Historia de "Thaler" (Novela) -Captulo 11-
Publicado en Aug 11, 2013
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Historia de "Thaler" (Novela) -Capítulo 11-
 
17 de octubre de 1908. Peluquería "Avon California" de Los Ángeles de California, Estados Unidos.
 
- ¡¡Vamos a Noa, Noa... Noa, Noa...  Noa, Noa!!
- ¡Caramba! ¡Pero si ha llegado la Señora Smithson!
- Hola Yannick, prefiero que me llames Margaret que significa margarita.
 
Yannick Noa, el peluquero de "Avon California" suelta una rocíada de perfume sobre el rostro de la alegre Margaret Smithson que la deja, por un momento, conmocionada.
 
- ¡¡¡Atchuss!!! ¡¡¡Atchuss!!! ¡¡¡Atchus!!!
- ¡Jesús, María y José!
- Que sea la última vez que se te ocurre.
- Lo hago solamente para reivindicar los derechos civiles de los negros como yo.
 
Margaret le da un bolsazo en el riñón izquierdo. 
 
- ¡¡¡Auggggg!!!
- A ver si así te entran los derechos de una vez por todas, Yannick, y dejas de estar doblado cada vez que entra una clienta tan asidua y veterana como yo a pesar de mi... ejem... ejem... ejem... ¡atchis!.. corta edad. 
 
Yannick se recupera, poco a poco, del dolor de riñones.  
 
- Caramba... yo creía que las margaritas eran mucho más dulces.
- Pues no te confundas la próxima vez porque no es la mismo una margarita que una mariquita.
- ¡Jesús, María y José! ¡Qué buen humor tiene usted hoy, señora Smithson!
 
Margaret Smithson le atiza un coscorrón al empleado negro.
 
- ¿Tienes ya bastante o aún quieres que sigamos hablando?
- ¡¡No, no y no!! ¡Manos a la obra! ¿Qué quiere que le arregle hoy?
- Quiero que me hagas un peinado a lo afro como el que usas tú...
 
Yannick Noa le da un estirón de pelos a Margaret Smithson.
 
- ¡Ayyyyy! ¿Qué te crees que estás haciendo so cafre? 
- No se me ponga tan fiera. Sólo estaba comprobando la resistencia de su cuero cabelludo.
- ¡¡La próxima vez que uses ese método tan manual te pongo la mano encima para comprobar la resistencia de tu carótida! 
- Serenemos la tarde, señora. ¿Cómo quiere el pelo afro? ¿A lo afro congo belga o a lo afro congo francés?
- ¿Es que existen dos congos diferentes?
- Pues sí. Me lo han contado mis abuelos en un noche de oscuro invierno en que yo no podía conciliar el sueño.
- ¡Quiero un pelo afro de ensueño! ¿Qué diferencia hay entre ambos?
- El afro congo belga viene muy bien para una fiesta y el afro congo francés viene muyy bien para andar por casa.
- ¡¡El de la fiesta!! ¡¡El de la fiesta!!
 
Yannick agarra a Margaret por el brazo derecho y la sienta, de golpe, en el sillón giratorio.
 
- ¡Ayyyyyy! ¿Esto qué es? ¿Una pelu de moda o una peli de miedo?
- Es que para hacerle un pelo a lo afro congo belga es importante entrar en situación.
 
Yannick le da doce vueltas completas al sillón giratorio mientras a Margaret le entra una sensación de profundo mareo.
 
- ¡¡Basta, basta y basta!!
- Basta lo será usted, señora Smithson, porque lo que es yo soy muy fino filipino.
- ¿Pero no eres afro?
- Soy afro y se lo voy a demostrar.
 
Yannick da otras doce vueltas al sillón giratorio.
 
- ¡¡¡Basta, basta y basta!!!
- Bastante tengo yo con cumplir con mis labores.
- ¿Es que te dedicas a tus labores?
- Eso es lo que dice mi tarjeta de identidad y a mucha honra.
- ¿Y eso del perfume que usas es por alguna razón de identidad?
- Si. Es el muy deseado perfume Noa y lleva camomila con aromas de té.
 
A Margaret Smithson le entran otra vez, ganas de cantar.
 
- ¡¡Vamos a Noa, Noa... Noa, Noa... Noa, Noa!! 
- Entonces... ¿empiezo o no empiezo con la faena? Esto... quiero decir con la labor..
- Faena o labor quiero sólo lo mejor.
- Sin duda alguna el pelo congo belga la hace más salvaje. 
- ¿Como para deslumbrar a Clark?
- ¿Se refiere usted al ganadero Clark Grebne?
- Sí. A ese mismo. Como es un ganadero siempre es un ganador o. por lo menos, eso pienso yo.
- ¿Y qué va a decir a todo esto su esposo, señora Smithson? ¡Yo no quiero problemas con un tipo tan burdo como Dennis Raton!  
- ¡Dájate ahora de tipos burdos, melón blando!
 
