COMPADRE TIMIDO
Publicado en Sep 08, 2009
"Mas sabe diablo por viejo, que por diablo". Anónimo Era un hombre sencillo, humilde y trabajador. De esos hombres que solo pare el campo; llenos de paciencia e integridad, de carácter noble y pasivo, que solo el tiempo y la experiencia conforman, dándole matices de seriedad y confianza. Convirtiéndolo en amigo leal y compañero fiel de aventuras, parrandas y saraos. Así como la persona ideal para negocios y acuerdos. Compadre y compinche de tretas y ardides. Ese era compadre tímido, no se le conocía en el pueblo de otra manera. No se sabe si tenía otro nombre, o se lo habían cambiado en el pueblo por el apodo. Aquí abundan los que les gusta poner apodos y sobrenombres a las personas, quizás cuando llego alguien lo llamo compadre tímido y así se quedo. El nunca se molesto, los hombres mas viejos del pueblo dicen que simplemente lo acepto y se dedico a trabajar, a compartir con la gente y a jugar bolas y barajas que eran sus pasatiempos favoritos. Era un hombre de mediana estatura, medianamente fuerte, de bigotes medio poblados, sombrero de medio lado y caminar medio empinao. Tenia muchas amistades que lo querían, entre ellos Juan pacheco, hombre de pequeños negocios en la comunidad, bebedor, jugador y parrandero. Gozaba de cierto respeto, gracias a la influencia de los más acaudalados del pueblo con los que en algunas ocasiones realizaba pequeños negocios y por lo tanto era aceptado en algunos círculos que formaban estas personas. Tenia malicia y sagacidad, y con el tiempo había desarrollado una habilidad, para lograr las cosas que el quería sin mucho esfuerzo. Y para lograrlo en muchos casos contaba con su fiel compañero. Aquella tarde, en medio de una partida de bolas le dijo: _Compadre tímido, se acuerda de Maria celeste; la hija de Merquicedes, la que vive en el caserío Santa Rosa. _Si, compadre, si la recuerdo. Respondió, mientras arrimaba la bola al mingo. _Compadre tímido, la mujer esta buscando otra vez, un buen partido para casarse, y ese tengo que ser yo. Decía esto mientras le daba un boche a la bola roja que antes había puesto el amigo. _ ¿y que va ser con Ernestina su mujer y los cuatro barrigones que están en su casa? Le pregunto mientras lo veía a los ojos y veía la bola roja que acababa de tirar y se paraba a una cuarta del mingo. Juan pacheco con mucha calma, como demostrando mucha experiencia en el asunto. Agarro una bola verde, la escupió, metió el pie en el tiro y lanzo un boche que golpeo la roja y esta salio disparada golpeando la pared. Nadie dijo nada, nadie grito nada, nadie aposto nada, aquel era un partido de mero tramite lo importante era la conversación. Compadre tímido asintió con la cabeza, como diciendo ¡buen palo!, inmediatamente agarro una bola roja y se dispuso a jugar, cuando le escucho decir: _Ernestina ya esta vieja y va estar en su casa con los muchachos yo no me voy a separar de ella, lo que voy es a buscar otra mujer, en otro pueblo, una mas joven que me encienda el animo de ir a la cama, y esa mujer tiene que ser Maria celeste. Decía esto mientras se relamía los labios y los ojos se le ponían puyones como si la estuviera viendo en ropa interior. _Piénselo bien Juan, le dijo. Mientras observaba la bola roja que se montaba prácticamente en el mingo. _ ¡Mantener dos mujeres no es poca cosa! termino por decir. _ ¡Si ya lo tengo pensao! exclamó, esta mujer busca quien le de una buena posición, con mis negocios y usted compadre, esta mujer va ser mía. _ ¿y después que sea suya, que va sé, pá donde la va lleva? _ ¡Después de ojo sacáo no vale santa lucia! le respondió, mientras prestaba atención a la bola que en el aire describía una