El jardín toca el alma enmohecida ya del tiempo que incumbe la vejez.
Cada arruga es un día vivido en un mar de ilusiones ahora secas
las cuales una vez brillaron en  algún punto sideral
del universo sempiterno creado a su imagen…
Imagen en el recuerdo que traen los vientos del sur
y es beldad inverosímil delicada al roce de los jazmines al alba…
jazmines que dejan su perfume íntimamente en la piel que un día
fue la primavera naciente y la noche boreal en henchido furor de luciérnagas
iluminando los ojos que miraban por última vez,
la boca que besaba por última vez,

las manos que tentaban por última vez,
la vida que respiraba por última vez la frágil exhalación agitada por la batalla de
los cuerpos celestes intentando ser uno

en la inmensidad…

hasta llegar a la Eternidad.