5 años. Nuestra Señora de la Almudena. Los chicos con las chicas deben estar. Tal vez algunos no lo quisieron aceptar pero yo aprendí, de esta manera, unos inicios fundamentales de lo que es la psicología femenina. Desplazado el polo magnético no obtenemos nada más que anormalidades. Soy un niño tan normal que me gusta serlo a pesar de todos los pesares de los que arrastran el peso de sus conciencias. Me encuentro en el inicio y ya sé por dónde sale el sol y por dónde sale la luna. Comprendo, a pesar de mis 5 años de edad, que el sol no sale por ninguna parte porque es la Tierra la que se mueve. Y en cuanto a la Luna estoy aprendiendo a soñar. El patito guapo crece. Parece mentira pero otros patitos guapos -algunos dicen, lleven o no lleven razón, que son mas guapos todavía que el patito guapo- le empiezan a tener tirria, que es una manera muy infantil de llamarle a la envidia. Me echan la culpa de todo pero me da igual y sigo adelante aunque me castiguen por ser como soy.
 
No importa. Pronto empezaré a dar patadas a una pelota de goma que no se sabe bien dónde va a botar en el patio de los recreos y en los descampados donde la sangre se derrama cuando caes pero que te ayuda a levantarte mucho más fuerte. Entiendo, rápidamente, que es una manera muy sobresaliente para aprender a despertar los reflejos. También pronto voy a aprender lo que es la venta de los gatos. ¿Pereda? Tal vez Pereda pero quizás Del Sol o Uribe... o por qué no... incluso Distéfano metamorfoseado en número 8. De momento estoy aprendiendo que los chicos con las chicas deben estar para no desviarnos de la naturaleza humana. Entiendo. Comprendo. Por eso juego con mi hermanita mientras otros van y la rechazan y hasta hay alguno que otro que están empezando a odiarla. Soy diferente. Yo soy Yo y como Yo. Gracias a Dios soy distinto a ellos. Mi abuelita materna lleva razón. Y es que las herencias no son para quienes las desean sino para quienes se las merecen. Okey. Hasta aprendo algo de inglés estudiando Goegrafía Humana.