El Beso.
Publicado en Oct 15, 2013
Una vez que el hombre, cruza la puerta que da al patio desde la oficina, enciende un cigarrillo, y da una profunda bocanada. El aire de esa mañana de otoño le sienta bien, y se siente tranquilo. Mientras acerca el cigarrillo a su boca se hace una pregunta ingenua, inocente e incluso estúpida. -¿le di un beso antes de salir? - una pregunta que toma un significado juguetón entre sus labios, como si el solo hecho de que pase por su mente, lleve consigo implicaciones mundanas, como haberse transformado ya en un viejo senil. Pero ¿y si de verdad no la bese? no podía recordar. El ritual cansado e inexorable al cual recurre a diario ahora le parecía tan lejano. Se apresura, arroja el cigarrillo y se dirige…
Hacia la puerta, Hacia la calle, Hacia su casa. El trayecto en bus se hace eterno. Rostros hieráticos esculpidos en los asientos. El chofer hace una mueca, porque el hombre lo obliga a detenerse en una zona no habilitada. Pero no lo ve, un beso es un beso, y un beso no dado, es una falta imperdonable. Una vez fuera del bus, corre calle abajo esquivando autos, perros y vecinos insistentes. Frente a la casa todo parece bien, parece normal. Saca la llave y la introduce al cerrojo, aspira una bocanada y exhala. Abre la puerta y hay luz, demasiada luz, y aire, aire puro de una mañana de otoño, y entre sus dedos ya no hay llaves, porque ya no hay puertas. Entre sus dedos solo un cigarrillo, que se consume lentamente… En la mitad de un patio, En la mitad de una ciudad, En la mitad de la mitad.
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