Feliz misterio (Relato)
Publicado en Feb 02, 2014
Retira las cortinas para que la luz de la luna penetre a través del cristal de la ventana de su habitación. En el anaquel, los libros se encuentran perfectamente alineados por orden alfabético de sus autores y autoras. Se enciende, por unos instantes, el silencio mientras está estudiando y recuerda los amores que nunca fueron una realidad. Allí, salvo los cuadros pintados por seres anónimos, no hay mas mensaje que un reloj marcando el paso de sus sueños. Es un anochecer frío y decide dejar de escribir notas para acudir a sus cita con las calles de la gran ciudad. Sale de la casa despacio, con el peso de sus pensamientos sobreviviendo en todo lo vivido. En alguna parte, un dolor desconocido también hace su presencia, como si el encuentro de los dos, que nunca han sabido de la existencia del otro, sea la propia angustia de los que saben callar. Tiemblan ya las luces de las farolas, los cubos de la basura están desbordados y la luna acaba de posesionarse de todo el escenario. Los faros de los automóviles, por un momento, inician una danza ancestral frente a él.
- ¡No, Sandra! ¡Esta noche lo estás haciendo fatal! ¡Estás totalmente confundida y eso no te ha ocurrido nunca! Recuerda que este es el último ensayo general y que mañana por la mañana estrenamos "La escalera del infierno" ante el público. ¡Vamos a repetir la escena del beso y procura concentrarte en tu papel de enamorada! Eres la actriz principal de la obra por merecimientos propios y no por tu enorme belleza personal. ¿Qué está sucediendo contigo en esta última noche de ensayos? - No sé qué sucede conmigo pero me es imposible continuar, Arnau. - Reconozco que es muy difícil para ti saber que Fernando se muere por tus huesos, pero el actor principal es José María y tienes que besar a José María y no a Fernando que sólo tiene un papel de tercera categoría. El feliz misterio de todo éxito consiste en saber entender lo escrito y superar el dolor. Odias a José María y Fernando te ama pero "La escalera del infierno" es coherente con la esencia del teatro y, para que logres triunfar, debes saber distinguir lo que es el teatro y lo que es la realidad. -¡Estoy hasta las narices de Fernando y de José María! ¡Ni amo a Fernando ni se me pasa por la mente besar a José María! ¡¡No siento nada por ninguno de los dos!! ¡¡Sólo siento que quiero liberarme de todo esto!! Así que yo ya he terminado. - ¡Tú no has terminado todavía! ¡El estreno es mañana por la mañana y es imposible que abandones ahora! ¡El público paga para verte actuar y eres la clave de nuestro éxito o nuestro fracaso! - Laura puede ocupar mi lugar. Es mi hermana gemela y no se va a notar la diferencia. - Está bien. Laura ocupará tu lugar en este ensayo general pero confío en que mañana hayas superado ya este momento y tengas el éxito que tanto deseas. - Sólo necesito dar un pequeño paseo por la ciudad y te prometo que vuelvo al ensayo dentro de un par de horas. - ¿Y si durante ese par de horas ocurre algo que te impida volver? Puedes descansar aquí mismo mientras tu hermana gemela Laura ocupa tu lugar hasta que te hayas centrado del todo - No, Arnau. Prefiero dar una vuelta por las calles. - Hay demasiada oscuridad. Te recomiendo que no te pasees por los callejones. - Hasta luego si Dios quiere. La memoria se le llena de verdades y mentiras. Es como volver a dialogar con su conciencia. Es un vicio este silencio que le acompaña hasta el mismo lugar de siempre; esa ribera del río donde los restos de las manzanas flotan en la superficie del agua. Es el límite de todo lo que siente. Se encuentra solo con todo lo que ha conseguido siempre: esa nostalgia de plaza mayor rodeado de las palomas y el viento. La ribera del río es como una avenida donde se puede descubrir lo muy lejano que está el puerto. Piensa que quizás allí, en el puerto, todavía hay una chica virgen, la virgen del puerto, suspirando por él. Se acoda en la barandilla y ve cómo la luna se vuelve de plata en la superficie del agua. Está recordando la pizarra con las tres incógnitas por resolver. Es como acertar la quiniela del uno, de la equis y del dos. Tres incógnitas matemáticas que él desea resolver. - ¡Hola, preciosidad! ¿Qué