El mamboretá de Cortázar (Bestiario/Julio Cortázar)
Publicado en Oct 22, 2013
El calor aprieta la noche que se centra y se concentra en ese enorme mamboretá verde que ha entrado en la vida de Rema a través de Nino. ¿Inocencia? ¿Voluntad de cambiar el transcurso de sus vidas? Tapar al mamboretá con el vaso de vidrio es cerciorarnos de que algún peligro se acerca en el anochecer. Los juegos con las miradas del mamboretá se establecen porque van más allá de él y más allá de él no existe más que un vacío existencial de la vida. Admira ese poder observador cuando lo mira todo pero se siente encerrado en sí mismo, teniendo que acudir al sueño para poder interpretarlo.
El calor sube y la noche se hace irrespirable. Separados los niños de los adultos, una especie de frontera se establece entre los juegos infantiles y los deseos inconfesables de los mayores. Y el mamboretá allí, apresado con el vaso, mientras intenta transmitir sensaciones para poder soportar el insomnio del cautiverio sentimental. ¿Qué puede representar la vida para Isabel al darse cuenta de que el Nene prefiere tener una aventura con Rema? La tía Rema. Esa que se queda siempre a solas pero es deseada en medio de la noche ardiente. El mamboretá mira la vida y, a través de su mirada, podemos contemplar que el Nene jamás ha podido ser besado por Rema. ¿Secreto oculto? ¿Dormir con el sueño agradable de tenerla entre sus brazos? Rema no quiere saber nada del verde bicho (quizás una alegoría dirigida a los pensamientos prohibidos de el Nene). Un mamboretá tan verde tan verde como los deseos del machista. Quizás por eso Isabel se entretiene en mover el vaso de cristal para ver en qué derivan las acciones del mamboretá verde, ahora rabioso por no poder encontrar su liberación. ¿Y no es es lo que sucede con el Nene cuando contempla a la tía Rema? El Nene no se conforma con la derrota y quiere ser siempre un vencedor. Silba a Isabel, como se silba a un animal a su servicio, como si se tratara solamente de un fantasma del pasado que quiere olvidar. El Nene desea que sea Rema la que le suba la jarra con limonada, bien fresca como ella misma, para poder saciar su sed. Pero Rema no entra en el el juego de este mamboretá verde y rabioso que desencadena sus pasiones en un desesperado intento por atraerla hacia sus dominios dentro del vaso protector que es silenciar la ocasión viviéndola fuera de lo legal. ¿Quién domina a quién? El mamboretá es juez implacable: domina Rema. Rema siente nedesidad urgente de quedarse liberada y refugia su necesidad en la petición que hace a una Isabel cohibida, asustada, predispuesta a sucumbir... pero Rema es más fuerte. Es necesario que el mamboretá deje de tener acto de presencia en esta noche cálida y caliente. Por la mente del Nene sólo pasa y se pasea el deseo; por eso es Isabel la que pide ayuda y por eso necesita las caricias de los dedos de Rema. Al final hay que subir la jarra con limonada verde, tan verde como el mamboretá, tan verde como la mente del Nene. ¿Quién será la que entre en el estudio? Rema se refugia en el recuerdo desagradable del bicho. ¡Hay que soltar al mamboretá para que la vida vuelva a tener su sentido lógico! Así que es Isabel la que sube mientras el ambiente se llena de calor pegajoso, calor humano en medio del fragor de las pasiones. El zumbar de los mosquitos es el zumbar de las conciencias. Desencanto. Cortázar se ve obligado a desenmascarar la magia de su relato y, por eso, no hay lugar a otra cosa sino a la liberación del mamboretá por parte de una Isabel que ha terminado por ocupar su lugar a pesar de los deseos inconfesables de el Nene. La jarra de limonada verde como el mamboretá se puede interpretar como la silenciosa respuesta de la tía Rema que sólo piensa en los niños y en que aquel bicho tiene derecho a no quedarse apresado esperando la muerte. Liberación de los sentidos. Una simbólica liberación de los sentidos. Tenemos ante la vista una lucha de pasiones en un triángulo emocional donde el Nene, Isabel y Rema juegan papeles trascendentales. Tenemos ante la vista un mundo infantil (Nino y Luis) ajenos a las posesivas obsesiones de los adultos. Un Nino y un Luis que no sienten más que la sensación de que el calor no les va a dejar dormir pero que esperan el veredicto de Cortázar sobre el mamboretá verde y la verde lujuria de el Nene. Al final el Nene sucumbe y la figura de Rema queda enlazada a esa jarra de limonada que es, para el Nene, el suplicio de tener que bebérsela renunciando a ella. Y el mundo de los niños, ajeno para los demás salvo para Rema, es fondo natural de un cuento que se nos presenta como el apetito desatado pero desarmado por la conciencia. Isabel es la conciencia que Rema, a través de su rechazo a seguir observando las acciones del mamboretá, le ha despertado dentro de ella. ¿Y la conciencia de el Nene? Se