Ofensas y críticas constructivas
Publicado en Sep 05, 2009
En toda mi vida he recibido críticas constructivas y negativas, así como ofensas. Cuando practiqué el fútbol, primeramente jugué en la defensa. En un partido, estando en el campo, me quedé mirando con la boca abierta hacia el cielo el vuelo de un avión, tal distracción permitió que un niño del equipo rival entrara a la portería como por la puerta de su casa, esa falta de concentración me costó toda una serie de reclamos de mis compañeros y además el entrenador me mandó a la banca. Yo sin comprender mi castigo, pero si mi error, hablé con el entrenador para que me diera otra oportunidad de jugar en el primer equipo. Él me contestó que toda la temporada me quedaría calentando la banca por pendejo (tonto). A pesar de eso, continué yendo a los entrenamientos hasta terminar la temporada, en donde el director técnico jamás me dirigió la palabra. Con mi orgullo infantil cambie de equipo y como los tres postes de la portería del grupo estaba sin protección, decidí cambiar de puesto, logrando ser el portero menos goleado de esa temporada, posición que me dio la oportunidad de conocer al rey Pelé. Mientras lo esperábamos, teníamos que soportar nuestros nervios y limpiarnos las ráfagas de saliva de un famoso locutor deportivo que en cada inicio de un partido decía: A todos los que quieren y aman al fútbol, los saludo... Lo vi llegar, con un traje blanco que combinaba con su piel negra, me pareció un enorme gigante hecho de ébano. Cuando me saludó, mis vellos se estremecieron de la emoción, mientras mi mano se perdía en su manaza. En la ducha, yo cubrí con una bolsa de plástico, aproximadamente por una semana, mi pequeña mano que había sido tocada por el gran jugador de fútbol para que no se perdieran las vibraciones que me había dado al saludarme. Además jamás volví a mirar hacia al cielo durante los partidos para admirar volar esa ave de acero que el hombre con su capacidad de imaginación ha logrado llevar al aire.
Cuando llegaron los sueños de amores infantiles, una de las amigas de mi hermana comenzaría la suma de mi mala suerte con el sexo opuesto durante varios años, al ser considerado por ellas un horrible escuincle feo y sin futuro. Por varios años anduve confuso por esa crítica destructiva hacia mi físico. Era tanta mi timidez que, en una oportunidad, encontrándome en una pista de baile repleta de conquistadores y enamorados, escuchando música de inspiración para caricias, besos y abrazos de las parejas adolescentes, quienes casi funden sus cuerpos ardientes por las altas temperaturas emanadas, entre gemidos orgásmicos, le digo a una chica que había invitado a bailar, si quiere ser mi novia. Estaba tan seguro que ella me rechazaría, que mi subconsciente me traicionó, diciendo en voz alta un rotundo no, perdiéndose así el sentimiento de ser amado por una ¨chicuela ¨. Sin sentirlo, el tiempo transcurrió vertiginoso; ya casado, casualmente me encuentro con una hermosa morena recordando este suceso. Ella simplemente soltó una carcajada, comentando que no le di la oportunidad de contestar con un sí a mi propuesta, ya que en ese momento la cercanía de nuestros cuerpos y el ambiente romántico la habían hipnotizado, aunque al otro día se hubiera arrepentido de su respuesta. Sonriendo nos despedimos para seguir cada quien con su destino. Luego llegar a ¨ ser alguien en la vida ¨, tampoco fue sencillo, pues encontré en el camino universitario a un maestro, quien me rayaba con plumón rojo todos mis anteproyectos arquitectónicos. Un día, definitivamente se negó a corregirme y me dijo que dejara la carrera porque definitivamente mi proyecto era una ¨mierda¨, ya que ni en mi sueño había visto y conocido una residencia; por consiguiente, mi diseño no era la gran vivienda que él esperaba, sino era el hogar típico de la mayoría de las personas del puerto, en donde en vez de closets dibujé unos roperos, a las puertas de los baños les puse líneas curvas juntas, simulando unas cortinas, sólo falto que les dibujara florecitas en los cortes arquitectónicos como las que tenía mi mamá en su casa. Aunque en esa ocasión me reprobaron yo me volví a levantar, pues consideraba que, el maestro estaba para asesorar al alumno y llevarlo a encontrar una metodología, en donde pudiera encontrar los diferentes criterios arquitectónicos de un diseño y no burlarse de una posición social, ahora puedo decir con orgullo que, aunque no soy un arquitecto reconocido en el mundo, he realizado proyectos de casas indígenas hasta proyectos residenciales, pero lo que más le estoy agradecido a esta profesión es que me ha dado la oportunidad de conocer personas de todo el mundo, naturalmente también del sexo opuesto. Un día me echó el lazo una baronesa; es decir, la mujer con la que estoy casado renunció a una vida de riqueza, ya que su novio pertenecía a una familia de abolengo en Alemania, que vería en mí, no lo sé, pero ya llevamos veinte años unidos. En este momento, me he ido abriendo un nuevo camino como el campesino que sólo tiene la compañía de su buey y su arado, quien va abriendo surcos en la tierra para sembrar el maíz sagrado de los pueblos indígenas, así he escrito mis textos, pasando horas de esfuerzo pegado a mi silla para recordar mis experiencias y sentimientos escondidos y aunque el amor lo traigo a flor de piel, todavía me es difícil expresarlo en palabras, así que la mayoría de mis escritos son sobre aquellos temas que han formado en mí un ser responsable con la sociedad, y el medio que nos rodea, es decir, el universo. Desconozco, sí lo estoy haciendo bien, pero solamente puedo mostrar eso, en lo que yo considero que, como seres humanos estamos fallando. Además, estoy consciente que, aunque me falte o ponga de más una coma, un acento o un punto para algunos críticos literarios puede ser mal visto, pero con gusto me expongo, ya que si en este momento pintará un cuadro, ya no le pondría el marco que siempre dibujaba en mi clase de arte durante mi estudio universitario, el cual me limitaba a mostrar toda me creatividad por los traumas que tenía a causa de esas ofensas del pasado, por eso, hoy en día, puedo diferenciar perfectamente la critica ofensiva con la constructiva y ya no me pierdo en el mundo mezquino y de competencia, pues he aprendido a colorear mi vida sin fronteras al haber encontrado mi autoestima y sobre todo mi libertad personal, es decir, mostrar y no demostrar.
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Carlos Campos Serna
Saludos.
norma aristeguy
Casi termino otra carrera que la hice para ilustrar mis cuentos, pero resulta que un buen día, escuho a la profesora de turno decir que el dictador que teníamos en ese momento del país, era ¡buen mozo!!!!!! No puedo repetir todo lo que le dije, con mi pincel en la mano, y metí como pude todo en el bolso y me mandé mudar, no volví nunca más a ese lugar.
Hoy me río de mi reacción pero confieso que no me arrepiento.
Yo también he aprendido sobre la marcha, mujeres y hombres creo que se parecen bastante en eso. Bueno, total, después de todo esto, que me parece magnifico todo lo que relatas.
Un cariño grande.
Carlos Campos Serna
Saludos...
Jesus Eduardo Lopez Ortega
María Ester Rinaldi
Si te comentan, mal o bien, significa que EXISTES !!!!!!
Vamos, que la vida es hermosa y estamos todos aprendiendo!!!!
Besos desde mi Argentina!
Pascual Vizcaino Ruiz
Muy buen escrito, PASCUAL VIZCAINO RUIZ
angelita
me encanto te dejo mis estrellitas felicidades y sigue adelante te apresio y sabes que puedes contar conmigo tu pequeña angelita mis bendiciones un beso enorme.