Al alimn (Entrevista)
Publicado en Jan 30, 2014
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A pesar de mi ya larga experiencia como periodista, he de reconocer que hoy me enfrento con la entrevista más ardua y difícil de mi carrera. He quedado citado a las diez y media de la mañana y tanto mis entrevistados como yo mismo hemos llegado puntuales. Para empezar he de aclarar que la entrevista la vamos a celebrar sentados en el duro suelo pedregoso de la entrada a la Biblioteca Regional de Murcia. Me encuentro frente a Leopoldo, Juan Luis y tres capuchinos que se han apuntado, en el último momento, como participantes activos. A mis 18 años de edad espero ser valiente pero con temeridad porque tengo temor de Dios. Y también espero que Dios me acompañe y pueda conseguir llevar a cabo la entrevista de tal envergadura y tan bien elaborada que mi Jefa de Redacción quede completamente satisfecha y no me haga seguir caminando, todo el día, por las calles murcianas para pedirme algún reportaje extra. ¡Aquí vamos porque aquí estamos!
 
Diesel.- ¿Qué es la marginación?
Leopoldo.- La marginación es el derecho irrenunciable que tenemos todos los seres humanos que no nos consideramos masa.
Juan Luis.- Yo aclaro que de la masa salen los panes, pero que la marginación la sufren solamente los filósofos de esta existencia masificadora y totalmente muerta debida al exceso de consumismo materialista, sea ateo o no sea ateo dicho materialismo.
Capuchino Primero.- Yo me margino, tú te marginas, él o ella se margina; nosotros nos marginamos, vosotros os margináis y ellos o ellas se marginan.
 
Miro al cielo por ver si nos amenaza alguna tormenta y tenemos que refugiarnos en el interior de la Biblioteca; pero el cielo está despejado y comienza a calentar el sol.
 
Diesel.- Cuando el dedo de un poeta señala a la luna, ¿hacia dónde miran los locos?
Juan Luis.- Cuando el dedo de un poeta señala a la luna, los locos miran hacia el horizonte.
Leopoldo.- Yo tengo que discrepar porque pienso y razono que cuando el dedo de un poeta señala a la luna los locos miran las sombras de sí mismos.
Capuchino Segundo.- Creo que la respuesta depende de las miradas de las circunstancias de cada loco que, al pensar demasiado, les hacen ser marginados.
Juan Luis.- Discrepo totalmente de lo dicho por el señor Capuchino Segundo. Los locos no piensan nunca sino que solamente meditan siempre, luego es cierto lo que dice Leopoldo y no es cierto lo que afirma el señor Capuchino Segundo.
Diesel.- Un poco de calma, por favor.
Leopoldo.- No tenemos por qué hacernos favores los unos a los otros. En realidad los locos no necesitan favores de nadie de los que se hacen llamar cuerdos porque no bailan en las cuerdas flojas por causa de ningún favor. Los locos no admiten eso.
Capuchino Tercero.- Estamos entrando en una espiral sin final.
Juan Luis.- Discrepo por completo del señor Capuchino Tercero; porque una espiral no es un círculo cerrado y al no ser un círculo cerrado la salida está en la única posibilidad de escape.
Capuchino Primero.- ¿De qué escape está usted hablando, Juan Luis?
Leopoldo.- Me gustaría responder yo a esa pregunta del señor Capuchino Primero.
Diesel.- Adelante, Leopoldo.
Leopoldo.- La mejor salida es la mejor actuación posible para que los demás se rían un poco que, la verdad sea dicha, es hoy muy necesario. 
Capuchino Primero.- ¿Está usted diciendo que la vida es un circo?
Leopoldo.- Estoy diciendo que la vida es una paradoja.
Diesel.- Hablando de paradojas, ¿un poema escrito por un ser humano vivo puede referirse a la muerte?
 
Dejo que mis contertulios se tomen unos minutos de relax para que mediten muy bien sus respuestas antes de que el sol no empiece a calentarnos los sesos. Quizás por eso, para ser coherente, he venido con mi sombrero puesto sobre mi cabeza; así que enciendo mi primer puro del día ante la expresión de disgusto de los tres capuchinos y la sonrisa, franca y abierta, de Leopoldo y Juan Luis. El primero que se lanza a contestar es Leopoldo. 
 