hace una chica como tú en un lugar como éste? ¿No te das cuenta de que te has metido en un callejón sin salida? - Dejadme en paz los tres, por favor. Yo sólo quiero estar sola y no busco nada con nadie. - Entonces, ¿a qué te dedicas a estas horas de la noche si se puede saber, princesa? - Repito que no quiero problemas con nadie. - ¿Tal vez te dedicas a hacer la calle? ¿Te dedicas o no te dedicas a hacer la calle, bombón? - ¿Podéis dejarme en paz? - Para empezar no podemos dejarte en paz todavía. - ¿Qué queréis de mi tú y tus dos compañeros? - Somos "Los Cienfuegos". Algo así como bomberos con ganas de apagar un incendio. - Os ruego que me dejéis en paz. - He dicho que todavía, de momento, no. En primer lugar entréganos todo el dinero que lleves encima. - Lo siento, pero he salido a dar una vuelta y me he dejado todo mi dinero en casa. - Los tres estamos deseando porder comprobar si eso es verdad o si eso no es verdad. Vamos a ver si vales la pena a pesar de lo buena que estás. ¡Empieza a desnudarte pero ya mismo! - ¿No os da vergüenza que seáis tres hombres duros ante una sola chica inocente? - ¡Jajaja! - ¿No os da vergüenza que seáis tres hombres duros ante una sola chica inocente? - ¿Quién eres tu? ¡No dispares por favor! ¡¡No nos mates!! - ¡Antes de que termine de contar hasta tres ya podéis salir corriendo los tres hasta perder el culo! ¿De acuerdo? ¡Iros de aquí si queréis seguir viviendo o perdéis para siempre la oportunidad de seguir perteneciendo al mundo de los vivos! - ¡¡Vámonos, colegas!! ¡¡Este tipo nos puede descerebrar del todo!! - ¡¡Y no volváis por aquí hasta que tengáis bisnietos si es que sois lo suficientemente hombres como para tener descendencia, lo cual lo dudo habiendo visto lo maricas que sois!! Destruído ya su pasado, piensa en la dignidad que tienen los seres humanos bajo la luz de las estrellas. Se abandona hasta que las lágrimas bañan su rostro y observa la vida como un olvido donde las despedidas son siempre un recuerdo. Se sube las solapas del abrigo y piensa en la miseria de esos hombres sin tierra alguna como él. No va ya a ninguna parte proque se ha hundido en la niebla queriendo esconderse del crepúsculo de su personalidad mientras el viento hace que sus ojos se conviertan en luz rasante con la idea de Dios penetrando en su conciencia. Oscuridad. Todo es la oscuridad de la indiferencia. Reduce su existencia a un estar regresando al juego infantil, vaciando escenas hasta llegar a la alegría sin fin. Recuerda, pero la tristeza le vence. Es ese momento pasajero en que puede contemplar esa su memoria detenida y que ya no está en su existencia o sólo es una imaginación de sus recuerdos. No recuerda nada más que el agujero de las humillaciones; ese agujero donde se hundido su alma. - ¡Gracias por salvarme! - ¿Te apetece que cenemos juntos los dos? - ¿No te importa invitarme aunque no me conoces de nada? - No me importa quien seas, lo que seas y a lo que te dediques. - ¿Y si resulta que en verdad soy una chica que hace la calle? - No me interesa, para nada, saberlo. ¿Aceptas o no aceptas una invitación a cenar a solas conmigo? - Acepto porque eres mi salvador. - Pero yo no soy Salvador. - ¿No te llamas Salvador? - De eso podemos hablar cuando estemos cenando. Tengo el coche aparcado en la entrada del callejón. - ¿A dónde vamos? - Al restaurante Arola, en la segunda plante del lujoso Hotel de las Artes. Su soledad es ese estar siempre con los sentidos perdidos y diciendo siempre adiós en medio de la niebla. Es como alguien que perdió las palabras del amor en un lugar inexacto. El cielo de la noche es como un tejado que le cubre en este hablar consigo mismo en medio del silencio. Cruza la última paloma ante su mirada perdida en algún lugar que estuvo. La vida que él conoce sólo es un murmullo de ideas que son sus amigas para no tener miedo. Y, sin embargo, le gusta vivir ese miedo que le abate la realidad para sumirle en una batalla siempre perdida. Su mirada se ha olvidado de contar los años. Los años no son edad para él sino solamente recuerdos conocidos o recuerdos no conocidos. Esa es la manera que tiene para existir fuera del tiempo de los demás. En realidad, sus años sólo son