Historia de "Thaler" (Novela) -Captulo 17-
Publicado en Dec 31, 2013
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Historia de "Thaler" (Novela) -Capítulo 17- 
 
17 de octubre de 1908. California Hospital Medical Center de la ciudad de Los Ángeles de California, en los Estados Unidos. 
 
- ¿Qué le ha pasado a usted, hombre?
- ¿Qué? ¿Dónde estoy? ¿Es usted una ángel del cielo?
- ¿Lo dice usted de coña o está hablando en serio?
- ¡Lo digo totalmente en serio!
- ¿Totalmente en serio o tontamente en serio?
- ¿Me ve usted cara de tonto, angelita?
- No le veo cara de tonto sino de imbécil. ¿No se está dando cuenta de que soy una enfermera?
- ¿No es usted una ángel del cielo?
- Para que le entre en su cabezota de machista, y vaya que tiene usted una cabeza grande que parece una cabeza de buque, me llamo Mónica Peles.
- Pues he de decirle que yo soy, si es que no he perdido la memoria del todo, Tim Millison para servirle a usted en lo que usted desee. 
- ¡¡Jajajajaja!! ¡Está usted tan hecho polvo que no sirve nada que para producirme risa! ¿Qué le ha pasado, hombre?
- ¡Me ha dado usted el corte más grande de mi vida!
- ¿Y no sabe que ha estado a punto de perderla?
- ¿Entonces?
- Entonces no. Ahora.
- ¿Que pasa ahora?
- Que tengo que ver cómo está usted de reflejos.
- En estos momentos me parece que bastante perdidos del todo.
- Vamos a comprobarlo...
 
La enfermera Mónica Peles cogió el martillo y golpeó fuertemente en la rodilla derecha de Tim Millison.
 
- ¡¡¡Ayyyyyyyyyy!!!
- Parece que la derecha funciona bien. Probemos ahora con la rodilla izquierda.
 
La enfermera Mónica Peles cogió el martillo y golpeó fuertemente en la rodilla izquierda de Tim Millison. 
 
- ¡¡¡Ayyyyyyyyyy!!!
- Perfecto. Está usted hecho polvo pero reacciona a los estímulos.
- Es que viendo a una mujer como usted cualquier hombre se estimula sea de derechas o sea de izquierdas.
- Déjese de piropos absurdos y túmbese en la camilla.
- ¿Tumbarme ahora con lo cómodo que estoy sentado? ¡De eso nada!
 
A la enfermera Mónica Peles no le quedó otra alternativa que empujar a Tim Millison hacia atrás y éste, al medir mal la distancia, chocó su cabeza contra la pared.
 
- ¡¡¡Aaaaaaaaaayyyyyyyyyy!!!
- ¡No grite tanto que se van a enterar hasta en la Casa Blanca!
- Es que me duele mucho. 
- Voy a ver si le calmo el dolor por un momento.
- ¡¡¡No!!! ¡¡¡Pinchazos no, por favor!!!
 
La enfermera Mónica Peles se volvió para buscar la jeringuilla pero se lió con los cables que había por el suelo y dio un traspié con tan mala fortuna que el botellón del oxígeno le cayó sobre la cabeza y le regó todo el contenido por su impoluta bata blanca.
 
- ¡¡¡Ay!!! ¡¡¡Ayy!!! ¡¡¡Ayyy!!!
- ¡Jajajajaja! ¡Donde las dan las toman!
 
La enfermera Mónica Peles se quitó una de sus zapatillas y, desde el suelo, atinó a la cabeza de Tim Millison, y se la lanzó estrellándola contra las narices del enfermo.
 
- ¡Ga guigo guga gaguia guin gaguia!
- ¿Cómo dice usted?
- ¡Ga guigo guga gaguia guin gaguia!
- ¿Está queriendo decirme que ha sido una gracia sin gracia?
- ¡Guí! 
- Tenga ahora las manos quietas que voy a comprobar si tiene o no tiene fiebre. Tenga las manos quietas o se las corto de raíz. 
- ¿Qué va usted a hacerme ahora?
- ¿Está usted sordo?
- Sordo del todo no. Pero el golpe ha sido tan grande que me ha dejado sin memoria.
- Sólo voy a ponerle la mano en la frente.
- ¡Qué bien! ¡Hoy comemos con Isabel!
- ¿De verdad no está usted loco?
- Que yo sepa todavía no...
- Pues tenga las manos quietas.
 
La guapísima enfermera Mónica puso la mano izquierda sobre la frente y a Tim le entraron ganas de cantar. 
 
- ¡La felicidad a a a a! ¡De sentir amor or or or or!
- Está usted majara perdido pero no tiene fiebre.
- ¿Por qué no lo comprueba con la mano derecha?
- Eso voy a hacer pero no se sorprenda si siente escalofríos.
- ¡Soy valiente y leal legionario! ¡Soy soldado de brava legión!
 
