El gran dilema humano (Reflexiones)
Publicado en Jan 13, 2014
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"La primera vez que actuaron los Beatles en USA en la televisión (año 1965), obtuvieron la máxima audiencia de la historia en ese momento, sólo comparable al momento en el que Kennedy fue asesinado. Lo más curioso es que en los quince minutos más o menos que duraron sus canciones, la policía americana reconoció que prácticamente no había habido ningún robo o crimen en casi ninguna ciudad de todos los estados. Puede parecer que a lo ladrones también les gustaba la música, pero lo que sí está claro es que al menos en esos minutos, nadie tendría problemas con su conciencia por lo que hizo o por lo que no debería haber hecho" (de Jaime Fernández Garrido en "Atrévete a vivir"). 
 
Conciencia. Tener o no tener conciencia. Este es el gran dilema humano. La inmensa mayoría de los hombres y mujeres de la Tierra creen que la conciencia es una manera de actuar. Sin embargo, yo os puedo afirmar y os afirmo que la conciencia es una manera de ser. Nos dividimos en dos grandes grupos humanos: los que somos conciencia y los que no son conciencia; porque la conciencia no se demuestra por los hechos que se realizan o no se realizan sino por esa clase de existencia que llevamos a todas partes a donde acudimos y que se llama tener o no tener buena personalidad. ¿Qué es la personalidad humana sino el resultado de tener o no tener conciencia? ¿De qué sirve que un hombre no actúe de mala manera durante tan sólo quince minutos si en el minuto dieciséis vuelve a ser tan salvaje, tan brutal, tan inhumano como lo era antes de esos quince minutos? Seres con conciencia o seres sin conciencia no es ser humanos con buenas acciones o humanos con malas acciones; porque las acciones, aunque muchos no se lo crean, no son productos de unas causas determinadas sino de un conjunto completo y complejo de causas que se llama personalidad. 
 
Para Jaime Fernández Garrido "eso de la conciencia es muy curioso. Llevamos siglos discutiendo sobre la importancia de tener una conciencia limpia y cómo se construye, y parece que muchos todavía lo ven muy difícil. Quizás no tanto por la trascendencia de la conciencia en sí, sino porque cada vez está menos claro lo que está bien y lo que está mal, y así es difícil que nuestra conciencia pueda decirnos algo. Casi podríamos llegar a pensar que tenemos la conciencia un poco "perdida" con la cantidad de cambios que ha habido en la vida moral de nuestra sociedad en los últimos años. Es más, muchos incluso te dirían que eso de la conciencia es algo anticuado, y que en todo caso "allá la conciencia de cada uno"
 
