A dos centímetros del beso
tu boca descansa palpitando
cual tictac de mi sueño enternecido
mientras vuela un poco de misterio
y, en esa corta deistancia de mi boca,
se escapan mis versos cuando el alba
nos sirve de vida en el lecho.
 
Amor que todavía sigo
viviendo en el fuego de tus ojos
y, rojos, tus labios encendidos
me atan la vida a tus sentidos.
Misteriosa compañía de estos verbos
que pronuncian mi alma entretenida
entre tus abrazos de firme confianza.
 
Alcanzo la hora del rosal abierto
y palpita el día entre la miel 
agreste vibrante de tu iris.
Y, diosa de la madreselva y del lirio,
en suspiro  me transformas todo entero. 
Ya no soy más que fruto secreto
que arde en tu boca y el carmín
en la huella del camino
por donde sigue mi vida adolescente.
 
Soy lo que sólo se siente
como hombre abierto a tu Destino. 
 

(Homenaje a Pablo Neruda)