Un pequeo detalle (Novela) Captulo 8
Publicado en Jan 09, 2014
- Buen día, caballero.
- Buenos días, joven. - Nada de buenos días sino buen día. Vivimos de día en día que yo sepa. - ¿Es usted un gracioso? Aquí, en Louisville, tenemos graciosos de sobra. - Soy un policía, pero los policías también tenemos derecho a ser graciosos aunqe estemos en Louisville, la capital de Kentucky. - Esto... yo... no quiero discutir con un policía... - Entonces sírvame una cerveza y contésteme a una inquietud. - ¡Digame, señor policía! - ¿Conoce al Reverendo Patterson? Si me responde afirmativamente le pongo una calificación de 10 a este Nowhere Bar Louisville de la 1133 Boardstow Road. - Todo Kentucky conoce al Reverendo Patterson. - Apúntese un 10 en sus notas de Comunicación Social. Y ahora... ¿me puede decir cuál es todo su nombre completo? - Me llamo... - ¡Espere, espere! No me interesa cómo se llama usted sino el Reverendo Patterson. - Allan Lloyd Patterson. - ¿Tiene una guía telefónica de Louisville? - Ahí la tiene. Al otro lado del mostrador. - Pues mientras me sirve la cerveza permítame que la consulte. - Puede hacerlo libremente. - Vamos a ver. Allan Lloyd Patterson. ¡Aquí está! En Higland Baptist Church de 1101 Cherokee Road. - ¡Señor policía! ¡Aquí está su cerveza! - De acuerdo. ¿Usted sabe si está muy lejos el 1101 de la Cherokee Road? - A la vuelta de la manzana. - ¡Caramba! ¡Vaya coincidencia! ¿Puedo pagar con una tarjeta de crédito? - Por supuesto que sí. - No se extrañe. Es una tarjeta del Departamento de la Policía de Nueva York. - ¿Gastos Generales? - Gastos a Justificar, pero eso es sólo un problema entre El Jefe y yo. Y ahora déjeme en paz porque tengo que pensar en un test de preguntas y respuestas. ¿Me entiende? - Le entiendo. - Pues cuanto más lejos esté de mí mucho mejor para usted. No aguanto a los mirones. - No estaba mirando... - Pues no se le olvide ocuparse solamente de sus asuntos. - Le deseo suerte, capitán. - Un capitán nunca tiene suerte, pero un simple agente sí... aunque yo no le llamo suerte sino Destino y mi Destino es salir de aquí zumbando porque tengo que cumplir con mi misión. - Espero que le haya gustado la cerveza. - Tanto que a lo mejor, en el próximo Siglo XXII, vuelvo por aquí. - ¡Jajaja! No he visto jamás a un policía tan gracioso. - No soy tan gracioso pero gracias. - ¡Que acierte en sus investigaciones, joven policía! - Para que aprenda usted algo, fue William Pitt, el joven, quien dijo que hay algo en el trono aún más grande que el propio rey. - De acuerdo. Guardaré silencio. - ¿Es usted el Reverendo Allan Lloyd Patterson? - Sí lo soy. Pero... ¿cómo me has localizado si yo no te conozco de nada? - Porque soy amigo de un amigo suyo. - Pues lo siento pero estoy muy ocupado ahora. ¿Conoce usted a los niños de las calles? - Suponga que sí. - Pues entonces supondrás tú también lo difícil que es trabajar con ellos. - Y si le dijera que yo soy uno de esos niños que se criaron en las calles... ¿me podría poner un poco de atención? - ¿Cómo puedo saber si eso es verdad? - ¿La verdad? ¿Quiere usted conocer la verdad? - Eso es. Para saber si es cierto o no es cierto. - A ver si le convenzo. Escuche esto. Mirádme bien... soy ese cúmulo de soledades cuya tristeza arrojáis cada día al basurero de vuestras hoquedades, el frío caminar de los pies desnudos y los harapos de vuestra privación. Tengo un corazón hecho a pedazos de tintes incoloros... de cierzos ventosos abatiendo la imposible sonrisa de mi infancia con la infame salvación de los neutrales despertándome un hambre de caricias. Mirádme bien... mi sueño no tiene