Al parecer hay algunos puntos de vista en que Jaime coincide conmigo. Pero vayamos a una definición clara y concreta de la conciencia. Podemos pensar. Podemos meditar. Podemos sentir. Luego podemos definir. El 19 de septiembre de 2004 yo escribí en Vorem.com lo siguiente: Conciencia es aquel tren que tomamos siempre a última hora, ya cuando todo nuestro presente está a punto de desmoronarse. entonces decidimos dar el paso al frente, nos montamos en el últimos tren de la conciencia y salimos triunfadores del futuro. Es ésta una decisión que sólo los lúcidos soñadores de utopías imposibles toman para hacer verídicas y reales a éstas; porque no son utopías de los imposibles cuando triunfa nuestra esperanza y rebasamos el límite de la realidad e, idealizando nuevas formas de manifestación humana, tomamos ese último tren y salimos a la superficie después de haber vivido tanto tiempo dentro del túnel de las incomprensiones ajenas. Tomar el último tren de la conciencia es superarse a sí mismo -batallar con nuestro otro yo- y encontrar, al final del trayecto, el nuevo amor que anhelábamos con tanto afán. Sólo los valientes se olvidan del miedo y, conscientes de lo que buscan, aman y sueñas, son capaces de alcanzar la meta a la que se llega con la osadía de romper todos los límites impuestos por los pseudo pensadores de la libertad. La libertad no es un pensamiento. La libertad no puede ser nunca una teoría filosófica ni una ideología política. La libertad es una idea florecida en el interior del sentimiento. La libertad no es tampoco, ni puede serlo nunca, un egoísmo epicéntrico de quienes buscan el poder para luego aplicarla caprichosas castraciones. La libertad primeramente es anhelo, después una querencia y, por último una conquista que es la primera conquista de los que aman con el corazón en bandolera. Y es, igualmente, es último tren de la conciencia (la sinconciencia plena) con el que se pueder hacer realidad. Libertad es más que decir libertad. Libertad es tomar la libertad al asalto y a través del sueño de las utopías realizables sin un para después ni ningún condicionante. Sin líderes capadores y sin aberrantes inconsciencias. Libertad es amar a una posibe "Greta" cuando "Greta" es el máximo exponente de nuestro amor. Libertad es en definitiva (concepto vorémico no más) vivir enteramente enamorado como el niño que ama al caballo de cartón y la niña que ama al niño que ama al caballo de cartón. Que no son utopías de los imposibles cuando triunfa nuestra esperanza y rebasamos el límite de la realidad e, idealizando nuevas formas de manifestaciones humanas basadas en los prpósitos éticos y morales que confirman y conforman esa Liberación Cristiana vivida con plena conciencia. Porque la libertad (cuando ya estamos liberados) es vivir como el nió que ama a todos los sueños vivientes y la niña que ama al niño que ama a todos los sueños vivientes.   
 
¿Puede haber sueños vivientes si no tenemos conciencia plena de la plena conciencia? ¿Un sueño viviente sólo dura quince minutos escuchando música de los Beatles o de cualquier otro u otra que canten canciones para atarnos la conciencia? Pues yo os digo que un sueño es viviente cuando dura toda la eternidad. ¿Cómo puede ser que muchos seres humanos reduzcan sus ilusiones a tan sólo quince minutos de vida nada más? ¿Y el resto de la existencia? ¿Qué hacemos con la conciencia que debemos de tener para todo el resto de nuestras exsitencias? No. La conciencia no es una forma de actuar. La conciencia es una forma de ser, una forma de estar, una forma de vivir más allá de las acciones, porque la conciencia humana forma parte del alma humana.
 
Jaime Fernández Garrido sigue escribiendo: "Aún así, muy pocos han negado la importancia de una conciencia limpia que te deje dormir "tranquilo" todas las noches. Lo que podríamos llamar un corazón limpio es algo que no tiene precio. Poder vivir sabiendo que tenemos resueltos nuestros problemas con los demás, con nuestra familia, con nosotros mismos. Jonson escribiço: "El placer de la inocencia es no tener miedo a mirada alguna y no sospechar de ninguna lengua". Quien puede vivir así, puede dormir tranquilo también.
 
En este mundo donde la conciencia parece haberse ocultado en algún cielo gris, triste y errante, cuando duermes tranquilo es porque sabes que en tu interior habita esa clase de conciencia que no es la apariencia de estar callado atendiendo a quince minutos de música de los Betales (o de otros cantantes cualquiera) sino la veracidad de estar hablando con tu interior, de estar escuchando la Voz de Dios y de estar transmitiendo hacia el exterior esas ondas de Liberación que sirven para demostrar que todavía hay esperanzas sobre la faz de la Tierra. No. No son tan sólo quince minutos escuchando a unos Beatles que son, al fin y al cabo, naturaleza muerta. Son esos eternos momentos en que te encuentras ante ti mismo, te ves relfejado en el cristal de tu conducta y aprendes que eres algo mucho más importante aunque los demás no te signifiquen más allá del anonimato. Y e es que, en realidad, todos somos seres anónimos viviendo en medio de un mundo donde se idolatra a los aparentes, a los que parece que tienen la solución de la conciencia humana entre sus manos alzándose por encima de Dios, pero que, después, caen abatidos porque le falta l'a conciencia suficiente como para reconocer que Dios, Jesucristo hecho Hombre y la fuerza irresistible del Espíritu Santo son al verdadera conciencia que todos necesitamos para ser verdaderos con nosotors mismos y para ser verdaderos de cara a los demás.
 
