Una vieja deuda (Novela del Oeste) -5-
Publicado en Apr 06, 2014
- ¡¡Qué pasa aquí!!
- Tranquilo, sheriff, tranquilo. Estos asuntos no se arreglan gritando. - ¡Tú lo has dicho, Stranger! ¡Yo soy el sheriff de Laredo y ahora tú te callas porque yo soy quien debe solucionar el asunto sin que tú me ayudes para nada! - Sólo era un consejo nada más. Un simple consejo. - ¡Pues no necesito consejos de nadie, por muy simples que sean, y menos de una persona como tú! - Gracias por llamarme persona, sheriff. Al menos es un título honroso esto de ser persona. - ¡¡Vuelvo a repetir que qué pasa aquí!! ¿Alguien ha visto lo sucedido con este hombre? ¡Laredo está lleno de pistoleros por todas partes y si esto sigue así nuestra ciudad se va a convertir en un pueblucho de carniceros! - Está totalmente muerto, sheriff. - ¡Hola, "Cachitas"! ¿Tú has visto lo sucedido? - Como me llamo Raphael Cameron "El Cachitas", el que nunca miente, ha sido un duelo justo. - ¿Quién provocó a quién? - Hubo una fuerte discusión entre "The Black" y Richard Gallart hasta que éste le retó a duelo al novio de la muerte. - ¿Quién es el novio de la muerte, Cameron? - Todos sabemos que es "The Black" pero no ha sido él quien le retó a Richard sino Richard quien le retó a él. Estoy diciendo la verdad. - Un momento, sheriff. ¿Puedo hacerle yo una pregunta? - Te dije que no necesito tu ayuda para nada. - Escucha, Andrew, Stranger sólo quiere ayudar pero no quitarte ninguna clase de protagonismo. - Está bien. Ya que tú, Mercedes Bank, lo crees oportuno... que haga una pregunta pero solamente una... - ¿A qué tipo de verdad se está usted refiriendo, señor Cameron? - Yo... esto... la verdad es que la verdad... - ¿Tiene usted miedo a decirlo? - No es miedo sino precaución. Me estoy refiriendo a la verdad absoluta de los hechos acontecidos dentro del saloon. - ¿Y esos hechos son la verdad para todos ustedes? - ¡Ya está bien, Stranger! ¡¡No quiero que hables más!! - Como bien dijo la señorita Mercedes Bank no intento ni quitarle protagonismo alguno ni meterme en asuntos que no me incumben... de momento... - ¿Qué es eso de momento? ¿Es que no piensas largarte ya de Laredo? - Pienso largarme de Laredo pero antes tengo que cumplir una promesa. - ¿Qué clase de promesa? - Como yo no le quiero quitar a usted protagonsimo en este suceso que no me interesa para nada, tampoco voy a permitir que usted me quite protagonismo a mí en un suceso que sí me interesa del todo. El sheriff Andrew Castle tuvo que reconocer que, una vez más, aquel extraño Stranger llevaba razón. - Es razonable; pero ahora lárgate a donde sea porque no quiero verte más en este lugar. - Perdone, sheriff, pero en este lugar se encuentra Sheraton y yo me encuentro en el lugar de Sheraton. Puedo estar aquí tanto tiempo como Sheraton lo desee. - ¿Un caballo domina a un hombre? - En este Oeste americano un caballo siempre se complementa con un hombre y no voy yo a ser quien discuta esa cuestión. Así que concéntrese en su trabajo y olvídese de mi para siempre o hasta que la vida nos ponga otra vez cara a cara. - Lo que dice Stranger es justo, Andrew. - Está bien, Mercedes. ¡Vamos a ver! ¿Quién más puede decirme la verdad de lo aquí sucedido? - ¿Puede opinar una mujer? - No es lo normal en estos casos pero si tienes algo muy importante que decirme dímelo o cállate para siempre, Laura Bardot. No es bueno que las mujeres opinen tanto en temas que sólo nos compete solucionar a los hombres. - ¿Es que la voz de una mujer no es valiosa, Andrew? - Por supuesto que