Vámonos tú y yo, amor chiquito, a ese nuestro siempre tan soñado universo de los almendros florecidos en cuyas sombras nacen los verbos silenciosos e incorpóreos salidos del alma sana.

Diuen: la mar és trista. I veig una mar trista, però, al mig, tu, com una perla...

Dicen: el mar es triste. Y veo un mar triste, pero, en medio, tú como una perla repleta de diáfanos reflejos de ondinas me anuncias tu presencia con forma de inédita caracola de las olas.

Diuen: la terra es trista. I veig la terra trista, però, al mig, tu, com una rosa...

Dicen: la tierra es triste. Y veo la tierra triste, pero, en medio, tú como una rosa encendida por las luces del sentimiento eres mi horizonte de pájaros entre las nubes.

La paraula és el món...

La palabra es el mundo y el mundo es tu silencio; así que vámonos tú y yo, amor chiquito, a ese nuestro siempre tan soñado universo donde no existen escudos, ni banderas, ni símbolos... salvo el arco iris de los pacíficos ojos profundos. Vámonos tú y yo, amor chiquito, a ese nuestro siempre soñado universo donde no existen fronteras, ni países, ni naciones, ni patrias... salvo ese pequeño lugar donde nuestros cuerpos se fusionan en un sólo acto de existencia. Vámonos tú y yo, amor chiquito, a ese nuestro siempre soñado universo donde no existen las religiones, ni los partidos, ni las ideologías... salvo esas hondas ideas libres que transformamos en el juego de ser tú el mi yo y de ser mi yo el tú.

Vámonos tú y yo, amor chiquito, a ese nuestro siempre soñado universo donde no existen idiomas... salvo ese tu mirar profundo, ese tu acariciar profundo, ese tu besar profundo... ese profundo lugar donde no existen los dioses... salvo ese anhelo de entrelazarnos bajo la luz solar y visitarnos cuerpo a cuerpo con el lenguaje de las estrellas.