Una vieja deuda (Novela del Oeste) -6-
Publicado en Apr 06, 2014
- Lo has hecho muy bien, Stranger.
- Perdona, Mercedes. No quise hacerlo. Me he vuelto a equivocar. Otra vez yo soy el culpable. - Si eso es ser culpable... ¡viva la culpabilidad!... porque has estado magnífico... yo te puntúo con matrícula de honor. - Debo marcharme, Mercedes. Ella le vio salir de la cama y vestirse lentamente... - ¿No vas a volver? - Te prometo que voy a volver, Mercedes. Sólo voy a hacer una visita a alguien muy importante. ¿Cómo se llama el juez supremo de Laredo? - Cesáreo Fornieres. - ¿Dónde vivie ese tal Cesáreo Forzudo? - ¡Jajajajaja! No es Cesáreo Forzudo. Más bien es pequeño y flacuchento además de miope y sin un solo pelo en la cabeza. ¡Jajajajaja! - ¿No es Forzudo? - No. Es Fornieres. - ¿Dónde vive ese Tesaurio Fornieres? - ¡Jajajajaja! No es Tesaurio aunque ya es tan viejo que podría decirse que nació durante el Pleistoceno Inferior. ¡Jajajajaja! - ¿No es Tesaurio? - No. Es Cesáreo. Cesáreo Fornieres. ¿Tan mal estás de la memoria? - Lo que pasa es que esta noche he cometido tantas locuras que me parece que me he desmemoriado bastante. - Te has desmemoriado más que bastante pero has estado de matrícula de honor. Por lo menos yo te puntúo con matrícula de honor. - Vuelvo a pedirte perdón, Mercedes. Sé que no debía hacerlo pero... perdona... no volverá a ocurrir... - ¿Y quién te ha dicho a ti que yo no quiero que vuelva a ocurrir? - Esto... tengo que irme Mercedes... - Pero me has prometido que vas a volver. - Y lo voy a cumplir. ¿Dónde vive ese juez supremo de Laredo se llame como se llame? - Cesáreo Fornieres. Se llama Cesáreo Fornieres y no le debes hablar en voz muy alta porque tiene unos orejones tan grandes que te oirá aunque bajes la voz a lo mínimo posible. ¡Menudas orejas tiene ese tal Fornieres! ¡No sólo es un vampiro sino que además es un murciélago! ¡Imagínate lo monstruoso que es siendo un cruce de vampiro con murciélago! - ¡Jajajajaja! Sólo dime dónde vive... - En la calle Mac Pherson, número 13. Stranger terminó de ponerse las botas sentado en el borde de la cama y mientras Mercedes Bank acariciaba su espalda pensó que había llegado el momento. - Mercedes. Ya no puedo perder más tiempo. Hasta luego. Se levantó, le dio un beso en la boca a ella y se marchó en busca de Sheraton. - Oye, Georges Jean... ¿a tí qué te parece ese tal Stranger? - Es bastante raro y estoy seguro de que tiene algún secreto oculto que no quiere contárselo a nadie. Pero me cae muy bien. Creo que es un tipo generoso. - También son tipos generosos muchos famosos delincuentes. Tal vez sea un caza recompensas o incluso estoy pensando que puede ser un forajido. - Andrew... me parece que le tienes un poco de envidia y yo reconozco que también. - ¿Por qué dices que le tenemos envidia? - Lo sabes tú mejor que yo. - ¿Estás insinuando que estoy celoso? - No lo insinúo. Lo afirmo. Pero a mí me sucede lo mismo así que considero que es normal. - Dejando el tema de Mercedes y de que esté trabajando para ella... yo sigo opinando que puede ser un forajido huyendo de la Ley. - ¿Y cómo puedes demostrar eso? - Lo primero que vamos a hacer es sacar toda la colección de carteles que tenemos archivados y que buscan las autoridades estatales. - ¿Quieres que revisemos todos esos carteles? - Todos. Absolutamente todos a ver si alguno de ellos coincide con él. Estoy seguro de que sí. - ¿Y dices que no estás celoso? - No tiene nada que ver con mis celos, tus celos, ni los celos de los demás. Así que vamos a ponernos a la tarea porque es nuestra obligación. - Está bien. En lugar de perder el tiempo hablando de cosas sin