SENDERO SINUOSO (Libros de cuento)
Publicado en Mar 03, 2014
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SENDERO SINUOSO
Libros de cuento de
ROBERTO ATTIAS
ISBN 978-987-05-9535-9
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La información contenida en este mi 3º libro electrónico, también
conocido como e-book, eBook, eco-libro o libro digital, es una versión
electrónica de un libro; es propiedad intelectual de Roberto Attias
de Fontana, Chaco, Argentina, el cual Prohíbe su reproducción,
publicación, adaptación y/o cualquier otra forma de uso parcial, ni su
copiado con cualquier tipo de sistema presente o futuro al momento
de su publicación sin el previo consentimiento por escrito del autor.
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Este libro Digital fue diseñado por el autor en forma artesanal, en la
ciudad de Fontana, Chaco, Argentina
Attias, Roberto
Sendero sinuoso. - 1a ed. - Chaco: el autor, 2010.
E-Book.
ISBN 978-987-05-9535-9
1. Narrativa Argentina. 2. Cuentos. I. Título
CDD A863
Fecha de catalogación: 06/10/2010
Quedo hecho el depósito que previene la ley 11.723
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Estas son 11 cuentos breves
 
Es la segunda y ultima parte de la recopilación, la cual
está formada por dos libros íntimamente unidos, pero
independientes; los que son productos de las obras
publicadas en Internet en prestigiosos sitios
nacionales e internacionales. Al agruparlas de esta
forma trato de plasmar en cada uno de las obras, un
constante crecimiento intelectual y un cabal
compromiso de expresar la realidad cotidiana que me
circunda, venerando la naturaleza sin descuidar la
observación cognoscitiva de la otredad. Estoy
convencido que el lector sabrá mi intencionalidad
como autor, con estas simples fases orientativas dela
publicación y así podrá apreciar el incansable y
laborioso crecimiento humano reflejado en estos
escritos.
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C U E N T O S
 
EL EXPERTO
Francisco González tiene unos cuarenta y cinco años,
retacón, de tez trigueña y de hablar pausado. Es un
hachero pobre, hijo de campesinos pobres y con
abuelos más pobres aun, tiene un linaje de servilismo
y penurias que se pierde en el tiempo. Sin mas
instrucción que aquella que le permite deletrear con
Lentitud el titular en un periódico o garabatear con
mano temblorosa y letras grotescas su nombre y
apellido como firma.
Lo miraba con respeto y admiración, el a su vez me
observaba de a ratos de reojos como a un bicho raro.
No hablaba y tampoco yo.
Pasamos más de una hora en silencio, solo roto por
los golpes de su herramienta y el trino de las aves.
Cundo por fin culmino su labor quedo al descubierto
una obra, fruto de la maestría. Un poste para
alambrado, alisado con estilo acordonado.
Dejo el hacha y seco la transpiración de su rostro con
un trozo de lienzo, luego me interrogo.
¡Patrón! ¿Qué le agrada tanto de este palo?
¡No es el palo en si, es el trabajo que ha hecho enel!
Todos los días hago de seis a ocho postes y nunca
me parecieron más que trabajo y el dinero que
representa su hechura.
¡Este es bellísimo!
El poste que termine de alisar no es común, ya que
rara vez se halla un ejemplar ‘muerto en pie’, o sea un
árbol seco, que de el grosor y además no esté muy
torcido.
El palo desprovisto de vida estaba liso, pero para
dejarlo mas presentable, había tallando pequeños
eslabones, como si fueran varias cadenas juntas en
sentido longitudinal.
Esto es arte!
En todas las labores hay algo artístico, solo hay que
saber observar.
Puede ser mas especifico?
Venga y le mostrare algunas cosas.
Allí fuimos por un sendero que nos condujo a su
rancho y fue mostrándome elementos hechos con
habilidad y esmero explicándome sus usos y orígenes,
cada tanto interrumpía el relato para señalarme
detalles básicos de su labor.
El secreto es saber elegir el árbol, que no sea
‘renuevo’, pues de ser así tendría en ‘corazón’ muy
fino y no daría la ‘medida de ley’; además hacer los
cortes para que caiga donde uno quiere,
independientemente de su inclinación natural, para
evitar que quede ‘carayá’.
A esos términos incomprensibles para mí del dialecto
montaraz, lo acompaño con gesticulaciones y
muestras en el terreno.
En cuanto a mí, tengo una galería de arte donde
periódicamente presento obras de artistas plásticos
que combinan técnicas y materiales diversos.
Esa muestra fue particularmente especial porque
cumplimos cinco años de indiscutido éxito y queriendo
darle un toque revelador fue que inicie esa gira para
ver a los artistas en sus cotidianeidades y así por
varios días deambulamos por las ciudades vecinas.
Aunque halle bastante material interesante, como
aquel joven pintor que lograba impactar al observador
no solo con los tonos, ya que reconfortaba el sentido
del olfato con los aromas que se desprendían de sus
trabajos. Con sutileza maceraba los diversos colores
con las esencias aromáticas diluidas, con esto pintaba
formas modificadas de frutas las que presentaba con
aromas reales logrando resultados muy subjetivos.
Sabiendo que aun no encontraba lo requerido, mi
chofer con sorna se refería al tema como ‘el eslabón
perdido del arte’, cuando ocurrió lo que faltaba, un
desperfecto mecánico para coronar el viaje.
Allí quedamos bajo unos Eucaliptus mientras él y otro
trataban de repararlo. Leía en el asiento trasero una
novela algo densa cuando decidí salir a caminar por
las inmediaciones, el día era fresco, el lugar poco
poblado y confortablemente silencioso.
La ruta separaba los surtidores de la venta de
combustible por un lado, la despensa y bar, que servía
de apeadero a los usuarios del trasporte de pasajeros,
por el otro.
Me dirigí hacia allí y al de trasponer la entrada me
sumergí en un espacio con aromas antiguos, el tiempo
había quedado aprisionado entre sus estantes
atiborrados de latas de conservas y botellas viejascon
etiquetas ilegibles; los juguetes que pendían en sus
bolsas plásticas, parecían infinidades de gruesas
raíces que emergían del techo, todo cubierto por una
fina capa de polvo que unificaba los colores en un gris
triste, como los listones de madera que conformaban
el piso.
Sobre la pared, detrás de la barra, estaba sobriamente
enmarcada una copia en papel de la fragata ‘Bóreas’
de Derek Gardner, que luchaba por permanecer entre
el abandono y las moscas que defecaban sobre sus
velas ya no tan gloriosas.
Antes de retirarme compre un paquete pequeño de
galletitas merengadas y una gaseosa chica.
Deambule comiendo con pausas hasta que oí el
sonido como de un címbalo de madera, era del hacha
golpeando el palo seco, provenía claramente del
umbral de la espesura hacia donde me dirigí.
Cruce el amplio espacio destinado al rodeo de
maderas, en el cual aun se conservaba en un lugar
apartado y oculto, entre las hierbas amorronadas
visiblemente quemadas por las heladas de las últimas
noches, algunos tramos de vías del ferrocarril, alma
del otrora movimiento maderero en épocas de
bonanzas, lentamente corroídos por el oxido y el
olvido. Al arribar conocí a Pancho.
Anoche inauguramos la muestra con bastantes obras
y visitantes. En el centro del amplio salón y bien
iluminado estaba el poste en forma vertical y sujeto
sobre los rezagos y astillas que le habían quitado.
Acompañado por una placa que expresaba el titulo
‘Arte Primordial’- escultor: Francisco González. A la
par de esta, un atril con folletos en el que se podía
apreciar la biografía y fotos de otras obras de este
nuevo escultor.
Tuvo una buena acogida, ese poste para alambrar
finamente tallado, dejo un mensaje del arte sin
rebusques, hallado por casualidad al observar los
elementos cotidianos.- FIN.-
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2009 ----- Buenos Aires (Argentina) Certamen Internacional– FINALISTA--
«Argentina En Versos y Prosas». XXXVII CERTAMEN LITERARIO NACIONAL E INTERNACIONAL 2009 -Raíz Alternativa Ediciones
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AUSENCIA
Cumplió los 78. Un arisco mapa de arrugas surcaba
su rostro, y se movían alrededor de los ojos tristes de
Don Castulo, mientras sus manos callosas y curtidas
secaban las lágrimas, que corrían con infinita
transparencia por sus mejillas.
El añoso algarrobo de cáscaras escamosas y don
Castulo parecían haber venido al mundo a un mismo
tiempo, y a los pies de ambos, el montículo lúgubreen
esa tierra tan suave y la vez tan rustica, con una
estaca de Quebracho tallado por manos expertas en
uno de sus extremos, y ocupando un minúsculo
espacio de la sombra, estaba ella recientemente
sepultada.
