Una vieja deuda (Novela del Oeste) -8-
Publicado en Apr 07, 2014
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- ¿Otra vez tú por aquí? ¿Qué quieres ahora, Stranger?
- Calma, señor sheriff, calma. Para conseguir ver realizado un sueño hay que tener mucha calma y si ese sueño es real y verdaderamente bello y hermoso, a la calma hay que añadirle la serenidad. Sólo vengo a hablar con el detenido.
- ¿Con "The Black"?
- Sí. Con ese tal novio de la muerte.
- ¿Para qué quieres hablar con él?
- No te inquietes demasiado, amigo Andrew, que no es bueno para la tensión arterial. No estoy buscando hacerte sombra en esto de la fama de los mejores hombres del Oeste americano. Soy de los que piensan que la sombra es un valor unívoco y propio de cada ser humano; las muejres incluídas, señor sheriff, a pesar de lo que proclamáis los del Círculo Masculino. Así que no quiero ser su sombra para nada sobre todo cuando de mujeres, aunque sean demasiado jóvenes y demasiado sexys, se trata. ¿Puedo o no puedo hablar con "The Black"?
- Está totalmente prohibido hablar con un detenido salvo que esté su abogado delante.
- Eso mismo es lo que yo estaba pensando. No quiero hablar con "The Black" a solas para que luego nadie diga que me invento las cosas y que soy un chismoso y cosas por elestilo propio de los del Círculo Masculino. ¿O no es cierto, Andrew Castle?
- Prefiero que no hablemos de ese tema ahora. Si quieres hablar con "The Black" tienes que esperar a que esté presente su abogado.
- ¿Puedo saber quién es su abogado?
- El señor don Cesáreo Fornieres.
- Exacto, señor sheriff. Eso mismo estaba yo intuyendo.
- ¿Intuías que el abogado de un tipo como "The Black" pudiera ser un venerable y honorable jeuz como lo es el señor don Cesáreo Fornieres?
- Pues sí. No es una sorpresa para mí aunque usted, señor sheriff, crea que es una gran sorpresa para todos. Lo que me estoy preguntando, en este momento, es si es es legal o no es legal que todo un juez supremo de la ciudad de Laredo sea abogado de un pistolero sin escrúpulos. ¿Es eso legal o no es legal? Lo digo por lo de ser juez y parte interesada al mismo tiempo.
- ¿Puedes guardar silencio ya, Stranger? Me aturdes con tus razonamientos.
- Pues con las chavalas me va muy bien cuando dejo que hablen mis razonamientos. Quizás tú deberías ser más abierto con las chavalas y hablar más a menudo con la señorita Mercedes Bank por ejemplo.
- Necesito el silencio, por favor, Stranger.
- De acuerdo. ¿Puedo esperar la llegada del señor abogado don Cesáreo Fornieres jugando al Mágico Solitario?
- ¿Qué juego ese? Te lo permito si lo juegas en silencio. 
- Por supuesto que el Mágico Solitario se juega en silencio.
- ¿Cómo se juega?
- Con naipes españoles que, más popularmente, se llaman barajas. Es un excelente juego cuando te obligan a tener que vivir la soledad. ¿Has conocdio tú, amigo Andrew, alguna vez a una Soledad que te haga pensar, meditar, reír y llorar al mismo tiempo?
- Pues la verdad es que no.
- Pues es una verdadera forja para los seres humanos. Yo sí la ha conocido y la he tendio que vivir. Algún día escribiré "Memorias de un escritor" y la pienso subtitular "La forja de un ser humano". Así que si puedo usar una de tus mesas, si no quieres nada de mí, esperaré jugando la llegada del señor juez superior metido a abogado, porque ya dice el refrán popular que el abogado del Diablo es aquel que es juez y parte en un asunto... y vale... lo demás ya Dios lo irá diciendo a su debido tiempo.
- Pero juega en silencio, por favor.
- Es cierto. Si no juegas en silencio no tienes suerte.
- Está bien ya, Spranger.
 
Después de unos breves minutos...
 