queda enclaustrada en el "quiero pero no puedo"; algo así como la incapacidad del mamboretá para liberarse de la prisión del vaso de vidrio hasta que Isabel ejecuta la labor que le correspondía haber hecho al propio Nene. Esa inquietud del hombre paseando en mangas de camisa, con la puerta de su estudio entornada, esperando el "milagroso" aparecer de Rema (quizás hermana de Isabel), termina con la resignación obligada, no voluntaria sino impuesta, de beberse toda la limonada verde con la ausencia presencial de Rema. Y el verde mamboretá, una vez liberado, llena el texto de veladas insinuaciones con las que Cortázar colorea el cuento de sentimientos encontrados. "Está bien fresca, Nene". ¿Se refiere Isabel a la limonada verde de la jarra o a la mismísima Rema con el tácito acuerdo de ésta? Cortázar la propone para responder cómo cada lector interprete la frase; pero el sentido figurado perfectamente deducible da la clave: Rema es demasiado pura para ser mancillada por el Nene. Rabia contenida ("Ella tenía que traérmelo. A ti te dije que subieras a tu cuarto") del derrotado Nene. Quizás al día siguiente los niños (Nino y Luis) hayan madurado lo suficiente como para poder interpretar lo que significa un mamboretá verde, muy verde, en medio del calor asfixiante donde se desarrolla el drama de la trilogía personal (Nene, Isabel y Rema) y puedan llegar a comprenderlo. Quizás lo comprendan todo, desde que puedan deducir por qué aparece el bicho, al cual rechaza la tía Reme. Se duerme mal, muy mal, cuando la conciencia es demasiado verde. Buen color el utilizado por Julio Cortázar para presentarnos la acción en sus verdaderas dimensiones, invadiendo al lector de luz suficiente para saber que el mamboretá es el significante y el deseo carnal prohibido es el significado. Y todo eso lejos de ser moralista o místico extraño. Claro que, si seguimos toda la secuencia en el orden correcto, comprendemos sus verdaderas interpretaciones. Lenguaje limpio. Una vez más queda demostrado que no es necesario utilizar excesivos exabruptos sucios ni muchas escabrosidades lingüíticas para escribir de asuntos tan humanos como la vida misma. Con un lenguaje limpio podemos entender lo que Cortázar no oculta pero lo convierte en acción transguesora que fracasa. La derrota del machismo sin tener que recurrir a la violencia en el lenguaje. Una moral bien aplicada. Y es que abusar de ciertos lenguajes chabacanos, verduleros y barriobajeros, es caer en la trampa de lo vulgar, de lo perdulario, en eso que va más allá del límite que nos debemos auto imponer para plasmar ciertas figuraciones literarias basadas en el calor ambiental de los deseos humanos. A Isabel sólo le queda la ayuda de Rema ("Por favor, Rema, Rema...") y pide súplica, pero Rema no le da la súplica -que la considera como una derrota- sino la solución. Por eso, al final, Isabel adora a Rema y le encanta siempre seguri sintiendo los dedos frescos de ésta repasando sus cabellos, repasando sus párpados. Mujer con mujer para ser liberación y derrotar al machista. Una justa compenetración de sensación femenina junto con fuerza de mujer. La doble resistencia ante la cual sucumbe el Nene. El momento cumbre del texto es ese "Ya tiré el mamboretá" que, pronunciado por Isabel, viene a determinar el fracaso del macho para poseer la voluntad de las dos. Es por eso por lo que Cortázar escribe "cuánto calor tenía esa noche el Nene, cómo se habría bebido a sorbos la limonada" dándole a la frase un sentido de sofoco producido por la impaciencia movida por el agobio de querer conseguir lo que se desea a fuerza de querer ser dominante. Pero cuando el mamboretá queda liberado la ocasión se le ha escapado de entre sus manos. No sirve ya la queja sino la lección. El retorno lento a la mesa del estudio, apesadumbrado y vencido, es la clara imagen de la derrota machista. "Ladraban los perros sobre la cinta del arroyo cuando apareció el mamboretá" (buena imagen literaria para darnos a entender que se van a desatar las pasiones con la rabia final contenida pero conclusiva) y ese inicio de perro más mamboretá (rabia y vicio) nos lleva a encontrar la clave que, al final del texto, aparece como una respuesta tan sabia como puede ser hasta de idiota. "Está bien fresca, Nene". Y el Nene que rabia como el mamboretá verde, muy verde, después de haberse aparecido como perro poderoso. Al final de todo nos queda una jarra llena de limonada verde para suavizar la presentación narrada de la derrota del Nene, el cual se la tiene que tragar toda entera para paliar su rabia. Podemos obtener una lectura en doble vertiente: los niños ajenos al verdadero significante del mamboretá y al verdadero significado del deseo sexual y solamente preocupados por hacerle rabiar de manera involuntaria (como les acontece a los machistas) y el simbólico y onírico