Una vieja deuda (Novela del Oeste) -7-
Publicado en Apr 07, 2014
- ¿Te ha gustado el desayuno, Stranger?
- Estaba bueno... incluso demasiado bueno... - Gracias por la leña. - Todavía no he terminado con la leña pero ahora tengo otro asunto por resolver. - ¿Vas a dar leña a alguien? - Efectivamente. En sentido figurado se dice dar leña a alguien. - ¿Contra quién quieres ir, Stranger? - Contra nadie. Sólo quiero ir a tu favor. Y si en el camino alguien quiere evitarlo entonces habrá que ajustar una vieja deuda. - A veces no te comprendo. - Sólo te pido un favor, Mercedes. - ¿Solamente uno? - No es lo que estás pensando. Todavía estoy arrepentido. - Pero si yo he sido la que lo ha querido y sigo queriéndolo... - Escucha. ¿Te quedan todavía cartulinas? - Muchas de ellas las he perdido porque han quitado todas las que puse. - ¿No te queda ninguna más? - ¡Me quedan muchas más de las que me han quitado! - ¿Me puedes traer todas? - No te metas en problemas por mi culpa. Estoy empezando a pensar que es mejor que abandone todos mis planes. No quiero que pongas en peligro tu vida por mi culpa. - No voy a meterme en problemas si nadie me crea problemas. En cuanto a poner en peligro mi vida no es por tu culpa sino por un derecho de hacer justicia. En todo caso, si me ocurre algo malo, sería porque Dios lo ha permitido y sé que Dios no lo va a querer porque está de mi parte. Pásame todas las cartulinas que tengas y un lápiz. - ¿Vas a volver a ponerlas por la ciudad? ¡Te las van a ir quitando mientras las vayas poniendo! - Eso todvía está por ver. Esta vez va a ser distinto. No soy una guapa chavalilla inocente creyendo en la bondad de todos sino un hombre, joven todavía, que sólo cree en la bondad de unos pocos y en la maldad de muchos. Y estoy dispuesto a cambiar la balanza hasta convertir todo esto en lo contrario. - ¿La bondad de muchos y la maldad de unos pocos? - Exacto. Ahora trae todas las cartulinas y déjame trabajar. Tú misma vas a ver el resultado con tus propios y bellos ojos. Mercedes Bank hizo lo que le pidió Stranger y le dejó trabajar a solas. - ¡Mercedes! ¡Ya puedes venir a ver cómo han quedado! Mercedes dejó de regar las macetas del jardín y se acercó a la mesa de trabajo.` - ¿Qué has puesto, Stranger? - Lee por ti misma. Puedes leer una sola porque en todas las demás he escrito lo mismo. Mercedes leyó en voz alta... - ¡Gana tres veces más de lo que ganas! SE OFRECE TRABAJO PARA TODOS Y PARA TODAS. Alistaos en la Oficina del Sheriff de Laredo. Hay un lugar para todos y todas. Todos y todas teneis un lugar. PERO CON DIGNIDAD. Firmado: Andrew Castle. Sheriff de Laredo. - ¿No es demasiado agresivo, Stranger? - ¿A quién estoy agrediendo? - A nadie. Pero me parece que esto no le va a gustar nada de nada a Gimi Morgan. - A mí tampoco me gustaría verle la cara y no por eso le estoy agrediendo. - Eres convincente, Stranger... pero no podría soportar el dolor si te ocurre algo malo o pierdes la vida por mi culpa. - Te repito que la culpa nunca es de la bondad sino de la maldad y a la maldad hay que pararle los pies de inmediato. Alguien debe de hacerlo. - Ese no es un deber tuyo sino del sheriff. - Estoy de acuerdo. Por eso será el sheriff quien tenga que intervenir a favor de la bondad o a favor de la maldad. Ha llegado la hora de saber lo que no quieren que sepamos. - ¿Qué está sucediendo, Stranger? - Algo que comenzó hace 25 años atrás. - No te entiendo... - Si nos vemos alguna otra vez ya te lo explicaré. - ¿Es que te vas para no volver? - Eso depende solamente de ti. Si quieres vuelvo pero quizás sea mejor que me vaya para siempre. - Siempre es demasiado tiempo, Stranger. - Entonces, de momento, hasta luego Mercedes. Cogió todas las cartulinas, dio dos besos en ambas mejillas a Mercedes y, montando en Sheraton, se dirigio a la oficina del sheriff Andrew Castle. - ¡Hola, Andrew! ¿Puedo entrar? - ¿Otra vez tú por aquí? ¡Pensé que ya te habías largado de Laredo para siempre! - Esa es mi intención, Andrew, pero la vida ya me empuja como un aullido interminable... interminable... - ¿Otra vez con tu filosofía barata? - Mi filosofía es barata porque quiero que esté al alcance de todos los bolsillos, Andrew. Estamos tocando el fondo... estamos tocando el fondo... A Andrew Castle se le encendió la cara por culpa de la ira... - Cómo te has atrevido a poner a mi Oficina como el lugar donde deben alistarse todos y todas que estén interesados e interesadas y...