Hombres y mogovos (Novela - Cómic - Guión Cine) -Capítulo 8-
Publicado en Jan 24, 2014
Ya la luz del sol alumbra todas las calles de la ciudad de los dorfus cuando, en medio del asombro general de toda la población, ven llegar, cayéndose, levantándose, volviendo a caerse y arrastrándose por el suelo como mejor pueden, a los tres hijos del Grán Isén. Hasta que son divisados por el guardián Elbing que se acerca a socorrerles.
- Pero... ¿se puede saber qué les ha sucedido a ustedes tres? Ninguno de los tres puede contestar porque están lanzando quejidos de dolor... - ¡Voy a pedir una ayuda urgente a los sirvientes del Palacio de los Gobernantes! ¡Ustedes quédense aquí, tumbados en el suelo, hasta que vengan a recogerles! ¿De qué gran batalla vienen ustedes? Elbing los acomoda, como puede, sentados con sus espaldas contra uno de los muros de la ciudad y corre a pedir ayuda al Palacio de los Gobernantes hasta que, unos minutos después, reaparece con seis sirvientes que llevan, de dos en dos, tres camillas hechas de lona. Con mucho esfuerzo y llevando mucho cuidado para no romperles ningunas costillas, colocan a los tres apaleados hijos del Gran Isén y los transportan hasta el palacio donde son recibidos por la Gran Odinia. - ¡¡Por todos los dioses y diosas de los dorfus!! ¿Qué os ha sucedido, hijos míos? Ninguno de los tres tiene todavía fuerzas para hablar y tampoco tienen ganas de contar lo sucedido... - ¡¡Llevadlos a sus respectivos camastros mientras les cocino una sopa de puerros calientes a ver si pueden recuperar el habla!! ¡¡Qué barbaridad!! ¡¡Vaya paliza que les han dado a mis tres queridos hijitos!! Los sirvientes, otra vez con mucho cuidado para no romperles ningún hueso, los colocan en sus camastros mientras los tres no dejan de quejarse del dolor que proviene de todas las partes de sus cuerpos hasta que, media hora más tarde, vuelve a aparecer, en el dormitorio de los tres hermanos, su madre la Gran Odinia con una gran cazuela de barro cocido y llevando, también, tres escudillas de madera y un cucharón de latón. Vierte en las tres escudillas el reparto de la sopa de puerros calientes y les va dando de comer, alternando el turno, a los tres hijos del Gran Isén que apenas pueden masticar. - ¡¡Cuando se entere vuestro padre va a montar en cólera, insensatos!! ¿Cómo habéis estado ausentes durante toda la noche y con quiénes os habéis peleado? Tanto Zarkón, como Walder y Briot, apenas pueden masticar los puerros calientes pero, poco a poco, van recuperando el sentido a pesar de estar totalmente desmayados. Y, una vez terminada la sopa, la Gran Odinia se lleva la cazuela, las tres escudillas y el cucharón para volver, unos minutos después, con todo un amplio botiquín de primeros auxilios. En medio de la labor de las curaciones y los vendajes, la Gran Odinia vuelve a preguntar... - ¿Se puede saber ya quiénes han sido los que os han dado tan gran paliza que parece que habéis perdido hasta vuestros nombres? Sin embargo, ninguno de los tres se atreve a hablar. - ¡¡Está bien!! ¡¡Ahora mismo cuento el asunto a vuestro poadre El Gran Isén y a Sigrid para que se lo digáis a ellos!!! - A Sigrid no... por favor mamá... a Sigrid no.. - ¡Vaya, Zarkón! ¡Por fin te atreves a hablar! ¿Por qué no puede estar presente en vuestra confesión tu hembra Sigrid? ¡No tiene por qué darte vergüenza haber combatido como un héroe a pesar de haber sido derrotado! ¡Así se hacen los semi dioses humanos! ¡Esto te engrandecerá más ante los ojos de ella! - No avises a Sigrid... por favor... - ¡¡Ni por favor ni sin favor!! ¡¡Tu padre y Sigrid deben escuchar juntos la confesión de vuestra heroicidad para que el próximo día de adoración a los dioses y diosas, en el templo, os alabe y elogie el pueblo dorfu tras las palabras de Windar!! Antes de que