del trío de adultos que tienen respuestas que van mucho más allá de la inocencia. Comprobar y comprender este doble juego dialéctico del mensaje que se contiene dentro del texto analizado lo podemos sacar del contexto analizado. Lo sacamos del contexto general del cuento titulado "Bestiario" (por alguna razón lógica Cortázar lo ha titulado así) para entrar en la idea principal: la fallida traición sentimental y el deseo impuro del fracasado en cuanto a sus fines, el machista del Nene. ¿Cuento complejo? ¿Quién ha dicho que Julio Cortázar es demasiado complejo en sus cuentos? No estamos hablando de Jorge Luis Borges sino de Julio Cortázar. Cortázar es mucho más comprensible cuando más nos acercamos a sus cuentos breves que a sus producciones novelísticas. Porque Cortázar es, ante todo, un narrador de historias pero con grandes mensajes que, con un rico envoltorio semántico, nos introduce a través de la realidad de sus personajes tomados de la realidad de la vida misma. Si trasladamos la acción desde la generalización hacia la individualidad, vemos que detrás de cada personaje adulto hay una secuencia de intenciones y una respuesta concreta: los intentos impúdicos de el Nene, la reincorporación a su verdadero rol familiar de Isabel y, sobre todo, la rebeldía de una Rema que no se pliega a ser un oscuro objeto del deseo. En la línea argumental, la aparición del mamboretá verde, muy verde, nos da la clave a seguir. un vuelo para caer sobre el mantel familiar, un lugar para observar lo que leemos, un vaso ancho para descubrir el espacio en donde se desarrolla el drama, un rabiar machista con efectos de desesperación, y una trama que nos sitúa para ser testigos de las ansiedades del Nene, un sueño formal infantil (los niños que solamente juegan) y un sueño informal adulto (lo prohibido que se quiere obtener a fuerza de mandatos). La contraposición de los sueños es necesario interpretarlo bien: los niños duermen mientras los adultos pelean con sus emociones. Y al final llega el fracaso de una perversidad infinita como se señala en el texto. El eje axial donde convergen el juego infantil con el plan de los adultos (los dos planos secuenciales principales del texto) es, sin duda, la figura del mamboretá y su interpretación que nos lleva a coincidir en un movimiento linealmente ascendente: vaso como presencia-jarra como conciencia. El vaso sirve para el desarrollo de esa presencia enjaulada del apetito sexual del Nene que, en el punto más elevado del texto, conduce a la jarra liberadora y la toma de conciencia por parte de una Isabel que destruye, gracias a Rema, la perversa intencionalidad de el Nene. En el plano interpetativo de la infancia nos encontramos con Luis y Nino. Luis viene a representar esa infancia, ya un poco avanzada, donde el mal aparece de manera incipiente frente a una infancia bondadosa como la que representa Nino. Luis encierra al mamborretá para no permitir que se libere y protesta cuando le quitan la oportundiad de hacer sufrir al bicho; por su lado, Nino sólo es el niño que observa, sin ninguna clase de manifestación violenta externa más que el interés que le suscita aquel mamboretá encerrado dentro del gran vaso de cristal. ¿Por qué Julio Cortázar contrapone ambas voluntades infantiles? Porque nos está queriendo dar a entender que, lo mismo que existen diferencias entre los adultos, tampoco todos los niños son iguales. Luis intenta, con toda su energía de adolescente, dejar atrapado al mamboretá para, al día siguiente, experimentar con el bicho y ver cömo reacciona antes el hostigameinto que crece en su mente. Nino no es igual. Nino es la inocencia pura que está empezando a visualizar una experiencia vital, todavía no vitalista, en la que su infancia se desarrolla dentro del ámbito de una curiosidad para satisfacerla sin premeditación apriorística. Es curioso que mientras Luis hace rabiar al bicho verde, Nino sólo desea que Rema le cuente un cuento antes de dormir. Nos encontramos, pues, con que Luis se halla en la línea fronteriza del paso de la inocencia ante la llegada de la pubertad; pero Nino es demasiado inocente todavía para poder entender que aquel juego con el mamboretá verde, muy verde, supone mucho más que un simple entretenimiento. Por eso Rema siente por Nino ese cariño especial de la mujer ante la pura inocencia infantil. Luis no quiere, por nada del mundo -o al menos por nada de su mundo- dar liberación al mamboretá porque el color verde, muy verde, le está abriendo las compuertas hacia la concupiscencia que comienza a aflorar en su personalidad; una concupiscencia de la que todavía adolece de manera propiamente dicha pero que es un síntoma evidente e innegable de que algo mucho más profundo siente en su interior. Por eso protesta cuando se le invita a dejar en paz al bicho. Pero Nino es otra personalidad muy