grandezas de ilusiones amando la existencia. Mi sueño es sólo un cerrar de ojos para morir cada día en los caminos saltando cercas para no ser alcanzado por los dardos de vuestras punzantes codicias. Civilización llamáis a vuestras puertas canceladas... y en los umbrales siempre quedo yo imaginando que abrís una rendija a la conciencia. Mirádme bien... sólo tengo un espacio ya vacío de tanto mendigar amores posibles únicamente en mi memoria. Mirádme bien porque hoy voy a seguir muriendo un poco más. No miréis los ojos de mi rostro... no hallaréis en ellos nada más que un mudo silencio entregado a la fría noche de la ciudad a la que llamáis convivencia. Sé que sólo es una mentira inventada por conciencias ajenas a mi frío... a mi hambre... a mi soledad... - ¡Hostias! ¿Dónde has aprendido todo eso? - Le repito que fui un niño de la calle. ¿Está usted sordo, tonto, o las dos cosas al mismo tiempo? - Está bien, jovencito. ¿Qué problema tienes? - En realidad no tengo ningún problema, pero quiero resolver uno. - ¿Qué clase de problema? Yo no soy maestro de escuela. - No me refiero a ningún problema de Matemáticas porque, gracias a Dios, he podido aprender que 2 más 2 son siempre 4; aunque, a decir verdades, cuando uno se come 4 manzanas y otro se queda sin comer, las estadísticas mienten diciendo que cada uno de ellos se ha comido 2 manzanas. - Antes de seguir hablando contigo... ¿Puedo saber quién es ese amigo que te ha hablado de mí? - No es ese mi problema... - Pero es que quiero conocer quién ha sido ese amigo. - De acuerdo. Ha sido El Rey de las Alcachofas. - ¡Mi querido Míster Job Bible! ¡Siéntate, por favor! Si vienes de parte de Job podemos hablar de lo que quieras. ¿Cuál es tu duda razonable? - Mi duda razonable es saber si usted fue boxeador antes que Reverendo. - Pues sí. Fui un excelente boxeador pero... - Pero dejó el boxeo para hacer obras de caridad... ¿me equivoco?... - Eso es. - ¿Y por qué dejó el boxeo si era tan excelente boxeador? - Una vez maté a un rival sobre el ring y eso me marcó de por vida. - De vida hablemos, señor Reverendo, de vida y no de muerte. - Todos tenemos que morir alguna vez... - ¿Aunque sea un presidente? - El Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica tampoco se puede librar. - No me refería al Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica sino al presidente del Kentucky Football Club; pero ya que se refiere al Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica... ¿se puede saber si ha permitido la entrada de tantos rusos en este país? - Eso son palabras mayores, jovencito. - JC. Soy JC. - Una de mis labores es ayudar a los inmigrantes. Dios me lo está pidiendo continuamente. - ¿Ha dicho usted Dios? - Sí, JC. - No crea usted que está hablando con Jesucristo pero... - Pero... ¿qué tienes que ver tú con Jesucristo? - Digamos que es un asunto espiritual. - ¿Del Espíritu Santo tal vez? - Tal vez. - Entonces... ¿coincidimos en que hay que ayudarles a todos ellos? - ¿De manera legal o de manera ilegal? - ¡No me compliques la existencia, JC! ¡Si sigues por ese camino se acaba la entrevista! - ¿Y dejar colgado a alguno que otro? - ¿Colgado? ¿Quién se ha podido colgar? - Un tal Antoine Magala. - ¿Se ha suicidado Antoine Magala? - Ha cambiado usted el color de su cara. ¿Por qué se ha puesto tan rojo? - ¡De ira! ¡Me he puesto rojo de ira! - Así que Antoine Magala fue uno de sus elegidos... - Le ayudé. Era mi obligación ayudarle. - ¿Le ayudó a obtener la nacionalidad estadounidense? - Espero que esta conversación no salga de aquí. - A veces esperar es en vano... asi que ¿dígame cómo ayudó a