Leopoldo.- Será todo lo paradójico que los lectores puedan pensar, pero un poeta no puede escribir sobre la muerte si ya está muerto, más si está vivo es que muere. 
Capuchino Primero.- ¿Por qué dice usted esa contradicción?
Juan Luis.- Voy a intentar explicárselo yo. Si nos ponemos a pensar todos y todas, un poeta muy romántico siempre escribe poemas sobre la tumba de sus emociones.
Diesel.- ¿Puede aclarar eso un poco mejor?
Juan Luis.- Las emociones, a veces, son momentos nuestros porque se quedan en el interior de las personas que son incapaces de expresarlas. Los poetas no son así porque los poetas no son como la gente opoina y cree que son.
Capuchino Segundo.- Discrepo totalmente. Los poetas, al ser de carne y hueso, son como el resto de las personas y son, por lo tanto, como las demás personas les ven.
Leopoldo.- Lo cual no es cierto.
Diesel.- ¿Existe alguna certeza absoluta acerca de cómo son los poetas?
Leopoldo.- Palabras sobre palabras; así que soy mis palabras y estas no dependen de cómo me ven los demás sino que es algo muy relativo porque me definen con exactitud mientras los demás no pueden hacerlo tan exactamente como lo que soy.
Capuchino Primero.- Espero que no empecemos a discutir asuntos aristotélicos; porque según Tomás de Aquino nunca nos mostramos como somos nosotros sino como los demás quieren que seamos.
Leopoldo.- Lo cual no es cierto.   
Diesel.- Un poco de orden y de sensatez, por favor. ¿Qué opina usted sobre todo esto, Juan Luis?
Juan Luis.- Yo opino que la memoria de los poetas siempre está en la carne de sus palabras.
Capuchino Tercero.- ¡Eso es imposible! ¡Las palabras carecen de carne!
Leopoldo.- Discrepo. La carne de las palabras siempre es la sustancia de todas las palabras y si la poesía contiene vida tenemos que estar de acuerdo en que es humana y la carne es lo más humano que conozco.
Capuchino Primero.- ¿Y lo divino? ¿Dónde queda lo divino en la poesía?
Leopoldo.- Lo divino en la poesía es el texto dentro de un contexto pero cuando el contexto está dentro de lo razonable aunque los demás no lleguen a entenderlo. 
Diesel.- ¿Es la razón una causa implicita en los poetas?
Leopoldo.- Me gusta mucho esa pregunta, pero prefiero que la responda Juan Luis.
Juan Luis.- Hablamos muy a la ligera. La razón nunca es implícita sino que siempre es explícita y por eso los lectores y las lectoras de poesías tienen que ser capaces de distinguir la diferencia que hay entre lo que se escribe y lo que se deja a la imaginación.
Capuchino Segundo.- ¿La imaginación? ¿Es posible que la imaginación esté relacionada tan estrechamente con el racionalismo? No es eso exactamente lo que dice Agustín de Hipona.
 
A Leopoldo le entra hipo.
 
Leopoldo.- Perdonen todos ustedes pero siempre me entra hipo cuando escucho la palabra Hipona puesto que respondo siempre con mis instintos humanos y estos reaccionan ante algunas palabras, luego es coherente del todo que la imaginación sea un producto del razonamiento cartesiano.
Capuchino Primero.- Discrepo de esa puntualización tan elemental pero tan incoherente aunque no sé cómo explicarlo.
Diesel.- ¿Es la puntualización un factor predominante en la poesía?
 
Llegados a estas alturas del debate propongo unos pocos minutos de relax para que todos piensen bien antes de hablar y aprovecho este crucial momento para apagar, tranquilamente, el puro que tengo encendido mientras los demás meditan y yo guardo silencio para demostrar que tengo una exquisita educación y soy capaz de seguir manteniendo el orden. 
 
Leopoldo.- Yo siempre digo que el poema es siempre caníbal y es que, en realidad, todo poema bien escrito se come todas las puntualizaciones. 
Capuchino Primero.- ¡Espere un momento, don Leopoldo! Yo no estoy de acuerdo con eso de que los poemas tengan que comerse algo.
Juan Luis.- ¡Estamos hablando del hambre de los poetas!
 
Suelto una carcajada pero no para molestar a nadie sino porque me ha hecho gracia y aprovecho para volver a controlar los ánimos de mis contertulios.
 
Diesel.- Pongamos bien puetos los puntos sobre las íes. La aliteración no es nunca una alteración; porque la aliteración, en sí misma, no altera el producto final de un poema. Pueden ustedes continuar hablando.
Capuchino Segundo.- Si los poetas están hambientos, ¿qué me dicen ustedes del hambre de los capuchinos? 
Leopoldo.- ¡Jamás pueden ustedes los capuchinos saber lo que es el hambre de los poetas porque ustedes nunca pasan hambre luego no es razonable que usted se enfade sin motivo alguno!
Capuchino Segundo.- ¿Eso quiere decir que los capuchinos no somos marginados?
Leopoldo.- Eso quiere decir que el hambre de los poetas es el hambre del pueblo y que ustedes los capuchinos desconocen la verdad de esa clase de hambre porque sólo son capuchinos nada más. 
Capuchino Tercero.- ¿Y eso no se llama discriminación contra nosotros?
Juan Luis.- Que responda a eso quien tenga los ojos perdidos en el tiempo.
Diesel.- ¿El tiempo de las discriminaciones es un tema apasionante para los poetas?
Leopoldo.- Por supuesto que sí siempre que no se suponga lo contrario.
Juan Luis.- Estoy de acuerdo con eso y, además, añado que todo eso lo ignoran quienes creen en las ciencias más o menos ocultas.
Diesel.- ¿La ciencia solapa a la poesía o la poesía solapa a la ciencia?
Capuchino Primero.- ¡Antes de que responda don Leopoldo tengo que advertir que no tengo nada que decir!
Leopoldo.- Un poema o es para todos o no es para nadie, y eos es algo que los de Ciencias no saben comprenderlo ni expllciarlo.
Juan Luis.- Luego la ciencia solapa a la poesía.
Leopoldo.- Pero la poesía solapa a los poetas.
Diesel.- Este debate entre los científicos y los poetas, ¿tiene una tercera vía?
Leopoldo.- Existe la vía del tren.
Capuchino Segundo.- ¿Qué ha querido usted decir con eso, don Leopoldo?
Leopoldo.- Que todos los poetas sabemos que el tren siempre vuelve.
Capuchino Tercero.- ¡No entiendo nada de nada! ¿Qué tiene que ver el tren con lo que estamos hablando?
Juan Luis.- A esa duda respondo yo que todos los poetas sabemos que el tren siempre vuelve cuando llega al final del mundo aunque el mundo no lo sepa o no quiera reconocerlo aun sabiéndolo.
Capuchino Primero.- ¡Exijo una explicación!
Leopoldo.- La explciación es que un poema es siemrpe un pájaro del abismo.
Capuchino Segundo.- Discrepo. Cuando una poesía se convierte en un abismo no la podemos entender.
Juan Luis.- Lo cual es falso.
Capuchino Tercero.- ¿Puede explicar ese absurdo?
 
