Manzanas
Publicado en Mar 10, 2014
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Se negaba a sentir algo, no porque lo debilitara, sino porque era un ser egoísta,  que no quería compartir nada de su ser con alguien más.
Además de ser contemplativo con su propio rostro, se fundía en pensamientos de escape a la realidad, no le gustaba nada que fuera pastel o dulce, su color favorito era el gris, y no por neutro si no porque sentía que le nublaba la visión del mundo que tienen los optimistas, los crédulos, los que se persignan y luego mienten, deseando que se les caiga la lengua los aborrecía, pero no les deseaba ningún otro mal, porque su egoísmo era de otro tipo, era visceral, desde lo más profundo de su ser.
Cierto día cometió el error de sonreír, era una mueca desconocida para a él y la aborrecía, sentía que desfiguraba su rostro de marfil y no entendía a los que preferían una sonrisa a una mirada esquiva.
Ese día, era el último de la semana, se vistió de gala y hastiado de sus cuatro paredes, huyó al mundo de colores del que tanto se escondía, porque lo ensordecía, lo aniquilaba y lo dejaba  vulnerable al tener que fingir y darse poco a poco cuenta que era como ellos, su forma de persignarse era dirigiéndole la palabra a los que le daban tanto asco…

Ese día, caminaba, desviando la mirada, pretendiendo ser persona, pero sus pasos lo traicionaban, iban al compás del ruido de los carros, los edificios le parecían enormes aunque no superaran los ocho pisos.
¿Por qué se afanan? Se preguntaba el con desdén.
Le llamó la atención una esquina , donde vendían frituras y otras comidas basura, del carrito provenía un olor muy particular, como dulce sin ser dulce, agrio sin serlo, se acercó, casi lo arrolla un auto al cruzar la calle de lo distraído que iba, intento no hacer contacto con las personas alrededor del carrito, no abrió la boca, quería preguntar pero no abrió la boca, solo vio lo que sería coco  frito con limón y un poco de piña para completar un plato que no se atrevía a probar porque de cerca el olor se percibía dulce y ya había aclarado que eso a él no le gustaba.
Se alejó del carrito, sintió una mirada encima de él, no le gustaba sentirse observado y empezó a caminar de prisa, ¡me persiguen! Sonaba en su cabeza como un clamor, el hedor del coco seguía con el, lo sofocaba, se sintió mareado y con el corazón en su garganta regresó a su casa y cerró la puerta con un estruendo.

No me gusta el exterior, no me gusta, no me gustan estas lágrimas…LÁGRIMAS, sorprendido sintió su rostro húmedo, y al soltar un sollozo cayó en el espanto.
No puedo regresar allí, no me gusta la estatura de las cosas, ni el olor que tienen, no me gustan esos colores, ni esos sonidos, no le encuentro sentido, caprichoso entre murmullos, orgulloso de su soledad se acurrucó en una esquina de su habitación, ocupada con una cama de colchón duro, un escritorio y una lámpara con un bombillo azul, se hacía de pie a escribir porque no soportaba el ruido que hacía la silla cuando se sentaba, razón por la cual, también estaba a punto de botar la aparatosa cama.
Su paranoia lo había convertido en un ser solitario, y él estaba bien así. No quería tan siquiera una mascota, aunque el juraba que tenía una, su esquizofrenia lo hacía pensar que una bola de papel que jamás recogió del suelo era su eterna amiga.
Permanecía en la oscuridad, solo comía manzanas y agua, desayuno, almuerzo y cena, siempre manzanas. Su aspecto no era saludable y su salario provenía de sus padres, quienes le tenían lástima, pero no la suficiente como para olvidarlo y dejarlo morir en su desazón por la vida.
Él no tenía miedo de la muerte, pero sentía que el universo lo aplastaba y no lo dejaba respirar y eso si le daba miedo y se ponía a gritar.
Un día, dejaron de llegar las manzanas a su puerta, se sentía ahogado, le pegaba a las puertas, se dio cuenta que eso le hacía daño, por dos días dio vueltas en su habitación, prendió la lámpara por tres horas consecutivas, hasta que decidió hacer algo al respecto, vacío de corazón y de estómago, salió de nuevo al mundo de colores, inmediatamente que abrió la puerta con timidez, sintió el viento, era una ciudad limpia a pesar de las personas que la habitaban, puso un pie afuera, luego el otro, vio una luz blanca y luego no recordó nada…

Se había desvanecido, no más días sin manzanas…
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Foto del autor Lily
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Descripción

Cuento corto sobre manzanas...

Palabras Clave: manzanas cuento luz oscuridad soledad pensamiento

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos


Creditos: Lily Quintero

Derechos de Autor: Lily Quintero


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