El asesino de Minehill.
Publicado en Jan 31, 2014
Kristie caminaba apresurada por una ruta desolada y oscura. La musica en sus auriculares la transportaba a otro mundo y no era conciente que un hombre con el rostro cubierto y un cuchillo en su mano la seguia desde que hubo abandonado el pequeño pueblo de Minehill. Ella se dirigia a un antiguo hotel situado en las afueras del pueblo mientras que el hombre solo tenia una imagen en su mente: La sangre de la muchacha sobre él... Kristie divisó una sombra a su espalda pero para entonces ya era demasiado tarde. Minehill no era más que una leve luz en la penumbra de la noche y aun no habia rastro del hotel; por supuesto que a aquellas horas ningún vehiculo circulaba por ese recondito rincon del mundo y el asesino lo sabia a la perfección. En el instante preciso en que volteó y vio por primera vez a la muerte, ésta se avalanzó sobre ella y clavó el cuchillo en su muslo izquierdo. Un alarido de dolor y pánico atravezo el velo de la noche y una bandada de cuervos se elevó desde la copa de los enormes árboles circundantes a la carretera. A continuación el hombre con el rostro cubierto llevo a rastras a su amada victima y la sumergio en las profundidades del bosque, acto seguido desgarró su camisa dejando al descubierto un sosten negro de encaje y antes de que la mujer pueda reaccionar o siquiera entrar en conciencia de lo que le iba a suceder, la fria hoja de acero se incrusto en su cuello desgarrandola hasta el vientre. Fué un corte perfecto, milimetrico, (cabe aclarar que no era la primera vez que hacia un corte asi) vertical, abriendo a la mitad a la victima, luego alzandola y estrechandola en un abrazo mortal, dejando que la sangre se derrame sobre su cuerpo. Ya comenzaba a sentir el éxtasis, unas vibraciones suaves pero constantes en todo el cuerpo estremeciendose por aquel liquido tibio que lo elevaba al mas puro y obsceno placer. Una vez hubo vaciado a la chica condujo a ésta hasta el rio que se abria a unos kilometros adentrandose en el bosque y luego de arrojarla a las profundidades del olvido se apresuro a saltar él y bañarse en las cálidas aguas. Dos horas después el hombre que ahora llevaba el rostro descubierto, luciendo una barba negra tupida y unos ojos azules inyectados de sangre. Ingresó en el bar local y tomó asiento en su lugar predilecto frente al mostrador. Pidió un whiski con hielo, de un trago vacio el contenido del vaso y mientras el camarero servia nuevamente el liquido del triunfo y el olvido, el asesino encendio un cigarrillo. lo unico que sentia, lo unico que tenia en su mente era el peso del cuchillo en su cintura que una vez más le susurraba al oido aquel placer prohibido... Ya comenzaba a sentir el aroma de la sangre, cegando por completo sus sentidos. Vació el vaso de whiski y salió del bar. Su rostro volvia a estar cubierto...
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Federico Santa Maria Carrera
Respetuosamente hago esta crítica y contiene de todas formas un afecto por quien escribe.