recuerdos, un montón disperso de recuerdos que le convierten en persona de su propia personalidad. La ciudad es, ahora, un fondo de luces junto al frío invierno de la barandilla helada de la ribera de este río que le hace recordar el mar. A veces siente compasión cuando los recuerdos le envuelven en los fracasos ajenos azuzando su memoria. Sabe que la guerra de sus emociones todavía no ha terminado; pero, gracias a él, su destino es solamente un poema escrito para empezar a ser feliz. - Esta es la mejor cena de mi vida. Hasta parece un sueño. - ¿Cómo te llamas? - Sandra Otero Bermeo. Soy vasca. De Bilbao eactamente. - ¿Y qué hace una chica como tú en la ciudad de Barcelona? - Busco ser, algún día, la mejor actriz de teatro para que todos me puedan recordar. - A eso lo llamo yo una búsqueda precisa. - ¿Y tú? ¿Quién eres tú? - Solamente un tío. - Ya me has demostrado que eres tan valiente que eres un tío; pero me refiero a cómo te llamas y a qué te dedicas. - Busco ser un torero inolvidable pero, de momento, sólo voy de capea en capea. - ¿Pero cómo te llamas? - Juan, pero me puedes llamar "El Duque" - ¿Eres duque de verdad? - Es como quiero que me conozcan en el mundo de los toreros o, dicho de mejor manera, es como quiero pasar a la Historia cuando haya triunfado del todo. - ¿Juan "El Duque"? - Eso es. Juan "El Duque" aunque sólo tengo 16 años de edad. ¿Cuántos años tienes tú? - Solamente 15. - Los dos tenemos un gran futuro por delante. Yo soy gallego. De La Coruña exactamente. - ¿Y qué hace un tío como tú en una ciudad como Barcelona? - Nada importante en realidad. Lo que sucede es que, de momento, hasta que empiece a ser contratado para actuar de torero, me dedido a escribir crónicas de teatro. Pero de eso podemos hablar después. - ¿Después? Yo tengo que volver a un ensayo general. - ¿Y de verdad quieres volver a ese ensayo? - De verdad estoy más a gusto a tu lado. - ¿Quieres pasar toda la noche conmigo? - Me interesa esa proposición. - ¿Más que volver al ensayo teatral? - ¡Muchísimo más! - Te estoy haciendo saber que podemos pasar toda la noche en el Drugstore de Sarriá. - Acepto. - ¿Y qué pasa con "La escalera hacia el infierno"? - Espero que mi hermana gemela Laura pueda triunfar. El público no se dará cuenta de que no soy yo. Su conciencia le arrastra sin remedio alguno. Observa las ventanas más allá del río mientras sigue recordando a la virgen del puerto que conoció. Dialoga con su feliz misterio. Recuerda que el resto del mundo no le interesa para nada. No hay nadie más que ella dentro de su propio universo. De repente se transforma y es un verdadero sentimiento humano convertido en filosofía; un intelectual de los sentimientos. Pero sólo está ocupado en mirar hacia las ventanas que hay al otro lado del río. Calcula que puede haber otros seres humanos viviendo en sus propios insomnios. - ¿Cómo es posible que lleves pistola? - No es mía. Es de mi padre. - ¿Tu padre es un policia? - Mi padre es un militar. - ¿Y no piensas que si te descubren te metes en un grave problema? - ¿Por estar hablando con una chaval tan buenísima como tú? - Estoy hablando de la pistola. - Tengo licencia moral para usarla contra los pandilleros. - ¿Quién te ha dado esa licencia? - Mi propia conciencia. Es la mejor Ley que conozco. El frío le ha dejado más solo que nunca, pero la luz de la luna le liberado de todo. El brillo del agua le transporta al propio refugio de sus sentimientos. No se llama Soledad. Es la compañía del Mágico Solitario que le hace sonreír aunque su cuerpo esté helado. En sus labios no existen los besos pero las palabras le nombrarn desde algún lugar de su memoria. Contempla a su luna, esa luna que sólo a él le pertenece. Es tan joven que parece como si hiciera siglos que hubiese paseado desde su lugar de origen: una frontera de tierra lejana a donde algún día volverá. - Y si ahora mismo tuvieras que hacer una crítica de "La escalera del infierno", ¿qué escribirías? - ¿Te hago saber lo que escribiría sobre una obra de teatro que todavía no se ha estrenado? - Eso es lo que te estoy pidiendo. - Pero no te asustes. - No me voy a asustar. Adelante con tu crónica teatral de lo que todavía no existe. - Existe aunque tú no lo sepas. - ¿Y