Antoine Magala y quién era, en realidad, ese tal Antoine Magala? - ¿Quién eres tú para preguntarme eso? - ¿Conoce esta placa? - ¿Policía? ¿Eres un policía? - ¿Reverendo? ¿Es usted un Reverendo? - Yo sí. - Pues yo también soy un policía. Así que quiero escuchar... - El pobre Antoine Magala estaba muy necesitado. - ¿De amor? - Exacto. Estaba muy necesitado de amor. - ¿De amor en singular o de amores en plural? - Era muy desgraciado. Estaba muy necesitado de amores en plural. - ¿Por eso le introdujo usted en el Circo Ruso? - Sí. Para que se entretuviera haciendo lo que más le gustaba hacer. - ¿Cómo hizo eso? - ¿Me prometes que esta confidencia no la sabrá nadie más? - Yo no puedo prometerle nada porque ya nada debo... pero usted debe contar... y le recomiendo que cuente hasta 10 antes de hacerlo... - ¿Por qué debo contar hasta 10 antes de hacerlo? - Porque, según mi maestro de escuela Míster Florence Lukacs Rouge, al contar hasta 10 nos olvidamos de decir una mentira y contamos una gran verdad. ¿Qué le parece la filosofía de mi maestro de escuela? - Que era un verdadero sabio. - Pues entonces, sabiendo que estamos entre sabios, cuente y no me sea demasiado sabihondo. Sea sencillo, por favor. - ¡No tengo nada que ocultar! - Entonces dígame dónde nació ese tal Antoine Magala. - Nunca me lo dijo. - Miente, señor Reverendo. He aprendido a saber distinguir la mentira de la verdad gracias a los pequeños detalles. - ¿Tú sabes de dónde era Antoine Magala? - ¿Acierto si le digo que de Chechenia? - ¡¡Tenía derecho a vivir mejor!! - No se exalte demasiado, señor Reverendo. Hable un poco más bajo porque yo no soy sordo, ni tonto, ni ninguna de estas dos cosas. - Había trabajado muy duro en un canal de televisión de su país. - ¿El canal de televisión de Grozny? - Exacto. - ¿Qué clase de presentador era? - Realizaba él mismo el programa que él mismo presentaba. - Yo me lo guiso y yo me lo como. - Eso es. Era un programa de cultura y sociedad. - ¿Sólo de cultura y sociedad? - Solo. - Memorice bien. ¿No hablaba para nada de política? - ¡¡Caramba!! ¡Se me había olvidado! También era un programa de política. - Sobre todo de política. ¿Me equivoco? - ¡Es cierto! ¡Es asombroso que lo sepas! - ¿Porqué es asombroso si todos sabemos lo que pasaba en Grozny? - Es la verdad. Era un programa, sobre todo, político. - Y lo de la cultura y la sociedad era sólo una pantalla... - Necesitaba ser una pantalla... - Y claro... ¡usted sintió mucha lástima de él y se convirtió, de repente y por iluminación divina, en su padre espiritual! - Alguien debía ayudarle... - Entonces ayúdeme ahora a mí ya que tiene usted tan buen corazón caritativo. - ¿Qué deseas? - Saber si en Chechenia abundan los musulmanes. - La gran mayoría de los chechenos lo son. - Y Antoine Magala era uno de ellos... ¿verdadero o falso?... - Verdadero... pero no sé a dónde quieres ir... - De momento no me voy a ninguna parte; pero hablando de usted... ¿tuvo algún ídolo deportivo cuando pertenecía al mundo del boxeo? - ¡Por supuesto que lo tuve! ¡Era el ídolo de todo Louisville! - No me lo diga, por favor, a ver si lo acierto. - A ver si lo aciertas. - ¿Le llamaban El Loco de Louisville? - Adelante. A ver si adivinas su nombre. - No es tan difícil de adivinar aunque sólo estoy recordando y no adivinando. Muhammad Alí, el antiguo Cassius Clay. ¿He acertado? - De pleno. Era el mejor del mundo. - Sobre todo cuando se convirtió al Islam y se hizo de los Musulmanes Negros, una rama de los peligrosos Hermanos Musulmanes. - ¡¡Era todo un símbolo de la negritud a la cual yo pertenezco!! - Vuelve uste a ponerse otra vez