Enciendo otra vez mi primer puro del día ante la cara de desagrado de los tres capuchinos y la sonrisa franca y abierta de Leopoldo y Juan Luis.
 
Juan Luis.- Lo que quiere decir Leopoldo es que en un abismo siempre hay inspiración poética. Los pájaros vuelan siemrpe sobre el abismo y los poetas somo pájaros.
 
Ahora todos nos levantamos del duro suelo pedregoso y nos sentamos en las escaleras que hay en la entrada de la Biblioteca Regional de Murcia.
 
Leopoldo.- Y todo abismo es la antesala de la creatividad.
Diesel.- Ahora que hablamos de la creatividad, ¿un poema se crea o un poema nos crea?
Capuchino Primero.- No lo creo.
Leopoldo.- ¿Qué es lo que usted no cree?
Capuchino Primero.- Que un poema pueda crear a un poeta. ¡eso sí que no lo admito!
Juan Luis.- Porque usted no sabe ni conoce ya que tiene la mente muy cerrada; pero es un hecho, ya muy contrastado con la realidad, que un poeta se coforma siempre a través de su poesía.
Capuchino Segundo.- ¿Está usted hablando de conformismo?
Juan Luis.- Siempre que habla usted mete la pata hasta el fondo. Conformar no es conformismo sino configuración y, por eso, todo poema configura a su autor. 
Diesel.- Cuando un autor se convierte en poeta ¿es que ha cambiado por completo?
Leopoldo.- Por lo menos por un instante.
Juan Luis.- Lo que le hace ser importante a un poeta es lo que poetiza y no lo que creen muchos que poetiza.
Capuchino Tercero.- ¡Esto es demasiado!
Leopoldo.- ¿Demasiado complejo para su entendimiento, señor Capuchino Tercero?
 
Como el señor Capuchino Tercero se pone rojo de vergüenza y no sabe qué constestar, intervengo para cambiar de asunto no vaya a ser que la entrevista entre en un callejón sin salida.
 
Diesel.- ¿Qué es un callejón sin salida para un poeta?
Juan Luis.- La sonrisa siempre nos salva de los callejones sin salida. La perenne y eterna sonrisa de todo poeta que se precie de serlo. Y eso no lo pueden entender los capuchinos de este mundo.
Capuchino Primero.- ¿De qué mundo está usted hablando, don Juan Luis?
Leopoldo.- ¡Es mi turno y quiero ser yo quien conteste a eso!
Diesel.- Tiene usted derecho de réplica.
Leopoldo.- Replico y explico que la poesía siempre acorrala al esquelético mundo en que estamos viviendo en la actualidad.
Capuchino Primero.- Pero es el mejor mundo que tenemos.
Leopoldo.- Lo cual quiere decir que ustedes admiten su derrota.  
 
No esto y dispuesto a que la entrevista acabe de esta manera y suelto una pregunta muy peligrosa.
 
Diesel.- ¿Es la derrota el principio de una gran victoria?
Leopoldo.- Depende de a qué clase de victoria nos estemos refiriendo.
Capuchino Segundo.- ¡Reconozco que soy un derrotado!
Juan Luis.- Reconocer que se ha sido derrotado es digno de elogiar y no ese elogio de la locura por muy famoso que sea dicho libro. Yo creo que el mejor elogio no es el de la locura sino el elogio de la incertidumbre.
Capuchino Tercero.- ¡Atiza! ¡En eso nunca había pensado yo!
Leopoldo.- Aclaro que la desnudez de la palabra poética no existe.
Juan Luis.- Porque toda palabra poética siempre está vestida de claridades; algo que los capuchinos no son capaces de expresar en sus retorcidos sermones. Por eso opino que lo legendario de todo poema radica en lo insigne de sus palabras vestidas.
Capuchino Primero.- ¿Pero qué está diciendo este loco?
Juan Luis.- Soy y estoy más cuerdo que la cuerda que usan las niñas y los boxeadores para saltar a la comba? Ya ve usted cómo en la poesía pueden coincidir dos elementos tan disparejos como la ternura de una niña y la dureza de un boxeador.
Diesel.- Hablando de la comba, ¿existe o no existe un combate real entre las palabras desnudas y las palabras vestidas?
 
Aquí hago otra pausa porque la entrevista está en un pounto muy emocionante.
 
Leopoldo.- La palabra desnuda es como una mujer hipotensa y perdonen que me entre otra vez el hipo.
 
Esperamos unos segundos hasta que Leopoldo deja de hipar.
 
Juan Luis.- Por eso las palabras poéticas son la palabras que nacen de lo que llamamos intuición previsora.
Capuchino Tercero.- ¡Arrea! ¿Eso qué es?
Juan Luis.- Eso es que entre Marx y una mujer desnuda yo, como poeta que soy, prefiero siempre irme con una mujer bien vestida.
Leopoldo.- ¿No es eso dar demasiados rodeos?
 