La guapísima enfermera Mónica le puso la mano derecha sobre la frente y a Tim le entró una enorme tiritona
 
- ¡Ya no siente la felicidad a a a a y el amor or or or or!
 
En medio de la tiritona de todo su cuerpo, Tim logró hablar.
 
- Pero... pero.. pero... ¿dónde ha metido usted esa mano, Dios mío?
- La he tenido metida durante una hora exacta en la refrigeradora para conservar a los muertos.
- ¿Es que me voy a morir?
- Es usted demasiado vivo como para morir tan pronto pero, como veo que le duele mucho la cabeza y por eso dice tantas tonterías, voy a ponerle un calmante. 
- Que sea vitaminado, señorita, por favor, que sea vitaminado.
 
La enfermera Mónica encontró la jeringuilla, que ya estaba preparada para estas ocasiones...
 
- A ver ese brazo derecho.
- ¡¡¡No!!! ¡¡¡No me inutilice para siempre mi brazo derecho!!!
 A ver ese brazo izquierdo.
- ¡¡¡No!!! ¡¡¡No me inutilice para siempre mi brazo izquierdo!!!
- Entonces... ¿dónde quiere usted que le pinche?
- ¿Lo puedo decir?
- Dígalo sin miedo...
- ¿Es que si se entera su señor esposo?
- No estoy casada.
- ¿Es que si se entera su señor novio?
- No tengo novio.
- ¿Es que si se entera su señor padre?
- No tengo padre. 
- ¿Se puede saber que tiene usted, señorita?
 
Mientras Mónica Seles pensaba donde pìnchar se puso a canturrear.
 
- Tengo tengo tengo tengo mil ovejas en una cabaña y tú no tienes nada. 
- ¡Está usted muy buena pero mucho más loca que yo! ¡Lo cual quiere decir loca total!
- Veamos que opina después...
 
La guapísima enfermera puso su mirada sobre el ombligo de Tim.
 
- ¿Qué está usted pensando?
- Que ni en la derecha ni en la izquierda. Le voy a pinchar en el centro.
- ¡Dios mío, Dios mío y Dios mío! ¡¡No quiero morir del todo!!
- No se preocupe. Relájese y siéntase como en su casa.
 
Tim Millison se incorporó y quedó sentado sobre la camilla; ante lo cual la guapísima enfermera tuvo que volver a empujarle hacia atrás y la cabeza de Tim volvió a golpear contra la pared.
 
- ¡¡¡Aaaaaaaaaayyyyyyyyyy!!!
- ¿Le sigue doliendo la cabeza?
- ¡Más que antes! ¡Mucho más que antes!
- Entonces no queda más remedio que pinchar...
 
Aprovechando que Tim estaba concentrado en su dolor de cabeza, Mónica pinchó sobre el ombligo.
 
- ¡Atiza! ¡No he sentido dolor alguno!
- Pues entonces veamos como está de la respiración.
 
Mónica Peles acercó su rostro al rostro de Tim Millison.
 
- Me está usted dejando sin respiración, señorita.
- ¡Haga el favor de callarse y respire profundamente!
 
Tim Wilkison tomó todo el aire que pudo...
 
- ¡Suelta ahora el aire y diga A!
- A... a... a...  ¡¡¡Atchís!!!
 
El estornudo y lo que salió de las narices de Tim voy a caer sobre la cara de Mónica.
 
- ¿Siempre es usted así de cerdo cuando está frente a una chavala guapísima como yo?
- Perdone, señorita, ha sido la emoción.
 
Ella se fue hacia el lavabo para limpiarse tanto la cara como la impoluta bata blanca.
 
- Ahora vuelvo.  
- Vuelva, por favor. ¿Puedo cantar mientras se limpia?
 
La enfermera gritó desde el interior del lavabo.
 
- ¡Cante lo que quiera pero vamos a ver si luego sigue teniendo ganas de cantar!
- ¡Entonces no cantaré!  Pero... ¿le puedo contar un chiste?...
- ¡Cuente usted un chiste a ver si es gracioso de verdad!
- En un grupo de amigos y amigas uno de ellos pregunta: ¿Sabéis quién es el líder religioso de los animales? ¿Quién? El Papa Gayo.
- ¡¡¡Jajajajaja!!!
- ¿De verdad le ha hecho gracia?
- ¡De verdad que me ha hecho reír por no llorar de lo malo que es!
- ¿Soy o no soy gracioso?
- ¡Digamos que, de momento, sí!
- ¡Preveo que, al final, vamos a terminar casándonos!
- ¡Preveo que sí, pero...!
- ¿Pero?  
- ¡Pero espero que me cuente usted otro chiste a ver si me convence del todo antes de llegar al altar!
- ¡Emilio le dijo a Joaquina: si tú aprendieras a cocinar podríamos despedir a la cocinera. Joaquina le respondió: Y si tú aprendieras a hacer bien el amor podríamos despedir al jardinero.
- ¡¡¡Jajajajaja!!! ¡¡¡Jajajajaja!!! ¡¡¡Jajajajaja!!! ¡Ese sí que sido bueno del todo!
- ¿Entonces?
- ¡Entonces vamos a ver lo que sucede con el tiempo!
- ¡Según las noticias va a ser bueno!
- ¡Según mis predicciones no va a ser tan bueno como usted cree!
 