- ¡Mira, Andrew! ¡Acabo de conseguir 17 puntos con el Mágico Solitario! ¿Qué puede significar esto?
- No lo sé ni me preocupa saberlo o no saberlo.
- Pues a mí me preocupa mucho. ¿Te imaginas a un chaval de tan sólo 17 años de edad que vive en completa soledad hasta que, una vez cumplidos ya los 18, de repente le da por empezar a vivir a tope hasta convertirse, de la noche a la mañana, en un verdadedro líder de opinión? ¿Qué opinas, amigo?
- Nada. No opino nada.
- No recuerdo quién fue el que dijo que "la verdad es que nunca me acuerdo de quién eres y te confundo con lo que pareces" Pudo ser, quizás, alguien que hablaba persiguiendo un sueño, algo así como la mujer de su vida. ¿Opinas o no opinas ahora?
- ¡No sé qué es lo que tengo que opinar!
- Si quieres te sigo ayudando, pero ya es mucho pedirme; así que, a partir de ahora, cada uno es cada uno. ¿Sabes por qué prefiero que esté el juez supremo de Laredo, y además abogado del Diablo, el señor Fornieres, presente durante mi conversación con "The Black"?
- No tengo ni idea.
- Pues la idea es muy sencilla. Quiero tener testigos presenciales de lo que digo y de lo que no digo; porque no quiero que luego digan que he dicho lo que ellos dicen pero yo no he dicho o que no digan lo que yo he dicho pero ellos dicen que no he dicho. ¿Te parece un jeroglífico o un juego de palabras?
- Las dos cosas.
- Pues no es ni una cosa ni otra. Sólo es precaución; algo que tú siempre les recomiendas a todos los habitantes de Laredo. ¿O no es verdad? ¿No es verdad que les recomiendas eso de tener precaución cuando se trata de cambiar de trabajo antes de que elijan otro mejor pagado?
- ¿Qué sabes tú de eso?
- Intuición, señor sheriff, solamente intuición. No soy ningún adivino pero hablo de la precaución porque la vida me ha enseñado a ser precavido. Nunca un cobarde sino un joven precavido que jamás se echa atrás cuando elige un trabajo mejor pagado por mucho que un sheriff le quiera convencer de lo contrario. ¿Sabes distinguir ambas cosas? 
- Prefiero no hacer ningún comentario.
- ¡Mira quién vine ya!
- ¡Buenos días señores! ¡¡Que pasa aquí!!
- ¡Arrea! ¡Otro que viene cabreado! Hablando de Roma por la puerta asoma. Hasta me convierto, a veces, en poeta.
- ¡¡Cállate un momento, Stranger, por favor!!
- ¿Dónde está el detenido, señor sheriff?
- ¿Se está usted refiriendo a "The Black"?
- A ese exactamente. ¿Dónde está?
- Está donde debería haber estado desde hace ya muchos años. Quizás, y por poner un ejemplo, desde hace 25.
- ¿Te crees demasiado valiente, señor sheriff?
- La estrella es la estrella.
- Y el poder es el poder.
- ¡Cielo santo! No se peleen ahora tanto porque la verdad es la verdad.
- ¿Puedes callarte un momento, Stranger?
- Era solamente una observación puntual nada mas. Quizás me merezca un punto por ello aunque nadie me lo quiera regalar. 
- ¿Qué hace este jovenzuelo aquí?
- ¿Otra vez con lo de jovenzuelo, señoría? Soy joven pero no jovenzuelo. Ya se lo dije al principo de la mañana pero parece que hoy estamos todos muy mal de la memoria.
- ¿Es que habías hablado antes con el juez, Stranger?
- Por supuesto que habíamos hablado antes su señoría y yo y también vamos a hablar ahora. Pero esta vez con testigos y, además, testigos muy serios. ¿No es verdad que un señor juez supremo, un señor sheriff, un señor ayudante de sheriff y un joven investigador, formamos un círculo de personas muy serias? ¿No están todos ustedes de acuerdo conmigo aunque solamente sea por esta vez?
- Por supuesto que sí, extranjero.
- De acuerdo, señoría, lo que no no sé es si será muy serio ese tal "The Black" al que usted quiere defender a toda costa. A mí me parece que un prestigio como el que usted busca no se consigue de esa manera. También me parece que ese tal "Black" es un personaje realmente patético más que una persona seria a pesar de su mucha edad. Así que ya va siendo hora de descubrirlo. Hay quien confía mucho en mí y no quiero defraudar a esa persona.
- ¿La señorita Mercedes Bank, tal vez?
- En este caso, y sin que sirva de precedente, no estoy pensando en ella sino en otra persona, señor sheriff. 
- ¡Ya está bien! ¡Hemos acabado con las presentaciones! ¡Como sheriff de la ciudad de Laredo te ordeno, Georges Jean, que saques a "The Black" de la celda, pero con las manos esposadas, y que se siente con nosotros alrededor de la mesa.
- ¡Andrew! ¡Se está agolpando todo un gentío ante la puerta! ¿Cómo atiendo a los dos asuntos?
- ¡Trae a "The Black" y luego sales a la calle y comienzas a anotar en la lista a todos los que quieran trabajar para Mercedes Bank y a todas las que quieran trabajar para Merces Bank!
- De acuerdo, jefe. Pero es curioso...
- ¿Qué es curioso?
- La primera persona que hay en la fila es nada más y nada menos que Pamela, la secretaria del señor juez supremo de Laredo.
- ¡Era mi secretaria! ¡Ahora es mi ex secretaria!
- Menos mal que no es su ex esposa.
- Nada de chistes fáciles, Stranger. Este asunto es muy serio.
- Por eso me gusta tomármelo como si fuese una broma. La vida me ha enseñado a hacer eso.
- Está bien. Dejemos la charla. ¡Trae a "The Black" y luego dedícate a anotar en la lista a todos lo que quieran trabajar para Mercedes Bank.
- Señorita Mercedes Bank, señor sheriff, porque sigue estando soltera.
- ¡Basta ya de bromas, Stranger!
- De acuerdo. Hablemos en serio. Que aparezca "The Black" para a ver si no sé hablar en serio o se me ha olvidado hablar en serio por culpa de la gentuza que he tenido que conocer en mis largos, y a veces cortos, viajes.
 
