Suelta a Gabriel, sifiltico! (Diario)
Publicado en Nov 18, 2013
Una vez liberados ya del poder despótico y los malos ejemplos violentos de Emi, logré conseguir que, a mis tan solo 11 años de edad, Boni y Maxi quedaran libres para formar parte de un pequeño grupo de mis amigos y compañeros del cole de Lope de Rueda de Madrid. Así que, eliminada ya la cruel presencia de Emi, tuvimos centenares o hasta miles de ocasiones para poder divertirnos los tres a veces solos y a veces acompañados por esos pocos amigos con los que hice que ellos dos contactaran. Y de esta manera pasamos mañanas y tardes gloriosas jugando al fútbol con entera libertad y en igualdad de condiciones en el patio del cole. A veces hasta éramos 5 ó 6 los que quedábamos juntos (Boni y Maxi entre ellos) para vivir alguna que otra aventura con lo del garaje de la bruja, con lo del perseguidor en bicicleta o con lo de las pelotas en el Parque del Retiro teniendo cuidado para no ser pillados por los guripas de los vigilantes.
Fue en el Parque del Retiro de Madrid donde vivimos una aventura que, por lo que tuvo de particular y de especial, la traigo ahora a mi Diario. El caso es que éramos, al menos, Gabriel, Cesáreo, Boni, Maxi y yo y no sé si alguien más. Sucedía que en la barriada había un chulo de unos 16 años de edad que abusaba de chicas menores y como era costumbre en la época, al parecer aquel tipo, al que conocía yo como "El Patinador", se jactaba de ello. Resulta que aquella tarde, en el Retiro, los 5 ó 6 nos encontramos ante "El Patinador" intentando abusar de una de aquellas inocentes chavalillas que, menores de edad todavía, no sabían ni lo que hacer. No sé de quien partió la idea original pero todos lo consultamos entre todos (de manera democrática) y decidimos, por consenso, molestar tanto a "El Patinador" que tuviera que irse de allí sin poder abusar de la pobre chiquilla. Se nos ocurrió pasar una, dos y hasta tres veces por donde estaban ambos sentados -sobre un pequeño montículo- cuando ya el chulo tenía la mano dispuesta para meterla por todas partes del cuerpo de la chavalilla. Se nos ocurrió pasar una, dos y hasta tres veces, molestando a "El Patinador" diciendo que nos dijera qué hora tenía en su reloj. La estratagema era graciosa en sí misma pero lo más importante es que era justiciera. Hasta que el chulo perdió los nervios -que esa era mi intención- y nos comenzó a lanzan piedras que nosotros esquivábamos con total agilidad de chavales despiertos y en plena forma física. Una vez harto ya de aquel jueguecito de las piedras que esquivábamos pero que nos podían haber abierto la cabeza a alguno de nosotros yo me puse al frente del grupo y decidí que íbamos a dar la cara por ella. "El Patinador" de los 16 años de edad o incluso alguno más, era alguien al que yo había visto participando en competiciones de patinaje en el mismo Paseo de Coches del Retiro pero, a pesar de que eramos niños de 9 a 11 años de edad, era mejor no tenerle miedo. Los demás aceptaron mi idea y salimos del escondite para cantarle las 40 al "chulo de los patines". Estábamos recriminándole y él estaba cada vez más nervioso así que logré que se levantara del lugar que ocupaba junto a la pobre víctima y, una vez que ésta se dio cuenta del peligro que corría y se le escapó de sus "garras de buitre negro y pestilente", saltó a por uno de nosotros y agarró por el cuello a Gabriel que era, para más inri, el mejor de mis amigos, junto con Gamarra, del cole Lope de Rueda de Madrid. Yo tenía que defenderle ante la pasividad de los demás; así que cogí un pedrusco del suelo y me enfrenté contra "El Patinador". Era como David frente a Goliat. Pero no me corté ni por un segundo. - ¡Suelta a Gabriel, sifilítico! En un primer momento el citado sifilítico "Patinador" creía que era una broma pero le saqué de dudas rápidamente. - ¡Suelta a Gabriel, sifilítico, o te arreo tal meñazo que te abro el melón en mis pedazos! El sifilítico "Patinador", chulo abusador de niñas menores de edad y, por lo tanto, inofensivas e inocentes presas para este tipo de individuos, soltó rápidamente a Gabriel y mientras la chavalilla salió zumbando para su casa, nosotros 5 ó 6, liderados por un chaval democrático que sólo tenia 11 años de edad (que resulta que era yo mismo) nos fuimos hablando de la gran proeza hasta que nos despedimos y cada cual siguió después su propia vida. Al año siguiente, en la Academia Altamira, "El Patinador" sifilítico tuvo mil y una oportunidades para poder enfrentarse conmigo pero jamás lo intentó. Supo de mi pacifismo pero también de mi valentía para defender a los más inocentes y, sobre todo, si eran chavalillas menores de edad. Sabía que los del meñazo iba en serio y que podía partirle la cabeza en cualquier momento; así que guardó eterno silencio.
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