Herona y Muerte.
Publicado en Jan 31, 2014
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 La heroína ya estaba haciendo efecto; la aguja seguia clavada en su vena pero eso no importaba, ya nada importaba, ni siquiera el traficante que lo buscaba por el robo que habia cometido. Lo único que a este hombre de ojos verdes, esquelético le importaba era el dulce liquido hurtado que ahora corria por sus venas.  Despertó en su cuarto totalmente vacio exepto por un viejo colchón con manchas de orina y sangre, alguna que otra revista pornografica y por supuesto, agujas, cucharas y todo lo necesario para su siguiente festín. Ya volvia a desearla, no toleraba estar consciente mucho tiempo pero sabia también que los narcotraficantes estarian detras de él y si lo encontraban no dudarian en ponerle una bala en medio de la cabeza. Por eso debia irse de alli inmediatamente; hallar algún refugio donde cocinar en paz, pero ¿dónde? No tenia amigos, al menos no tenia amigos que al saber en el problema en el que se encontraba no pensaran en venderlo por una dosis gratuita; la familia hacía ya mucho tiempo que le habian cerrado las puertas a causa de su adicción. En resumen, estaba solo y tenia al traficante mas grande de la ciudad detrás suyo buscándolo... El robo habia tenido lugar tres dias atras: el chico de vaqueros negros y una remera de Ziggy Pop destruida por el paso del tiempo fué en busca de la preciada mercancia del dealer  de la ciudad y en un arrebato de locura lo golpeó y antes de que puedan atraparlo huyó con cinco frascos del polvo mágico. Ahora tenia a todos los matones de la ciudad buscandolo y debia hallar un escondite lo antes posible. Una habitación vacia exepto por la alfombra de piel manchada de sangre ajena; habia encontrado su refugio en una casa abandonada, casi destruida cerca del centro de la ciudad.  Una vez mas, el joven con manos temblorosas quitaba la aguja de su vena y suavemente, entre leves y constantes temblores y sacudidas se recosto sobre la alfombra sintiendo la cómoda textura debajo y sus ojos inyectados se cerraron a medida que los efectos se hacían cada vez mas notables... El placer, el éxtasis orgasmico se apoderaba de todo su ser llevandolo a las fantasias, al sueño etereo cargado de formas y sonidos, comenzó a elevarse, a flotar por los aires... Si, la bella y dulce inconsciencia. Cada vez que clavaba una aguja en sus venas esperaba, anhelaba no volver a despertar el dia siguiente, sino seguir en ese sueño profundo eternamente y así se sumergia en el completamente, se despojaba de todo pensamiento, de todo odio, del mundo entero y era libre, volaba en la mas sagrada y perfecta armonia... ... Algo lo quitaba de su estupor, podia sentirlo a lo lejos, como si alguien o algo tirara de él, como si quisieran traerlo nuevamente a la realidad por la fuerza. Sentia que su cuerpo se movia (o era movido) por un ente incomprensible y él se resistia con la conviccion de seguir hundido en aquel estupor. Cada fibra de su cuerpo pesaba una tonelada y estaba totalmente entumecido; si, definitivamente habia alguien en la habitación y ese alguien tiraba de él, lo zarandeaba en un intento feroz por despertarlo. De a poco sus ojos comenzaron a abrirse y lo que vió basto para depertarlo por completo y llenarlo de una sensación inconfundible de pánico y terror que se apodero por completo de su cuerpo y mente.  Frente suyo se alzaba el mismisimo traficante al que habia golpeado y robado, ahora acompañado por tres hombres armados que lo miraban fijamente aguardando al momento indicado para actuar. En un impulso trató de ponerse en pie pero uno de los matones lo arrojo nuevamente al suelo con un puntapié en el pecho que lo dejó tosiendo y casi sin poder respirar. Mientras su mirada se posaba en los cuatro rostros que tenia delante y el miedo y la resignación crecian en su interior como una bestia enjaulada a punto de destrozar las cadenas, el hombre a quien habia robado cinco frascos de la heroína mas pura de la ciudad comenzó a hablar pausadamente: - Escuchame con atención pedazo de mierda, nadie, ¡Nadie! roba mi mercancia ó mi dinero y sale con vida ¡¿entiendes lo que digo?! ¿La