Después de un interminable momento el viejo se alejo
del lugar musitando algo así como un réquiem
mientras se encaminaba a su rancho, distante unos
cien metros de este lugar.
Después de pasar la primera cerca que separaba el
camino de la chacra, visiblemente consternado por la
pena giro su cabeza hacia el río lejano, donde las
ondulaciones del agua devolvían los reflejos del sol
como un sinnúmero de espejos rotos que danzaban al
compás del viento.
Se quedo observando mientras pensaba que uno de
los hechos mas egoísta del hombre, es el de llorar por
los muertos, ya que la pena provenía de la falta desu
compañía y de esos momentos que ya no se repetirán
como los de ellos, juntos caminando en esas cálidas
noches pobladas de estrellas, o en aquella frías
mañanas lluviosas en la cual permanecía a su lado en
total silencio, oyéndole contar historias repetidas,
entre vasos de caña y el crepitar del fuego.
Si puro egoísmo, decía, y este lamento lo apenaba
aun mas.
Sus pensamientos nostálgicos lo guiaron hasta las
horas antes del fatal desenlace.
Esa tarde a la hora de la oración, (ese momento en
que el día recoge su manto de brillos y la penumbra
asoma tímidamente, es un indeciso momento entre la
luz y la oscuridad, entre el ocaso y el crepúsculo,todo
se torna celeste, mágico y melancólico) al volver
juntos, como de costumbre, y después de desuncir los
animales de tiro del arado y colgar los arneses en el
galponcito, se dirigió a la represa que se hallaba a un
costado del patio y al lado del pozo con agua dulce,
de boca cuadrada calzada con maderas, lugar
poblado de croar de ranas, para que beban los
caballos; ya la notó triste, con un profundo cansancio
que se reflejaba en sus ojos opacos.
A don Castulo le pareció extraño que lo dejara ir solo,
pensó que los años tal vez le pesaran más que a él.
Se acerco y lentamente paso su deslucida y áspera
mano sobre su cabeza, ella sintió la suave caricia pero
no hizo ningún movimiento, esto preocupo más aun al
viejo.
Removió las cenizas y acercando más leña pudo
encender nuevamente la hoguera con ayuda de las
pocas brazas que quedaban.
Después de cenar se sentó junto a ella sintiendo el
pavor de lo inevitable. La aurora lo hallo entre elhumo
del cigarro y el sabor amargo de la vigilia, el fuego se
había apagado, y el silencio era roto por el canto de
los gallos.
Estaba solo, el espíritu de su compañera había dado
un brinco dejando su cuerpo inerte.
La escena era desgarradora.
A desgano se puso de pie, solo quedaba una cosa por
hacer, envolvió su cuerpo con una manta, tomo una
pala y se dirigió al lugar elegido de antemano.
Luego de un arduo trabajo, sepulto allí toda la luzy la
alegría.
Ya ha pasado un mes de aquel amanecer, Don
Castulo no soporta bien la soledad, Ya no será lo
mismo, piensa, pero con renovada esperanza ha
traído un cachorro, casi idéntico, del mismo pelaje que
esa perra, fiel compañera, que había sido su única
compañía mientras habitara ese rancho.- …………FIN
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UN GOBERNADOR PARA DON ALFREDO
Cuatro Cruces, era un pueblo monótono y deslucido,
se extendía lánguido en ambas márgenes de las vías
férreas.
El tren es su epicentro económico y principal
transporte, desde el comienzo marco las costumbres,
los horarios y dispuso la ubicación del villorrio, ya que
la principal fuente de ingresos es la explotación
forestal la cual se comercializa o se transporta a
trabes de este.
Al salir de la estación y luego de cruzar por el molinete
que hace de portacito giratorio y separa el predio de
ferrocarril con el del espacio público a trabes de un
pasillo de durmientes viejos muy útil en días de lluvias
que comunica con la plazoleta “Sarmiento”. Desde allí
se puede divisar el mástil del destacamento con sus
paredes siempre blancas y al frente una gran planta
de paraíso, viejo y frondoso, bajo la cual era atado el
montado del sargento. A la derecha de los galpones y
una cuadra mas al fondo esta la oficina del Registro
Civil y la Sala de Primeros Auxilios, cruzando la calle
la Estafeta Postal y la Capilla. Mas allá el edificio mal
pintado de la Municipalidad, la Escuela y el consultorio
del doctor Gómez. Del otro lado de las vías un
sinnúmero de casas y algunas despensas, al los
márgenes del ejido cerca del barranco, el Cementerio.
Todo el conjunto era un lugar sucio y desordenado.
Las calles de tierra llenas de huellas profundas que la
hacían casi intransitables, las cunetas llenas de
malezas y charcos de agua estancada que
desprendían un vaho nauseabundo, dando un aspecto
detestable y ruin.
A muy pocas personas le importancia al aspecto del
pueblo.
Los últimos pobladores que se habían instalado allí
son don Alberto y su familia.
El es delgado y alto de unos 50 años, nacido lejos de
allí en un paraje cerca de Salada en la provincia de
Corrientes. El y su esposa educaron a sus hijos como
los educaron a ellos, con el mismo estricto respetoy
costumbres en las relaciones cotidianas.
Todos los habitantes lo conocían como un hombre
lacónico, respetuoso y ajeno a las bromas, siempre de
vestir sobrio y de estampa recia.
A su arribo abrieron bar bien surtido y mejor atendido.
Siempre habían despertado un cierto misterio sus
procedencias. Quizás por sus costumbres austeras o
por esas personas acaudaladas que recibía a menudo
en su hogar. Algunos comentaban que era un político
retirado, otros que había sido juez, y así los más
variados comentarios iban y venían.
En el ocaso de cada jornada, estando cómodamente
sentado en su reposera bajo la morera y mientras
tomaba unos mates imaginaba los cambios que podría
realizar a favor del aspecto del lugar si a su cargo
tuviese el municipio.
Desde los primeros días del mes de abril las señoras
mas devotas y allegadas a la capilla ayudaban al
padre Mateo a preparar la fiesta y procesión a Santa
Catalina, y don Alfredo pensaba, más que un agasajo
en honor a la virgen seria una ofensa pasearla por
esas calles sucias y con las veredas descuidadas.
El martes, en horas de la noche parado tras el
mostrador y dirigiéndose a su hijo mayor pero
levantando levemente la voz para hacerse escuchar
ya que el muchacho estaba en el otro extremo del
salón donde los presentes que bebían en grupos o
apoyados cansadamente sobre las mesas, dijo con
voz firme
-Juan, el lunes ira a la capital a llevar unos papeles a
la casa de su padrino el diputado Jiménez y a la vuelta
aprovechando el viaje traerá mercaderías, carne y un
gobernador así el regreso coincidirá con los festejos
patronales- Su hijo con toda naturalidad contesto
afirmativamente, y sin más comentarios continuaron
con sus labores habituales. De pronto el silencio
aplasto hasta la última conversación, luego de un
largo minuto de mirarse unos a otro el murmullo fue
creciendo hasta lo intolerable.
Al otro día como por arte de magia, todos colaboraban
blanqueando los troncos de los árboles, podando o
arreglaban los jardines o juntando basuras, nadie
comentaba el repentino deseo de limpieza y orden
pero todos trabajaban alegremente.
Los días pasaron y los preparativos religiosos
llegaban a su punto culminante, el pasto estaba
cortado dentro del ejido municipal, los edificios
públicos pintados y las veredas aseadas.
Hoy es el día de la procesión, una multitud sale dela
iglesia y con pasos apresurados se dirige hacia la
Estación a la espera del tren de las once.
Todo están parados en el andén, al frente el señor
intendente con su traje gris impecable, acompañado
de su joven esposa que es maestra y del Sargento
jefe del destacamento, a la izquierda don Juan Alberto
el Juez de Paz y el Padre Mateo. A su lado el doctor,
el farmacéutico y el director de la escuela junto aun
grupo de alumnos con sus guardapolvos blancos que
portaban la bandera de ceremonia y junto a estos un
nutrido grupo de prósperos comerciantes, y de
vecinos curiosos.
De lejos se oye el silbato y solo falta la última curva
para entrar en la recta final. En el alero de la estación
la brisa hace danzar las cintas y las guirnaldas.
Paso un largo instante y nuevamente se oye el silbato,
los hombres ansiosos se ajustan aun mas las corbatas
y las damas se arreglaban el cabello.
El tren está muy cerca y el maquinista puede ver a la
multitud expectante inclusive oír el coro de la iglesia.
La maquina recorre los últimos metros pesadamente
dejando escapar bocanadas de vapor y al fin se
detiene.