A Yannick se le escapan las lágrimas...
 
- No me llame melón blando, por favor, que soy muy sensible.
- Entonces te llamaré Cascanueces si te parece más bravío.
 
Yannick se emociona y empieza a dar palmadas de alegría mientras inicia una especie de baile por peteneras.
 
- ¡¡Bravo, bravo y bravo!! ¡¡Olé, olé y olé!! ¡Lo de Cascanueces me emociona un montón!
- Entonces... ¿qué puedes hacer con mi montón de pelo?
 
Yannick vuelve a estirar del pelo a Margaret...
 
- ¡¡Ayyyyy!! ¡Es la última vez y vaya que sí que es la última vez que lo haces! 
 
Margaret coge un bote de polvos de talco y lo esparce por el rostro de Noa mientras se vuelve irónica.
 
- ¿No ansiabas ser blanco? ¡Pues ya estás blanco del todo!
 
Yannick enseña sus largas uñas.
 
- ¿Quiere usted comprobar mis garras de leopardo?
- ¡Bien que se nota que eres afro pero afro completo!
- ¿Empiezo o no empiezo?
- Empieza y en cuanto a lo de Cascanueces te lo dije solamente por lástima. Porque si tú tienes garras de leopardo yo tengo músculos de Hércules.
- ¿Hércules romano?
- ¡No! ¡Hércules etrusco!
- Ya decía yo que usted era mucho más mayor de lo que va por ahí diciendo...
 
El tortazo que le arreó Margaret fue tan contundente que Yannick, antes de caer al suelo, se agarró como pudo al espejo y lo arrastró en su caida. Un ruido de cristales rotos hizo que las demás clientas se asustaran...
 
- ¿Ves lo que estás consiguiendo, Yaniquito?
 
Noa se reicorpora poco a poco y termina por ponerse de pie.
 
- ¿Cómo me ha llamado?
- Yaniquito... pero ya ni quito ni pongo presidente... ¡Qué tiempos aquellos en que era una congresista capaz de hundir a unos y hacer triunfar a otros!
- ¡Huy que ilusión! ¡Qué ilusión más grande! ¡Nadie me había llamado con tanto cariño! 
 
Yannick dio un beso en la mejilla izquierda de Margaret y la dejó pringada de polvo de talco. Ella sacó un espejito de su bolso y se miró a si misma. 
 
- ¡¡Horror de los horrores!! ¡¡Esto si que no te lo perdono, salvaje!!
 
Margaret se levantó de la silla giratoria y agarró por los pelos a Yannick que hizo lo mismo con ella y los dos cayeron al suelo rodando en su feroz pelea, lo cual hizo que las otras cinco clientas de la peluquería más la otra peluquera, compañera de trabajo de Yannick, intentaran huir pero tan alocadamente que tropezaron con los cuerpos de los dos combatientes y cayeron también al suelo mientras se abría el bolso de Margaret, con el cual estaba golpeando a Yannick en la cabeza, y salieran despedidos todos los artilugios que llevaba dentro. De esta manera fue como "Thaler" rodó por los suelos y, en viéndolo rodar, todas las mujeres que se encontraban tiradas por el suelo comenzaran a luchar a brazo partido, con innumerables tirones de pelo, por conseguir aquel lustroso dólar hasta que se abrió la puerta de "Avon California" y entró Clark Grebne quien, al verlo a sus pies, se agachó haciendo crujir sus endurecidos huesos de la cadera y, por fin, tras arduos esfuerzos por aguantar el dolor, consiguió recoger a "Thaler" y lo miró de manera como alucinada.
 
- ¡Vaya suerte, mi querida Margaret! ¡Ya tenemos para tomarnos un par de cervezas!
 
El olor a forraje de  heno y, sobre todo, el tufo a vaca de carne que que soltaba Clark  hizo que todas las damas se levantaran y huyeran despavoridamente mientras Yannick quedó totalmente noqueado pues su sensible olfato no podía soportarlo. 
 
- ¡¡Dios mío, lo has matado Clark!! ¡¡¡Lo has matado!!! ¡¡¡Lo has matado!!! ¡¡¡Lo has matado!!! 
- Pero... si yo no formaba parte de la pelea...
 
Margaret, en un rasgo humanitario, le tomó el pulso a Yann¡ck tocando su muñeca derecha.
 
