Todo un señor caballero (Diario)
Publicado en Nov 26, 2013
A mediados del año 1997 después de Jesucristo, estando yo trabajando como Director Técnico de Intermarket en la ciudad de Quito, en Ecuador, tuve la gran oportunidad de llevar a cabo una actividad profesional para el señor Don Jorge Anhalzer, el padre del famoso fotógrafo que lleva su mismo nombre. El señor Don Jorge Anhalzer fue, para mí y para todos mis colegas de profesión periodística, todo un señor caballero. Llegó a elogiar públicamente la labor que habíamos efectuado como promocionistas de un Congreso Avícola celebrado en la Casa de la Cultura de Quito en aquel mismo año.
Don Jorge Anhalzer padre, cuya figura física y moral nunca la he podido olvidar, fue tan elegante para con nosotros que nos declaró factor importante en el éxito obtenido en aquel Congreso; algo que no llegó a hacer nuestro propio Director Ejecutivo apellidado Abril. Sus palabras de agradecimiento fueron, para nosotros, una demostración de saber ser y de saber estar. Por esos accidentes inoportunos e inexplicables de la vida y que solo Dios conoce, el señor Don Jorge Anhalzer padre murió el 21 de abril de 1998 después de Jesucristo en un accidente aéreo cuando sobrevolaba por Colombia. Y con su pérdida todo Ecuador lloró porque se trataba de todo un gran hombre. Esto es lo que publicó el diario ecuatoriano "El Comercio", cuando se conoció la fatal noticia y se descubrió que entre las víctimas se encontraba él: Jorge Anhalzer es sinónimo de Galápagos. Este hombre descendiente de judíos alemanes un buen día llegó a las islas y se enamoró. Nunca aprendió biología en alguna universidad, pero la experiencia le dio el título, entre la comunidad ecológica ecuatoriana, de defensor ambiental. Su fanatismo por la protección de las Islas Galápagos traspasó las fronteras y se convirtió en el primer ecuatoriano que se sentó en el sillón de la Presidencia de la mundialmente conocida Fundación Charles Darwin. Hasta antes de él solo reconocidos biólogos y científicos europeos y estadounidenses habían ocupado el cargo. En su vehemencia logró que la UNESCO abriera las páginas de su revista internacional Fuentes para escribir de lo que más le gustaba: el mar del archipiélago. Por Galápagos vivió.., y murió. El accidente en Bogotá no lo dejó volver jamás para contar lo que en la reunión bianual, que esta vez se realizó en Bruselas, se resolvió en favor de los proyectos científicos para las islas. Hombre de consensos, de fácil amistad y de diálogo sencillo. Son las virtudes que repiten sin empacho quienes le conocían. Él fue precisamente quien con su carisma logró sentar en la mesa a todos los polarizados protagonistas del futuro de las islas. Su aporte ayudó a empujar la expedición de la primera Ley Especial para Galápagos. Fueron meses en los que a raudales repitió la palabra consenso. Como empresario también tuvo una trayectoria destacada. Hace 33 años fundó la primera empresa avícola. Hijo de Olga Fisch, la mujer que le dio otro sentido y significado al folclor ecuatoriano. Padre de Jorge Juan, uno de los mejores fotógrafos; y de Margara, quien tiene entre ceja y ceja el arte del grabado... La cultura también está de luto. "En el archipiélago estamos de pésame", dijo una de las secretarias del Parque y no quiso decir más. Y tenía razón: el biólogo autodidacta a sus 63 años se fue.., Pero jamás se han borrado de mis memorias cómo se emocionaba cuando yo le daba noticias sobre lo bien que iba a resultar el Congreso Avícola y cómo, con total sencillez y sentido de la honorabilidad, me hacía sentarme a su derecha en las reuniones en las que se trataba aquel asunto. Su cordialidad, su entusiasmo y su alegre simpatía logró que yo empatizara totalmente con él y que él me llamara, cariñosamente, Pepe. Cuando me enteré de su muerte para mí fue como la pérdida de un inestimable amigo, de un cordial personaje al que nunca jamás olvidaré.
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