sí, Mercedes, pero se os tiene que poner unos límites o la ley se nos escapa de las manos. - ¿Crees que nosotras perjudicamos a la ley? - Esto... no... Mercedes... no quise decir eso... - Pues lo has dejado entender. - ¿Puedo o no puedo decir algo? Andrew Castle estaba más nervioso que nunca. - ¡Que sí! ¡Que puedes decir algo si es relevante y tiene importancia! - ¿Es que sólo podéis decir tonterías los que formáis el Círculo Masculino? Porque me parece que las mujeres, normalmente, no solemos decir tantas tonterías como las decís quienes os las dáis de caballeros. - No quiero discutir eso ahora, Mercedes. ¿Tienes algo que decir o no tienes nada que decir, Laura? - ¿Anque lo que diga sea una tontería o parezca una tontería? - Exacto. Por esta vez voy a hacer una excepción que confirma la regla. - No sabía yo que eras tan complaciente, Andrew. - Es para no perder las riendas del asunto, Mercedes. - Ya. Ya voy entendiendo. - ¿Quieres hablar o no quieres hablar, Laura Bardot? - Aunque sea o parezca una tontería, lo que ha declarado "El Cachitas" no es una verdad absoluta sino una verdad relativa. Me da por pensar, porque las mujeres también pensamos, que la verdad absoluta, y no relativa, te la puede contar "The Black". - ¿Dónde se encuentra ese tal "Black"? - Tomando una copa dentro del saloon de Michael Parja como si no hubiese ocurrido nada. - ¡Vamos al saloon, Georges Jean, y que alguien se ocupe de trasladar el cuerpo de Richard Gallart hasta el tanatorio! El sheriff y su ayudante entraron en el saloon. - Nosotros ya no tenemos nada que hacer aquí. ¿Verdad, Sheraton? - ¿Hablas con tu caballo? - Sí, Mercedes Bank, hablo con mi caballo y mi caballo habla conmigo. Muchas veces es mejor que hablar con la gente. - ¿Y me puedes enseñar cómo lo consigues? - Es muy sencillo, Mercedes Bank, es muy sencillo. - Entonces... ¿me lo puedes ir explicando mientras vamos a casa? - ¿Me estás diciendo que puedo cenar contigo? - Te estoy diciendo que no quiero que te vayas de mi lado. Por lo menos cumple con esa semana que me prometiste. - Está bien. Subamos en nuestras monturas y te lo explico por el camino que lleva a tu casa. - Quiero que, mientras seas mi invitado, mi casa sea también la tuya. - Acepto siempre que no te moleste para nada. - Hasta ahora no me has molestado en ningún momento y confío en que no sigas molestándome. - ¿Por qué confías tanto en mí si apenas me conoces ni sabes nada de mi vida anterior? - Tu vida anterior no me importa para nada. Sólo me importa lo que veo y lo que veo, hasta ahora, es que eres un hombre bueno. Es muy raro ver a alguien tan joven y que tenga tanta bondad. - Espero que no te lleves un desengaño... - ¿Eres tú al que llaman "The Black"? No hace falta que te levantes de la silla; puedo escucharte igual de claro si hablas sentado y con los pies sobre la mesa si crees que eso es la libertad. - El mismo, sheriff, el mismo; soy "The Black", el novio de la muerte, y conste que no me voy a levantar por nadie. Es mi manera de ser. - No te he visto a menudo por esta ciudad. ¿Puedo saber cuánto tiempo hace que has llegado a Laredo? - Exactamente un día y una noche completa. Vine ayer cuando ya anochecía. - ¿Trabajas en algo? - Por supuesto que trabajo en algo. No soy ni vago ni maleante. - ¿Dónde trabajas? - En uno de los muchos ranchos que hay por aquí... pero como no he hecho nada ilegal ni nada que vaya en contra de la razón humana... no tengo por qué decir a nadie dónde trabajo ni para quién trabajo. - Eso de que no has hecho nada ilegal ni nada que vaya