Todos se agolpan para ver a los pasajeros.
Se abre la puerta y baja Juan con la sorpresa dibujada
en su rostro, traía como habría de esperarse grandes
paquetes y se dirige el encuentro de su padre que lo
espera sonriente entre la multitud. En ese instante don
Alfredo
Le dice
– Hijo, la próxima vez que vayas de compras a la
ciudad y como de costumbre traigas una cabeza de
cerdo, ya no la llamaremos el gobernador a esta como
le decía su abuelo a esa parte del cuerpo del animal,
no sea que alguien se confunda.-FIN
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Un Gobernador Para Don Alfredo (Cuento) 2010 ----- Córdoba
(Argentina) Certamen Nacional –FINALISTA- - DNA EDICIONES
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FABULA INFANTIL CONTRA LA DISCRIMINACIÓN
Los niños deben aprender que las facciones y los
colores distintos a los propios en otras personas
no los convierten en seres peligrosos y deben
evitar las acciones evasivas arbitrariamente.
Este breve cuento lo escribí en 1987 para mi hija
Patricia Beatriz, cuando ella tenía cinco años.
 
SUSY
El verdor que rodea la charca tiene un esplendor
mágico. Salpicado de hermosas flores amarillas y
rojas dispersas y en ramilletes con tallos firmes
circundados de esbeltas hojas donde se posan a
descansar de sus oscilantes viajes los señores
alguaciles con sus dos pares de alas rígidas y sus
múltiples ojos traviesos. Allí a la sombra de las
mismas hojas don Juan el viejo caracol blanco eleva
sus antenas aprovechando la brisa primaveral.
En el agua y en la orilla la algarabía es total, doña
Pepa la mariposa de alas de seda con múltiples y
brillantes colores que reflejan la gracia de sus formas
aletea suavemente, de tanto en tanto moja sus patitas
en el agua fresca y luego se posa en alguna sonriente
flor.
Desde siempre el sol envía su más simpático rayo de
luz para que juegue con su cola dorada para que
alumbre y deje por doquier un finísimo manto de calor.
Como cada amanecer en la llegada de esta primavera
nadie faltaba al lugar citados por la alegría de vivir, la
emoción especial de ver a los bebes de todos los
animalitos jugando con sus mamas enternecía el
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predio. Todos eran amigos de antaño, la crisálida
brillante cuelga lacia en una ramita y todos la observa
de a ratos esperando el nacimiento de la nieta de
doña Pepa. Los caracolitos casi transparentes pasan
lentamente en el lecho lodoso y los pececitos
multicolores dan saltitos rompiendo el espejo del agua
allí en el recodo.
Cuando el aire se puebla de murmullos de aves,
grillos y langostas, sale de atrás de un tronquito hueco
que le sirve de morada a toda su familia,
Lily la pequeña é infinitamente suave ranita que luce
con gran orgullo una pequeña colita prueba de su
corta edad, da algunos saltitos y se sumerge
plácidamente.
Luego de sumergirse hasta el fondo saca los ojitos del
agua y se queda flotando para observar el esplendor
matinal. Pasado unos minutos da pequeños golpecitos
con sus patitas para poder girar y ver en todas
direcciones. Algo la alerta y fija su atención en un
lugar pocos centímetros de la orilla sobre la fina
arena, donde ve un bulto que la estremece de pavor.
Los sonidos cesaron y todos giraron las cabezas para
ver a la desconocida visitante que está extendida en
toda su dimensión y aunque no es grande impresiona
su forma alargada y sus colores y pequeñas escamas
brillantes que le cubren todo el cuerpo. La ranita al ver
sus ojos profundos, la gran boca y esa lengua roja de
dos puntas que movía sin pausa y que zigzaguearte
rompió el cristal del agua en dirección a ella. La ranita
mas sorprendida aun dio un fuerte envión y se alejo
del lugar, llego a la orilla y no se detuvo, salto sobre
las piedritas y continuo hasta el tallo de una cala
donde se escondió presurosa. Cuando creyó que
estaba a salvo del peligro espió entre la hierba y vio
que aun la seguía. Nuevamente dio más saltos y
piruetas llenas de energía para alejarse pero es en
vano. Cansada de tanto huir y sin más lugares donde
esconderse decidió enfrentar la situación apoyándose
contra aun pequeña roca espero lo que para ella era
un trágico final. A pocos centímetros de ella se detuvo
la viborita, con vos muy fina y cálida dijo
–¡ Hola! Soy Susy. ¿Cómo te llamas?
A lo que la ranita con vos trémula respondió
– Lily.
Y al comprender que no había peligro le sonrió.
Entonces la viborita le dijo
- Es muy divertido esto de jugar a las escondidas,
¿podríamos hacerlo otra vez? --------- FIN
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2010…Bilbao (España) Certamen Internacional CERTAMEN
INTERNACIONAL CONTRA LA DISCRIMINACIÓN EN
CUENTOS PARA NIÑOS. – PREMIO PUBLICACION-
Centro cultural "Txirula Kultur Taldea
http://www.ellibrepensador.com/2010/05/15/resultadodel-certameninternacional-de-cuentospara-ninos-contra-ladiscriminacion-2/
http://blogs.clarin.com/robertoattias/2010/09/24/destino-de-loslibros-del-premio-de-bilbao/  
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http://www.ellibrepensador.com/2010/09/24/destino-de-loslibros-del-premio-de-bilbao/
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http://www.youtube.com/watch?v=G7xg3RJXOmY  
http://www.youtube.com/watch?v=G7xg3RJXOmY
http://www.ellibrepensador.com/2010/10/02/8%c2%ba-maratonnacional-de-lectura-desde-corrientes-argentina/
http://letrasderoberto.blogspot.com/2010/10/8-maraton-nacionalde-lectura-desde.html
http://blogs.clarin.com/robertoattias/2010/10/02/8%c2%bamaraton-nacional-de-lectura-desde-corrientes-argentina/
 
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ENTRE ANHELOS INFRUCTUOSOS
Una vez al mes el padre Gregorio da la misa en la
Escuela Rural de la Colonia Tres Palmas, para la
feligresía católica, que consta de una nutrida
concurrencia, lo que da mucha alegría por la voluntad
de asistir desde los lugares más remotos de la región.
El sermón fue muy elocuente y se refirió a la envidia,
alegando que es la tristeza del bien ajeno y con ella se
vincula la ira, la calumnia, la rivalidad, la avaricia y el
rencor.
Se detuvo unas momentos a beber unos sorbos de
agua, y a observar los rostros de sus fieles. Todos
estaban atentos aunque algunos miraban el suelo con
vergüenza, eso daba pie para seguir con la disertación
Algunos pensaron – Porque no llegara la bendita
lluvia!
Cada palabra del orador era un martillazo que
empequeñecía aun más a muchos de los presentes
hasta el punto de temer que sus dignidades sean
pisadas por los demás.
Y luego concluyo – la Virtud que vence este pecado
es la Caridad.
Después de retirarse del salón se asentaron como de
costumbre a la sombra de los árboles mientras los
niños jugaban donde cantaron y rieron.
Al atardecer cada uno tomo el camino a su casa y
para la noche el lugar estaba desierto.
Un sinnúmero de huellas de carros, bicicletas, coches
y cascos de caballos se entrecruzaban en el lugar yse
iban borrando con la llovizna que comenzaba a caer
con el comienzo del otoño.
A la mañana siguiente cada uno en su hogar
comenzaba un nuevo día.
Rafael tiene cuarenta y cinco años, es acompañado
por su familia formada por su bella esposa y sus seis
hijos; ellos son guapos, educados, atentos,
compañeros y amorosos con sus padres y entre si,
estaban siempre atentos a las necesidades del hogar
y protegían todo con coraje ilimitado, al punto quesus
actos de nobleza sobrepasaban ampliamente los
límites de sus tierras. Ellos tienen un terreno al otro
lado del río El Torrentoso, que fue ampliando a fuerza
de desmonte. Allí sembraban un poco de algodón y
algunas verduras para consumo del hogar; estos
beneficios sumadas a los subproductos de un ato de
reses y aves de corral, lograban vivir con austeridad
pero sin privaciones.
De este lado del mismo río, más allá del algarrobal,
estaba el camino que conducía al establecimiento
agrícola-ganadero “El Manchado” de don Alberto. Ese
era un lugar hermoso desde el portón de entrada.
Un gran jardín cubría el frente de la casa con una
infinita variedad de plantas ornamentales y en el
centro de esta una glorieta con bellas enredaderas
florecidas que daban al lugar una visión de ensueño.