la guapísima enfermera Mónica salió del lavabo y se acercó de nuevo al ahora entusiasmado Tim.
 
- Le veo muy entusiasmado, caballero...
- ¡Es la emoción! ¡¡Es la emoción!!
 
Y se puso a cantar de nuevo...
 
- ¡Hacia el altar ya va la novia! ¡Le sigue atrás su novio amante! 
- ¿Todavía sigue usted enamorado de mí?
- Pues la verdad que sí. Por eso espero.
- Espere. Espere un poco. Sigamos con la respiración. Tengo que saber canto aguanta usted sin respirar.
- ¿Para qué?
- Para ver si bate usted el récord mundial.
 
Mónica, sin decir nada más, sacó una pinza del bolsillo izquierdo de su impoluta bata blanca y, con la mano derecha, la pinzó en las narices del sorprendido Tim.
 
- ¡¡¡Gue gue gagogo!!! ¡¡¡Gue gue gagogo!!! ¡¡¡Gue gue gagogo!!!
- ¿Qué estad usted diciendo?
- ¡¡¡Gue gue gagogo!!! ¡¡¡Gue gue gagogo!!! ¡Gue gue gagogo!!!
- Lo siento, pero no conozco el idioma de los bantúes.
 
El rostro del engreído Tim Millison se estaba poniendo morado...
 
- ¡¡¡Gue gue gagogo!!! ¡¡¡Gue gue gagogo!!! ¡¡¡Gue gue gagogo!!!
- Le vuelvo a repetir que no conozco el idioma de los bantúes.
- ¡¡¡Gue gue gagogo!!! ¡¡¡Gue gue gagogo!!! ¡¡¡Gue gue gagogo!!!
 
Fue cuando, por fin, Mónica Seles pudo entenderle viendo su rostro ya totalmente morado.
 
- ¿Está diciendo que se ahoga?
- ¡¡¡Guí!!!
 
La guapísima enfermera apartó la pinza de las narices del casi desfallecido Tim.
 
- Siento ganas de desaparecer...
- Yo también, caballero... pero antes de eso págueme mis servicios...
- ¿Sus servicios?
- Sí. Mis servicios de primeros auxilios antes de que le escayolen las dos piernas y los costillares.
- ¡Dios mío! ¿Eso es lo que van a hacer conmigo?
- Sólo le responderé después de cobrar mis servicios.
- ¿Cuánto cuestan sus servicios, señorita?
- Un dólar. Solamente cobro un dólar a los que me dan pena pero me hacen reír como una niña. Como hacerme reír con ganas se merece un descuento pues le cobro solamente un dólar. 
- En el bolsillo izquierdo de mi pantalón tengo a "Thaler".
- Yo no quiero niungún tipo raro de mascota. Yo sólo quiero un dólar.
- Es que "Thaler" no es ningún tipo de mascota.
- ¿No es un hamster?
- ¡Jajaja! ¡No es un hamster ni tampoco el ratoncito Pérez! ¡Es un dólar!
- Veamos a ver si es cierto pero como me de un mordisco... pobre de ti pobre de ti ya se acabó la fiesta de San Fermín. 
 
Mónica metió la mano en el bolsillo izquierdo del pantalón de Tim
 
- ¡Ji! ¡¡Jiji!! ¡¡¡Jijiji!!!
- ¿Qué le pasa ahora, señor conquistador de inocentes doncellas solteras y sin compromiso alguno?
- Que me hace usted cosquillas...
 
Por fin Mónica encontró a "Thaler" y lo miró fijamente.`
 
- Es bastante raro pero parece legal. Donoso. Es usted muy donoso, muñequito.  
- Es que es legal. 
- Enonces chao chao bambino... que el médico legal es el que ahora va a venir. Y siga usted siendo tan donoso como siempre. 
 
Y ante la desesperación de Tim Millison, Mónica Peles se fue con su dólar guardado en el bolsillo superior de su impoluta bata blanca. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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Foto del autor Jos Orero De Julin
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Categoría: Cuentos & Historias

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