Soledad
Publicado en Feb 28, 2009
Amanecer en el ocaso
Mira por la ventana no ve y ve cuando lo sorprende el vapor que se desprende del enorme ciprés que como gigante de cuento se levanta en el fondo, ya sabe que hoy va a hacer bastante calor si bien aún no es el tiempo es ese vapor el que se lo anuncia ya que no es más que el rocío calentado por el sol mañanero pero ahora ya no mira ni ve el vapor ahora es el chingolo que se aparea en la rama del fresno y quien le anuncia los aires primaverales aunque el no los sienta pues el vidrio de la ventana se lo impide protegiéndolo de cualquier corriente - ojala lo sintiera - le gustaría pues seguro que le aliviaría ese dolor de cabeza de ese cansancio crónico que no le permite hilvanar un pensamiento coherente ni se lo deja siquiera cruzar cuando ya ha dejado de soñar los imposibles y trata de enfrentar la realidad concreta que no le entusiasma ni lo alienta es como si él ya no estuviera ni ya no es y todo aquello que se le entrecruza como preludio de algo hermoso tampoco es. Su mente quiere captar pero ni los ojos ven ni los oídos oyen sí el aire acaricia las fosas nasales, respira y eso le transmite algo que se niega a reconocer vida que en realidad no desea así ni quiere seguir. La gruesa lágrima que moja su rugosa mano es la que lo dice pues él no manifiesta nada. Otra mano más temblorosa que la suya se posa en su hombro traspasando la tibieza por la tela de su camisa y le transmite todavía estoy, no te vayas, tienes que ayudarme a cumplir, decidimos envejecer juntos, yo no camino, tú no ves por fin haremos el uno que siempre dijimos ser.
Página 1 / 1
Agregar texto a tus favoritos
Envialo a un amigo
Comentarios (0)
Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.
|