Mucho han hablado y escrito los sociólogos sobre las luchas generacionales de las décadas de los 50 y los 60 del Siglo XX después de Jesucristo en el mundo y, de manera especial, en España. Puede ser cierto que "Emilín" conociese y viviese lo de las luchas generacionales porque tiene un carácter agrio y hasta despótico pero en cuanto a mí la verdad es que ni tan siquiera noté lo más mínimo de eso que tanto llamaron como luchas generacionales. Lo único que yo conocí y viví fueron las disyuntivas sociales, cosa muy diferente a las luchas generacionales de las cuales pasé olímpicamente porque no me interesaron para nada. 
 
Por ejemplo, fue muy interesante la disyuntiva social entablada entra las Pastillas Juanola (de carácter popular) y las Pastillas Koki de mentol penicilina (de carácter elitista). Conocí ambas pastillas pero eran mucho más asequibles económicamente y digestivas las de regaliz (Juanola) que, además, daban para aprovecharse sus envases en forma de cajas redondas para poder jugar a cosas más divertidas que andar peleándose por cuestiones de luchas generacionales. Y mucho más emocionante se puso el asunto cuando apareció una tercera contendiente que se llamaba Valda y que apareció con su propio "canto de guerra" (entre pecho y espalda pastillas Valda) que ocupó es espacio perteneciente a las clases medias.
 
¿Y qué decir de la famosa disyuntiva social entre Coca Cola y Pepsi Cola? Fui testigo presencial de aquel emocionante duelo entras ambas compañías y yo me limitaba a beberlas con bastante asiduidad pero sin perder de vista a la batalla entablada entra las gaseosas: La Casera versus La Revoltosa y La Revoltosa versus La Casera, con los sifones de "marcas blancas" como jueces neutrales. Hasta que apareció La Pitusa y se armó la marimorena por el desconcierto que produjo. Las amas de casa elegían, como es lógico, a La Casera; pero las chavalas jovencitas se inclinaban por La Revoltosa y eso sí que era divertido del todo. La Pitusa fue la preferida por las más niñas.
 
Recuerdo la tremenda pelea entre El Caserío (Del Caserío me fío) contra La Vaca que Ríe y, en medio de todas aquellas disyuntivas apareció el Cola Cao para combatir al Foscao y Bimbo no tenía grandes dificultades para ocupar un lugar en la despensa familiar. Mientras "Emilín" se complicaba siempre su existencia con los de las luchas generacionales yo me entretenía, una vez pasados los primeros apuros vivenciales, en clasificar (con sus graduaciones consiguientes) a las chavalas de mejor ver de la barriada.
 
En definitiva, que yo no conocí ninguna lucha generacional de la que hablaban tanto los sociólogos pues bastante trabajo tenía con fijarme en lo que preferían las chavalas de la barriada que estaban de mejor ver ante la indiferencia general de las que no me gustaban que, por eso mismo, me daba lo mismo que no me dirigiesen la palabra o me mirasen por encima del hombro. En cuanto a las de buen ver mi clasificación personal queda dentro de la privacidad inconfesable. Y eso eran las disyuntivas sociales que tuve que vivir y experimentar en aquellos famosos años 50 y 60 del Siglo XX después de Jesucristo.