Según Jaime, los más realistas dicen que tener la conciencia limpia es síntoma de mala memoria, porque siempre hacemos más cosas mal de lo que creemos y siempre tenemos que revisarnos a nosotros mismos, porque seguro que hay actitudes y motivaciones que nos son buenas. Si nos creemos muy limpios quizás es porque miramos demasiadas veces "hacia otro lado" o porque se nos olvidan demaisado rápido nuestras "fechoráis".
 
Recurro otra vez a uno de mis textos para profundizar en la conciencia humana. Es del 31 de marzo de 2005: Estoy jutno al poeta, en el hondo llamado al hermano para mirar sobre mí mismo, lejos de todo egoísmo y ambición, buscando ese ser superiior que está dentro de todos los hombres y mujeres, preguntando sobre el destino a partir de lo que creemos ser con toda la grandeza del alma, unívocos y certeros dentro de esta angustia que es el presente lleno de interrogaciones y vacío. Estoy junto al poeta, con ese nudo en la garganta que aprieta los anhelos, evitando el tedio cotidiano y la lobreguez del entorno con gritos libres, de plena libertad, de amplia libertad, de ubérrima libertad que la montaña traga imponente para hacerla gigante proclama a la vez que tan pequeño susuroo como el hálito de un suspiro... pero un suspiro liberador que atruene todas las conciencias y las haga vovler su mirada hacia el interior de los sentidos.  Estoy junto al poeta, atravesado de ecos y de agujas musicales y místicas luciérnagas alumbrando los espacios en un desliz de fugaces ilusiones; pronunciando palabras y emociones que serían fatuas si no surgiesen del alma de la especie humana y sólo se cociesen en la amargura y el llanto. Estoy junto al poeta, para cantar que en nuestras manos debe brillar el amor, la ternura y la esperanza. Un amor verdadero, una ternura real y una esperanza invariable que frenen, por fin, esta cruenta existencia y la transformen en un lugar equilibrado donde la justicia y la equidad nos haga a todos realmente hemanos.
 
Eso es tener conciencia. Eso significa tener conciencia. Eso es la definición exacta de lo que es tener conciencia. No el baile de las mascaradas sino la alegría de los sentidos. No el clamor de tan sólo quince minutos para los ídolos ególatras (llaménse Beatles o cualquier otro pomposo nombre de ídolos) sino esa alegre eternidad de sentir a Jesucristo, de pasear con Jesucristo, de vivir con Jesucristo. Esa es la conciencia que le falta, hoy en día, a tantos seres humanos que dejan de robar o matar solametne durante quince minutos pare seguir robando y matando al llegar el minuto dieciséis. Como dice Jaime Fernández Garrido: "Intentar vivir nuestra vida de acuerdo a principios morales sólidos, seguir a Jesús y vivir de acuerdo a esos principios (¡Los que merecen la pena!). Decidir vivir de esta manera sin dudas, sin tener cada uno de nuestros pies en un lado del puente... Eso es ser una persona íntegra.
 
Lo íntegro. La integridad. ¿Qué tiene que ver lo íntegro y la integridad con la conciencia humana? Es el gran dilema humano. Dejad que os lo narre repitiendo el relato que escribí  el 25 de enero de 2007 en Vorem.com:
 
