Las mltiples Hispanias (El Chivatazo)
Publicado en Feb 04, 2014
En un lugar de La Mancha, de cuyo nombre se acuerdan todas mis lectoras y un poco menos todos mis lectores (alguno hasta perece, válganos Dios, que han salido de Málaga para entrar en Malaguilla), conociéronse, por esos azares de la vida turbulenta e inesperada, Adán y Eva y montóse tal follón entransambos que, a los muy pocos lustros, hubiese parecido cosa de encantamientos varios pero, a fuer de decir verdades, es gran verdad que aumentó en tan gran cantidad la población de las Vizcayas que faltaban números para contarlos.
Conocida la notica (pues de siempre ha habido y habrá de esas clases de correveidiles cotillas cual chivos expiatorios pero chivatos de los de verdad porque para chivatos abundan), por los frailunos del antiguo convento de Cantarranas, e mientras las ranas cantaban cortejadas por los muy sapos, pusiéronse en marcha verde para evitar males peores; e avisados ya los alguacilillos de las comarcas colindantes con Despeñaperros y Arrebatacas, mientras callaban los perros y las capas volaban por los fuertes e mis buenos aires queridos cuando volveré a verte, armóse tal revuelo de palomas en el ancho e anchuroso cielo de todas las múltiples Hispanias que los de la Citerior dejaron de hablarse con los de la Anterior e viceversa pues no existe buena estoria si la estoria no contiene una viceversa en su texto. En esas estaban todos e todas cuando apareciéronse unos colchoneros con ganas de gran trifulca e jerigonza y surgió la gran pelea entre los unos contra los otros por el allá e el acullá de los madriles; e se atacaron como galgos contra podencos por un quítame allá ese conejo o, en mejor diciendo, por un quítame allá ese melón de Villaconejos. Llegada la notica a las orejas y los oídos del Gran Comendador del Osasuna, decidió retirar a todas las sus mesnadas de su gran equipo de aquellas tremendas e furibundas luchas que le eran, a decir verdad, ajenas a sus propios intereses e ajenas a su propio provecho. Hasta los vetustos de Vetusta encorajináronse de tal manera con los de Jijona, por no atreverse a facerlo con los de Jijón, que hubo de intervenir una tal señora Ozores por evitar el desaguisado e, como buena samaritana que fuera e fuese, invitóse a sí misma a un grande guisado por ver si los vetustos de Vetusta aprendían que en comiendo lo demás era solo un remiendo. En las casas solariegas y solanosas de los campos castellano leoneses, remendaban las nodrizas de las novicias todo lo que cayera entre sus manos; más los sucesos sucediánse de tan grande maravilla, villa villa villa grande maravilla, que un galaico sorprendióse de la forma de fablar de los zamoranos mientras Zamora no era mora sino que, en grande verdad, era solamente cristiana. Más héte aquí que, en llegando a tales alturas de la parafernalia futbolera, todos esperaban, ansiosos e anhelantes e ardientes, la gran batalla entre los de El Bobo de Coria y los de El Manco de Lepanto; mas ambos contendientes qutáronse sus muchos sombreros y no hubo nada. Después pasó mucho tiempo en que no pasó nada para enorme desagrado e desgracia de todos los estoriadores cataluces del más allá pirenaico. ¡Hágase la luz en las Hispanias! Y las Hispanias quedáronse más a oscuras (manque no lo comprendan los curas del Betis a pesar de los empates), que los de los molinos de viento como escribiera o escribiese Don Miguel.
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