Intervengo para que la entrevista no se me escape de las manos.
 
Diesel.- Con la mano puesta sobre el corazón, ¿por qué dan tantos rodeos los poetas?
Leopoldo.- Para domar a las palabras.
Capuchino Primero.- ¿Eso quiere decir que los poetas luminosos son como vaqueros del Oeste americano domando caballos desbocados?
Leopoldo.- Eso no es ninguna figura literaria, señor Capuchino Primero, poroue toda figura literaria se inicia en un accidente.
 
Propongo un descanso para que cada cual se vaya a tomar un café donde quiera y, aceptado por todos mis contertulios, quedamos en seguir el debate sentados en las escaleras de la Biblioteca Regional de Murcia. Es una propuesta que todos aprovechan y yo acabo de descubrir que he perdido mi reloj Timberland; aunque es mucho mejor haberlo perdido porque ya no daba más de sí y estaba acabándose su pila. Así que me tomo un café descafeinado y de cereales en la Redacción y después compro mi segundo puro del día y regreso a las escaleras de la Bilbioteca Regional de Murcia donde ya me están esperando Leopoldo, Juan Luis y los tres capuchinos. 
 
Diesel.- Hablando de accidentes, ¿qué es un accidente gramatical?
Leopoldo.- La sombra de una superficie dentro de un contexto poético.
Capuchino Primero.- Eso no lo entiendo aunque lo intento entender.
Juan Luis.- Entender no es suficiente para saber lo que es un accidente gramatical. En base a la verdad poética todo accidente gramatical es un rastro de ternura.
Capuchino Segundo.- ¡Jamás he leído yo en ningún libro de la filosofía patrística tal cosa! 
Juan Luis.- Estoy queriendo decir que, en poesía, todo accidente gramatical es una llamarada que enciende el poema.
Capuchino Tercero.- Y yo que siempre he pensado lo contrario.
Leopoldo.- ¿Qué es lo contrario para usted, señor Capuchino Tercero?
Capuchino Tercero.- No sé explicarlo pero existe.
Juan Luis.- Lo que existe, dentro del contexto de lo poético y salvando excepciones como la poesía góticay la dadaísta entre otras muchas más o menos surrealistas y por eso mismo absurdas basuras que ni son poesía ni nada que se parezca a poesía, es siempre unas imágenes llenas de belleza.
Diesel.- ¿Qué imagen irradia la poesía hacia sus lectores y sus lectoras?
Juan Luis.- La que no da miedo para poder poetizar.
Capuchino Primero.- Pues yo tengo mucho miedo de cierta poesía.
Juan Luis.- Quizás porque no ha observado nunca a la luna llena o caminando y mojándose bajo la lluvia en pleno torrencial nocturno. Insisto en que la poesía, cuando es buena, irradia luz y no oscurantismo como sucede con poetas y poetisas que no lo son.
Capuchino Segundo.- ¡Eso solamente es propio de lunáticos!
Leopoldo.- ¡Oh, caballo azul de mi silencio bajo la luna azul de miss fantasías!
Capuchino Tercero.- ¿Desde cuándo la luna es azul?
Leopoldo.- Desde que un poeta es siempre un caballero, aunque usted dude bastante de lo que es ser eso.
Capuchino Tercero.- Planteo dudas porque soy responsable.
Juan Luis.- ¿Y usted cree, señor Capuchino Tercero, que los poetas no sabemos ni conocemos cuál es nuesta responsabildiad? El buen poeta siemrpe lo sabe. El mal poeta siempre lo desconoce. ¿En qué planeta está usted viviendo?
Capuchino Azul.- En un planeta azul
Leopoldo.- Luego hay coherencia en lo que digo.
Capuchino Tercero.- ¿Está usted hablando del mundo de los sacrificios?
Deisel.- Hablando de sacrificios, ¿qué necesita un poeta para llegar a ser un poeta completo?
Leopoldo.- Un buen poeta sólo se sacrifica por sí mismo para ayudar a los demás intentando hacer que le comprendan quienes le leen. Sólo sufre para superarse hasta llegar a lo infinito.
Capuchino Primero.- ¿De dónde saca usted esa analogía?
Leopoldo.- No es ninguna anología pues lo análogo confunde más de lo que en principio parece. Por eso un gran poeta no es nunca análogo a otro gran poeta.
Juan Luis.- Un buen y gran poeta debe saber siempre brillar con luz propia, lo cual quiere decir que no sacrifica nada de su exterioridad para producir esa luz tan necesaria como para brillar como brilla una estrella en el cielo.
Capuchino Segundo.- ¿Y eso no es una egolatría?
Juan Luis.- No es ninguna egolatría. No hay nada más incierto que lo que usted está pensando.
Capuchino Segundo.- Me desbordan sus pensamientos.
Juan Luis.- Porque los pensamientos poéticos siempre son como los golpes de las olas sobre las arenas de las playas; bañan las playas para luego retirarse dejando huellas de su paso. 
Leopoldo.- Total.
Capuchino Tercero.- Lo total no existe dentro de la poesía.
Leopoldo.- ¿Y cómo puede usted decir eso? Si se trata de un buen poema siempre existe el planteamiento, el desarrollo y el desenlace.
Capuchino Primero.- Eso es muy interesante. ¿Puede alguien demostrarlo?
 