curva para dar un boche en seco y salir bola y mingo despedidos violentamente. _ ¡Tengo una! le dijo compadre tímido. Por azar el mingo cayo cerca de una bola roja. _ ¡Y yo tengo una mujer que conquistar! le respondió, a manera de broma. _ ¿Que pinto yo en todo este embrollo? preguntó. _ ¡Compadre tímido usted es la piedra angular en todo esto! _ ¡Explíquese, que no termino de leer la cartilla! Dejaron el juego de bolas y se sentaron en una mesa, pidieron dos cervezas y reanudaron la conversación. Después de tomarse un trago Juan pacheco le dijo: _Como le dije Maria celeste es una mujer que viene de un embarque en su matrimonio y esta buscando un buen partido, que tenga dinero, que le de seguridad, yo e realizado algunos negocios allá, y ella cree que manejo una fortuna, pero algunos chismosos que me conocen le han dicho lo contrario y ahora se muestra desinteresada. Decía esto mientras se tomaban otro trago de cervezas y ambos encendían un cigarrillo. Al fondo se oía la canción "sombras" de Javier Solís, la algarabía de dos paisanos que ganaban una partida de domino dándole zapatero a los contrarios y la discusión de tres borrachitos trasnochados peleando por los últimos tragos de licor que le quedaba a la botella de cocuy. _Necesito, continuo hablando, que usted me acompañe, usted goza de confianza y cariño en santa rosa, es un caserío pequeño y hospitalario, no se van a dar cuenta de la treta que estamos armando. _ ¿y que voy a hacer yo, en que lió me va meter usted? rezongó Compadre tímido. _ ¡Que lió ni que ocho cuarto! le replico, usted lo único que tiene que hacer es exagerar, todo lo que yo diga. Ella lo va a creer por que al final no lo digo yo, luego la convenzo para salir y después que me coma esa pichoncita no le va quedar más remedio que convenir conmigo y en cualquier rancho nos metemos a vivir. A Compadre tímido le gustaban las aventuras y las chanzas con las mujeres, pero algunas veces no estaba de acuerdo con Juan pacheco a quien no le importaba lo que pasara con tal de lograr su objetivo. Maria celeste no era una mala mujer, la conocía de muchachita cuando andaba con sus amiguitos jugando a pies descalzos en las calles de tierra, mal vestida y mal peiná. Siempre metida en los juegos de los muchachos. A la edad de dos años murió su mama dejándola sola con su papa, era única hija. Creció viendo a su padre traer madrastra tras madrastra, que solo querían regañarla, pegarle, y aprovecharse del pobre viejo. A ninguna le importaba la suerte que pudiera vivir aquella inocente criatura. Ni siquiera un poquito de cariño y ternura por parte de aquellas mujeres que se adueñaban de su casa de tiempo en tiempo, hasta que creció y a la edad de doce años se hizo cargo de la casa y no le acepto una mujer más a su papa en aquel humilde hogar. Estudio como pudo hasta sexto grado y luego decidió hacerse su suerte observando las mujeres del caserío y las mujeres que veía cuando salía al pueblo con su viejo. Un día miro al espejo y vio a una muchacha hermosa, ese día se descubrió como mujer y con la ayuda de doña chica su vecina, que era la única mujer que le tenia confianza y cariño, se arreglo y a partir de allí salio en la búsqueda de un hombre, de un buen partido para casarse. Los pensamientos dominaban a Compadre tímido, mientras Juan pacheco trataba de convencerlo. Recordó lo mal que le había ido en el matrimonio y como la habían puesto de menos en el caserío. Pero por eso no era mala. Quizás lo malo era que siempre estaba pensando, se había creado la idea, que en el dinero encontraría la tranquilidad que ella quería, era una mujer inocentona que todavía jugaba a ser de buena posición. Esto era una tentación