familiar. Así que decidió dejar la comodidad del sofá y bajó al bar "El Orbe", dos números más allá de su portal pero en la acera de enfrente... Acodados en el mostrador, como dos extraños que se vieran por primera vez en sus vidas, Paco y Hortensia guardaban silencio mientras escuchaban la música penetrando en sus cinco sentidos... - "Soy un extraño para ti que pasa sin decirte nada. Soy un extraño para ti, soy alguien que va de pasada. Estás muy lejos de saber que puedo realizar tus sueños, estás muy lejos de notar el fuego que se esconde en mí. Es un momento nada más que pudo transformar la vida de los dos, es un momento nada más que pudo ser de tanto amor. Soy un extraño para ti que pasa sin decirte nada, soy un extraño para ti que nunca volverás a ver. Es un momento nada más que pudo transformar la vida de los dos, es un momento nada más que pudo ser de tanto amor. Soy un extraño para ti que pasa sin decirte nada, soy un extraño para ti que nunca volverás a ver". - No puedo vivir sin mi pequeño David. - No puedo vivir con mi madre Angelines. - ¿Es usted feliz, sñorita? - Tan feliz como lo puede ser usted, caballero. Después se quedaron con sus miradas fijas en los dos cubalibres mientras la música ahora les martilleaba su conciencia... - "Si nos dejan nos vamos a querer toda la vida. Si nos dejan nos vamos a vivir a un mundo nuevo. Yo creo que podemos ser un nuevo amanecer de un nuevo día. Yo pienso que tú y yo podemos ser felices todavía. Si nos dejan buscamos un rincón cerca del cielo. Si nos dejan haremos de las nubes terciopelo. Y ahí juntitos los dos cerquita de Dios será lo que soñamos. Si nos dejan te llevo de la mano, corazón y ahí nos vamos. Si nos dejan te llevo de la mano, corazón y ahí nos vamos, Si nos dejan de todo lo demás nos olvidamos". - No puedo vivir sin mi pequeño David. - No puedo vivir con mi madre Angelines. - ¿Aceptaría usted la felicidad si se la regalasen, señorita? - Lo mismo que usted, caballero. Una especie de inquietud nervios les hizo parpadear al unísono mientras el tercer disco produjo una sensación de vértigo demencial. - "Dicen que somos dos locos de amor que vivimos de espaldas al mundo real pretendiendo lograr de la gente un favor que nos dejen querernos en paz. Tienen envidia de vernos así abrazados y alegres cruzar la ciudad y quisieran cortar este amor de raíz que ellos nunca pudieron lograr. Yo sin tus labios me muero de sed sin los míos también tu no puedes estar nos queremos los dos, qué le vamos a hacer si la vida nos quiso juntar. Tengo mis ojos tan llenos de ti que en mi cuerpo, cariño, no queda un rincón donde no mandes tú, que este amor que te dí es el pulso de mi corazón. Solo en tus brazos me siento feliz y me duermo despierto con dulce quietud escuchando al compás sonreir junto a mí el aliento de tu juventud". - No puedo vivir sin mi pequeño David. - No puedo vivir con mi madre Angelines. Paco pagó su cubalibre. Hortensia hizo lo mismo con el suyo. Estuvieron unos cuantos segundos mirándose a los ojos y después cada uno siguió su camino. Ambos deseaban hacerlo juntos, pero el pequeño David y la mamá Angelines les separaban inevitablemente. A no ser que antes de entrar en sus respectivos prtales ambos diesen la media vuelta y se mirasen otra vez directamente a los ojos. La solución para ser felices solamente era esa. Faltó por saber si ambos tendrían o no tendrían el valor suficiente como para hacerlo...
Página 1 / 1
Agregar texto a tus favoritos
Envialo a un amigo
Comentarios (0)
Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.
|