Más allá de la casa del patrón y alrededor de esta,las
casas de los peones, las caballerizas, los galpones,
los depósitos, el garaje y el taller y por último los
corrales.
Este establecimiento era un hito del bienestar
económico. El señor y su esposa, junto a sus cuatro
hijos viajaban a menudo a la capital donde tenían una
mansión y las oficinas comerciales, además podían ir
al club a reunirse con sus amigos.
Por largas temporadas la familia del ganadero se
quedaba en la ciudad y el regresaba a cumplir sus
labores en el campo.
Desde hace algunos años siembran algodón en el
potrero del norte, unas trescientas hectáreas, y con un
muy buen rinde.
Pero toda esta abundancia no complace a don
Alberto, pues el añora el trato que obtiene Rafael de
su familia, su vida tranquila, su pasar sin prisas, la
armonía y el cariño que brindan a sus visitas.
El hecho de no poder igualar sus logros lo torturaba
de día y de noche.
Pero de pronto se propuso que podía igualarlo y
superarlo, ya que poseía mucho más que él, y su
familia era mejor instruida y más refinada.
Comenzó haciendo regalos costosos a sus hijos con
el afán de ser bien amados por estos, aunque hacía
mucho tiempo que se había roto el dialogo familiar y la
camaradería. Lejos de lograr sus objetivos estos
pedían más y concedían menos.
Avergonzado por su fracaso trato de imponerles un
trato diferencial hacia el y solo logro que su mujer
amparara la apatía y el trato descortés.
Furioso comenzó a odiar a su inocente adversario y
cuando podía lo acechaba oculto entre la tupida
vegetación.
Ya para esta fecha deseaba destruirlo con sus propias
manos y poder disfrutar de la tristeza que podría
ocasionar. En esos meses la naturaleza le gano de
mano y una gran sequía diezmo sus animales y seco
sus plantíos. En busca de de sobrellevar la citación
abandonaron su tierra y se instalaron a la orilla del
pueblo en un rancho que ellos mismos levantaron con
maderas traídas de su antiguo hogar.
Cuando se entero de esto don Alberto, que no sufrió
este percance porque tenía molinos, se regocijó. Un
tarde fue a ver a sus antiguos vecinos para poder dar
rienda suelta a su mezquina alegría.
Detuvo su camioneta a unos metros del lugar y al
verlo don Rafael lo alcanzo con una sonrisa de alegría
por su encuentro y le explico la actual situación
- Mis hijos trabajan para que a su madre y a mi no nos
falte nada y evitarnos la tristeza. Transportan
mercaderías y otros elementos con los carros y
descargan camiones en los depósitos. Vivimos bien y
además están ahorrando para recuperar lo que
perdimos. Usted sabe la plata va y viene pero el amor
familiar siempre queda.
Este cuadro familiar enfureció al visitante que con
gran asombro descubrió que a pesar de las
vicisitudes, el amor y el respeto de los hijos hacia los
padres estaban intactos, inclusive más unidos que
antes.
Se retiro apresuradamente del lugar, la envidia lo
estaba corroyendo, llego a la casa del campo y se
sentó mirando el camino, sin hablar paraba las horas
solo, quieto, inmutable, se alejo de sus obligaciones y
todas las labores se detuvieron con la falta de su
organización y su empuje, solo quedo su mucama que
le acercaba los alimentos. Los días pasaron y el
hombre no se levantaba de su sillón y proseguía
callado.
Su familia seguía de vacaciones y no presto atención
a lo sucedido hasta que fueron a retirar dinero y no
había más. Enfurecidos volvieron a reclamar y
encontraron el lugar desierto y el viejo muerto desde
la noche anterior en su sillón frente al camino.
Hace un año que sepultaron a don Alberto en la
colonia, el establecimiento fue vendido y su familia no
volvió más, los únicos que limpian su tumba y llevan
velas son Rafael y su familia que regresaron a su casa
junto al río.-FIN
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2009 ------------Málaga y Toledo (España) Certamen Internacional-
Premio Finalista - «I Concurso de Relatos cortos Katharsis 2008»
KATHARSIS Electrónica Cuatrimestral
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LA ESMERALDA PROFUNDA
Estoy observando con mas curiosidad de la
acostumbrada una de las revistas recogidas hace una
semana en las inmediaciones del lujoso Hotel
Imperial.
Aquí admiro las bellas imágenes estando tan lejos de
ese destino y absorto desde el interior de la precaria
vivienda que me sirve de morada. Las aberturas
celosamente colocadas dentro de los dinteles son más
que pasajes de luces y sonidos entre ambos espacios
del miserable barrio, son los ojos y oídos críticosque
permiten apreciar todo el calor, la miseria y la
idiosincrasia común de estos predios exteriores o
interiores, según sea la posición del observador
hastiado e irreverente, que apoyado sobre un catre de
lona percudida, deja escapar las horas de las siestas
acecinas, que dotadas por los rayos impiadosos del
sol y la resolana, merodean los ranchos en este
febrero cruel y arrogante del norte argentino.
Nosotros tenemos la tarea de juntar productos de
rezagos para venderlos a las empresas recicladoras
del medio.
Recorremos durante las mañanas y las tardes las
aceras buscando papeles, cartones y otros elementos
menos nobles, caminamos por infinidades de lugares
observando con miradas críticas y astutas los
depósitos domiciliarios. Allí vamos muñidos de
carretillas, carritos o simplemente bolsas colocadas
sobre nuestros hombros.
Al anochecer regresamos a nuestros hogares a
clasificar el material hallado y luego de atarlos
prolijamente los estibamos bajo el alero que da al
patio o en el caso de los diarios y revistas en el interior
de la única pieza, sobre unos trozos de leña.
Ese es el momento más admirable, allí voy separando
las revistas con delicadeza, con las imágenes más
llamativas para ojearlas durante los espacios de las
siestas mientras aguardo a que afloje el calor
asfixiante o durante los días de lluvias mientras
escucho música de la radio.
Pero ninguna de las nuevas ha logrado
empequeñecer ni un ápice a la que guardo
celosamente sobre uno de los tirantes que sostiene el
precario techo.
Aunque he repasado una por una todas las fotos
expuestas en forma de colección no comprendo el
mensaje de muchas de ellas, no hallo el motivo que
impulsó al profesional a tomarlas y aun más, a
sepáralas de otras muchas que seguramente fueron
capturadas con estas, es aquí donde se necesita tener
instrucción en el arte fotográfico. Pero aun así con mi
nulo conocimiento y guiado por el instinto hay una en
especial que me ha atrapado en forma abrumadora.
A primera vista solo parece un amplio espacio, quizás
una recepción, el hall de entrada de un suntuoso
casino o la sala de conferencias de una embajada.
Siento que observo el espacio de un color esmeralda,
no se si se trata de un filtro o simplemente es su
aspecto real.
Puedo imaginarme más que solo estar parado a la par
del fotógrafo sobre una posición algo más elevada y
apoyados en una fina barandilla, puedo sentir que
estoy dentro de la foto y el esta posicionado en el
interior de mis pupilas, porque nada de su presencia
esta allí más que el momento oportuno y la inspiración
del disparo certero de su cámara imperceptible, ni
siquiera su sombra o respiración empañan la mirada
directa del edificio casi mágico que ahora estará para
siempre dentro de mis pensamientos dándole breves
latidos de frescura insoslayable.
Por muchas horas cada día quedo prendado, con la
mirada sumergida en lo profundo del salón casi vacío.
El piso fue pulido hasta convertirlo en un fino cristal
que permite observar en su reflejo todos los detalles
de la construcción que no capto la foto de forma
directa. Se aprecia mejor en el reflejo las luces de la
pared y los tragaluces en lo alto del techo. Es una fotografía
magnifica, simple pero profunda y astutamente
capturada.
Cada mediodía infernal rescato una frisa fresca desde
el mármol limpio y puro que refleja como un lago de
hielo el transitar de las personas, las cuales quizás no
contemplaron como Daniel ese espacio dinámico y a
la vez apacible, donde se observa el cielo mirando
hacia abajo, más allá de los pies, profundamente entre
el brillo de la luz, de la limpieza infinita y de las huellas
imperceptibles de los zapatos.
He mostrado a mis colegas la foto que me trasmite
frescura y calma, pero ellos no la ven como tal y se
burlan de mí con sórdidas frases y nominan mi actitud,
como la de mi imaginación desbordada por el hambre.
Absurdamente admito que algo de ello es verdad, es
el apetito inagotable al arte visual lo ha despertado
este fotógrafo en mi alma.-FIN.
