Metástasis de las palabras.
Publicado en Mar 22, 2014
Hoy me veo delante de estas páginas, blancas, silenciosas y casi transparentes. Ellas siempre están ahí, necesitando de mí, y yo en cambio, sólo necesito de ellas cuando me encuentro nostálgica. Es una relación extraña, a veces muy viva, otras, inerte.
Retumban mil palabras en mi cabeza. Son dulces, idílicas, rimbombantes y llenas de fuerza. Esas palabras bajan por mi flujo sanguíneo hasta mi rostro, convirtiéndolas en un gesto, en una mueca graciosa, en una limpia sonrisa. Disfruto de ese momento. Me hacen sentir libre. Suena con ellas una banda sonora. La más bonita. La más alegre de todas. Una melodía que no tendría notas en esta realidad inventada, pero en mi pentagrama, en mi qué hacer diario, si tienen su sitio. Las palabras se siguen filtrando por todo mi cuerpo. Una vez llegadas a mi rostro siguen deslizándose sin pedir permiso u opinión. Fluyen, y fluyen solas. Llegan hasta mis amígdalas y ese sentimiento libre y esperanzador se convierte en un asesino en serie. Esta vez me cortan la respiración, me ahogan. Me quitan cualquier ápice de aliento y, suspiro. Suspiro hondo, de una forma muy fuerte, con el fin de que sigan fluyendo. Por fin pasan. La corriente las lleva hasta mi órgano vital. El dueño de todo mi ser, de mis funciones. Aquel por el que me guío a ciegas, sin importar el cómo y el cuándo. Allí las palabras sufren una transformación. Chocan entre sí. Dan vueltas y vueltas en círculos cerrados. Sin preguntarme, sin pedirme opinión o permiso. Entonces es cuando siento un vuelco. Un mareo, un golpe, un latido impropio que me acelera. Es arrítmico. Totalmente. Mi rostro se siente confundido y la cabeza, olvida que esas palabras hicieron su primera visita allí, gracias a una mirada, una casualidad inusual, expectante. Esas palabras de pronto, pierden su significado inicial. Se descomponen. Siguen chocando entre sí. Ya no son conceptos. No lo son. Comienzan a ser parte de mí, se sienten a gusto. Un latido al unísono de esa versión musical. No forman parte de la realidad externa. Están tan dentro de mí que olvidan su antepasado contacto. Ahora, son pulsaciones connotativas, en definitiva, sentimientos. Son ilógicos, no tienen razones aparentes, no tienen metas, son como… Como el arte. Un fin en sí mismo. Pero es extraño, sí. Tan pronto son una extensión de mí como pueden tacharme de antinatural. Exaltaciones, gestos exagerados, sudores en las manos. Es, como cuando bebes, tu percepción se distorsiona y la realidad externa no cuenta. Y aún así, no lo juzgo. ¿Qué realidad es mejor? La que nos creamos, o la que es externa a nosotros... Y más que eso. ¿Cuál es más verdadera? Al fin y al cabo, ambas se necesitan. La primera provoca a una segunda. Si no fuera así, estaríamos muertos. Pero, ¿qué pasa cuando tu percepción, llamémosla segunda realidad, te gusta más? Tal vez sea una manipulación. Es normal. Tu percepción pasó por un filtro. Un filtro lleno de vivencias, experiencias invertidas, asuntos que sólo son tuyos, que no por ello nuestros. Dudas interrogantes, pero, dejemos el laberinto. Sigamos con nuestra historia. Quiero saber qué pasa con esas palabras ya hechas sentimientos. Aquellas, siguen fluyendo a sus anchas. Es demasiado tarde me dice mi mente poco prodigiosa. No supo adelantarse a los hechos. De pronto, huele a incertidumbre. Y la incertidumbre se convierte en una lucha interna. La libertad contra el asesino en serie. La sonrisa es sólo parte de una bipolaridad continua. Mientras, la realidad externa, la primera, tiene el teléfono descolgado. Comunica, y no sé descifrar su significado. Los sentimientos no me lo permiten. Mi objetividad está nublada en un alto porcentaje y yo… Sólo hallo dos opciones. Seguir esos hilos, ser una marioneta del destino, de mi propio filtro, de la primera realidad modificada o, ignorar. De alguna forma revelarme, pero al fin y al cabo ignorar. Tratar de alguna manera que aquellas palabras salgan de la misma forma que entraron. Algo un tanto dificultoso pues, la primera acción fue involuntaria y en este caso, es una opción reflexionada, hecha adrede. Está decidido. Adoro esas palabras pero, desestabilizan mi mundo interno. Por ello, queridas páginas en blanco, yacen aquí esos conceptos que, un día fueron pulsaciones, tal vez sentimientos. Dicho esto, os devuelvo a vuestro lugar de origen. Vuestra primera realidad. Sólo espero que no sea demasiado tarde.
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