para su compadre Juan pacheco, que solo esperaban una oportunidad para armar una artimaña y llevarla a la cama en la primera ocasión que se presentara. Por otra parte, pensó, conocía al papa de Maria celeste y no le gustaba la idea de que volvieran a engatusar al pobre viejo, enfermo y acabado. Ya el primer marido los había engañado, realizando una boda ilegítima, el muy zángano tenía un amigo que se hizo pasar por jefe civil y los casó en la hacienda Nueva Esperanza, propiedad que hizo pasar por suya el falso novio. Ese día entrego su virginidad y su inocencia, a la edad de quince años descubrió un mundo muy diferente al de la maestra Coromoto y muy parecido al que le contaba doña chica. Esa noche comprendió que el amor le seria esquivo por mucho tiempo. A los seis meses de vivir con ella la abandono y ahí se dio cuenta la pobre muchacha, que todo era una patraña. Regreso con su padre a la vieja casa, a esperar que las cosas pasaran y a soportar los chismes y habladurías que se regaron en el pueblo, hasta que se cansaron de hablar. Lo malo era que no había aprendido la lección, era de ese tipo de mujeres que se tropiezan muchas veces con la misma piedra para luego poder levantar el pie. Oía a Juan pacheco hablar y hablar, y por otra parte su mente le decía que en esta oportunidad no formara parte de esta argucia. ¿Qué hacer? se preguntaba, no podía negarse al amigo de tantas parrandas y aventuras, y por otro lado no quería ser parte de otro tropezón de Maria celeste, la conocía de pequeña, sabia que las cosas no le salieron como ella pensó, no había porque terminar de doblarle la suerte. "se merece otra oportunidad" mascullo entre dientes. De sus pensamientos lo saco Juan pacheco solicitando en alta voz cerveza y cigarrillo. _ ¿y a usted que le pasa, como que no le gusta la idea? le dijo un poco serio. El amigo de parrandas regresó de sus pensamientos, se tomo un trago de la cerveza que le acababan de traer y le respondió: _ ¡Claro que me gusta la idea! Le sonrió mientras buscaba en su mente como salir de esa situación sin quedar mal con nadie. "algo se me ocurrirá" pensó. _ Bueno compadre tímido, le dijo, nos vemos el sábado, ya sabe no me falle. _Okey compadre, allí estaré. Se tomaron el último trago y se marcharon a descansar. Llego el sábado y Juan pacheco andaba vestido como cuando uno va a sacarse la cedula. Compadre tímido vestía como si fuera un día normal, para el era un día normal. Con su sombrero de medio lao que lo caracterizaba, montó su caballo y se dispuso a marchar al lado de su amigo, entre tragos de aguardiente y palabras partieron camino al caserío de Santa Rosa. Al atardecer llegaron a la casa de Maria celeste, el sol comenzaba a ocultarse tras la montaña que se mantenía incólume e indiferente a los acontecimientos que ocurrían en aquel pequeño poblado. Rayos del sol que agonizaban aquella tarde, chocaban con el techo de la casa, transmutándose en una sombra placentera y agradable para sentarse a observar pasar a los parroquianos, que deambulaban de aquí para allá, algunos regresando de sus trabajos; otros buscando parrandas, aguardiente y juegos de invite y azar. La mujer estaba en la ventana, como la Cucarachita Martínez esperando al Ratón Pérez. "Buenas tardes" dijo Juan pacheco, "Buenas tardes" respondió la mujer correspondiendo el saludo con una sonrisa. Se apeo de la bestia y le entregó flores y dulces como parte del cortejo. Ella Las recibió de muy buenas ganas e inmediatamente los mandó a pasar adelante. Juan pacheco se sentó de frente a la mujer y compadre tímido estaba sentado a cierta distancia formando un triangulo, entre ellos. Mientras la mujer se acomodaba la falda Juan