interés alguno podemos perder el tiempo intentando localizarle entre los más buscados del Oeste. Georges Jean Louisville abrió un cajón de su mesa y sacó un enorme lote de carteles con el título de "Se busca", con el dibujo de todos los que estaban siendo buscados por la Ley y con la cifra de dólares que se ofrecía como recompensa para cada uno de ellos. - ¿Nos tomamos un café antes de comenzar, Andrew? ¡Estás demasiado nervioso! - Bien, Georges Jean, tomemos el café antes de comenzar la búsqueda; pero no se me quita de la cabeza que ese tal Stranger tiene algún secreto oculto y estoy seguro está huyendo de la Justicia. ¿Comprendes ahora el peligro que está corriendo Mercedes? - Antes dijiste que dejáramos a Mercedes al margen de todo esto; pero parece que se te olvida lo que dices. ¿Estás o no estás celoso? - Estoy sirviendo a la Ley. - Tomemos el café. Los dos lo necesitamos de verdad. - ¿A Stranger? ¿Quieres decir que los dos necesitamos de verdad a Stranger? - Quizás lo haya dicho sin pensarlo pero hasta pudiera ser que sí. - ¡¡No digas locuras, Louisville!! - Señor Fornieres, tiene usted una visita. - ¿De quién se trata, Pamela? - No me ha dicho su nombre. - ¿Es alguno de mis clientes? - ¡No le había visto jamás en mi vida! - Hazle pasar. Stranger pasó al despacho y se sentó el sillón, cómodamente, antes de que el juez le diese permiso para hacerlo. - ¡Es usted muy osado! Stranger no se inmutó sino que comenzó a hablar. - Buenos días, si Dios quiere que sean buenos días. -¿Quién eres tú, forastero? - No soy un forastero. Soy un extranjero. Llámeme Stranger, por favor. Lo importante no es saber quién soy yo sino quién es usted. - ¿Eres algún inspector del Estado? - Nada que ver. - Ya me lo imaginaba. Eres demasiado jovenzuelo para serlo. Todos los ciduadanos y las ciudadanas de Laredo y, por extensión, del Estado de Texas, me conocen muy bien. - Pero yo no. - ¡Sigues siendo muy osado, Stranger! ¡Yo soy el honorable y respetable juez supremo Cesáreo Fornieres! - Me han dicho que usted oye perfectamente bien porque tiene unas buenas y hermosas orejas y como veo que es verdad no tiene por qué levantarme la voz porque yo tampoco soy sordo. Así que hablemos en voz muy baja porque nos puede escuchar Pamela y ya sabe usted el lío que pueden armar las secretarias chismosas. - Buena advertencia, jovenzuelo. ¿Qué estás buscando por aquí? - En primer lugar yo no soy un jovenzuelo sino un joven. Llámeme joven nada más. - Otra buena advertencia, pero la pregunta sigue siendo la misma. - ¿Qué estoy buscando por aquí? - Eso es. Descubro que es verdad que tú tampoco eres sordo. - No pretendo pasar por persona decente. Lo soy sin pretenderlo. Pero lo menos que usted puede hacer, en justa correspondencia a mi sinceridad, es creer en mis palabras. Si para mí son buenas, ¿por qué no lo han de ser par usted? El juez Fornieres quedó cortado y perdió su prepotencia al seguir hablando. - Pedona, Stranger... - Yo no perdono nada porque no tengo nada que perdonar... de momento... - ¿Se puede saber qué buscas? - Información. Busco información. - Si está en mis manos darte información no lo dudes en que lo haré pero resulta que no eres un cliente mío y eso imposibilita que te de informaciones más allá de las normales. - Yo no soy cliente suyo, pero usted representa a la Justicia y yo lo que busco es información para hacer justicia y no para chismorrear contra nadie. ¿Me está entendiendo bien? - ¿Insinúas que dentro de mi despacho chismorreamos demasiado? - Lo afirmo. Así que si no quiere usted que esto salga a la luz pública haga el favor de darme la información que le pido no vaya a ser que