"Navegando a Bizancio". Por W.B. Yeats.
Publicado en Dec 29, 2013
I. No es país para viejos. Jóvenes abrazados, pájaros en las ramas - esas generaciones moribundas- a su canto, cataratas de salmones, mares repletos de caballos, pez, carne, o ave, celebran a lo largo del verano todo aquello que se engendra, nace y muere. Presos en tal música celestial, todos olvidan los monumentos del imperecedor intelecto.
II. Cosa mezquina es un viejo, raído gabán sobre una estaca, a menos que el alma palmee y cante, y eleve su canción por cada jirón de su mortal atavío, no hay escuela de cantos sino sólo el estudio de los monumentos de su propio esplendor; por eso crucé los mares y he llegado a la sagrada ciudad de Bizancio. III. Oh sabios erguidos en el fuego divino cual áureo y mural mosaico, venid del sagrado fuego, huso que gira, y sed los maestros cantores de mi alma. Consumid mi corazón; doliente de deseo que ignora a su ser, y recogedme en el artificio de la eternidad. IV. Libre de natura jamás tomaré forma corpórea de cosa alguna natural, sino formas como aquellas que el orfebre griego en oro forjara y esmaltara para mantener despierto al somnoliento emperador; o para cantar sobre la rama dorada a las damas y señores de Bizancio lo que pasó, está pasando o pasará.
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