Zardón pueda evitarlo y de que su madre la Gran Odinia salga de la habitación, aparecen el Gran Isén y Sigrid que se han enterado de lo sucedido pues la noticia ha corrido por todo el palacio. - ¡¡Por todos los dioses y por todas las diosas del olimpo de los dorfus!! ¿Qué os ha pasado a vosotros tres para estar tan maltrechos que da lástima veros? - Nada... Gran Isén... nada importante... - ¿Qué es eso de nada importante si estáis más apaleados que tres perros callejeros en medio de los arrabales de la ciudad? ¿Cómo habéis podido llegar hasta aquí en estas lamentables condiciones físicas y morales? - Los han traído en camilla de lona, Gran Isén. - ¿Qué dices, Gran Odinia? - Que como no podían valerse por sí mismos los han traído entre seis sirvientes gracias a las camillas de lona. - ¿Es eso verdad, Zarkón? - Lo siento, padre... es verdad... - ¿Con quiénes habéis peleado? ¡Estoy seguro de que os habéis enfrentado violentamente contra algún grupo de mogovos! ¡Ya te avisé, Zarkón, de que están muy cerca de nosotros! ¡Pero eso es digno de honor! Así que no os dé vergüenza contarlo. - Es que... no nos hemos peleado contra ningún grupo de mogovos... - Entonces... ¿quiénes os han destrozado de esta manera tan cruel? - ¡Hemos caído en una trampa, Gran Isén! - ¡Ya te dije a ti y a todos los que quisieron escucharme que los mogovos están muy cerca y están aprendiendo a imitar todo lo que hacemos los hombres dorfus! ¡Habrán visto cómo colocáis las trampas cuando vais de cacerías y habéis caído en una de ellas y, claro está, no habéis podido defenderos de la paliza que los mogovos os han dado! - Tampoco es eso, Gran Isén... - Entonces... ¿quiénes os han tendido esa trampa?... - Me da vergüenza decirlo delante de Sigrid... por favor... que se vaya Sigrid... no quiero verla... - ¡Escucha, Zarkón! La fuerza está en la voluntad y la voluntad depende solamente de nuestros pensamientos. Piensa y tendrás fuerza de voluntad. ¿Quieres decirnos ahora quiénes os han tendido esa trampa? - Gran Isén... no puedo... mientras Sigrid esté presente... ordena que se vaya... - ¡¡Ordeno que se quede para escuchar toda la historia completa!! - ¿Por qué no puedo yo estar presente, Zarkón? ¡Yo estoy muy orgullosa de ti! ¿Estás tú también muy orgulloso de mí? - No es cuestión de estar orgulloso porque el orgullo me sobra... pero esta vez... esta vez... esta vez... - ¿Qué sucede con tu orgullo esta vez, Zarkón? - Esta vez no puedes estar presente, Sigrid. - Pues si esta vez no puedo estar presente ninguna más veces estaré presente así que o cuentas quiénes os han puesto la trampa o no me ves jamás en tu vida. - Esta bien... pero luego... - ¿Qué pasa luego? - Que si quieres pedir aclaraciones se lo hagas al maestro armero. - ¿Al inútil de Beckamans? - A ese mismo, Sigrid. - ¡¡Te ordeno que nos digas a Sigrid y a mí, inmediatamente, quiénes os han puesto la trampa porque para eso soy tu padre y, además, soy el Gran Isén!! - Lo diré... - ¡Habla ya o me pierdes para siempre, Zarkón, y te consuelas con las prostitutas que tanto te gustan para alardear ante los demás cazadores violentos! - Han sido... Zaida y Braina... La cara de Sigrid se pone pálida de repente... - ¿Cómo has dicho? ¿He escuchado bien? - ¡Has escuchado muy bien! ¡¡Han sido Zaida y Braina!! Ahora Sigrid enrojece de ira... - ¿Zaida y Braina? - Eso he dicho... - ¿Esas dos putas? - ¡¡Zaida no es ninguna puta!! - ¡Abre ya los ojos de una vez por todas, Zarkón! ¡Esa Zaida a la que tanto deseas que pierdes por ella toda tu dignidad de futuro gobernante de los dorfus solamente es una puta y, además de eso, todas sabemos que es una lesbiana y su íntimo amor es la ramera de Braina! Todos quedan paralizados pero Sigrid decide que tiene que actuar por su cuenta. - ¡Adiós a todos! - ¿A dónde vas