qué es lo que existe si todavía no la hemos estrenado? - Por eso digo que no te asustes. -Te repito que no me voy a asustar. - Sí. Es vida. Juicio de vida. Sólo cuando el autor tiene el juicio claro y sereno; sólo cuando el guión es fiel exactitud, y no copia, del sentir juicioso. Sí. Es vida pero sólo le pertenece a quien en verdad lo ha escrito. Ahora sigue paseando por su vida cuando, desde alguna ventana abierta, surge el canto del último lugar. Sobre la arena que va pisando hay señales de ilusiones encendidas en algunas alcobas del sentimiento. Pero él no desea nada de todo ese mundo infernal. Está pasando toda la noche mientras él pasea con el rostro perteneciente a la edad que tiene. Esos años de eterna juventud que juegan con su indiferencia. El horizonte se le hace más amplio. - ¿Algo más que pueda interesarme? - ¡Qué importante es poseer una identidad personal que sea algo así como un estallido de ritmos cosmovisionistas que se proyecte en cada una de nuestras interpretativas representaciones en este teatro llamado vida! La mejor manera de describirnos es hacernos gestores vigorizadores de nuestros continuos sentimientos, recorrer el camino a veces de grandes sueños y a veces de sueños pequeños para sentirnos aire, sangre, esperma del anhelo hecho realidad gracias el esfuerzo redentor de todos nuestros sentidos. Y es a lo largo de ese camino cuando nos debemos preguntar ¿cómo nace mi conciencia? ¿cómo crece mi entendimiento? ¿cómo surge mi esperanza? ¿cómo termina de forjarse mi destino? - Sigue, por favor. ¡Me parece apasionante! - Las respuestas deben ser inclaudicantes: nace mi conciencia cuando aprendo a leer en los árboles, en los riachuelos, en las flores silvestres, en el viento abrazador, en la mitad de una mata, en las manos de un anciano, en los lloros de un niño, en los ojos de los seres humanos. Crece mi entendimiento cuando como habas que ha cultivado un agricultor, cuando bebo agua que la caído de la lluvia, cuando siento mi alma crepitar en los crepúsculos. Surge mi esperanza cuando meto sentimientos a mi cuerpo, cuando danzo al magno compás de las cuatros estaciones que se van acumulando en mi existencia, cuando mi sensualidad se hace desenfado de trópicos arrullados en el centro imponente del universo. Y termina de forjarse mi destino cuando soy parte de ese escenario que resume todo el crisol de mis ideas expandidas por el cosmos de mi persona que, en ese momento, se hace cultura hegemónica, proyecto maduro de mis propios parámetros y vitrina de mi alma ante los ojos del planeta. La última hoja de su memoria es un sinfín sin final posible. La luna cuelga sus rayos sobre el árbol desnudo y las palabras las envuelve este invierno en las hojas que han caído al suelo y ya no existen. Solamente existe él recordando, mientras pasea por la ribera del río, abandonando la habitación vacía que está olvidando, segundo tras segundo, delizando su memoria a través de los cristales de esa ventana a la cual ya no desea asomarse por no ver el tráfago infernal de los de abajo, de quienes no conocen su manera de soñar. Aparece un perro, de esos perros vagabundos que son conciencia sobre conciencia, y los dos se dejan acompañar. Él para ser algo más que una simple presencia. El perro para ser una presencia simple. Y en lo sencillo del mundo de ambos, perro y él, se convierten en esencia del caminar bajo la noche. En un rincón de su mente hay otros perros ya olvidados. Pero él los recuerda como niños perdidos que encontraron en sus manos el calor de la vida. - Tienes una gran imaginación, Juan. ¿Tú serías capaz de escribir ahora mismo, en el dragstore en donde nos encontramos, un pequeño teatrillo para saber si llevo la verdad? - La verdad siempre la lleva quien la busca. ¿Buscas tú la verdad de mí? - Eso busco. - Entonce dame papel y algo con lo que escribir. - Puedes usar estas servilletas y llevo siempre un bolígrafo conmigo. - Entonces te demostraré mi verdad. Caminante.- No corras tanto Libertad... espera... espérame un momento... déjame sentar en este tronco de árbol abatido por el rayo para poder asirte Libertad... no te escapes de mi lado... Libertad (volviendo pasos hacia atrás).