Marilu
Publicado en Feb 25, 2009
Ella llego a mi casa con un vestido de colores.
Yo la invite con una cerveza fría. Le dije -no te sientas incomoda, no muerdo. Ella me contesto -es que yo quiero que muerdas. El vestido desapareció y a cambio, sobre su piel morena, un delicioso tatuaje de mariposas que moría en su pelvis afeitada, un piercieng brillante en el ombligo, su conchita mojada y su boca sedienta de besos y saliva. El tiempo voló, llego de día y se fue entrada la noche. No recuerdo ni el color de su vestido ni el de su bombacha. Lo único que recordaba era la constelación de mariposas Una luna llena y gigante me sonreía. Cuando nos despedimos la acompañe a la parada del colectivo y me subí a otro en busca de algo con que intoxicarme para brindar por esa noche.
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