ahora, Sigrid? - ¡¡Tengo que hacer algo muy urgente, Gran Isén, y no quiero que nadie me acompañe ni que me vigile!! ¿Entendido? Ante aquella furia desatada ni El Gran Isén se atreve a llevarle la contraria. Así que Sigrid sale totalmente apresurada y decidida a hacer una visita a su íntima amiga Lusalla. No para de caminar hasta llegar a la vivienda del gran brujo y hechicero Windar donde es recibida por éste que acaba de terminar su desayuno de huevos de pata. - ¿Qué sucede, Sigrid ? - ¡En primer lugar límpiate bien la boca de huevos cuando hables con una hembra como yo! Windar se limpia la boca con sus manos. - ¿A qué vienes a mi vivienda a estas horas, Sigrid? ¿Sucede algo malo? - ¡No te importa a ti saber si sucede algo malo o sucede algo bueno! ¡¡Quiero hablar con Lusalla!! - Adelante, puedes pasar hacia dentro. Tú eres siempre bienvenida a mi humilde morada. - ¡¡Quiero hablar con ella a solas!! - No permito más veces que Lusalla salga sola por las calles. - ¡¡A mí no me importa si eres un cornudo o no eres un cornudo así que haz el favor de dejar que salga Lusalla porque tengo que hablar con ella cosas de hembras y en este asunto los machos no tienen nada que hacer con nosotras!! Ante el escándalo que se está armando en la puerta de la vivienda, sale Lusalla por ver qué es lo que está ocurriendo. - ¡Hola, amiga Sigrid! ¿Qué sucede? ¿Por qué estás tan alterada? - ¡¡Necesito hablar contigo a solas ahora mismo! - Es que Windar no me lo permite. Se ha vuelto muy celoso. - No me importa si le pones los cuernos con mi Zarkón o si no le pones los cuernos con mi Zarkón. ¡¡Necesito hablar contigo a solas y como dos buenas íntimas amigas!! ¿Tienes algo en contra, viejo brujo? - Esto... está bien... lo permito... - Pues coje una buena soga y vámonos hacia las afueras de la ciudad, Lusalla, y en cuanto a usted, viejo brujo, bien adornado que está. ¡Jajaja! Ante la impotencia del viejo gran brujo y hechicero Windar, Sigrid y Lusalla, ésta escondiendo dentro de su escultural cuerpo la soga que ha elegido, se alejan de la ciudad y llegan a un prado cercano a la Cueva de Barelles. - ¿Vas a azotarme por haber tenido orgías sexuales con Zarkón? - No te preocupes por eso ahora, Lusalla, yo también le pongo los cuernos a mi macho con otros hombres de la ciudad... así que estamos a la par las dos. - Entonces... ¿de qué quieres que hablemos como buenas e íntimas amigas? - ¿Te has enterado tú de lo sucedido anoche? - ¿Te refieres a la trampa en que cayeron Zarkón, Walder y Briot? - A eso mismo. ¿Qué sabes tú sobre el asunto? - Que Zaida y Braina les tendieron una trampa en la Cueva de Barelles. - ¿A tanto llega tu conocimiento del agravio en que soy víctima por culpa de Zarkón? - Sí. Se comenta en toda la ciudad. - A esa puta de Zaida se la tengo prometida y se va a acordar ahora de lo que le prometí. ¿Dónde crees que más le duele a Zaida? - Su autoestima es muy elevada. Es la líder de las hembras insurrectas y rebeldes. No tiene puntos débiles. - Y si te digo que dónde más le duele es en su íntima amiga Braina... - No son amantes, Sigrid. Es totalmente falso que sean lesbianas. Todas sabemos que eso es completamente falso y producto de la envidia. - Ahora no me importa eso. Ahora lo que me importa es vengar a Zarkón. - ¿Y te has fijado en Braina? - Veo que me estás entendiendo a la perfección. Si algo malo le sucede a Braina le va a doler mucho a Zaida. Mucho más que si le sucediera a ella misma. ¿Sigues entendiendo lo que quiero hacer? - ¡Me asustas, Sigrid! ¡Cuando te pones tan iracunda me asustas de verdad! - Tenemos que ir a visitar a Braina. - Yo no quiero ser parte de nada malo, Sigrid. - Tú eres mi mejor y más íntima amiga y las rubias tenemos la obligación de dar un gran escarmiento ejemplar a las morenas... así que me vas a ayudar