George Jean cumple con su misión, deja esposado a "The Black" junto al juez Fornieres y sale a la calle comenzando a anotar a todos los que buscan empleo, tanto hombres como mujeres, para trabajar con Mercedes Bank.
 
- Nos sentamos todos, por favor.
- De acuerdo, señor sheriff, pero esto quizás no acabe muy bien para nadie y, por supuesto, para usted tampoco.
- ¡Deje de amenazarme, señor juez, o tendré que arrestarle por desacato a la autoridad. ¡Vamos a sentarnos todos! ¡Es una orde y en mi Oficina quien da las órdenes soy yo!¡No estamos en su bufete de abogado sino en mi Oficina! ¿Lo han entendido todos? 
 
Una vez todos sentados...
 
- ¿Por dónde quieres empezar, Stranger?
- Gracias, Andrew, por ejemplo empecemos por hablar de La Poyota.
- ¡Jajajajaja! No es La Poyota sino el Poyote, amigo.
- ¡Vaya por Dios! ¡Perdonenme todos ustedes! ¡No sé en qué estaría yo pensando para que se me haya ido el santo al cielo!
- Corregido el error... ¿qué quieres saber de El Poyote, joven?
- Eso está mejor, señoría. Pausa en el hablar y ninguna amenaza de nadie contra nadie. Quiero saber si las tierras de El Poyote van a salir en subasta pública.
- Estamos investigando el asunto.
- Pues yo entiendo que todas las tierras de El Poyote solamente le pertenecen, por herencia directa, y al no tener hemano alguno y por cesión de los derechos de su madre, a la señorita Mercedes Bank. Eso está más claro que el agua que bebemos todos los días. ¿No es cierto, señoría?
- Repito que lo estamos investigando.
- Si a usted le gusta tanto la investigación... ¿se puede saber por qué nunca ha investigado la muerte de Benito Lacroix?
- ¡Vamos por orden, Stranger! ¡Son dos temas diferentes!
- Se equivoca usted, señor sheriff, porque resulta que la huerta de ese tal Benito, tras morir él, se sacó a subasta pública sin tener en cuenta que había una persona que tenía todos los derechos legítimos sobre ella. ¿Qué me dice a eso?
- No tengo ni idea de lo que sucedió, Stranger.
- Entonces deja que responda su señoría Cesáreo Fornieres y nos lo pueda aclarar.
- No tengo nada que aclarar salvo que eso sólo son imaginaciones tuyas, jovenzuelo.
- ¿Otra vez con lo de jovenzuelo? ¿Cuándo se va a dar cuenta de que soy un joven?
- Está bien. Corrijo. Pero esta conversación ha llegado a su final.
- Nada de eso, señoría. Si usted quiere abandonar la mesa, los demás nos quedamos porque lo mejor viene ahora.
- ¿Por qué no paras todo esto, Andrew?
- Porque soy un sheriff honrado y honesto y me parece que es justo escucharle hasta el final.
- Gracias, Andrew. Te debo una. Después, cuando todo haya acabado, hablaremos personalmente tú y yo con unas cervezas de por medio.
- Vale. Pero ahora abrevia, por favor.
- Está bien. Abreviaré. ¿Para quién trabajas "The Black"?