masa inservible e inútil que tienes por cerebro aún es capaz de comprender lo que te digo? - Hizo una pausa antes de continuar: - La única manera de que salgas vivo de esto, sin mayor daño que que una pierna y unas cuantas costillas rotas, es que en este instante pagues por toda la heroína que de seguro ya corrió por tus venas ¿no es cierto? maldito drogadicto desgraciado, asi que, ¿tienes mi dinero? - Sus ojos estaban clavados en los del adicto tirado en el suelo y una vena cruzaba su frente precurandole una imagen enloquecida. - ¡¿O acaso debo decirle a mis amigos que te den una lección sobre robo que no olvidaras ni en tu próxima vida en el mar junto a los putos peces?! - Vociferó. El joven guardo silencio unos segundos hasta que por fin respondió: - Oye, claro que tengo tu dinero, lamento todo lo que paso, ¡No se como pude ser tan estupido como para pensar en robarle a alguien como tu! Tengo el dinero en la planta baja, escondido, iré a traerlo. - Acto seguido se levantó con un movimiento rápido y se dirigió a las escaleras mientras que los tres hombres armados lo seguian. Una vez abajo se paró frente a la puerta y señalo hacia el lado opuesto, donde se alzaba una enorme chimenea llena de polvo y signos claros de su abandono. - Allí esta el dinero, en la chimenea. - Dijo con una conviccion que le sorprendio hasta a él mismo y en cuanto los hombres desviaron la vista salió disparado hacia la calle y hecho a correr hacia la plaza que estaba a solo cinco calles, ese era el lugar mas concurrido que conocia y supuso que seria el lugar indicado para escabullirse.  Los matones estaban a menos de dos metros suyo y las armas brillaban en sus manos.  Una calle antes de llegar a la plaza uno de sus perseguidores lo alcanzó y lo empujo contra la pared, rapidamente quedo rodeado por los tres hombres y supo que era el fin. Cerró los ojos para no ver el arma que acabaria con su vida pero en cambio uno de ellos dijo: - Ésto es lo que te mereces por robarle a la persona equivocada. - Y una lluvia de golpes y patadas cayeron sobre él tirandolo al suelo. Sentia como las patadas aplastaban sus huesos y los golpes los quebraban, la sangre corria por todo su cuerpo y antes de darse cuenta estaba solo.  Un dolor punzante lo hacía agonizar, no sentia las piernas y el rostro era una masa sangrante. Tan solo respirar le causaba un dolor terrible, tan solo su ojo izquierdo conservaba algo de su visión y en ese instante supo que eso era todo, nadie que pasara por alli lo ayudaria y aun asi no le quedaba mucho tiempo. Además eso ya no importaba, no tenia nada que lo mantuviera con vida, no tenia ningún lugar donde regresar ni nadie que lo estuviera esperando o que lo extrañe si no volvia... Lo único que tenia en su mente era el dolor lacerante que atravesaba cada fibra de su ser y deseaba que acabase.  En ese momento recordó que en el bolsillo del pantalon tenia su último frasco del polvo mágico robado y sin dudarlo un instante buscó hasta encontrarlo rogando que no se haya roto con la golpiza; estaba intacto. Una oleada repentina de satisfacción recorrio su cuerpo agonizante. Abrió el frasco y este simple acto que tantas veces habia hecho en su vida ahora le provocaba tanto dolor que por poco rompe a llorar. Sin más, volcó todo el polvillo sobre la palma de la mano y en un instante inhaló todo, provocando casi al instante un fuerte sangrado en la nariz que se unió al resto que ya chorreaba de su rostro deformado por los golpes. Asimismo comenzó a sentirse más liviano, de repente flotaba en algún lugar lejano y todo el insoportable dolor que sentia dio lugar a un leve hormigueo que luego dio paso a la calma absoluta, una fuerte sacudida se apoderó de su cuerpo y a continuación la oscuridad lo envolvió todo y comenzó a soñar una vez más pero esta vez sabia que no volveria a despertar...
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Foto del autor Ezequiel Milena
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Descripción

Palabras Clave: Dulces Sueos...

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos


Derechos de Autor: Ezequiel Milena

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