Por primera vez intervengo en primera persona.
 
Diesel.- Yo puedo demostrar que un buen poema, cuando es grande por sí mismo, siempre se inicia con el empleo de un planteamiento interno, sigue con un desarrollo externo y finaliza con un desenlace inédito y original que sirva para ejemplo de quien lo lee. Si eso no es poesía, ¿qué es entonces?
Capuchino Primero.- ¡Me ha pillado usted, señor periodista, sin saber qué responder!
Diesel.- Porque esto de responder a unos sentimientos ajenos necesita antes sentirlos como sentimietos propios por lo de la empatía entre el poeta que escribe o recita y quien le lee o le escucha. Y eso sólo lo conseguimos los grandes poetas. Al leer un buen y gran poema siempre hay que hacerse una pregunta.
Capuchino Primero.- ¿Y cuál es esa pregunta?
Diesel.- Hacia dónde vamos con el poema y hacia donde debemos ir. Si hacia donde vamoscon el poema y hacia donde debemos ir coinciden es que estamos ante un buen y gran poema.
Leopoldo.- ¡Estoy totalmente de acuerdo! La buena poesía siempre debe ir dirigida a un lugar muy especial.
Diesel.- Que es el alma de un lector o de una lectora que se siente, al leeerlo, como sobreviviente.
Leopoldo.- Y sobrevivir consiste en sentir la luz que todo buen y gran poeta irradia cuando es un buen y gran poeta.
Capuchino Primero.- Pero, ¿no es cierto entonces que toda la buena y grande poesía hace sufrir cuando se crea?
 
Intervengo otra vez en primera persona.
 
Diesel.- El buen y gran poeta sufre cuando crea un poema pero no piensa en ese sufrimiento suyo sino en el sufrimiento de los demás, en el sufrimiento de quien leelo que él poeta o la poetisa sufre; porque no es un sufrimiento del poeta o la poetisa sino un sentimiento del poeta o la poetisa, lo cual es muy diferente; aunque a veces derramamos lágrimas no por ello somos infelices. ¿Está usted dándose cuenta de lo que quiero darle a entender?
Capuchino Segundo.- Esa dimensión está ya muy lejos de mi alcance.
Leopoldo.- Porque las dimensiones de un buen y gran poema son como las aguas encendiddas
Capuchino Segundo.- ¡Imposible! ¡En condiciones de normalidad el agua no puede estar nunca encendida! ¡Eso va contra la naturaleza propia del agua!
Diesel.- Lo que ha dicho don Leopoldo es cierto porque ha utilizado una metáfora.  
 
Propongo otra pausa y todos lo aceptan mientras enciendo mi segundo y último puro del día ante los gestos de desagrado de los tres capuchinos y la sonrisa franca y abierta de Leopoldo y Juan Luis.
 
Juan Luis.- Cuando los grandes poetas usamos metáforas estamos haciendo algo que va directo al corazón de los lectores y las lectoras que son sensibles.
Diesel.- ¿La sensibilidad es un componente necesario o innecesario para la Literatura en general y para la Poesía en particular?
Juan Luis.- En todo gran poema sí que lo es. Ahora bien, existen personas que son incapaces de hacer esos planteamientos sensibles y por eso no son capaces de desarrollar un buen poema y mucho menos de saber llegar a un desenlace que tenga validez poética.
Capuchino Primero.- ¿Y no es todo eso cómo un mero teatro?
Juan Luis.- ¿Sabe usted, señor Capuchino Primero, lo que es un mero en Literatura?
Leopoldo.- ¡Jajaja! ¡Hablando del mero por la boca muere el pez! 
 
Ante el silencio del señor Capuchino Primero y el desconcierto general de todos mis contertulios cambio otra vez de asunto. 
 
Diesel.- ¿Alguien cree que en la Poesía existe el desconcierto?
Leopoldo.- ¡Todo desconcierto poético es una sinfonía bien alambiqueada!
Capuchino Tercero.- ¡Eso me parece demasiado rebuscado!
Juan Luis.- En realidad, y hablando de las realidades de las que tanto les gusta hablar a ustedes, señores capuchinos, toda búsqueda conlleva, en principio, un rebusca.
Capuchino Primero.- ¡Discrepo! ¡No acierto a saber cuál es el mensaje!
Diesel.- Toda poesía es comunicación social después de haber sido comunicación intepersonal y yo, como comunicador social que soy y como comunicador interpersonal en que me transformo, sé muy bien que si no rebuscamos en nuestrra memoria la expresión literaria es que no estamos capacitados para llegar al final de nuestras búsquedas. ¿Alguien dice lo contrario? 
Juan Luis.- Yo no solo no digo lo contrario sino que afirmo que el rebuscar consiste en buscar algo y ese algo lo encontramos cuando comenzamos a rebuscar en nuestra memoria todo lo que nuestra memoria ha almacenado.
Capuchino Segundo.- Mi memoria no da para tanto.
Leopoldo.- ¡Jajaja! ¡Tanto tengo como tanto ofrezco!
Juan Luis.- ¡Jajaja! ¡Tanto ofrezco como tanto soy! 
 
Los tres capuchinos se encuentran otra vez perdidos. 
 