- ¿Qué te ocurre, Caminante?. No desmayes ahora. La hora del crepúsculo llega y yo no puedo retrasar más mis andares. Si me deseas siempre a tu lado debes ser más ágil. Caminante.- Libertad ¿por qué eres tan ligera y rápida?. Por favor, quédate conmigo un poco detenida en este espacio del letargo. Estoy verdaderamente cansado de perseguirte. Libertad.- Bien está Caminante. Esperaré unos pocos minutos a dialogar contigo. Pero está presto a seguirme siempre sin desmayo o dejarás de ser libre... Caminante (una vez sentada Libertad a su lado).- ¿Qué debo hacer para asirte dentro de mí por completo, Libertad? Libertad.- ¡Dáme un beso en la frente!. Caminante dio un beso en la frente a Libertad y de pronto todo el pensamiento se llenó de luz transparente y nítida. Entendió que la libertad se empieza siempre dentro de la Conciencia. Libertad.- ¡Dáme un beso en los ojos!. Caminante dio un beso en los ojos a Libertad y entonces de repente comenzó a vislumbrar el verdadero camino de sus liberaciones humanas. Libertad.- !Y dáme un beso en la boca!. Y Caminante dio un beso en la ardiente y roja boca de Libertad y ya no pudo desprenderse de su intensidad y se puso en camino con toda agilidad y ya siempre fue eterna sombra de ella. Libertad había conquistado para siempre a Caminante. - ¿Y eso en tan breves minutos? - Los minutos no son breves si sabemos sentir. - ¡Excelente! ¡Espero volver a hablar contigo muchas veces más! - ¿Aquí termina nuestro encuentro? - Hasta la próxima vez, "Duque" - Hasta la próxima vez, Sandra. Guarda sus recuerdos en una procesión poética y camina en dirección a un punto infinito donde su cansancio es el ruido de las voces somnolientas de su propio yo. De repente siente el calor de la vida desbordando todo lo que parecía sólo un pensamiento. Está más seguro caminando bajo este cielo azul. Toma una idea para arrojarla al misterio del blanco albor. Siempre hace lo mismo para iniciar un poema que circula como propuesta de vuelo singular. Él es ese instante sorpresivo que busca el vértigo de los sentimientos enraizado en este alba cuya claridad, junto al rocío que siente en las yemas de sus dedos al acariciar la fresca hierba, le guía hasta la infancia para hacerse, de pronto, mirada suave, mirada que sube, mirada que ya no entra en la geografía de nadie en esta gran ciudad a la que llaman la capital de toda la nación de los que ya son personajes extraños para él. Se siente distante de todo lo que memoriza; como si sólo fuese un espectador observando los dibujos del puente que atraviesa. Ha llegado hasta la otra orilla del río y su sombra comienza a superar las penas para irse convirtiendo en un hermético existir de poeta sin miedo. La música que oye es una batalla que, a toda velocidad, le atraviesa la alegría y él se defiende para abrazarla sin saqueo alguno. No volverá jamás a vivir el frío de la derrota porque no ha muerto nunca su propia filosofía de ser único en una gran ciudad donde las ventanas comienzan a hacerse acogedoras. Pero él es únicamente un personaje sin nostalgia, sin melancolía, sin tristeza y sin mentira. Bien iluminado su rostro ha ido dejando las huellas de su paso sabiendo que a donde va a vivir es junto al vértigo de los poetas. Carga con todo el peso de su caminar y ya no es palabra rota, ni palabra envejecida, ni palabra inútil. Se ha convertido en el verbo de lo imaginado. Saca el montón de fotografías que siempre lleva como equipaje de su existencia y, a través del alba que comienza a alumbrar el nuevo amanecer y su nueva esperanza, su profunda esencia de hombre es luz por haber dicho que la palabra verdadera no reside en su cansancio sino allí donde surge, de repente, la línea del sol. - ¿Puedo decir a mis compañeros que he conocido a un hombre libre? - Puedes decir a tus compañeros que has conocido a un hombre liberado. "La escalera del infierno" ha sido un éxito rotundo. Los interminables aplausos han hecho triunfar a la bilbaína Laura Otero Bermeo porque todos y todas creen que es su hermana gemela, la también bilbaína Sandra Otero Bermeo. Es el fin de un vuelo con retorno porque la mordaza del silencio ha dejado de existir en la conciencia. Feliz misterio.
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