La mano de Dios (Diario)
Publicado en Nov 23, 2013
Anoche estuve viendo, otra vez pero ahora con otra mirada, "Los santos inocentes". Miguel Delibes llevado al cine por la mano de Dios. Que me perdone Perojo, pero cuando algo produce sentimientos profundos ese algo es una obra de arte. Tristeza, Ternura y Rabia. Tres profundos sentimientos. Si una pelicula de cine, basada o no basada en una novela, despierta estas emociones es que es una película de cine y que me perdone Perojo.
Viendo al señorito terrateniente tirando a tantas palomitas, entre ellas a la del capataz del cortijo, te dan inmensas ganas de tirarle a la cara las palomitas de maíz, levantarse de la butaca y atizarle dos verdaderas ostias. Pero el miedo es el miedo y veo que todos le tienen miedo. Así que el señorito terrateniente se pasa toda la película abusando de seres humanos que han perdido la dignidad de personas por culpa del señorito. Estamos viendo los primeros años de la famosa "década de los 60" y hasta 60 veces te dan ganas de orinar no en las manos de Azarías sino en todo ese cortejo de potentados que, bajo la égira de la "muy señora" marquesa y la aquiescencia del alto estamento clerical, convierten a los humanos que tienen la desgracia de quedar atrapados en la Historia bajo sus poderes en objetos con menos valor que una saca de judías verdes. Miedo. El miedo atenaza la libertad y "El Quirce" es demasiado frío para ser el vengador justiciero. Sólo hace falta saber quién se apiadará de estos santos inocentes demacrados, enjutos y viviendo como si fueran la basura de los señoritos y las señoritas que se pasean por la tierra haciendo arrastrarse a los campesinos como si fueran animales. Una película dura, cruda y realista. La juventud de hoy en día no puede entenderlo pero es que hay que haber vivido la famosa "década de los 60" digamos que, por ejemplo, en un cortijo extremeño. El paisaje es el paisaje pero las personas no son personas. Me pregunto quiénes son las verdadera personas: los que teniendo todo dejan a los demás sin nada o los que no teniendo nada necesitan que alguien les abra los ojos para poder subsistir. El el absolutismo señorial. Es la impotencia de los subyugados. Es ese recordar escenas de una vida que dejó atrás a los olvidados. En las grandes capitales, sin embargo, la farsa, la hipocresía y la traición (digamos cosas de cuernos por ejemplo) se amortiguan con la ironía de la simulación cuando todos saben que todos y todas se traicionan. Pero... ¿y en el campo de los esclavos?... ¿Cómo se puede nsobrevivir siendo esclavos de la tierra?. Alguien debe hacer justicia pero ese alguien no puede ser cualquiera. Debe ser alguien que tenga sentimientos profundos arraigados dentro de su corazón. Si repasamos uno por uno a los personajes vemos que entre los santos inocentes se mueve la mano de Dios. Todo va transcurriendo de manera implacable para ellos. Si el señorito se dedica a tirar a todas las palomas (incluida de la del capataz del cortijo) y las señoritas se dedican a repartir "acciones de caridad" para limpiar sus sucias conciencia con el beneplácito de un obispo al que es necesario besar la mano y postrarse ante él para no ser condenados... ¿quién liberará a los condenados de sus argollas? La milana es mucho más. La milana no es un mero accidente. La milana sirve para que el más inocente de todos (y por eso el que más ternura produce) sea el ejecutor, el que hace justicia movido por la mano de Dios. Y es que, como dijo Robert W. Service, "cada promesa hecha es una deuda no pagada". La mano de Dios está presente. No me refiero a la vulgaridad pronunciada por Diego Armando Maradona sino a la profunda, honda y rotunda mano de Dios haciendo la justicia que los "señores" no son capaces de hacer. Si algo mueve la conciencia es comprobar cómo el destino de millones de seres humanos era en la famosa "década de los 60" un soñar con un "quiero pero no puedo", un "como mande usted señorito que para eso estamos aquí para servirle en lo que más guste o la que más le apetezca" y un "ver, oír y callar". Sólo la voz de Dios transcurre entre la melodía de la gran sinfonía de los acomodados y el grito de los golpes de corazón de los santos inocentes que, cual ruido de tambores, hacen mover a Dios su mano. Azarías hizo lo que tenían que haber hecho los demas, por ejemplo "El Quirce", pero es que los demás bastante tenían con intentar escapar de aquella esclavitud.
Página 1 / 1
Agregar texto a tus favoritos
Envialo a un amigo
Comentarios (0)
Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.
|