nervioso. Relájese, por favor. - Es que era todo un símbolo... - Ya. Ya nos comprendemos mejor. ¿Quizás fue usted uno de los atletas del Black Power de los años 60? - Fue un pecadillo de juventud. - ¿Un pecadillo de juventud? ¿Cómo puedo interpretar eso? - Es que yo era muy rebelde en aquellos tiempos. - ¿Joven rebelde? - Sí. Un joven rebelde. - ¿Rebelde con causa o rebelde sin causa? - Prefiero no contestar a eso. - Contestaré yo por usted. Toda rebeldía tiene una causa. ¿Cuál era la suya? - Prefiero no contestar a eso. - Entonces, dígame por favor señor interlocutor, cómo se llamaba en realidad el checheno Antoine Magala. - ¿Me va a dejar usted al margen? - Yo no margino a nadie, señor Reverendo. - ¡Me estás apretando demasiado las clavijas! - Pues si no quiere que se rompan del todo las cuerdas, dígame cómo se llamaba en realidad el tal Antoine Magala que era checheno y no estadounidense. - Antonin. - Ese es un buen nombre para un checheno. ¿Y sus apellidos? - El Kéfir bin Saud. - ¿De los potentados El Kéfir? ¿De esos multimillonarios del yogur? - ¿Cómo sabes eso? - Leo mucho, señor Reverendo. Ahora bien, si deducimos que vivía en Chechenia a cuerpo de rey... ¿cómo es posible que fuera un pobre necesitado? - Te pido prudencia, JC. - ¿Sólo estaba necesitado de amores? ¿Cómo es posible que alguien que puede tener y gozar de todo un harén de hermosas mujeres esté necesitado de amores, señor Reverendo? - Hay preguntas que no puedo contestar. - Entonces... ¿tendrá usted la amabilidad de venir conmigo para que se lo cuente al Jefe?. - ¿Quién es El Jefe? - Alguien a quien le va a encantar conocerle. Él es mucho más directo que yo. - Escucha, JC... ¡¡Estados Unidos hizo mucho daño a Rusia!! - ¿Por lo de la desintegracion de la URSS? - Eso es lo que quiero decir... - ¿También es usted de los que han sufrido un cargo de conciencia política por ser estadounidenses? ¿De verdad fue Estados Unidos culpable o la URSS se derrumbó a sí misma por culpa de la economía? - También. ¡¡Pero los Estados Unidos son los culpables históricos!! - Según los historiadores pro comunistas... ¿verdadero o falso?... - También es verdad que sólo lo dicen los historiadores pro comunistas. - Que, según usted y los que son como usted, dicen siempre la verdad. ¿Cierto? - Creemos que es cierto. - ¿Y no se ha parado nunca a pensar que lo cierto no tiene por qué ser lo verdadero por culpa de los intereses? - No me he parado a pensarlo. - Por eso es usted un Hermano Musulmán haciéndose pasar por un Reverendo Baptista. - No pienso contar nada más. - Pero se lo contará al Jefe. De eso estoy totalmente seguro. Y ahora, levántese como me levanto yo y andando hacia el aeropuerto. No deseo utilizar la fuerza bruta con usted, señor ex boxeador, pero si es necesario antes de eso debe saber que yo soy cinturón negro, tercer dan, en todas las artes marciales. ¿Vendrá conmigo por su propia voluntad o por la mía? - Voy contigo por mi propia voluntad. - Porque no le queda más remedio. Así que vámonos ya, con la á de vámonos bien tildada para ser más exactos. - Mañana será otro día, JC y veremos quién ríe mañana cuando veas lo que sucederá esta tarde en el Madison Square Garden de Nueva York. - Ya sé que el Señor Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica se dirigirá a la población de esta nación en un acto a celebrarse en el Madison Square Garden de Nueva York. Espero ser uno de los espectadores en directo pero le afirmo rotundamente que usted no tendrá ese privilegio como tanto estaba deseando. ¡Así que guarde silencio ya, bocazas!
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