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LA ESMERALDA PROFUNDA - (cuento)
2009 ----- Buenos Aires (Argentina)
Certamen Internacional
– Antología –
«Latinoamérica Escribe»
Raíz Alternativa Ediciones
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LA ESMERALDA PROFUNDA - (cuento)
2009 ----- Buenos Aires (Argentina)
1º premio en la foto 03
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EL DUENDE DE LOS BROCHES
 
Todos tuvimos momentos de incertidumbre cuando
fuimos sorprendidos por la falta del objeto que
estábamos manipulando y hubiésemos jurado haberlo
dejado depositado frente a nosotros en el escritorio o
la mesa y aun agotados todos los recursos no lo
pudimos hallar. Pero si derrotados abandonábamos su
búsqueda, reaparecía frente a nuestros ojos como por
arte de magia al alcance de nuestras manos. Esto nos
ocurre a menudo aun cuando no lo divulguemos y
algunos justifican el momento como un estado de
ansiedad que nubla el raciocinio, otros por distracción
y hay quienes se definen como desordenados que al
mezclar objetos similares, confunden luego con las
formas y colores lo que ayuda a su mimetización.
Para mí que soy menos práctico y mucho más
soñador esto es mucho más fácil de explicar ya que
es la inconfundible obra del pícaro Duende de las
Cosas.
Aún cuando la mayoría de las personas no reconoce
su existencia e incluso se burlan de quienes comentan
estas experiencias, en cada casa hay uno. Es casi
invisible y se mueve con agilidad y gracia. El pequeño
bribón va cubriendo las cosas con un manto de olvido
o las instala en lugar secreto, suspendidas bajo mesas
y sillas, sobre roperos o en bolsillos de los sacos
colgados en el. El pequeño duende es enigmático e
inquieto y convive con un grupo de animalillos
especiales, un gato, un ave y una pequeña nutria a los
que no solo verás si miras como observando un
estereograma, es decir mirar al infinito fijar la vista en
un objeto distante y sin desenfocar tratar de mirar
hacia el piso, podrás tener la grata sorpresa en
algunas ocasiones de ver pasar a alguno de ellos
fugazmente y hasta podrías asegurar que fuiste
suavemente tocado. En muchos hogares hay niños
que juegan y hablan con ellos formando verdaderas
amistades, como mi hermana que cuando niñita tenía
dos amiguitas invisibles La Túnki y La Tinguitó.
Desde tiempos insondables los habitantes autóctonos
del noreste argentino sumados a los criollos
supersticiosos crearon leyendas macabras y absurdas
sobre este tema, estas historias forma parte de la vida
cotidiana de muchas regiones en las cuales participan
un vasto número de elementos propios del hogar y de
las personas.
Esta ciudad posee un gran número de lagunas de
diferentes tamaños, eso hace que en algunos barrios
periféricos la edificación sea caprichosa pues se ciñe
el contorno de estos reservorios naturales.
En ese tugurio, en el patio de una humilde casa
resguardada con muros de ladrillos y construida a la
margen de uno de estos espejos de agua.
En ella una anciana caminaba con dificultad a causa
de la artritis instalada en sus rodillas entorpecía su
andar.
Vivía prácticamente sola pues el entorno familiar
aunque numeroso estaba ausente a sus problemas de
salud, pero todos trataban de aprovecharse de su
nobleza innata. Sus hijos é hijas ganaron las calles
desde corta edad y muchas veces recorrieron el
camino del delito el cual en repetidas oportunidades
los obligaba a regresar a ocultarse por breves
periodos de la policía o de sus obligaciones familiares.
El frente del predio fue cambiando su aspecto a causa
del peligro urbano. Abierto en el pasado, se podía ver
el patio trasero desde el frente a trabes de un vasto
jardín. Hoy tiene un entramado de tablas y un techo
de chapas que forma una galería cubierta asegurada
por una puerta y un candado.
Pero en este su pequeño espacio siempre se
extraviaron los broches utilizados para colgar la ropa
recién lavada en los tendales instalados en el patio y
ella en reiteradas oportunidades culpó a los vecinos
de la vereda del frente aun cuando el vallado era
inexpugnable.
Cuando le decían que era el pequeño duende
travieso que se los llevaba para jugar ella reía
incrédula es que la vida había golpeado con crueldad
su niñez obligándola a enfrentar la realidad cotidiana
por lo que era reacia a aceptar explicaciones
fantásticas.
Su casa era un lugar lúgubre, húmedo y taciturno, las
paredes tenían rastros de viejas pintadas y en muchos
lugares habían caído grandes trozos de revoque. En
su habitación había pequeños rincones olvidados
como su antiguo ropero que descansaba en la pared y
estaba atiborrado de recuerdos, a la derecha de este
el estante con muñecos y peluches, algunos grotescos
y otros hermosos que le fueron regalado en el
transcurso de su vida y sobre el respaldo de su
cama la foto de su cumpleaños de quince
resguardada en un dintel muy delicado.
La salud de doña Carmen fue delicada en los últimos
meses y pasa largos momentos de reposo por dolores
de sus piernas, esto hizo que disminuyera sus
movimientos y también su alegría. La preocupación
fue aún mayor por dificultarle cada vez más cumplir
con su trabajo de lavandera que le da para vivir.  Esa
mañana al levantarse se sintió infinitamente más vieja
y cansada.
Antes de salir con la ropa mojada al patio recordó que
no tenia mas broches para colgarla y expresó el
deseo que algunos de los broches que se extraviaron
en los últimos años pudieran aparecer para que así
pudiera completar su tarea y sin encono regresó a su
mullido sillón frente a la cocina.
Apenas transcurrido un breve momento oyó un rumor
cristalino que provenía del patio y al llegar descubrió
con gran asombro una infinidad de broches de todos
los materiales, medidas y colores, dispersos en el
suelo y sobre una silla una cajita antigua de madera
adornada con oropel, con monedas viejas, broches
para el cabello, juguetitos, y pequeñas cositas
perdidas (algunas olvidadas) desde que fuera una
niña.
La alegría por ser oída y correspondida fue tan
inmensa que le devolvió la alegría y las esperanzas.
Un brote de juventud anidó en su rostro cansado.
Hoy tiene magia en la sonrisa y renovados deseos de
vivir.
Desde ese día doña Carmen tiene una huerta en el
fondo del patio bajo los árboles donde cada tarde
habla y ríe con su amiguito invisible.
Todos piensan que la mujer está perdiendo la cordura,
pero simplemente es que ha recuperado la inocencia.-
------FIN.-
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EL DUENDE DE LOS BROCHES --(Cuento)
2010 ----- Buenos Aires (Argentina)
FINALISTA en Certamen Internacional– «Argentina En Versos y
Prosas» -Raíz Alternativa Ediciones
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AÑIL
Giulia estaba observando los confines de ese amplio
río mientras remembraba los secretos de su familia en
el silencio frio de la tarde azul.
Por esa abrumadora inmensidad de agua dulce
habían arribado sus padres don Vincenzo y doña
Nunziata, hacia más de treinta años.
Ellos provenían de una ciudad que está enclavada a
orillas del golfo del mismo nombre y bañada por las
aguas del mar Tirreno. Nápoles esta en el corazón de
la región de Campiña. Majestuosa al pie del Vesubio,
a la sombra del cual duermen el sueño de los justos
Herculano y Pompeya.
No lejos de sus hogares la villa Caserta con sus
sombríos parques y jardines ahora tristes, fue el
Palacio de los Borbones Napolitanos hasta que la
región se convirtió en parte de la Italia unificada.
Esas dos familias antiguamente ligadas a la corona
del reino de las Dos Sicilias, poseían grandes viñedos
en la región, así ambos jóvenes pertenecían a los
mismos círculos sociales.
Fue en esa tarde que al salir del oficio religioso del
Duomo Catedral de Nápoles, con la elegancia propia
de su juventud, espigada y pálida, esbozo una leve
sonrisa, solo ese casi imperceptible signo lo que
necesito el para quedar prendado de su sonrisa y de
su amor.
Los días posteriores se observaban de lejos por largos
instantes, con picardía y vergüenza como si este
nuevo estado emocional les fuera prohibido.
Ella se sonrojaba al oír su nombre, eso fue lo que
alerto a sus amigas y con tímidas bromas alentaron a
la feliz pareja a concretar su formal compromiso.
Tres años después las dos familias compartieron la
boda de sus hijos en una fiesta de ensueños y luego
de unos días el flamante esposo se aboco a los
negocios familiares.
En esos años como en muchos otros la delincuencia
no cesaba sus actividades, en Nápoles pululaba La
Camorra, que fuera una banda de asesinos y
secuestradores que asolaban la región.
El peligro golpeo las puertas de sus familiares dejando
como saldo varios muertos y ante el temor de ser
lastimados optaron por abandonar Italia.