Diesel.- No es tan fatalista perderse de vez en cuando, pero el hallazgo de un poeta no es un fatalismo impropio de la época en que estamos viviendo. El fatalismo poético, siempre pesimista además, hace ya mucho tiempo que se agotó aunque existen muchos poetas y poetisas que siguen empeñados y empeñadas en hacerlo revivir. 
Leopoldo.- El fatalismo poético es la muerte de la poesía. 
Diesel.- Exacto. Porque no ofrece ninguna clase de belleza con sensibilidad. Por eso hay poemas que no ofrecen ninguna clase de esperanza o que no sirven más que para el lujo de los neutrales. 
Capuchino Tercero.- ¿No es la neutralidad poética una gran virtud?
Juan Luis.- ¡Eso es lo que predican ustedes que tanto se empeñan en hablarnos de Dante y su absurdo paseo a través del Infierno!
Capuchino Segundo.- ¡No me negará usted, don Juan Luis, que Dante fue un grandioso poeta!
Leopoldo.- Ja, ja y ja.  
Capuchino Segundo.- ¿Qué quiere decir, don Leopoldo, con eso de ja, ja  y ja? ¡Me parece que es usted demasiado irónico o está de verdad loco de atar!
Leopoldo.- Si los poetas no ironizamos de vez en cuando nos podemos quedar vacíos de existencia. Eso ha sido así desde la aparición de los primeros poetas entre los seres humanos.
Capuchino Tercero.- ¡Eso es demasiado para mi entendimiento!
Diesel.- Lo que quiere decir don Leopoldo, señor Capuchino Tercero, es que al ironizar es cuando estamos construyendo algo tan interesante que supera el límite de los absurdos cotidianos que todos los días llevan a cabo los que están considerados normales pero son completamente anormales en su proceder.
Capuchino Primero.- Propongo un pequeño descanso para meditar sobre ese tema.  
 
Acepto la propuesta y todos nos vamos a dar unas pequeñas vueltas alrededor de la Bilbioteca Regional de Murcia. Aprovecho la ocasión para ir a hacer una necesidad urgente al Aseo del Pabellón Municipal Príncipe de Asturias. Al regreso me encuentro con Leopoldo, Juan Luis y los tres capuchinos. Les propongo que nos volvamos a sentar en el duro suelo pedregoso de la entrada a la Biblioteca pero en el costado donde está dando de lleno el sol, que es el que está situado frente al Pabellón Municipal antes citado, y que nos sentemos cruzando las piernas como si fuésemos yoguis budistas del zen en estado de éxtasis ejercitando meditación trascendental, lo cual hace soltar a todos, yo incluído, unas grandes carcajadas porque todos nos reímos de ese absurdo quehacer de los yoguis pero lo llevamos a cabo para ver qué se siente aunque en realidad no se siente nada de nada. De pronto a Leopoldo parece entrarle un extraño desasosiego. 
 
Leopoldo.- ¡Lo absurdo de la existencia es no existrir! ¡Ni Juan Luis ni yo existimos luego no somos poetas! ¡Confieso abiertamente que nos gusta mucho ganarnos el pan, como buenos paneros que somos, editando libros de poesía pero no somos poetas ni somos nada que se parezca a unos poetas!
Juan Luis.- ¡Jajaja! ¡Eso ya lo sabía yo! ¡Propongo que meditemos sobre lo que nos impone nuestra propia conducta! 
Diesel.- ¿El conductismo nos lleva a la creación de un poema?
Leopoldo.- ¡El conductismo es más arcaico que la poesía arcaizante del Ciego de Cabra!
Capuchino Primero.- ¡Estos dos tipos a los que les gusta tanto el pan que solamente son tan paneros no son poetas sino que están como una cabra!
Diesel.- Lee usted muy poco sobre la Historia de la Literatura, señor Capuchino Primero, porque si hubiese leído bastante sobre este tema debería saber que el primer poeta con nombre propio de la Historia de la Literatua Española fue El Ciego de Cabra. ¿Alguien plantea alguna duda sobre esto?
Juan Luis.- Los ciegos no podían leer en aquella época porque todavía no existía el sistema de Braille.
Diesel.- Pero existía la memoria. ¿Es imprescindible la memoria para poder escribir poemas mentales?
Leopoldo.- ¡Si mentalizamos la mente encontramos versos tan inaudidos como !Ah, perfección de la lluvia!
 
Vuelvo a mirar hacia el cielo y observo que no va a llover sino que el sol nos está calentando demasiado. Este tal don Leopoldo cada vez desbarrra más y este tal don Juan Luis le sigue muy de cerca en este desbarre. 
 
Capuchino Primero.- Luego la memoria es anterior a la poesía.
Diesel.- Eso es tan evidente que es una paerogrullada. ¿Quién sabe algo sobre Pero Grullo?
Juan Luis.- Que lo explique el señor Capuchino Tercero.
Capuchino Tercero.- No estamos desviando demasiado.
 
Creo que es cierto que nos estamos desviando demasiado y vuelvo a tomar las riendas de la conversación planteando algo que me parece muy interesante. 
 