¡para más colmo!... pones mi nombre como firmante de estas tonterías. - No se llaman tonterías. Se llama Publicidad. Y es Publicidad completamente legal. - Pero... - ¿Tú eres el sheriff de Laredo? ¿No es cierto? - Es cierto y por eso te prohibo que cometas esta acción. - Espera un momento, Andrew. ¿La ley no es un bien común para todos y para todas y siempre se coloca al servicio del bien? ¿O hay veces que se pone al servicio del mal? - ¡No sé lo que harán las demás autoridades de esta nación, pero yo soy el sheriff de Laredo y siempre estoy al servicio del bien común! - Que es lo mismo que decir al servicio del bien. ¿Estamos de acuerdo? - Cierto. Pero una cosa es estar al servicio del bien y otra es permitir que hagas esto. - No sólo lo vas a permitir si es que de verdad eres un sheriff al servicio del bien común y en contra de la maldad, sino que vas a venir conmigo a llenar todas las calles de Laredo con estos carteles pegados en las paredes. - ¡Eso sí que no estoy dispuesto a hacerlo jamás! - Todavía no. - ¡Ni ahora ni nunca! Stranger no perdió su serenidad. - Todavía no porque te falta poner tu firma en todos y cada uno de estos carteles. - ¡Escúchame bien, Stranger! ¡¡No lo voy a hacer!! - Entonces tendré que decirle a Mercedes Bank que no confíe jamás en ti porque no eres lo que aparentas ser. Andrew Castle tembló desde la cabeza a los pies pero no tuvo más remedio que sentarse ante la mesa e ir firmando todas y cada una de las cartulinas que Stranger, también sentado a su lado, le iba pasando. - ¡Muy bien, Andrew! ¡Perfecto! - ¡Es el único y último favor que te hago! - Te equivas del todo, Andrew. No me estás haciendo ningún favor. - ¿No te estoy haciendo ningún favor cuando resulta que he firmado todas las cartulinas? - No me estás haciendo ningún favor. Se lo estás haciendo a Mercedes Bank y así se lo contaré. Le diré a ella que la has ayudado con todo amor por tu parte. Andrew Castle quedó desconcertado... - Pero para que le diga a Mercedes que lo has hecho con todo amor por tu parte tienes que venir conmigo a ir pegando todas las cartulinas por las calles de Laredo. - ¡¡Eso jamás de los jamases!! ¡¡Yo no soy un empleaducho pegando papeles y cartulinas por las calles de mi ciudad!! ¡¡Yo soy el sheriff! - Pero resulta que si quieres hacerle el favor completo a Mercedes Bank, y que ante ella tu figura sea la de un héroe a quien adorar, tienes que hacerlo. Andrew Castle se quedó otra vez en silencio. - Es tu oportunidad de conquistarla y, además, quedará más deslumbrada contigo cuando sepa que al estar pegando las cartulinas has evitado que nadie se atreva a quitarlas. No sólo quedarás ante ella como un héroe sino que serás el amor de su vida. - Esto... bueno... por una vez... - ¿Tienes pegamento en tu Oficina? - Siempre tenemos pegamento aquí pero yo no puedo ir contigo y dejar la Oficina vacía. - ¿Y George Jean, aquí presente, es un vacío? ¿Estás diciendo que tu ayudante Louisville no es nadie porque es un vacío existencial? - ¡Qué cosas más raras dices, Stranger! ¡Debería encerrarte por loco! - ¿Y permitir con eso que Mercedes Bank enloquezca por culpa de haber yo enloquecido por ella? ¡No seas majadero, Andrew, y aprovecha tu ocasión! - Pensando de esa manera... - Pensando de esa manera y mientras lo sigues pensando de esa manera... ¡coge el cubo de pegamento y vamos a trabajar los dos juntos hasta que Mercedes Bank caiga rendida en tus brazos por haber sido el héroe que la ayudó a llevar a cabo todos sus sueños! Yo