usted pierda prestigio y supongo que para usted el prestigio es lo máximo. ¿O me estoy equivocando? - No sé cómo lo has adivinado pero ese es mi lema, ¿Cómo lo has podido saber? - Muy fácil. En la puerta de su oficina hay un letrero que dice: "El prestigio es el camino". Sea o no sea verdad eso es lo que dice dicho letrero. - ¡Caramba! ¡Eres muy observador! - Más de lo que yo quisiera pero como es un don de Dios no tengo más remedio que aceptarlo. - Me estás cayendo simpático y voy a atender tu petición. ¿Qué información deseas? - No deseo ninguna informacion. - ¡Empiezo a no entenderte! ¡Voy a terminar loco si sigo hablando contigo! - Hemos dicho que hablemos en voz muy bajano vaya a ser que se entere Pamela y si se entera Pamela se entera todo Laredo y si se entera todo Laredo se entera todo Texas y si se entera todo Texas... - ¡Basta! ¡Me estoy volviendo loco! ¿Puedes decirme qué deseas? - No deseo ninguna información, sino que necesito una información. Me parece que la cuestión es muy clara. Los politicos sólo desean en vez de necesitar; pero yo no soy ningún político ni tengo que ver nada, ni para nada, con la Política. - Sigues sorprendiéndome, Stranger. Pero ¿puedes decirme ya que información necesitas? -Una vez aclarado este asunto busco información que aclare la muerte o desaparición de Benito Lacroix. El juez Fornieres dio un brinco y se quedó como mudo. - ¿Qué le sucede? ¿Se le ha cortado la respiración? Porque si hay que hacerle un boca a boca enseguida aviso a Pamela porque yo desde luego que no. - No... no es eso... es que me ha producido sorpresa... - Pues deme una sorpesa a mí contándome la verdad, sólo la verdad y nada más que la verdad. ¿No es eso lo que usted pide a todos los demás cuando celebra un juicio? El juez Fornieres comenzó a palidecer ligeramente. - Vamos, señor juez supremo. No me diga ahora que no sabe nada de nada como hacen los falsos testigos. - Esto... no te permito que pongas en duda mi honorabilidad... - Yo no la pongo en duda sino que la necesito. El juez Fornieres recobró por un momento la tranquilidad... - Sólo puedo decirte que está enterrado en El Paso, pero eso sucedió hace ya 25 años y nadie se acuerda para nada de él porque todos lo han olvidado ya. - Se equivoca, señor juez. Hay alguien que todavía vive y no lo ha olvidado. - ¿Y vienes de parte de esa persona? - Supongamos que sí. Ya le he dicho al sheriff que me gusta trabajar gratis cuando se trata de trabajar para una causa justa. - ¿De verdad que no te están pagando nada por esta información? - Yo no sé lo que usted cree qué es la verdad. - Lo contrario de la mentira. - Me vale esa definición. Y hora le pregunto ¿quién pudo haber matado a Benito Lacroix? - Yo... yo... yo no sé nada de eso... - Digamos que no lo sabe. Sigo preguntando. ¿Quién se benefició de la huerta de Benito Lacroix? - Todos fuimos testigos de que la subasta pública se llevó a cabo con total legalidad. - Lo que pregunto no es si fue legal o fue ilegal sino saber quién fue el que se benefició de ella. - Todos fuimos testigos de que la mejor oferta fue la del señor Gimi Morgan. - ¿Hubo algunas otras ofertas o sólo hubo la de ese tal Morgan? - No hubo ninguna otra oferta pero eso no es culpa de Gimi. - Parece que usted habla de él como si fueran viejos amigos... - Es que somos viejos amigos. - Hay una frase muy popular que dice "quien hizo la ley hizo la trampa". Dígaselo de mi parte a su viejo amigo Gimi para que no la olvide. - ¿Estás insinuando algo? - No estoy insinuando nada si no tiene usted nada que ocultar. - No tengo nada que decir. - Buena respuesta, señor juez. ¿Podemos pasar a otro asunto que me