Ser espejo y reflejar tu forma de entenderte a tu propia manera. El recientemente fallecido Lou Reed ("underground habíamus") cantó lo de "Cuando crees que la noche ha caído sobre tu mente". Adicciones. Drogas. Conflictos personales y sexuales. Esa dura encrucijada en que algunos se introducen para ver que han entrado en un callejón sin salida. Salir de la tendencia a caerse siempre en el vacío y en la nada. Esa es la verdadera propuesta de vida. 
 
Cuando yo comencé a escribir canciones ("Existe una calle" y "Un día cualquiera del frío invierno" por citar dos ejemplos) para un grupo fantasma que nunca llegó a materializarse, mi conducta y mis acciones iban encaminadas a ver el lado oscuro de la vida; ese lado que conocí viéndolo desde afuera de sus agujeros negros; siempre viendo pero nunca entrando o entrando solamente para verlo, pues lo hacía como reclamos de todas mis esperanzas y con esas esperanzas crecí sin tensiones creativas. Sólo me dejaba fluir e influir por el romance con las chicas de los corazones pequeñitos. Fue una época/épica de corazones pequeñitos creciendo al compás de las tiernas baladas. Emancipado del control de las ideologías yo era homónimo de mí mismo y nada más que de mí mismo. Ni Lou Reed ni David Bowie ni mucho menos sus formas de vivir eran espejos para mí. No eran mis ejemplos a seguir pues yo seguía, solamente y nada más, en aquellos días de formación/información juvenil, la música interpretada por mi propia voz. La de las relaciones sentimentales de un pequeño corazón con las chicas de los corazones pequeñitos. Siempre en silencio con las relaciones sentimentales compartidas con aquellas chicas de corazones pequeñitos que se estaban convirtiendo en jovencitas para mis letras de emociones con poesía. 
 
Cuando creas que en las noches te amenazan los fantasmas con tragarte en los delirios de los alcaloides y las drogas, abre la espita de tu corazón y ama a las estrellas del cielo. Es de esa manera cuando hallas el verdadero encuentro de tus sueños para estar siempre dentro de los regalos divinos de tu espíritu enamorado, limpio de mejunjes sonoros pero caducos y limpio de adicciones sombrías y mortuorias. Ni Lou Reed ni David Bowie fueron jamás espejos para mí. Te aseguro que es mucho mejor tener un corazón pequeño para jugar y reír con las chavalas de los corazones pequeñitos.
 
Nota para H.: Jesucristo predicó el Sermón de la Montaña pero yo sólo predico "el sermón de los sermones que en diciendo las verdades son muy buenas sus razones". Perdona pero es que soy poeta. Por eso "en este mundo tan burdo lo mejor es ser absurdo".