diferente a la de Luis. Son los dos antagonismos que sirven, a ambos niños, para ir representando los roles interpretativos de sus distintas personalidades dentro del esquema familiar. La tía Rema siente cariño por los dos niños pero mientras que a Nino le besa y, a la vez, le ciñe por la cintura como para darle cobijo y mayor protección ante el problema que va a surgir en el mundo circundante de los adultos, a Luis sólo le sonríe cuando le da un beso en la cara. Nino, al ser el más pequeño de todos, es el primero que tiene sueño y su sueño consiste solamente en saber qué pasará con el mamboretá verde cuando llegue el día de mañana. Él sólo lo ve verde. Pero ¿qué sucede con Luis? Luis, como lo ve muy verde (y tengamos muy en cuenta estas dos maneras de percibir el color del mamboretá a la hora de analizar las sensaciones de los dos niños) tiene ya premeditado el intento del proyecto de someter al animal para ver sus reacciones (cosa que no entiende Nino) y después introducirlo en formol para estudiarlo a fondo. La curiosidad de Luis es propia de alguien que intenta entender más allá de lo puramente emocional porque está descubriendo maneras de racionalizar comportamientos; es por eso por lo que quiere experimentar sensaciones fuertes (muy propias de la adolescencia) mientras que Nino busca la conciliación de su inocencia con el despertar de la nueva vida que le espera cuando despierte y sienta algo de grado superior. Luis ya actúa. Nino solamente observa. Las expectativas personales de los dos niños quedan sujetas al descubrimiento de los significantes y los significados de los acontecimientos entre los adultos. Volviendo a la figura central de donde irradia todo el "movimiento" circular de la trama es necesario, para terminar este análisis de contenido textual, referirnos finalmente a Rema. ¿Por qué la tía Rema desea, en un primer intento espontáneo e irracional, aplastar al mamboretá verde, muy verde? Porque se da cuenta de que las intenciones del Nene van más allá de las apariencias: un simple mandato machista de que sea ella, y no Isabel, la que le suba la jarra de limonada verde; un simple mandato machista que encierra mucha más relevancia y al cual hay que desobedecer. Entiende, cuando racionaliza la cuestión, que la jarra de limonada verde significa algo profundo que se está incubando en la mente del machismo del Nene. Es por eso, por lo que después de refrenar su primer impulso irracional, suelta sus razonamientos y emplea toda su potencia femenina para desobedecer al Nene y darle la oprotunidad a Isabel -una oportunidad que se merece- de que ocupe el lugar que le corresponde. Es necesario terminar explicando algo que parece complicado y, sin embargo, es muy fácil de entender. Un texto sacado de un contexto (en este caso un fragmento del cuento "Bestiario") puede servirnos para crear otro nuevo contexto y da la casualidad que, de las diversas interpretaciones que hagamos de un fragmento sacado de un contexto general, nos sirve en muchas ocasiones para darlo como válido dentro incluso del mismo contexto del cual se ha extraído si se han entendido con toda claridad sus significantes y sus significados. En este caso la relatividad de un análisis puede tener valor absoluto en contra de quienes, erráticamente por supuesto, proponen y van postulando que todo es relativo. Lo relativo puede ser absoluto y lo absoluto puede ser relativo pero lo que es evidente es que cuando nos enfrentamos al análisis de un fragmento podemo encontrar esos valores absolutos que expone de manera más o menos encubierta un escritor o una escritora de cuentos. Nota Adjunta.- El mamboretá es una especia de insecto mastodeo de la familia "Mantidae". Fue introducido en Norteamérica en 1899 en un barco de plantones y a pesar de ser una especie introducida, es el insecto oficial del estado norteamericano de Connectitut. Es un insecto de tamaño mediano de aproximadamente 4 a 6 centímetros, con un tórax largo y unas antenas delgadas. Tiene 2 grandes ojos compuestos y 3 ojos sencillos. La cabeza puede girar hasta 180 grados. Sus patas delanteras, que mantiene recogidas ante la cabeza, están provistas de espinas para sujetar a sus presas. Son animales solitarios excepto en la época de reproducción, cuando machos y hembras se buscan para aparearse. Cuando hay más de un macho cerca de una hembra, estos se pelean y sólo uno se reproduce. Las hembras son mayores que los machos. En raras ocasiones, durante y tras el apareamiento, la hembra se come al macho. Puede ser de color verde o pardo con distintos matices. El color muda como hace también el camaleón (por ejemplo, amarillo si se trata de paja seca, o verde si se trata de hierba fresca). Es el único animal conocido que cuenta con un único oído y lo tiene colocado en el tórax.
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