- Yo soy un vaquero tejano libre y trabajo solamente para quien me paga mejor.
- ¿Y por qué no te quedas en un rancho como trabajador fijo si te pagan muy bien?
- El dinero no lo es todo.
- Perdona que, en tu caso, lo dude.
- ¡Esto no debe continuar! ¡Está metiendo miedo a mi defendido!
- ¡Vaya por Dios! ¡Perdóneme señoría, pero quien mete miedo a los demás no soy yo y eso es lo que quiero dejar bien claro! ¿Puedo continuar, Andrew?
- Continúa pero sé breve.
- Si me deja el señor juez supremo metido a abogado defensor lo seré. ¿De acuerdo, señoría?
- De acuerdo.
- ¿Dónde y para quién estabas trabajando hace 25 años, "The Black"? 
- Es imposible acordarme de eso. Son muchos años y no lo recuerdo.
- Entonces te refrescaré la memoria. Resulta que a Benito Lacroix lo enterraron en El Paso pero no lo mataron en El Paso sino en Santa Fe de Texas.
- ¡Eso es una barbaridad! ¿Por qué razón se iba a hacer eso?
- No me corte el rollo, señor Fornieres. Hace 25 años a Benito Lacroix le mataron en Santa Fe de Texas y luego lo enterraron en El Paso para que no se publicara ninguna noticia de su asesinato ni para que nadie se acordara de él si encontraban su tumba en Santa Fe de Texas. Y tú, "The Black", estabas en Santa Fe de Texas justo cuando eso sucedió.
- Puede ser que sí estuviera. Quizás sí. Pero yo sólo soy un vaquero tejano pacífico.
- Si eres un vaquero tejano tan pacífico como dices ser, ¿por qué te haces llamar el novio de la muerte y te vistes todo de negro incluídos tu sombrero, tus botas y tus guantes? ¿Te parece gracioso o es para meter miedo a los demás?
- No voy a responder a eso.
- ¡Te vieron, "The Black", te vieron hace 25 años matar a Benito Lacroix! 
- ¿Cómo puedes demostrarlo?
- Te vio la viuda doña Rose Lacroix.
- ¿Cómo es posible que Benito Lacroix estuviera en Santa Fe de Texas cuando todos sabían que su único amor era cuidar de su huerta aquí en Laredo. No tiene lógica alguna.
- ¿De verdad que no tiene lógica alguna, señor Fornieres?
- Demúestrame que la tiene y te creeré.
- Porque resulta que Benito Lacroix vivía asustado por las amenazas de muerte que estaba recibiendo al no querer vender su huerta al señor don Gimi Morgan y se fue hasta Santa Fe de Texas, donde vivía su hermana Rose Lacroix, para contarle todo lo que le estaba sucediendo y protegerse allí. 
- Si eso es verdad... ¿por qué no está aquí presente esa tal Rose Lacroix?
- Trátela con más educación y respeto, señor Fornieres, proque está haciendo que me empiece a enfadar. Rose Lacroix no era una cualquiera como esas que tanto conoce usted, sino una verdadera dama. 
- Está bien. Corrijo. ¿Por qué no está aquí, de cuerpo presente, la señora doña Rose Lacroix?
- Porque hace ya 12 años que murió.
- Luego entonces todo lo que estás diciendo son sólo suposiciones o imaginaciones tuyas.
 