en contra de la razón humana sólo lo decidiré yo y no tú. "The Black" se dio cuenta de que no había asustado, para nada, al sheriff Andrew Castle y bajó, prudencialmente, los pies que tenía sobre la mesa. Miró directamente a los ojos del sheriff y vio peligro... así que decidió ponerse a la defensiva y cambiar el tono chulesco de su voz. - Esto... sí... claro... usted es la ley... - Entonces si yo soy la ley quiero que me expliques por qué da la casualidad que ya te has encontrado envuelto en dos graves altercados públicos solamente en el día de hoy. ¿Crees que eso es normal para un vaquero que lleva sólo un día y una noche con nosotros? - Esto... yo... la verdad... - Eso es. Me han dicho que tú tienes la verdad absoluta de lo que ha pasado con Richard Gallart. ¿Has sido tú quien le has matado? El pistolero tomó un poco de valor... - He sido yo pero él me retó delante de todos y todos lo pueden afirmar. Le maté pero fue en defensa propia y creo que la defensa propia da derecho a matar si tu vida corre peligro. - ¿Todo eso es cierto, Michael Parja? - Según lo ha contado él puede que sea cierto. - ¿Es cierto o no es cierto, Michael? - Es cierto. - ¿Lo dices completamente seguro o tienes alguna duda? El viejo propietario del saloon miró a "The Black" que ahora mostraba una siniestra sonrisa maquiavélica. - No tengo duda alguna. Es cierto. Andrew Castle se volvió hacia "The Black". - ¿Cuál es tu verdadero nombre? Si estás trabajando ya en Laredo tengo que saber cómo te llamas y cómo te apellidas. Ya que tú dices la verdad es verdad que yo soy la ley en estas tierras como tú has reconocido hace un momento. ¿Cómo te llamas y cómo te apellidas? - ¿No es suficiente con lo de "The Black"? - Si fueses un ave de paso sin retorno sería suficiente pero, al parecer, eres como un pájaro que quiere hacer su nido entre nosotros. Así que dime ya mismo tu nombre y apellidos o no tendré más remedio que ir a hablar con tu patrón, sea quien sea tu patrón, para discutir sobre tu contrato de trabajo; lo cual, como debes estar ya pensando, quiere decir que te largas para siempre de Laredo. "The Black" no tuvo otra alternativa, debido a la firmeza con la que hablaba el sheriff Andrew Castle, de declarar su verdadera identidad. - Me llamo David Peres Armillo. No tengo por qué ocultarlo. - Te recomiendo que la próxima vez que suceda algo violento en Laredo tengas la habilidad de no estar tú presente. - ¿Me está amenazando, sheriff? - Exacto. Voy a ser totalmente claro contigo porque yo tampoco tengo por qué ocultarlo. Te estoy amenazando. - ¿Me permite un consejo, sheriff? - No admito consejos de nadie pero si es algo muy interesante... - Es muy interesante, sheriff. - ¿Cuál es ese consejo? - Más que un consejo es una advertencia no para meterle miedo sino para que esté usted debidamente informado. - Adelante. Dame esa advertencia. - Usted no sabe para quien trabajo... - Es cierto. Ni, de momento, me importa saberlo. ¿Es esa la advertencia que tenías que darme? - No. Mi advertencia es más bien una metáfora. - ¿Sabes algo de Poesía? - No. No tengo ninguna clase de estudios. Pero esta metáfora es muy conocida en el ambiente donde trabajo. - ¿Y cuál es esa metáfora tan interesante? - Las estrellas del pecho suelen ser las tumbas de los corazones. Andrew Castle se llevó la mano a su estrella de sheriff y se quedó sin saber qué decir. - ¡¡¡Jajajajaja!!! Sheriff... ¿nos tomamos un trago juntos?... - Tengo mucho quehacer en el día de hoy pero quizás en otro momento. - Está bien, sheriff. ¿Le ha