- ¡¡Casi no tiene pulso, Clark!! ¡¡¡Lo has matado del todo!!!
- Insisto que yo no formaba parte de la pelea y que eras tú la que le estaba arreando bolsazo tras bolsazo.
- No ha sido mi bolso sino la peste que echas lo que no ha podido soportar su débil corazón.
- ¡¡A ese tipo o lo que sea lo despierto yo en seguida!!
 
Clark se arrodilló ante el cuerpo yacente de Yannick y le dio dos guantazos de campeonato, algo así como dos derechazos de la gran promesa blanca del boxeo llamado Jack Dempsey. Esto hizo despertar del todo a Noa.
 
- ¿Qué pasa? ¿Qué pasa? ¿Qué pasa?
- ¡Déjate de cuentos delante de la margarita como si fueses una mariquita!
- ¡Jesús, María y José! ¡¡Es imposible soportar su olor como a ajos podridos!!
- ¡¡Me gano la vida siendo un verdadero hombre ganadero y por eso huelo a heno y a vaca pero me daría vergüenza ganarme la vida con perfumes para señoritas y otras que no son tan señoritas!!
- ¿Estás insinuándome algo, querido Clark?
- A ti no te dicho nada todavía querida Margaret pero ahora, con este dólar, podemos ya irnos de fiesta...
- ¡Ah, no! ¡¡Eso sí que no!! ¡¡¡Yo con estos pelos no voy a ninguna parte!!!
- Está bien... mejor que mejor querida... porque estaba yo pensando dejar la cita para otra mejor ocasión... 
- ¿Y me vas a dejar sola y compuesta?
- No. Compuesta ahora no lo estás precisamente.
 
Margaret Smithson se sentó en el suelo y comenzó a llorar con lágrimas de cocodrilo.
 
- ¡Espera, espera, nena! ¡Tú no eres de las Islas Caimán que yo sepa!
- ¿Cómo has dicho?
- Que te estás haciendo la cocodrila
- ¡¡¡Buaaaaa!!! ¡¡¡Buaaaaa!!! ¡¡¡Buaaaaa!!! 
- Perdona, momia... digo monada...  no quise decir eso... sino que tengo otro plan para esta tarde...
- ¿Vas a seguir acudiendo a la consulta de La Bruja Maruja?
- Esto... sí... si no te importa...
- ¡¡¡No quiero verte más en mi vida!!!
 
Margaret Smithson lanzó su bolso contra la cabeza de Clark Grebne quien, al querer esquivar el golpe, cayó hacia su lado izquierdo, dándose  un verdadero golpetazo con la silla giratoria que comenzó a rodar por el suelo hasta acabar chocando con Yannick Noa quien, conmocionado por tantos acontecimientos inesperados, volvió a quedar sin sentido mientras volvió a crujir la cadera de Clark.

- ¡Que se me sale! ¡¡Que se me sale!! ¡¡¡Que se me sale!!!
- ¡¡Eres un salido perverso y pervertido, Clark!!
- No, Margaret, me refiero a mi cadera que ya no está para trotes de vaquero... así que estoy pensando en cambiar de negocio...
- ¡Qué bien! ¿Me vas a invitar a la ceremonia de inauguración?
- Es que invitarte a ti a una ceremonia de inauguración es demasiado contradictorio y hasta parece una burla...
- ¡¡Sinvergüenza!! ¡¡En cuanto me levante te breo la cara hasta convertirte en erizo con puás!! ¡¡Te vas a enterar de lo que son las uñas de una mujer ultrajada en su honra, en su autoestima, en su dignidad! 
- ¡Yo me voy de aquí zumbando!
- ¡¡Eso, eso, vaquero sin vergüenza porque bastante sinvergüenza eres!! ¡Vete a gastar el dólar que me pertenece con esa tal Bruja Maruja!!
- ¡Este dólar no era de nadie cuando me lo encontré!!
 
Margaret Smithson se quitó su zapato derecho, de alto tacón de aguja, y se lo arrojó al asustado Clark Grebne que recibió el zapatazo en su espalda cuando ya estaba a punto de salir de la peluquería. Sintió algo así como si la punta del tacón le hubiese destruido la columna vertebral.
 
- ¡¡¡Ayyyyy!!! ¡Dios mío, vaya fiera desatada! ¡¡Casi me rompe el espaldar por completo!!
 
Y Clark Grebne, con "Thaler" dentro de su mano derecha cerrada como un puño, salió deprisa hacia la consulta de La Bruja Maruja.  
 
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Foto del autor Jos Orero De Julin
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Descripción

Novela de Ficcin.

Palabras Clave: Literatura Prosa Novela Relatos Narrativa Ficcin.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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