Diesel.- Si la memoria es anterior a la existencia, ¿no quiere eso decir que la poesía es anterior a los poetas?
Juan Luis.- ¡Efectivamente! ¡Estoy totalmente de acuerdo! La poesía existe en la Naturaleza mucho antes de cualquier poeta y mucho antes de que el hombre y la mujer aparecieran en la Tierra. Tenemos que ser capaces de entenderlo.
Capuchino Tercero.- Discrepo en un punto fundamental. Si la Naturaleza es poesía pura, ¿cuál es la verdad que han descubierto los poetas?
Leopoldo.- ¡Un despertar de las conciencias!
Capuchino Tercero.- ¿Tiene usted conciencia de lo que dice?
Leopoldo.- ¡Tanta como la perfeccion del desatino! ¡Ningún gran poema puede ser perfecto pero la perfección existe cuando lo podemos recordar! ¡Si lo recordamos es que es un gran poema!
Capuchino Primero.- ¿No es todo eso un giro copernicano?
Diesel.- Señor Capuchino Primero, debe  usted saber que en la Poesía, cuando el poema es grandioso, los giros no con copernicanos sino vitales.
Capuchino Primero.- ¿Algo que ver con el Vitalismo?
Juan Luis.- ¡Jajaja! El vitalismo es solamente un ismo lleno de retórica, de esa retórica que tanto les gusta a ustedes los capuchinos, pero un gran poema nunca es retórico sino expresivo ; porque la expresión poética no se reduce a simples palabrerías muy profundas o muy rebuscadas para deslumbrar a los lectores o a los oyentes, sino que se eleva a una insigne esencia que es presencia; lo cual nunca lo han dicho los de la caduca Escuela del Vitalismo.
Diesel.- Volvamos a retomar el asunto desde otro punto de vista. ¿Todos los puntos de vista poéticos son el prisma desde el cual se observa la realidad?
Capuchino Segundo,.- Eso está muy bien definido. Creo que es un relativismo muy interesante.
Lepoldo.- ¡Mi relativimso es que no existe mi relatividad! ¡Soy el río que fluye delante de mí pero que solo es un espejismo en medio del desierto! ¡Y eso no es una relatividad sino un absoluto completo! ¡Por eso vuelvo a afirmar, para ser claro, conciso y rotundo, que ni Juan Luis ni yo somos poetas sino dos ganapanes que podemos ser llamado paneros pero no poetas!
Diesel.- ¿Alguien opina lo contrario?  
Capuchino Primero.- Si lo contrario es lo opuesto estoy de acuerdo. 
JuanLuis.- ¡No vaya usted tan deprisa, señor Capuchino Primero, porque lo contrario no tiene por qué ser lo opuesto. A veces me he preguntado el por qué. La respuesta es que un caballo y una serpiente son animales contrarios pero no son animales opuestos porque los dos pertenecen al Reino Animal. 
Diesel.- ¿Alguien no está de acuerdo sobre lo expuesto por don Juan Luis? ¿Alguien puede responderme pro qué si no son opuestos, como dice don Juan Luis, la serpiente ataca al caballo y el caballo ataca a la serpiente para defenderse mutuamente de una posible agresión? ¿Han descubierto la paradoja que es la trampa planteada para hacerles dudar de lo que parece que es pero no es? 
 
Ante el nuevo silencio enciendo otra vez mi segundo puro del día ante los gestos de desagrado de los tres capuchinos y la sonrisa ya no franca ni abierta de Leopoldo y Juan Luis. Y cómo todos estamos muy incómodos con esta absurda postura a lo yogui, decidimos levantarnos y seguir con la conversación mientras caminamos por delantree de la puerta de la Biblioteca Regional de Murcia. Aprovecho este nuevo relax para repetir la misma pregunta .
 
Deisel.- ¿Han descubierto la apradoja que es la trampa planteada para hacerles duda de lo que parece que es pero no es?
Capuchino Primero.- Yo tengo una duda razonable.
Diesel.- Olvide por un momento su pensamiento influído por tanto exceso indebido de la filosofía patrística y saldrá de dudas. Abrri la mente descubra a los poetas veredaderos y a l'os falsos poetas- 
Capuchino Primero.- ¿Eso es algo tan fácil de entender y descubrir, señor periodista y señor poeta?
Diesel.- Eso es algo tan fácil de entender que es más simple que el mecanismo de un chupete.
Capuchino Segundo.- Pues explíquenos para poder entenderlo.
Diesel.- Si todos los humanos formamos parte de la humanidad ustedes pueden entender perfectamente que todos los poetas somos seres humanos y, por ello, debemos tener decencia humana y saber expresar la decencia humana y no la indecencia inmoral en nuestros poemas. 
Capuchino Primero.- Hasta ahí lo he comprendido.
Deisel.- Pero todos los poetas verdaderos, a diferencia de los falsos poetas, cuando creamos algo es tan bueno, bello y hermoso que contiene mucho de divino.
Capuchino Primero,.- ¿Por qué?
Diesel.- Porque para poder conseguirlo tienes que estar siendo inspirado e iluminado por el espíritu que llevamos dentro del cuerpo y le conocemos como Santo. ¿O no es eso cierto?
Leopoldo.- ¡En un gran poema siempre yace una gran persona!
Diesel.- Lo cual no significa que muramos cuando escribimos un buen y gran poema sino todo lo contrario, que quiere decir que para conseguirlo debemos estar más vivos que nunca y eternizarnos gracias a la lucidez y el lucimiento con que lo hemos escrito completamente vivos y que seguimos viviendo para poder comprobarlo gracias a Dios y a Nuestro Señor Jesucrist. 
Capuchino Primero.- Me pierdo.
Capuchino Segundo.- Estoy confuso.
Capuchino Tercero.- ¡Es increíble!
Disel.- Pues todo lo inexplicable puede recogerse y explicarse dentro de un buen y  gran poema.
Juan Luis.- ¡Exacto! ¡Así somos menos vulnerables!
Leopoldo.- ¡Crear un gran poema es crear una gran vida!
Diesel.- No es tan cierto como dicen y escriben ustedes dos, don Juan Luis y don Leopoldo, porque muchas  veces creamos un gran poema para crear una pequeña vida por lo que puede tener de sencillez, que es la mayor grandeza que existe tanto en la vida como en la Literastura a no ser que nos estemos dirigiendo a personas muy especiales por su muy alto nivel intelectual. Un buen y gran poeta debe saber con qué clase de personas está hablando y, debido a ello, qué clase de lenguaje debe emplear cuando construye su poema. Los buenos y grandes poetas creamo, efectivamente, vidas cuando somos decentes y sabemos dónde está el límite, nuestro límite que es el límite que no traspasamos para no dañar la mente de nadie. ¿Lo han entendido ya, señores paneros? ¿Y cuando creamos vida sana y como Dios manda no estamos siendo ya inmortales?
Capuchino Primero.- Me pierdo.
Capuchino Setgundo,.- Estoy confuso.
Capuchino Tercero.- ¡Es increíble!
Diesel.- Las redundancias dialécticas nunca son las respuestas más adecuadas.
Capuchino Primero.- ¡Es que ninguno de nosotros tres sabemos explicar eso de esa manera como lo explicas tú!
Diesel.- ¿Qué es necesario saber explicar?
 