me iré todo lo lejos que pueda para que nadie sepa ninguna otra verdad. - Está bien. Salgamos. - No te preocupes por tu Ofincia porque a estas horas todo Laredo respira de tranquilidad y tu ayudante se valdrá por sí solo para cubrir alguna pequeña urgencia. Hasta que volvamos triunfantes los dos. - Pero no me dirijas nunca más la palabra, Stranger. - No te dirigiré nunca más la palabra mientras estemos pegando cartulinas para no perder el tiempo con un necio. Después sólo Dios lo sabe. Los dos iniciaron la tarea que Stranger había planificado con tanta agilidad mental. Hasta que después de una hora agotadora terminaron con su tarea a la vista de todos los ciudadanos y ciudadanas de Laredo que encontraron a su paso. - Ya hemos terminado, Andrew. ¿Dónde está la Oficina de Correos? - Al final de la calle Mac Pherson. ¿La conoces? - Por supuesto que sí. Gracias. ¿Me permites un café para descansar unos minutos? - El café de mi Oficina es gratis. - Mis favores también son gratis, Andrew. Váyase lo uno por lo otro y quedamos a la par. - ¿Para qué me has hecho venir urgentemente a tu despacho, Cesáreo Fornieres? - Porque ha sucedido algo muy grave, Gimi Morgan. - Que yo sepa todo está bien pensado. Tú limítate a hacer la trampa legal y yo te seguiré ayudando a que sigas triunfando en la política americana. - Es que alguien se nos ha cruzado en el camino. - ¿Alguien se nos ha cruzado en el camino? ¡¡Eso es imposible! ¡¡En Laredo nadie es capaz de traicionar mis deseos ni los tuyos!! - Pues yo, para empezar, acabo de perder a Pamela. - Ya me pareció extraño no verla en su sitio cuando he llegado ¿Qué pasa? ¿Se ha puesto de repente gravemente enferma? - Peor que eso... - ¿Te la ha birlado algún donjuan conquistador? - Todavía peor que eso... - ¿Ha quedado inválida para el resto de su vida a pesar de ser tan joven? - Mucho peor. - ¿Ha muerto? ¡No me digas que ha muerto Pamela! - Muchísimo peor que eso... - ¿Qué hay peor que la muerte? - Que te dejen plantado. - ¡Jajajajaja! ¿No le ha interesado una cita a escondidas contigo y se lo ha ido a contar a tu esposa? - ¡No! ¡¡Mucho peor!! ¡¡¡Se ha despedido ella misma!!! - ¿Que se ha ido de tu lado para siempre? - Para siempre. - Pero... ¿es que se ha vuelto loca?... - Es que ha decidido ir a apuntarse en la lista de empleos para trabajar a favor de la señorita Mercedes Bank. - ¡Imposible! ¡Eso es imposible! ¡¡Tengo la orden dada de que nadie trabaje para ella y "The Black" con sus muchachos lo evitarán!! ¿Quién la está ayudando? - Me he enterado, tal como me ha dicho Pamela antes de irse, que el mismísimo sheriff Andrew Castle. - ¡Ese desgraciado! ¡¡Miserable!! ¡¡Cobarde!! ¡¡¡Traidor!!! - Cálmate, Gimi. Dando gritos no vamos a conseguir nada. - Ya te dije que era mejor haberlo eliminado y haberlo cambiado por otro. - Pues esto es lo que hay. Nos ha traicionado. Él mismo ha firmado las cartulinas de empleo a favor de la señorita Mercedes Bank. ¡He aquí la muestra que me ha dejado Pamela! Gimi Morgan todavía no daba crédito a lo que estaba viendo pero calmó sus nerivos con un gran esfuerzo mas con las venas del cuello totalmente hinchadas. - Menos mal que cuando "The Black" se entere va a ir a por él. Que se de por muerto. De esta manera nos deja el campo libre para elegir a otro que no sea ni tan honesto ni tan honrado. No le creía yo que fuese capaz de ser tan valiente. Alguien le ha debido convencer. - Supongo que sí... porque hay alguien que está informándose sobre la muerte de Benito Lacroix y creo que está intentando descubrir la verdad. - ¡No es posible! ¡¡Es imposible!! ¡¡¡Durante 25 años nadie ha preguntado nada!! ¿Quién es? - Un tal Stranger. ¿Le conoces? - No conozco a nadie que se llame así en todo el Oeste americano. - Pues existe y ha hablado conmigo. Lo he dicho nada, Gimi. - Está bien. Vamos a trabajar con serenidad. Lo primero que hay que lograrr es que "The Black" acabe con Andrew Castle. Después iremos a la caza y captura de ese tal Stranger. - ¡¡Andrew Castle!! ¡¡No eres un hombre!! ¡¡¡Eres el mayor marica que yo he conocido en mi larga vida!!! - ¡Es "The Black", Andrew, y te está esperando en la calle! - Sabía que esto iba a ocurrir por tu culpa, Stranger. - No te quejes tanto, Andrew, y enfréntate a él como un hombre de verdad. Si te lo cargas ya no serás solamente un héroe ante los ojos de Mercedes Bank sino todo un dios. ¡Tienes la ocasión de conquistarla definitivamente y de que te venere toda su vida! - No lo hago por ella sino porque es mi obligación.