Seales... de ella(Parte 3)
Publicado en Sep 03, 2009
Las semanas pasaron ràpidamente y dieron paso a una època de cierta nostalgia para todos los que trabajaban en aquel edificio: El mes de julio.
Para Victoria esto era nuevo pues no tenìa idea de còmo se la pasaban en esa fecha pero en cierto modo ella compartìa la tristeza. Aunque tenìa clara una cosa, ese lugar era de lo mas extraño y algo misterioso no sòlo por que estaba algo viejo y un poco oscuro, si no por los sucesos extraños que pasaban por las noches:una vez, mientras Victoria recorrìa los pasillos estirando las piernas despuès de casi toda la noche sentada, le pareciò ver una sombra detràs de ella. Otra noche mientras estaba leyendo otra novela de su pequeña biblioteca le pareciò oìr un pequeño susurro, como si alguien tratara de hablar con ella, se sobresaltò y se quedò helada puesto que estaba completamente sola y por si fuera poco a veces le parecìa oir la voz de un niño que lloraba muy quedamente en el piso de arriba. Ella nunca habìa creìdo en fantasmas pero siempre se le ponìan los pelos de punta a causa de los ruidos completamente fuera de lugar. Aunque a veces su trabajo la hacìa tener un poco de miedo era totalmente feliz estando ahì, ayudando a las personas, dando tours cuando Jane (la encargada de ese puesto)no podia ir, conociendo a muchìsima gente de todo el mundo... Pero sobre todo por Edmund, el cual era profesor en historia y actual ayudante de el señor Putinqui. Casi siempre hablaba con ella una hora o dos al dìa sobre todo lo que a Victoria le gustara y viceversa. Todo parecìa un sueño, el sueño de cualquier amante de los libros y la historia, pero nada dura para siempre, pero los recuerdos si y Victoria siempre guardarìa el recuerdo de aquella madrugada, de ese momento que le cambiò la vida para siempre: Era una noche como cualquiera, solitaria y sin nada que la distinguiera de las demàs, Victoria acababa de terminar un libro màs pero no se sentìa con ànimos de leer otro, entonces se le ocurriò una idea a pesar de que su cuerpo reaccionara con escalofrìos: dar una vuelta mas por la cas, tal vez por fin podrìa bajar al sòtano a ver còmo era. Decidiò que si no se movìa pronto se acobardarìa, se levantò de su silla y abriò la puerta de su despacho, mientras pasaba por el de Edmund se le escapò una sonrisa, ¡Còmo le gustaba el hombre detràs de la puerta!, siguiò caminando hasta llegar al pasillo en donde se encontraban las escaleras para bajar al sòtano. Inmediatamente le llegò una sensaciòn de dejavù la cual hiso que le diera mucho frìo, para luego ser reemplazado por un miedo muy extraño, no era miedo a bajar, era miedo a lo que se podrìa encontrar abajo, un escalofrìo le recorriò la espalda su corazòn latìa ruidosamente y le impedìa pensar en algo mas que no fuera le miedo. Sacudiò la cabeza totalmente confundida, ¿Què era lo peor que se podìa encontrar abajo?, nada que fuera bueno para sus nervios pero de todas maneras ya estaba dispuesta a bajar, cuando de repente una ràfaga de viento le pasò al lado, como cuando alguien corre y no tiene intenciones de deterse. Su estòmago brincò como si se hubiera saltado un escalòn y tuvo que ponerse una mano en la boca para no gritar ¡¿Què demonios...?!, de nuevo sintiò que alguien estaba ahì con ella, detràs de ella, muy cerca. Sintiò que se desmayarìa cuando una respiraciòn que no era la suya le rozò la oreja, algo tenìa detràs.....Apenas fue capaz de mirar, se volteò muy lentamente y... nada, pero aùn asi el miedo estaba a flor de piel. Desafortunadamente las ganas locas de corres la llevaron a bajar las escaleras para librarse de esa sensaciòn, una mala idea (o tal vez buena), corriò escaleras abajo como un rayo. Lamentò aberlo hecho puesto que la oscuridad era total , buscò a tientas el encendedor, el miedo estaba ahì... sobre de ella, suspirò de alivio cuando lo encontrò, la habitaciòn estaba algo empolvada pero en buen estado habìa una puerta a su derecha la cual correspondìa al sitio en donde... no podìa ni pensarlo, imaginarlo mucho menos. Sin embargo la urgencia de salir corriendo no fue tan grande como la de abrir èsa puerta, se aproximò lentamente y tomò la manija, la jirò lentamente y empujò la puerta. Ni siquiera pudo ver en su interior por que algo horroroso la distrajo, de nuevo la respiraciòn estaba presente detràs de ella. "¡Ya basta!" pensò enojada y terriblemente austada, tenìa que acabar con esto, y nuevamente se volteò con lentitud esperando no encontrar a nadie.... Lo que viò hiso que .... no hay palabras para describirlo, el miedo, el terror, las ganas de estar muerta para no ver lo que vio.... Se trtaba de una chica, una chica pàlida y despeinada, con su cara tan cerca de de Victoria, miràndola con el rostro inexpresivo... no era una mujer.. viva, tenìa un disparo entre los ojos del cual corrìa sangre fresca. Victoria no poidìa pensar en quièn era, apenas podia quitarle los ojos (abiertos como platos) de su rostro, estaba totalmente aterrada, el frìo la rodeaba, ni siquiera se puede decir con palabras.... La habitaciòn comenzò a moverse en un àngulo extraño, estaba a punto de desmayarse, pero no querìa, no querìa cerrar los ojos por que si lo hacìa quièn sabe que cosas le harìa el espectro que tenìa en frente, asi que gritò como nunca antes, grito con desesperaciòn, miedo, terror.... Y tòdo se oscureciò.
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Martn Ficcin
JUAN CARLOS
Besos y cariños !!!
Juan Carlos..
Sandra Miranda