Ninguno de mis contertulios se atreve a contestar, luego debo tomar yo de nuevo el protagonismo en contra de mi voluntad.
 
Diesel.- La redundancia consiste en dar un giro de ciento ochenta grado para volver a sirtuarnos en el mismo lugar donde estamos y seguir siendo inmpvilistas en donde estamos pero los buenos y grandes poetas, no damos giros de ciento ochenta grados porque huímos de los lugares comunes y nos distinguimos por dar giros de noventa grados que nos hacen estar siempre en movimiento porque hemos roto el inmovilismo literario y estamos crando nuevas formas en la Literatura a cualquier nivel para ser entendidos por todos y por todas quiens nos leen o nos escucha gracias a su propia voluntad. Y ahora les pregunto a todos ustedes, ¿qué es una voluntad poética?
Capuchino Primero.- ¡Jamás he escuchado que exista eso o por lo menos que alguien sea copaz de decirlo de tal manera!
Diesel.- ¿No somos todos los poetas los voluntarios de la Literatura?
Caspuchino Primero.- Supongo que sí.
Diesel.- Pues esa es la voluntad a la que me refiero.
Capuchino Primero.- ¡Ahora sí! ¡Ahora lo comprendo todo!
Diesel.- Espero que no lo haya usted comprendido demasiado tarde; porque el Tren de la Poesía no espera nunca a los tardos de entendimieto. ¿Verdadro o falso?
Leopoldo.- Eso es más cierto que saber que comer las cebollas crudas es excelente para tener buena la sangre.
Diesel.- Lo cual quiere decir que lo impresionante de un buen y gran poeta no reside en la cantidad de libros de poemas que ha publicado sino en la calidad de los poemas que ha escrito; lo que puede suceder, alguna veces, es que surjan poetas que sepan combinar ambas cuestiones; o sea, que escriben muchísimo pero tienen muchísima calidad. Y a esos poetas no nos interesa si nos publican o no nos publican porque lo que nos interesa no es ser paneros sino que nos lean quienes desean leernos sean muchísimos lectores, sean muchos lectores, sean pocos lectores o sean poquísimo lectores para que se enteren, de una vez por todas, las famosas y lujosas casas editoriales que publican toda clase de inmoralidades que no tienen valor alguno. Si somos capacles de dejar huellas en tan solo un solo ser humano hemos dejado huellas en todo un universo completo porque todos ser humano es, precisamente, un universo completo en sí mismo o en sí misma. ¿Han entendido ya todos ustedes, caballeros?
Nos volvemos a sentar en las escaleras de la Biblioteca Regional de Murcia pero estas vez junto a las bicicletas.
 
Juan Luis.- Si un ciclista deja de pedalear cuando va cuesta arriba, se cae y nunca podrá llegar a la meta. 
Diesel.- Por eso es muchísimo mejor y mas grande ser orero que ser panero.
Juan Luis.- Por supuesto que sí. 
Diesel.- Sólo  me queda una última pregunta, ¿si un poeta deja de escribir con belleza y con sensibilidad está dejando de ser persona?
Leopoldo.- Por supuesto que sí. 
 
Termino la entrevista, nos levantamos de las escaleras, me despido de todos mis contertulios, entro en la Biblioteca Regional de Murcia para devolver los dos libros de Juan Luis y Leopoldo que no he leído por supuesto y regreso a la Redacción para que me aplaudan por lo bien que he conseguido llevar la encuesta, democrática y participativa mil por mil. Espero recibir una buena recompensa aunque sólo sea que mi Jefa me de las gracias. Y nada más. Quizás hasta me regale un nuevo reloj para poder seguir dominando al Tiempo. ¡Tiempo! ¿Quién te ha visto y quién te ve? 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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Foto del autor Jos Orero De Julin
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Entrevista periodstica.

Palabras Clave: Comunicacin Divulgacin Periodismo Entrevista Conocimiento Sociedad Actualidad.

Categoría: Artculos

Subcategoría: Actualidad



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