` -¡¡¡Te estoy repitiendo que no eres un hombre sino el mayor marica del mundo entero, bragazas!!! Andrew Castle salió a la calle mientras Stranger quedó observando la escena, como otros muchos pobladores de Laredo más alguna que otra mujer escondida entre los hombres, pero apoyado en el quicio de la puerta de la Oficina del sheriff, justo a la altura media en la que se habían colocado los dos rivales. - ¡¡¡Si eres hombre demuéstralo, Andrew Castle!!! Inmediatamente, sin esperar a que el sheriff pudiese reaccionar, "The Black" desenfundó su pistola de la parte derecha y sonó un disparo. El alarido que dio "The Black" fue espeluznante mientras caía de rodillas al suelo sujetándose su mano derecha totalmente destrozada por la bala disparada por Stranger.` - ¡¡¡Auggggg!!! ¿Quién ha sido el cabrón? Stranger, ante el silencio de Andrew Castle y todos los demás espectadores y espectadoras, se acercó ante el temible novio de la muerte. -Aquí el único cabrón que existe eres tú, "Black"... así que tú mismo te has disparado a ti mismo porque eres un miserable. ¿De acuerdo? - De... de... de acuerdo... pero...pero.. me estoy desangrando... - No te preocupes por eso. En la cárcel del sheriff hay vendajes suficientes y también tiempo suficiente para pensar... así que te puedes convertir hasta en un gran filósofo de la soledad... - Es que.... es que... es que me van a meter en la cárcel... - De por vida, "The Black", de por vida. - Muchas gracias, Strange. - No me des las gracias a mí, sino a Mercedes Bank... lo he hecho sólo por ella... y hazla feliz para siempre... - ¿Es que no te vamos a ver más por aquí? - De momento tengo que ir a la Oficina de Correos. Cuando vuelva quiero hablar con este energúmeno vestido de negro y luego hablar contigo. ¿Me vais a esperar los dos? - ¡Jajajajaja! ¿Siempres te tomas la vida a cachondeo? - A veces me entra la risa... pero es que estoy loco... según dicen los demás... - Hasta luego, Spranger. Y tú "Black" ponte en pie y no intentes huir o te acribillo a balazos de tal manera que te vuelvo guapo de repente porque eres tan feo que tiras de espaldas a quien te ve. Sólo que esta vez el que te ha tirado a sido Spranger. - No vayas diciendo eso por ahí, Andrew, no sea que pierdas prestigio ante ella y ya sabes por qué lo digo. - ¿Cuánto vale un cablegrama enviado a Santa Fe? - ¿Santa Fe de Argentina o Santa Fe de Texas? - Santa Fe de Texas. - Son 5 dólares por un máximo de 35 palabras. No se cuenta ni el nombre ni la dirección del destinatario ni el nombre de quien lo envía puesto que son gratuitos. - Está bien. Quiero mandar un cablegrama a Santa Fe de Texas. - ¿Cuál es tu nombre? - Spranger. - ¿Solamente Spranger? - Solamente Spranger. Quien lo va a recibir no necesita más datos para saber quíen soy yo. - ¿Y el destinatario? - Va dirigido a Isabelle Bancales Lacroix. - ¿Dirección? - Apartado de Corrreos número 56 de Santa Fe, Texas. - Ya está. Puede usted escribir todo lo que desee hasta un total de 35 palabras. - Lo he comprendido desde un principio pero gracias por recordármelo. Stranger comenzó a redactar... - Localizado el epicentro de la tragedia. Hay un muerto y un culpable. Tengo todo controlado. El muerto está en El Paso. El culpable está en Laredo. Alguien va a confesar. La ceremonia está terminando. Volveré.
Página 1 / 1
Agregar texto a tus favoritos
Envialo a un amigo
Comentarios (0)
Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.
|