hasta el final o eres hembra muerta... Lusalla comienza a temblar pero domina sus nervios... - ¿Qué tengo que hacer, Sigrid? - Como eres una de las que forman parte del grupo de las hembras revolucionarias y rebeldes sólo quiero que hablemos con Braina haciendo como que yo estoy muy interesada en formar parte de ese grupo que lidera Zaida. - ¿Solamente eso? - Algo más que eso. - ¡¡Yo no quiero problemas con Zaida!! - No tienes por qué temer a Zaida porque también Zaida caerá a su debido tiempo. Ahora lo que tenemos que conseguir es convencer a Braina de que yo tambien me he concienciado como vosotras y quiero formar parte de ese grupo. Tenemos que hablar con ella en uno de nuestros bosques. - ¿Y después? - Después la atamos al tronco de un árbol y... - ¡Por todos las diosas dorfus! ¿Qué pasará después? - Que si es verdad que los mogovos están aprendiendo a imitar lo que nos hacen los cazadores dorfus más violentos... ya te puedes imaginar... - ¡¡No!! ¡¡Eso no!! ¡¡Eso es criminal!! - ¡¡Sí!! ¡¡Eso sí!! ¡¡Eso es justicia!! Convencida Lusalla de que no puede oponerse al sanguinario plan ideado por Sigrid se encamina, junto con ella, a la vivienda de Braina que acaba de darse un baño y se encuentra descansando. Cuando las ve llegar sale a su encuentro. - ¡Hola, Lusalla! ¡Hola, Sigrid! ¿Cómo vosotras dos por aquí? - Vengo con Lusalla porque me ha contado la gran aventura que queréis llevar a cabo las hembras que lidera Zaida y me he dado cuenta de que lo que buscáis es la dignidad de todas las hembras de los dorfus. Soy consciente de que vuestra lucha no sólo se merece todos mis respetos sino que quiero unirme a vosotras. - Puede ser muy peligroso para ti, Sigrid. - No tengo miedo al peligro. Soy como todas vosotras. ¿Podemos hablar en el bosque de los abetos? - Vamos para allá. Si la gran Sigrid está concienciada y convencida de que está de acuerdo y asume nuestra lucha como una más de nosotras, para Zaida será de gran impacto. - Por supuesto que mi decisión le va a impactar a Zaida. Y ahora hablemos de vuestras normas en el bosque de los abetos. Las tres hembras, dirigidas por Lusalla, se adentran en el bosque de los abetos y, una vez llegadas hasta lo más intrincado de la arboleda, Sigrid ataca violentamente a la descuidada Braina y la derriba al suelo donde queda inmovilizada por la fuerza superior de Sigrid. - Lusalla... ¡ayúdame a levantarla y atarla en uno de estos árboles! - Entonces... ¿tú eres una espía, Lusalla?... - ¡Jajaja! ¡Claro que es mi espía, ingenua! - Pero si ella también participó en el apaleamiento de Zarkón, Walder y Briot... Lusalla vuelve a temblar ante el gesto feroz de Sigrid. - Perdona, Sigrid... pero... lo tuve que hacer obligada por Hugh... - ¿Por ese feo y deforme pescador que es más débil que un espárrago caducado? - Por él y por Zyriab. - ¡¡¡Cómo odio a Zyriab!!! - Cálmate, Sigrid... no podía dejar que me descubriesen... - Terminemos ahora con nuestra labor justiciera y otro día hablamos de eso. Entre las dos rubias (Sigrid y Lusalla) logran atar fuertemente a la morena (Braina) a un gran árbol y la abandonan en medio del bosque pero con la boca tapada por el pañuelo de Sigrid para que no pueda pedir auxilio. - ¡¡Que los dioses del infierno dorfu te reciban, querida Braina!! - ¡¡En verdad que eres demoníaca, Sigrid!! - La venganza es la venganza, Lusalla. - Pero la venganza no es justicia, Sigrid. - ¿De verdad te ha convencido la filosofía de todas esas rameras? - Me ha convencido la verdad de Zaida y de Zyriab... - ¡¡No me vuelvas a citar a ninguno de esos dos nunca jamás en nuestras vidas!! - Pero... ¿no te da lástima de lo que le puede suceder a la inocente Braina si la encuentran los mogovos? - ¡¡Jajaja!! ¡¡¡Eso es lo que deseo!!!
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