Enciende la flama de la revolucin
Publicado en Sep 14, 2013
Después de dejar la mecha encendida, decidí salir a empezar lo que me había propuesto con anterioridad. Al cerrar la puerta con llave, descubrí la gravedad de la situación. Empecé a caminar, lentamente, quería tardarme lo más posible. Sólo así podría apreciar mejor la vista. Quizás por última vez...
Estaba inmóvil, frente a diversas casas, confrontándome a mi mismo. Pensando si estaba cometiendo alguna estupidez. No lo sabía. O más bien, lo sabía, pero deseaba poder retractarme. ¿Por qué tenía que ser yo quién iniciará todo? Sentí una leve brisa de frío, el miedo saludaba mi mente. Sin embargo, esa idea se mantuvo firme. La idea de lo que se estaba preparando. La idea de lo que puede ser. Un nuevo mañana. Un nuevo comienzo. Una revolución intelectual. Caminé, deseando detener el tiempo. Deseando recorrer toda mi ciudad. Explorar, como por primera vez, cada lugar que conozco y así poder volver a conocerlo. Apreciarlos. Tenía miedo, pero el sentimiento era pequeño. Yo mismo no me dejaba ser presa del pánico. Sabía lo que estaba haciendo. Pensé, ¿qué si este es mi último día? ¿Qué haría si lo fuera? A diferencia de otras ocasiones, esta vez me sentía más seguro. Y eso era porque estaba haciendo lo correcto. Porque, si yo no me hubiera decidido por encender esa mecha, nadie más sería capaz de hacerla encender. Caminé y me di cuenta de algo más. Todo era más grande, y yo, muy pequeño. El ambiente, las casas, el vecindario, mi país, el planeta entero... El universo. Todo, todo era más grande que yo. Y, por primera vez, en menos de un segundo, me sentí pequeño. Muy, pero muy pequeño. Aunque la causa era grande. Y, comprendí que hay veces en las que una persona se empequeñece para así volver grande una idea. Comprendí que a veces es más importante arriesgarse y pelear por lo que uno quiere. A veces, también, es más importante la vida de los demás que la de uno solo. Y, con esta idea en mente, caminé. La idea de mejorar al mundo hizo que todo estuviera bien... Y nada más importó.
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