El miedo los obligo a ocultarse y partir inmersos en la
angustia y la zozobra. Viajaron de incógnito a
Palermo. Alii estaba como apoyado contra el puerto el
“Sud América” de la Compañía La Veloce Navigazione
Italiana a Vapore.
El buque era imponente de 1258 toneladas que
estaba operado por 70 tripulantes, viajaba a 12 nudos
y transportaba entre las tres categorías a ochocientos
setenta y siete pasajeros de los cuales 750 eran
emigrantes acomodados en los entrepuentes. Pintado
con delicadeza contaba con su superestructura blanca
con líneas azules, casco gris claro, chimeneas
amarillas con una pequeña estrella roja y mástiles
marrones.
Estos jóvenes vestían humildemente y se alojaron en
uno de los 52 camarotes de segunda clase situados a
proa del puente, cedido por el primer oficial Tommaso
Gallucci.
Allí permanecían casi todo el tiempo hasta que
salieron a mar abierto.
El los trataba con profunda amabilidad pues era amigo
del padre del joven y oportunamente los invito a
compartir su mesa, donde sirvieron sopa de verduras,
minestrones, entremeses y pescado frió. Luego
marinadas a la jardinera, canelones a la napolitana,
pavo asado a la antigua; Vino dulce, postre y café.
Al comienzo del viaje la tristeza los invadió por largos
momentos y parecía que todas las miradas eran
dirigidas a ellos.
Desde esos momentos comprendieron que habían
renunciado a todos sus sueños de criar a sus futuros
hijos en la tierra que los vio nacer.
Las ilusiones se diluyeron en el viento húmedo y se
mezclaban con el humo de las calderas o flotaban a la
deriva junto a la espuma que dejaba la estela el paso
del barco.
El viaje fue monótono y tedioso, habían partido en un
cálido verano que acariciaba a Europa hacia solo
cincuenta días.
Varias horas antes de divisar la costa se despidieron
de don Tommaso y pactaron encontrarse en su
próximo arribo y el ocultamente les traería noticias de
sus familias a la vez que les comunicaría las nuevas.
Al arribar al puerto de la ciudad de Buenos Aires, el
día era frío en ese invierno de 1888.
Vincenzo protegía a su esposa del gentío presuroso
en los botes que los transportaban a la costa, los que
se sacudían con violencia a causa del viento
huracanado.
Mientras él la tomaba de la mano con tierna firmeza,
ella sostenía con seguridad el neceser en el cual
protegía sus ahorros. Todo el grupo fue conducido ala
aduana para registrar sus nombres, nivel de
instrucción y origen. Como hablaban con fluidez varios
idiomas, declararon ser franceses sin parientes y así
con onda pena cortamos toda conexión con su origen.
De allí las autoridades los trasladaron a todos a un
mugroso edificio, que ellos pomposamente llamaban
Hotel de Inmigrantes.
El personal que prestaba sus servicios en esas
instalaciones los trataba con descortesía como si
arribaran prófugos de la esclavitud.
Viendo que su futuro no terminaría bien si continuaban
junto al resto y al segundo día se hospedaron en una
humilde pensión. La señora les cobraba $6 cada uno y
les brindaba habitación, desayuno, almuerzo, te a la
tarde y cena.
Pero como la mayoría de los inmigrantes no hallaban
lo anhelado a la noche regresaban, así después de
algunas semanas eran enviados en vagones de
ferrocarril a trabajar en las cosechas de Tucumán y
otros lugares, donde pasaron penurias.
En los días posteriores Nunziata y su esposo
adquirieron una casa sencilla con solo 10 habitaciones
con varios modestos e indispensables muebles, en el
barrio de Constitución y con los últimos recursos que
trajeran, pusieron en marcha dos pequeños
emprendimientos.
Ella colgó un cartel en la ventana que da a la vereda
que ofrecía enseñar Matemáticas, Ingles, francés e
italiano y Reglas de Cortesía. Paralelamente anuncio
en el diario La Nación.
El por su parte, como egresado de Bellas Artes se
dedicaba a una actividad menos ligada a la cultura
pero no menos interesante, fue fileteador.
Visitaba los mercados, centros de acarreos, el puerto
y pintaba carteles, imágenes y leyendas en los carros
y los barcos. Era un hombre encantador con la sonrisa
contagiosa. Delgado pero fuerte, vestía con decoro,
usaba finos bigotes y cubría su cabeza con una boina
vasca.
Todos decían que el amor a la vida le salía por los
poros. Mientras manejaba con gran habilidad su pincel
tarareaba antiguas melodías que le recordaban a su
infancia. En su inseparable maletín de cuero
atesoraba infinidades de frasquitos con pinturas,
algunos diluyentes y otros elementos indispensables
para cumplir con su labor.
Su trabajo se resumía en estampar frases e imágenes
de la virgen rodeada de ángeles y nubes, pájaros,
dragones, flores de cinco pétalos, corceles, banderas
y sirenas eran las más comunes.
Decoraba las barandas de los carros y de las cabinas
de los barcos. Comenzaba el tiempo de oro del filete y
el supo aprovecharlo y así dar vuelo a su talento e
inspiración.
Nunca más retornaron el vapor ‘Sud América’ ni
Tommaso Gallucci al puerto de Buenos Aires. Fue de
regreso del viaje que los trajera y antes de retornar a
su destino, que fueron colisionados por el vapor " La
France " el cual produjo su hundimiento; allí murió su
único contacto con la familia lejana.
Pasaron los años y la felicidad lleno la casa de hijos y
nietos. Ellos como un ritual por el resto de sus vidas
pasaban un domingo al mes paseando por el puerto
soñando con sus lejanas costas doradas que se
recortaban abruptamente contra el mar más índigo del
mundo.
Caminaban del brazo sin sospechar que sus
descendencias ayudarían a forjar este país. Como
legado confidente dejaron en el interior de su biblia
escrito sus verdaderos nombres con algunos datos
aclaratorios, quizás con los años venideros alguno de
ellos con apellido francés y nombre italiano, no
supiera el verdadero origen de esa tradición familiar.-
FIN
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2008 ---- Buenos Aires–(Argentina)
Convocatoria Internacional
Antología inaugural de poesía y narrativa - DNA
Ediciones- finalista
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PREGÓN DE VIDA
En una pequeña población de pobres desempleados u
obreros algunos derrotados y otros apáticos, está este
pequeño espacio íntimo, poblado de susurros y
surcado por los rayos de sol que se cuelan por las
corroídas chapas del techo y dejando tenues círculos
de luces sobre los muebles. Desde aquí se puede
observar al mundo de varias maneras, los medios de
comunicación a diario nos atiborran de forma visualy
auditiva, sin escatimar en datos escabrosos y
adelantos tecnológicos invadiendo todos los rincones
nuestras mentes.
Para apreciar los acontecimientos cotidianos hay
varios acceso, dando unos pasos por el pasillo de
cemento que conduce a la acera y por ésta al planeta
en toda su magnitud o por la ventana que luego de
abrir los postigos de goznes crujientes, se vislumbran
los mismos rayos de luz cayendo impiadosos sobre el
patio delantero, donde la tierra seca cruje al ser
pisada. Aquí la ausencia de musgo y pequeños
helechos nos presenta un desacostumbrado y claro
panorama de desolación.
El imponente sauce que se erguía majestuoso desde
hace años que fuera el seguro cobijo de aves é
insectos, ahora está ausente. Fue un árbol amigo que
protegía a la casa del sol abrasador, ahora yace
muerto y sus ramas en trozos diseminados por
doquier, los nidos caídos y dispersos entre la hierba.
Este ejemplar sano y hermoso fue derrumbado, no
pudo soportar la fuerza del viento y se rajo
estrepitosamente; Sus raíces abandonaron el seguro
refugio de la tierra, ahora yacen a la vera del camino y
su savia se evapora.
Pero me dispongo a salir de nuestro hogar al tiempo
que junto las cosas que llevare en esta oportunidady
traspongo el rustico portón de madera. En ese
momento don Alberto, el vecino que tiene su casa a la
derecha de la nuestra, al cual le agrada permanecer
por largos periodos de tiempo sentado en la acera
observando los transeúntes y dialogando con todos.
Me ve y se acerca con picardía al ver mis atuendos y
apelando a todo su buen humor, se expresa con sorna
– ¡Esta loco el clima! ¿Eh? – Sonrío y meneo la
cabeza asistiendo pues comprendo que se refería a
mi forma de vestir. Vimos a la distancia que se
acercaba una cortina gris de pura agua y unos
momentos después oímos llegar la lluvia fría
acompañada de pequeños esferas de hielo.