Roberto abrió el buzón de correos y tomó la única carta que había dentro de él, subió lentamente los dos tramos de escalera y entró en su hogar; después se sentó en el amplio sofá orejero de la sala con la carta entre sus manos. Miró a quién iba destinada y, efectivamente, era para él, Roberto Muñoz Fonseca, con la dirección exacta y sin ningún tipo de error. Pero lo curioso es que no tenía ninguna clase de sello, matasello, ni nada que se lo pareciese. Dio la vuelta a la carta. Tampoco tenía nombre de remitente ni algún tipo de seudónimo o anagrama comercial que lo pudiese identificar. Empezaba a ser extraño el asunto. Alguien había depositado aquella carta directamente en su buzón sin haberla pasado por la oficina de correos. Y era evidente que daba a entender que no quería ser descubierto; lo cual era lo mismo que recibir un anónimo. Al menos, la persona que había depositado la carta había olvidado darse a conocer a primera vista, a no ser que en su interior estuviese la respuesta y lo otro hubiese sido un mero despiste u olvido. Así que rasgó el sobre y sacó la hoja. Sólo había escrita una única frase: “Será mañana a esta misma hora”. Y nada más. El resto era un gran espacio vacío, en blanco, sin ningún comentario o texto aclaratorio. Tampoco venía escrito ninguna clase de saludo, ni de despedida, ni de dato que pudiese clarificar a Roberto quien había sido el autor o la autora de aquella simple frase. 

¿Qué significaba aquello?. Comenzó a interrogarse con cierta inquietud sobre el extraño asunto. Memorizó mentalmente. ¿Mañana?. ¿Tenía concertada él alguna cita para el día de mañana?. No. La memoria no le fallaba nunca y estaba totalmente seguro, con absoluta certeza, de que el día de mañana no había quedado en encontrarse con nadie. 

Miró, por si acaso, su agenda de anotaciones. Confirmado. Para el día de mañana no tenía ninguna cita ni tampoco tenía previsto hacer nada especial. A aquella misma hora, las tres y media de la tarde, tenía pensado hacer lo mismo que hoy: recostarse en el amplio sofá orejero de la sala y entretenerse en leer un poco el periódico y encender el televisor para continuar siguiendo la marcha de su serie preferida: Un misterio por resolver. Una serie que le había atrapado a esas primeras horas de la tarde y que él consideraba de gran interés y calidad televisiva. 

Volvió a mirar la carta antes de dejarla sobre la mesa de cristal. Siguió pensando. Ningún suceso familiar ni personal le estaba inquietando por aquellos días y, por supuesto, no se encontraba mezclado en ningún proyecto o asunto de carácter privado o social. Para el día de mañana no tenía previsto absolutamente nada que no fuese tan rutinario como el día de hoy. De todas formas llamó a Mercedes…

-¡Hola, Mercedes!.
-¡Hola, Roberto!. ¡Vaya sorpresa!. No me esperaba tu llamada a estas horas. 
-Si. Sé que es fuera de lo normal. No te asustes. No ocurre nada anómalo. Sólo quería consultarte si tenemos previsto llevar alguna cosa especial nosotros dos. 
-Que yo sepa no. El domingo quedamos en que esta semana yo estaría totalmente ocupada en preparar mis exámenes de biología y no iríamos a ninguna parte. ¿Qué sucede?.
-No. Nada malo. Quería confirmar si algo se me había olvidado. 
-Tú me dijiste que durante esta semana estarías haciendo vida normal dentro de tu casa.
-Y eso es cierto. Pero quería estar seguro de no olvidarme de nada. Ya sabes que tú eres lo más importante para mi y no desearía incumplir promesas. 
-Estate tranquilo. No tenemos ninguna programación prevista para mañana. 

Cuando Mercedes colgó el teléfono, Roberto estaba ya totalmente convencido de que para mañana, a esa misma hora en que leía la carta, nada, absolutamente nada, estaba previsto en su diario convivir. Entonces… ¿qué significaba aquella frase de “será mañana a esta misma hora?. Volvió a meditar. Estaba al corriente de toda la actualidad local, nacional e internacional. Ningún medio de comunicación estaba tratando acontecimiento interesante alguno para el día de mañana. Decidió que todo sería producto de alguna broma pesada. Pero se inquietó por unos instantes al pensar que podría ser una amenaza a su integridad personal lanzada por alguien que le odiase de manera especial. Pero Roberto no tenía ninguna enemistad que supiese. Era un hombre tranquilo y afable. Sencillo. Normal. Muy querido por todos. Decidió encender el televisor y seguir contemplando la serie que tanto le interesaba. Después quedó lentamente dormido.