pacheco le pico el ojo al compañero, para que le siguiera el juego. Después de hablar un rato para hacer confianza y entrar en terreno planeado, le planto la mejor sonrisa a la mujer que le quitaba el sueño y le dijo: _ Mire yo estoy enamorado de usted, Maria celeste, pero lo único que tengo son tres vaquitas. _ ¡Tres vaquitas! interrumpió compadre tímido ¡trescientas vacas es lo que tiene usted! Exageraba como lo convenido, poniendo voz fuerte y mirando a la mujer a la cara. Los ojos de Maria celeste le brillaban y la sonrisa de entusiasmo dejaba espacio a unos dientes blancos y alineados. El papá que estaba sentado en una esquina, afirmaba con la cabeza. Juan pacheco dominaba la escena, ya soñaba con tenerla entre los brazos. La miro a los ojos y dijo: _ ¡Uhuuu!, yo la quiero mucho y me gustaría tenerla como una reina, pero yo lo que tengo son tres lochas. Alegre al ver los ojos que ponía la mujer, esperando la respuesta de compadre tímido. Casi le hacia ojitos pá que respondiera rápido. Lo cual no se hacia esperar. _ ¡Aya yayay, tres lochas, miles de bolívares es lo que tiene este señor! Decía las cosas con toda sobriedad, pero acentuando las palabras, mientras el viejo miraba a la hija y afirmaba nuevamente con la cabeza. Maria celeste se movía inquieta, un poco dudosa, pero la confianza que reflejaba Compadre tímido, y las afirmaciones de su papá, sentía que en la cabeza le daban vueltas las palabras para decirle que si, que lo aceptaba. Se proponía pronunciar las palabras, cuando noto que la media del pie izquierdo de Juan pacheco, un poquito mas arriba del tobillo, tenía una mancha sanguinolenta. Inmediatamente en su cara se dibujaron signos de repugnancia. Si a Maria celeste le gustaba una buena posición, algo que no le gustaba y le repugnaba en el alma eran las personas supurosas, con llagas. _ ¿Que es eso que tiene ahí? preguntó. Juan pacheco dirigió la mirada al lugar señalado y vio la media ensangrentada, dos días atrás había golpeado un chuzo de caña brava produciéndose una herida, que no terminaba por cicatrizar. Se dio cuenta a última hora del detalle y quiso minimizar la cosa. _ Esa es una ronchita que me salio ayer, dijo, mostrando cara de inocente. _¡Una ronchita! exclamó Compadre tímido ¡Esa es una llaga que le esta comiendo la pierna, desde hace un año! Fueron las palabras del amigo de parrandas y aventuras, mostrando la misma cara y tono de exageración de momentos atrás. Juan pacheco lo miro, pero no le dio tiempo de decir nada. Maria celeste salio como un rayo colocándose las manos en la barriga y en la boca, con síntomas de vomitar. Entro al cuarto diciendo pestes para que se fuera. Los dos amigos salieron de la casa calladamente, caminaron una cuadra hasta que se rompió el silencio. _ ¡A buena broma me echaste Compadre tímido! le dijo ¡como vas a decir eso, cuando ya la tenía en mis manos! Compadre tímido buscando la respuesta más sencilla para evitar mal entendido, le dijo: _ ¡Compadre, recuerde que me pidió que exagerara todo lo que usted dijera! Juan pacheco movió la cabeza de mediolao, con una sonrisa fruncida. Compadre tímido le correspondió con la sonrisa de siempre, pensando para sus adentro que le había echado una buena broma, y que la mujer se había salvado a ultima hora. Doblaron en la esquina y se internaron en el botiquín de Don Antonio, a tomarse unas cervezas y a jugar una partida de bolas.
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florencio
saludos...
Alfonso Z P
Bueno ese cuento, parece que fuera orquestado en los llanos, por la
supuesta inocencia del compadre y sus exageraciones al momento de
intervenir.
Muy bueno paisano y con un final jocoso.
Saludos: Alfonso