- Se olvida usted de algo importante, señoría. Se olvida usted que también hay otra persona que le vio.
- ¡Caramba! ¿De dónde salen tantos testigos, Stranger?
- Muy sencillo, Andrew. A "The Black" le vieron matando a Benito Lacroix, tanto la viuda doña Rose Lacroix como su hija Isabelle Bancales Lacroix; la cual está todavía viva y puede atestiguar sobre lo sucedido.
- ¿Y quién dice que eso es verdad o es otra imaginación tuya?
- Está usted muy empeñado en hacer creer a los demás que yo imagino cosas que no son ciertas, señor Fornieres.
- Es que no puedes demostrar lo que dices.
- ¿Está seguro de que no puedo? Hasta los burros antes de comer procuran tener cuidado con las avispas.
- ¿Me estás llamando burro?
- Le estoy diciendo que piense antes de hablar.
- ¿Puedes o no puedes demostrarlo? 
- Esta misma tarde sabrán que es verdad si tienen la molestia de acudir a la Oficina de Correos a ver un cablegrama que responde a otro que yo he enviado hace unas horas a Santa Fe de Texas.
- Yo mismo en persona lo haré para salir de dudas.
- Muy bien, señor sheriff. Así sabrá algo que no sabía por muy honrado y honesto que usted diga que es o en verdad lo sea. 
- ¿Y para qué iban a trasladar el cadáver de Benito Lacroix desde Santa Fe de Texas hasta El Paso?
- Repito que era para que nadie pudiese saber nada de lo sucedido ni se le ocurriese pensar en él si veían su tumba en Santa Fe de Texas. ¿Puedo continuar, señor de todas las señorías de Texas?
- Puedes continuar pero sin ironías.
- La ironía forma parte de la sinceridad cuando se cuentan verdades.
- Buena forma de ser, Stranger.
- Gracias, Andrew. Y sigo. Yo siempre sigo. Así que resulta que la huerta de Benito Lacroix se pouso en subasta asaltando todos los derechos de Isabelle Bancales Lacroix aprovechando que había muerto su madre y también, anteriormente, había muerto su padre el señor don Eugéne Bancales Aza. 
- Eso no lo puedes demostrar, porque resulta que yo tengo en mi despacho un documento donde la citada Isabelle Bancales Lacroix renuncia, por escrito, a todos sus derechos sobre la citada huerta.
- Vamos a ver. ¡El cazador cazado! ¡Ahora resulta que usted sabe que vive esa señora aunque antes estaba diciendo que era una imaginación mía!
- Es que me pones nervioso cuando hablas, joven, y me aturullo con la memoria. 
-¡Eso sí que es raro! ¿Un joven como yo le aturulla cuando habla a una señoría como usted que es todo un orador profesional y ducho en mil batallas dialéctica? ¡Aquí lo único que existió en realidad fue que Isabelle nunca firmó ningún documento de renuncia, así que alguien copió su firma y la puso en un documento falso ya que ella ni vio jamás dicho documento.
- ¿Por qué no se presentó a reclamar sus derechos y por qué no se presenta ahora?
- Porque tenía miedo a que la mataran y porque sigue teniendo miedo de que la maten. Pero muerto el perro se acabó la rabia.
- ¿Qué quieres decir con eso, Stranger?
- Que una vez puesto en chirona para el resto de su vida este tal novio de la muerte, señor sheriff, Isabelle ya no tendrá miedo a venir en persona a declarar toda la verdad.
- ¡Te repito que soy un vaquero tejano completamente pacífico!
- Si eres pacífico, ¿por qué has matado a tantas personas inocentes?
- Porque defiendo mi vida cuando me retan a duelo. Mato en defensa propia. Y Benito Lacroix me retó a duelo.
- Después de haberle insultado como siempre haces para matar a tu antojo.
- Es cierto. Está encarcelado porque me insultó, yo salí a defenderme y estuve a punto de morir si no llega a ser porque este joven extranjero le inutilizó la mano de un certero disparo. 
- No tan extranjero, Andrew, no tan extranjero. Parezco mucho más extranjero de lo que soy. Quizás hasta no sea un extranjero.
- No te entiendo, Stranger.
- Ya he dicho que después hablaremos tú y yo a solas, sheriff. Ahora sólo nos falta saber para quién trabajaba hace 25 años este tal "Black". ¿Puede decirlo usted, señor juez?
- Supongo que para algún ranchero ya que es un vaquero libre. 
- Supone bien. Trabajaba  para el señor Gimi Morgan lo mismo que ahora está trabajando también para el mismo señor Gimi Morgan. La huerta de Benito Lacroix le interesaba a Gimi Morgan lo mismo que le interesan ahora los terrenos de El Poyote.
- ¡¡¡Andrew!!!
- ¿Qué sucede, Georges Jean? ¿Qué es todo ese escándalo callejero?
- ¡Se acercan a todo galope unos 50 psitoleros y han entrado en la ciudad disparando tiros a mansalva!
- Tranquilos todos. 
- ¿Cómo vamos a estar tranquilos, joven, si nos vienen a matar para no dejar a nadie vivo?
- Eso lo pueden conseguir si no somos lo suficientemente inteligentes como para evitarlo. Confíen en mí. Voy a salir a la calle. Ustedes quédense dentro como si nada estuviera sucediendo.
 