gustado la metáfora? - ¡Vamonos, Louisville, pero me da la impresión e intuyo que a este tipo tan feo que parece un escarabajo de la caballería andante le vamos a tener que ver en alguna otra ocasión! ¿Te ha gustado la figura literaria, David? Ahora fue "The Black" quien se quedó sin poder decir nada. - ¡Ya lo sabes, escarabajo de la caballería andante! ¡Estás ya avisado! - ¿Cómo consigues hablar con tu caballo y que tu caballo te entienda? - Haciéndome amigo de él. - ¡Pero eso debe ser muy difícil de conseguirlo! - No es fácil ni difícil sino todo lo contrario. - ¡Jajajajaja! ¡Eso es una contradicción, Stranger! - Lo que es una contradicción es que haya hombres que matan a hombres y digan que es ley de vida. - ¡Jajajajaja! Es cierto. Si dicen que es ley de vida ¿por qué se matan? - Eso es, Mercedes. Deberían decir que es ley de muerte y no ley de vida. ¡Has captado perfectamente la contradicción! - Bueno... pero... ¿cómo se puede ser tan amigo de un caballo que puedas hablar con él y te comprenda?... - No es ni fácil ni difícil porque es una empatía. ¿Sabes lo que es una empatía? - Sí. Ponerse dentro de la piel de otro. - ¿Y eso es fácil o es difícil? - Creo que ni una cosa ni otra porque no depende de ningún deseo interesado sino de una acción desinteresada. - Eso es, Mercedes. Lo has coprendido con total claridad. La empatía no es un interés ni tampoco es un deseo sino una postura ante la vida que nos lleva a una acción positiva porque es desinteresada. - Ya. Pero acabamos de llegar a casa. - ¿Y ahora qué hago, Mercedes? - No seas tímido y entra dentro, siéntate lo más cómodo que puedas y haz lo que desees mientras yo preparo la cena. - En cuanto a dormir no te preocupes, Mercedes, porque no te pienso molestar para nada. Yo dormiré en la cuadra junto a Sheraton. - Si eso es lo que prefieres... - No es lo que prefiero pero es lo más aconsejable. - ¿Quizás para combatir algún temor? - Quizás, Mercedes, quizás... - Sheraton te transmite seguridad. ¿No es cierto, Stranger? - Es cierto y verdadero. - Vamos a pasar ya, Stranger. Podemos hablar más tarde. Él dejó que ella pasara la primera después de dejar sueltos a los caballos y luego se sentó en una mullida butaca mientras sacó los planos diseñados por Mercedes Bank y, estirando sus piernas, se quedó estudiándolos mientras canturreaba una cancíon. - Al salir de San Antonio, al salir de la ciudad, hallarás un viejo fuerte en las ruinas nada más. No verás ningún valiente, ni verás ninguna cruz pero tú tal vez escuches una voz en el azul. Es la historia de unos hombres que lucharon con valor y en el Álamo murieron por la patria y el honor. Cuando se oscurece un clarín les llama sin cesar, ellos dicen sus nombres en un coro triste y fantasmal. En el año 36 de mil ochocientos, un valiente coronel quiso el fuerte defender y también David Crockett, ofreció su fusil, y un montón de tejanos, a luchar, a vencer o a morir. Ellos eran nada más 189 y supieron combatir como 25.000. Vencedor fue Santana, general de valor, y al entrar en el fuerte, uno a uno la vida quitó. En el año 36 de mil ochocientos, un valiente coronel quiso el fuerte defender y también David Crockett, ofreció su fusil, y un montón de tejanos, a luchar, a vencer o a morir. Ellos eran nada más 189 y supieron combatir como 25.000. Vencedor fue Santana, general de valor, y al entrar en el fuerte, uno a uno la vida quitó. Mercedes Bank estaba escuchándole desde la cocina y sólo sonreía mientras preparaba la cena.
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