Leve el mundo en el eclipse 
de gigantesco sentirnos como humanos
pero, ¿quién hace girar la esfera
de esta niebla donde se esconde
la existencia de los caídos sin rostro?
 
Anónima vida de millones
pasos sin huellas ni recuerdos... 
y sólo queda la noria de los ardores
en medio de la fiesta impalpable.
 
La lluvia del poder es la guadaña
que siega sueños en la tarde
y en la noche oscura, en tinieblas,
millones de seres que se esconden.  
 
Hay miedo de ser como un convexo
murmullo que recorre las conciencias
y latentes las manos del naufragio
intentan abarcar los infinitos.
 
Invisible la trampa que se agita
en medio del baile de las máscaras
en ese trozo de materia consumida
en el horno de las vanas existencias. 
 
Es el puente de las huellas confundidas
un ir y venir sólo aparente
cuando hablamos de encontrar grandeza
en procesión por sentirnos liberados.
 
Como galera del clamor y del destello
se abre la vida a golpes de silencio
y todos guardamos la mirada en el dormido
vivir rodeados de tragedias.
 
Somos filósofos naufragando entre las islas
donde se han hundido los poderes
y solos, completamente solos en la noche,
nos vamos hacia la distancia de los sueños.
  
¿Quién puede estar todas las horas 
vividas detenido en el espejo
del surco que se nos ha perdido
persiguiendo vulgares decadencias?
 
Sólo quienes abren sus miradas
para ver el vuelo de sus sentidos
saben de la existencia pura
lejana al deseo detenido.
 
En medio de las columnas redimidas
buscan sus metas los de la utopía
mientras el resto del mundo se abunda
de simples herencias clandestinas.
 
Me apunto a ese sentir el alba
como transformación de todo lo viviente
y en los momentos del sueño emergente
me adentro en las filas de Poesía.
 
(Homenaje a Vicente Aleixandre)