Los sonidos de las gotas y del granizo parecían saltar
con furia sobre las chapas de cinc de los techos
dejando escapar confuso sonido de estrepitosos
bramidos que aquieta todas las palabras, al tiempo
que nos refugiamos bajo el sólido alero de una
despensa.
Mientras me acomodo lo mas cerca de la pared para
evitar las ráfagas, mi casual acompañante me observa
desconcertado y aprovecho para instruirlo un poco
- La humanidad vive en un letargo profundo y nadie
mide las consecuencias
- ¡Quieres crear conciencia! ¿Eh?
- Así es, veo que me comprende. Pero todos saben
que con solo reunirse no se solucionara nada. La falta
de conciencia ecológica no es exclusiva de estos días,
pues llego a este y a otros continentes de la mano de
los conquistadores que ávidos de riquezas y sin
importarles el destino posterior del territorio
menospreciaron los conocimientos de los nativos los
cuales mantuvieron en equilibrio el ecosistema por
miles de años.
Si es algo que he aprendido en la vida es que con solo
dialogar no se resuelve nada, hay que tomar una
actitud emprendedora en busca de un resultado
viable.
Luego el chaparrón cesó por completo. Me alejo
vestido con mi nuevo traje púrpura y mi sombrero de
copa, rojo fulgurante, del que pendían pequeños
cascabeles.
El aire fresco me da de lleno en el rostro y marcho
seguro hacia la calle principal, haciendo sonar una
maraca gigante, con la cual llamo la atención de los
transeúntes que ríen, silban y se burlan de mi al ver
he vencido el miedo a la ridiculez. Llevo escrito en un
cartel adelante y otro atrás colgado de los hombros,
haciendo de pregonero grafico, en el cual se puede
apreciar desde lejos la leyenda ‘¡Protejamos la tierra!,
¡no queme la basura, entiérrela!’.
Sé que en los días sucesivos los niños de las villas
me imitaran colocándose cartones y seguirán mis
pasos exagerando mi andar como hacer con los
orates que recorren las calles, a estos pequeños los
que animare con palabras bonitas y dulces a continuar
mi derrotero, porque ellos son las simientes de la
conciencia pública. –FIN
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Pregón de Vida (Cuento)
2010 ----- Córdoba (Argentina)
Certamen Nacional – Antología
4º Certamen Internacional de cuentos y poesías-
DNA-Difusión de Nuevos Autores
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ENTIERRO
En el paraje Amanecer de la provincia del Chaco,
además de otras familias de pequeños agricultores,
estaban establecidos desde su niñez, Rosendo
Jiménez y su hermano Damián. Hombres de pocos
recursos económicos, que pasaban el tiempo entre
cosechas y obrajes, sobreviviendo entre penurias y
hambrunas. Ambos atesoraban una idea fantástica,
que los mantenía unidos y planificando el momento de
poder ejecutarla, la cual mantenían en total secreto.
En las reuniones de la zona, algunos pobladores se
persignaban a la vez que comentaban, que a la orilla
del monte quemado (un lugar especifico donde un
tiempo atrás se incendiara una fracción de terreno)y
en algunas noches de calma, se podían ver al pie de
un frondoso árbol de larga vida, que desde la tierra,
brotaban columnas de fuego de brillo inusual,
trepando por al tronco hasta perderse en el follaje. Si
te acercabas de día, el tronco no presentaba rastro
alguno, porque ese era fuego del oro, que no
quemaba. Estas llamas eran de una tonalidad verde y
solo aparecía de noche. Esto marcaría el lugar exacto
donde fue enterrado el botín, formado por alhajas de
oro y brillantes, productos de unos robos cometidos
por el temido delincuente David Segundo Peralta,
alias Mate Cosido, que lo escondiera allí para poder
recogerlo luego. Este renombrado mal viviente,
además de robar tendiendo emboscadas en los
caminos y en los trenes, además de a pagadores de
grandes empresas acopiadoras de algodón y
forestales, ganaderos y comerciantes, realizó varios
secuestros. Se desplazaba vestido como los peones
rurales de la zona, o como viajante de joyería en las
ciudades, para no despertaba sospechas. Sus
escondites favoritos fueron la ciudad de Presidencia
Roque Sáenz Peña, y Gancedo. Además contó con
muchos colaboradores, algunos como Eusebio
Zamacola, Francisco Malatesta, el Tata Miño,
Marcelino Peralta y Cardocito. Pero sorpresivamente
en 1939 se retiro del delito, perdiéndose todo rastro de
su paradero. Solo se conocen especulaciones
respecto de su destino y una de ella es que había sido
acecinado en un paraje olvidado de la región. Desde
entonces su alma rondaría custodiando el lugar. Pero
si emprendían la búsqueda dos compañeros con
coraje y justicia en sus corazones, podrían hallar el
tesoro allí oculto y convertirse en hombres ricos. Pero
de aparecer un pensamiento de codicia o de traición
en alguno de ellos, todo se volvería cenizas y los
buscadores hallarían la locura y posteriormente la
muerte.
Los hermanos acosados por las necesidades básicas
de convivencia, se preparaban de acuerdo a los
cánones preestablecidos. Fueron a misa, a confesarse
y a comulgar, junto a las protecciones místicas y
religiosas.
Juntaron los elementos para realizar la perforación,
como palas, pico y hacha.
Cuando tenían todo listo para la tarea, después del
ocaso, se dirigieron por la senda que conduce entrela
vegetación, hacia la orilla opuesta del monte. Al llegar
realizaron los preparativos pertinentes. Preparar una
fogata que ayudaba a ver mejor, mientras rezaban con
evidente temor. Con la pala y el pico cavaron
alrededor del árbol señalado. Tropezaban con las
raíces, hasta que hallaron el lugar que estaría libre de
obstáculos, pues fue allí donde escondieran los
valores. Después de unos momentos de arduo
trabajo, allí estaba un lugar con la tierra
sorprendentemente blanda y fácil de retirar, tanto que
parecía estar recientemente removida.
Los dos al mirarse y pensaron que era una señal
positiva del finado que custodiaba el lugar, presurosos
iniciaron la excavación. Al encontrar una baúl de
madera de aspecto antiguo no muy grande, ahogaron
un grito de asombro. Retiraron toda la tierra posible
que cubría la tapa. El mayor, sujeto con fuerza el
mango del pico y dio repetidos golpes, hasta hacer
saltar trozos de astillas en todas direcciones y siguió
azotando con fuerza colosal, hasta enterrar varias
veces la herramienta en el interior de la caja.
Seguidamente, ambos se abalanzaron torpemente a
la boca del hoyo, en la tierra húmeda. Allí hundieron
sus manos con mucha prisa en el interior de la caja,
buscando el tesoro tantas veces añorado. En el
accionar se empaparon las manos y los brazos
revolviendo afanosamente el contenido que allí los
esperaba. Hallaron trozos de vidrios junto a un
elemento líquido y viscoso. Rosendo reconoció el
hedor con pánico y con la respiración dificultosa,
levanto la vista; pudo adivinar más que ver la chacra
de Nicasio Gómez, que lindaba con este lugar. Con
gran dificultad se dirigió hacia allí, pero cayeronunos
metros más adelante y antes de perder la conciencia
recordó cuando esa familia se instalo en esos
terrenos. Todos juntos fueron destroncando y
desmalezando el lugar, ya que en esa época era
monte cerrado; esa fue una gran tarea para todos
ellos, arrastrando los troncos a la orilla del predio. Las
ramas que no se convertían en cerco, se vendían en
el pueblo como leña. Además para mantener al grupo,
junto a los productos de la caza, practicada en las
inmediaciones. Llegaron en el año 1957, cuando
gobernaba la provincia don Pedro Avalia. Traían
consigo herramientas de labranzas, bueyes, caballos,
chapas para el rancho y todas sus pertenencias en
dos volantas. A llegar levantaron una casa grande de
palos a pique y embarrada con cuidadas
terminaciones, que además de ser un lugar seguro,
poseía un alero, esto la hacía muy confortable. Desde
su única ventana al norte, se podía observar una
hermosa vista del sinuoso riacho. Este aunque no era
muy profundo, abastecía de toda el agua que ellos
necesitaban. Parado en su orilla, se podía divisar su
lecho fangoso y sus peces a través de sus aguas
cristalinas.
Para agosto el aroma de la tierra prometedora invadía
el aire tras el paso del arado y el revolotear de las
aves sobre los surcos abiertos.
Después de la siembra y cuando comenzaron las
plagas a consumir sus esfuerzos, fumigaba con una
mochila la plantación, y guardaba cuidadosamente los
envases cargados y vacíos del letal veneno en una
casillita retirada unos cien metros de la casa y
construida para tal fin.