Al terminar su dormidera pasó toda la noche con unos amigos en el bar del barrio. Tomó su consecuente copa junto con ellos. Y se olvidó de la carta… hasta que al regresar a su domicilio la volvió a encontrar sobre la mesa de cristal. Se volvió a inquietar. Comenzó a pensar que quizás no fuese ninguna broma y que alguien le estaba amenazando por algún motivo que no le venía a la memoria. Así que pasó una noche fatal. Sin apenas poder conciliar el sueño. 

Al día siguiente la rutina le volvió a engullir durante su trabajo en la oficina. Terminó la jornada cansado (había dormido muy mal) y regresó a casa. Era la misma hora que cuando encontró la carta en la tarde de ayer. Se sintió verdaderamente preocupado por si algún suceso extraño o desagradable fuese a ocurrir entonces. Era tanta su alarma que no encendió el televisor, perdiéndose un capítulo de la serie que, por otra parte, estaba entrando en un momento de gran interés. Tampoco pudo concentrarse en la lectura. Comenzó a fumar cigarrillo tras cigarrillo (él, que apenas fumaba dos cigarrillos al día) y no pudo probar bocado de lo excitado en que se encontraba. Pero nada ocurrió. Nada. Hasta que a las once de la noche (sin haber bajado para nada a la calle ni haber hecho nada especial sino esperar tensamente a que algo ocurriese) sonó el teléfono. Voz femenina al otro lado del hilo…

- Hola Roberto...
-¿Mercedes?. 
-No, perdona. No soy Mercedes quien te llama.
-Entonces… ¿quién eres?. ¿No recuerdo tu voz?. 
-Soy la persona que te envió la carta ayer por la tarde. 
-Y no te parece una obra pesada y absurda…
-Por supuesto que no.
-Pero tú señalabas que “será mañana a esta misma hora”. ¿Me puedes explicar que iba a suceder hoy y que no ha sucedido?.
-Por supuesto que sí ha sucedido. Y estoy enormemente contenta y feliz por ello. 
-Pues no tiene sentido. Que yo sepa no ha sucedido nada más que me has tenido excitado y preocupado toda la tarde.
-Eso es lo que yo quería que sucediese. Ha sucedido que por primera vez en mi vida alguien ha estado preocupado por mí. Alguien, de alguna manera, me ha tenido en su mente. Alguien ha estado atento a mi persona. Nadie me da importancia nunca. Nadie se para a ofrecerme un poco de tiempo. Nadie se interesa por mí. Sólo he conseguido que tú, durante toda la tarde, estuvieses tenso y preocupado por algo que había partido de mi imaginación. ¿Te parece poco importante eso?. Nunca más nadie me volverá a prestar la más mínima atención. Nací para ser siempre una olvidada. Pero ahora ya no. Ahora ya puedo decir que alguien estuvo toda una hora entera pendiente de mi o al menos de algo que había salido de mi cabeza. Adiós. 

Y colgó. 
 
Como escribe mi amigo y hermano Jaime: "Porque como alguien dijo un día, un hombre con un reloj sabe qué hora es. Uno con dos, no está nunca seguro. O tenemos principios que merezcan la pena o viviremos en la duda toda nuestra vida". A lo cual acompaño yo con un reciente pensamiento de mi propia cosecha. Es del 14 de septiembre de 2013 en Vorem: "Duda de quién eres y nunca llegarás a serlo". Sólo Jesucristo es el Camino. Sólo Jesucristo es la Verdad. Sólo Jesucristo es la Vida. Y eso es tener conciencia. 
 
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Foto del autor Jos Orero De Julin
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Reflexiones de carcter social y cristiano.

Palabras Clave: Comunicacin Divulgacin Reflexiones Pensamiento Conocimiento Sociedad Realidad Verdad Conciencia Fe Cristianismo.

Categoría: Conocimiento

Subcategoría: Instrucciones



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