interesa tanto o más que lo de la huerta de Benito Lacroix? - Supongo que relacionado con Mercedes. - Es la señorita Mercedes Bank y no creo que sea amiga de usted así que no la trate como trata a Gimi Morgan. ¿Entendido? - Lo he entendido. ¿Qué quieres saber de ella? - No quiero saber nada de ella sino hacerles saber a todos los habitantes de Laredo, incluidos usted y su íntimo amigo Gimi, que me parece muy extraño el hecho de que ofreciendo trabajo a todos los que quieren un trabajo tres veces mejor pagado que el que tienen nadie haya querido aceptar ese trabajo. - Quizás porque todos están a gusto con el trabajo que tienen. - ¿Y de verdad nadie les ha metido miedo para que eso ocurra? - No tengo nada que decir. - Otra buena repuesta, señor juez, aunque se repita usted más que el ajo. - ¿Ha terminado ya tu visita? - Ha terminado ya. Pero antes de irme quiero que sepan todos los habitantes de Laredo, incluidos usted y su íntimo amigo Gimi, que voy a llenar todas las calles de esta ciudad con los anuncios de que la señorita Mercedes Bank sigue ofreciendo todos esos trabajos a quienes quieran aceptarlos y espero que esta vez se respeten todos esos anuncios y que nadie tenga miedo por intentarlo. - ¡Eres muy osado, extranjero! - Yo diría que soy muy honrado, caballero... y perdone que le llame caballero pero es que no le conozco lo suficiente... El juez Fornieres volvió a perder los nervios. - ¡¡Váyase inmediatamente de mi despacho y espero no verle nunca más por aquí!! - Y yo espero que nadie meta miedo a nadie. ¿Entendido? - ¡Adiós, Stranger! - Nunca diga usted adiós antes de tiempo. Es un buen consejo. Stranger se levantó lentamente del sillón, se dirigió a la puerta y antes de salir del despacho dijo una última frase. - Si yo fuera detrás de usted, el golpe sería más duro. - ¿Es una amenaza? - Es una forma de ver la vida. Resulta que no voy detrás de usted sino detrás de alguien que oculta su impotencia metiendo miedo a los demás. Adiós. Pero le hago saber que el lío ya está armado así que si es necesario usar las armas yo también las voy a usar. Stranger se marchó de la oficina dedicando una sonrisa a la bella Pamela. -¡¡Pamela!! ¡¡Pamela!! - ¿Qué desea, señor Fornieres? - ¡¡Localiza inmediatamente a Gimi Morgan y dile que venga urgentemente a mi despacho porque ha surgido un grave problema!! - ¿Puedo decirle de qué gran problema se trata? - No seas chismosa, Pamela, o pierdes el empelo. - Está bien, seño Fornieres, le diré al señor Morgan que venga urgentemente a hablar con usted porque ha surgido un grave problema pero no le diré nada más; aunque si es verdad que Mercedes Bank ofrece empleos quizás usted no tenga que despedirme... - ¿Tú también te rebelas? - Pues sí. Ese chaval es contagioso. - ¿Ves cómo ha sido una tonta pérdida de tiempo, Andrew? - ¡Estoy agotado! - Y no es ningún delincuente ni le está buscando la Justicia. - ¿Entonces por qué me cae tan mal? - Porque no quieres reconocer que te ha tomado la delantera. - ¿A qué te refieres, George Jean? - Pon un nombre de mujer al asunto y tendrás la respuesta. - ¡Necesito otro café! Mercedes Bank se había arreglado lo mejor posible y estaba más bonita que nunca. - ¡Caramba, Mercedes! ¡Vaya sorpresa! - ¿Has desayunado ya, Stranger? - No me ha dado tiempo. - Yo sé preparar muy bien los huevos. - ¡Jajajajaja! prepárame un par de huevos si no te molesta. A cambio de ello partiré un poco de leña. - Bien, extranjero. Vas a comprobarlo por ti mismo. - ¿Comprobar más asuntos todavía? No es necesario. Sé partir muy bien la leña - Lo digo por los huevos. - ¡Jajajajaja!
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