La semana pasada una fuerte tormenta destruyo el
techo de este lugar. Como ya no era segura para
custodiar el peligro que encerraba, y como
amenazaba otra tormenta, don Gómez tomo el viejo
baúl que había pertenecido a su madre, el cual
guardaba celosamente y lo relleno con los envases de
estos productos y lo enterró a orillas del monte
quemado, al pie del añejo Sauce para que nadie
estuviese en peligro.-.............FIN.
El puñal de Don Juan y las clavelinas
El mediodía frio de ventarrones rugientes apago los
sonidos y los ayees si los hubo, de don Juan, que
herido de muerte fue abandonado en un callejón
olvidado.
Ese fue un hombre de rigurosidad y cortesía extrema,
un lunar entre los vándalos desarrapados que no
perdían oportunidad de molestarlo, pero que ninguno
se le animaba a más.
Allí quedo con los ojos secos observando sin ver la
ciudad vieja, un típico arrabal marchito sin arrabaleros,
que mudó con los años en un barrio miserables que
ostenta como única atracción la aventura de
internarse en los antiguos pasillos de los inquilinatos;
estos mudos edificios con marcados vestigios de
abandono, decorados con grafitis que surcan
irrespetuosos todos los espacios y muchas veces
rematan las frases con símbolos obscenos, al punto
que podrían hacer palidecer a un clérigo distraído.
La arquitectura usada aquí esgrime burdamente la
creatividad tacita y la diversidad deambula ciega entre
los escombros de otros tiempos.
Don Juan había salido de la prisión hacia treinta años,
a la que fue a dar tras uno de muchos duelos a
cuchillos donde no se escatimaron en profundos tajos
y algunos cadáveres. Por compadrito y razones
propias del ambiente malevo ligadas a bailes, licores y
faldas. Una de esas querellas lo confino por muchos
años.
Aun conservaba la rigurosidad de antaño mezclado
con el andar silencioso del reo obediente al yugo
brutal que mantuvo su semblante sombrío.Los que
alegaban conocerlo decían que no volvió a frecuentar
bares o garitos como en sus mocedades. Gobernaba
su vida con los códigos de tiempos pretéritos.
Impactaba ver la mancha carmín de la sangre seca
sobre su impecable traje azul marino, como un
grotesco ramo de rosas sobre su saco; aquellas
prendas impolutas, libres de desprolijidades que
pudieran enmudecer su altiva presencia de varón
investido de bravura presente en sus ojos de gato
salvaje. Con la mueca de una sonrisa prisionera en la
comisura de sus labios atrapaba suspiros al son de
sus piropos galantes.
Pero no todo era un suave pasar en su vejez, muchas
veces agredido verbalmente por los pandilleros
irrespetuosos
-- ¡ Juan!. Maldito matón de poca monta, muéstranos
tu coraje. Cuchillero venido a menos! —decían –pero
cuando se les acercaban, con suave elegancia
desprendía los botones y corría con lentitud hacia
atrás el faldón del saco con su mano derecha, con el
ademan de quien está buscando algo oculto en su
cintura, sin dejar de mirarlos. El momento congelaba
las intenciones y los arremetedores retrocedían como
autómatas; a buen trayecto cuando recuperaban el
coraje emitían gritos de insultos pero conservaban la
distancia.
-- Un día de estos te vamos a matar viejo tramposo
disfrazado de maniquí!
Pero nada más ocurría, precavido y listo para resolver
cualquier situación, observaba al grupo alejarse
refunfuñando maldiciones desde su prudencia felina
donde aprendió a vivir con las garras limadas. Nunca
se había hallado el puñal que lo hiciera famoso por
aquellos años, es que antes de ser detenido se lo dio
en custodia a su madre y esta lo coloco bajo el piso de
maderas y allí permaneció custodiado por el tiempo y
el olvido, aun mas allá de la muerte de la anciana.
Hombre pobre si los hubo fue don Juan, el día antes
de su muerte visito a una anciana amiga y comprendió
con tristeza que la pobre mujer necesitaría remedios y
cuidados para sobrevivir en esos días invernales.
Carente de otra prenda de valor, desenterró el facón
que era una verdadera joya y lo vendió. Compro los
remedios y unas clavelinas. Al verlo regresar con las
florecillas lo atacaron sin darle tregua a lo que se
defendió infructuosamente con el ramo, pues nunca
más porto armas. La noticia policial fue breve, casi
ínfima del varón acecinado en la vía pública, con fines
de robo a los 83 años.
Nadie supo que había cambiado su actitud beligerante
que facilito el fin violento e impensado entre las
hierbas, la sangre y la tierra revuelta.
Aquel maduro periodista de arcaicos valores había
visitado la comisaria en busca de noticias y al
enterarse del hecho retrato de esta manera la historia
urbana y dejo plasmado en aquel resumen los
jubilosos años de esa urbe en decadencia. Aunque
no había convivido con la violencia callejera de
antaño, que despertaba en su curiosidad efluvios de
recuerdos ajenos, relatados por otros colegas más
antiguos en los pasquines deslucidos que conservaba
su madre, encuadernados y envueltos en los estantes
íntimos de la pequeña biblioteca de la sala. Los pocos
recuerdos del surgir de esta comunidad dormían en
los relatos de esas revistas y diarios de antiguas
épocas. Aquel espacio físico emergió orondo desde la
creación del robusto embarcadero con vista a
convertirlo en el epicentro de las relaciones
comerciales, inmigraciones constantes con un
riguroso control de virtudes y baluartes que eran
despojados de los recién llegados que se vendían,
compraban o empeñaban al mejor postor a la par de
sus trabajos, prendas y vidas. Allí mismo en derredor
a la orilla y sin más requisitos que el que imponíala
demanda acuciante, las atiborradas casas de
inquilinatos al estilo chorizo ofrecían albergue, con
algún pregonero cada vez que arribaba una multitud
de desesperados y vividores en busca de sus
ilusiones huidas.
Los burdeles y los pequeños puestos de ventas de
alimentos al paso se mezclaban en el cansino fulgor
del día, pero por las noches muchas se animaban a
los cambios de roles por las pedregosas calles de
adoquines, el que en alguna oportunidad dando
tropiezos y tumbos se encontró con Febo
entreabriendo los ojos ardientes de lujurias y sueño en
algún amanecer brillante, con sabor a alcohol mal
destilado entre los labios. Sin dudar se ponía de pie
trastabillando, sacudía las ropas y continuaba
pregonando algún artículo. Pero aun sabiendo de esto
los encumbrados titiriteros de los destinos ajenos
llamaron a este chiquero ruidoso e irreverente nuestro
esplendoroso Puerto de la Esperanza.
Pero como a todo le llegó su caducidad y fue cuando
se paró la miseria en una de las esquina al tiempo que
el ferrocarril arribo desde el sur por la otra y los
senderos que antes nos conducían por los entornos
ahora nos alejaban de las luces, por las amplias
avenidas que al madurar en rutas hicieron sabores de
la velocidad para dejarnos arrumbados entre la
promiscuidad y el rio; solo jirones de sueños perdidos
convirtieron a este espacio de trajinares comerciales y
zarabutero en un arrabal sórdido y gris al cual el titulo
de receloso matón de esquina de duro cortos años.
Hoy después de décadas de cambios, muchos de los
actuales habitantes aun conservan la desfachatez
pero han obtenido sus identidades sin respeto,
facilitada por el arrebato y el pillaje, lejos de albergar
una limpia victoria en un mano a mano, se apiñan en
los baldíos a embriagarse y reñir entre ellos por
razones banales cuando no están agrediendo a algún
transeúnte desprevenido.
Así concluyo la nota, que lo reivindicara como
periodista de elite entre sus pares, remarcando la
existencia de don Juan como el último bastión
emblemático del arrabal, que marco su impronta traída
de una generación legendaria, con el abnegado
respeto como símbolo de coraje e hidalguía. Pero todo
su parafraseas, giros y expresiones románticas
quedaron secretamente empañadas al ignorar el
lamentable hecho de que Juan en sus años de
mequetrefe había convertido en joven viuda a su
madre.- FIN
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2009-------------Buenos Aires (Argentina)
Segunda mención- Certamen Internacional
-Tema: Arrabal
Centro Cultural del Tango Zona Norte,
Correspondiente de la Academia Nacional del Tango
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Foto del autor Roberto Attias
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Miembro desde: Apr 06, 2009
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Descripción

Sendero sinuoso es el segundo libro de cuentos de Roberto Attias, publicado en 2010

Palabras Clave: Sendero sinuoso libro cuentos Roberto Attias

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Ficcin



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