Stranger salió al exterior...
 
- ¡¡¡¡Todos los que no tengan armas que se escondan dentro de la Oficina del sheriff!!! ¡¡¡Si pasan bastante calor o sudan demasiado tengan en cuenta que vivir cien años bien merece la pena este pequeño sacrificio!!! ¡¡¡Todos los que estén armados que suban a los edificios y se escondan para no ser vistos!!! ¡¡¡Yo serviré de escudo para todos porque los voy a detener mientras todos ustedes apuntan bien con sus armas!!! ¡¡¡Cuando diga la palabra ahora disparen sin ninguna clase de remordimientos ni de compasión falsamente humanitaria porque no son personas sino animales y se nos plantea lo de ellos o nosotros!!! ¿Está claro o a alguien se le ocurre una idea mejor?
 
Una vez obedecidas sus órdenes se presentaron los 50 pistoleros y quedó Stranger sólo ante el peligro, junto a una de las carretas que se encontraba en la calle.
 
- ¿A quién venis buscando?
- ¡Soy el brazo derecho de "The Black" y me llaman "The Vicious"! ¡Venimos en busca de nuestro jefe que no ha hecho daño a nadie como para estar encerrado en la cárcel!
- ¿Y quiénes sois los demás?
- ¡Yo hablo por ellos! ¡Me llaman "Tiger King"! ¡Somos todos los muchachos de "The Black"! ¡Todos sus compañeros de los ranchos de Gimi Morgan!
- ¡¡¡Ahora!!!
 
Una vez dada la orden de disparar, todo se convitió en una tremenda y enloquecida balacera, con disparos a mansalva de parte de los pistoleros profesionales que no acertaban a dar a nadie porque Stranger se había refugiado saltando dentro del carromato y los demás pobladores de Laredo disparaban acertando porque estaban los suficientemente bien escondidos para no servir de blanco alguno. Ante la mortandad de la inmensda mayoría de los pistoleros de la banda de "The Black", incluidos su brazo derecho "The Vicious" y su brazo izquierdo "Tiger King", los pocos que quedaron vivos huyeron de estampida hasta perderse en el horizonte saliendo de la ciudad de Laredo para siempre y sin deseo alguno de volver por allí. 
 
- ¡Ya está! ¡¡Pueden salir todos!! ¡¡¡El tanatorio hoy no va a dar de sí para reunir a tantos muertos al mismo tiempo!!!
 
Todos los que aguardaban dentro de la Oficina del sheriff quedaron atónitos cuando le vieron entrar de neuvo completamente vivo y completamente sano.
 
- Bueno, señores y señoras aquí presentes, todo ha terminado. Salgan ya y sigan viviendo por muchísimos años más. Ahora llegó el momento de saldar la vieja deuda, señoría. Usted y Gimi Morgan tendrán que explicarles muchas cosas a toda la ciudad de Laredo; pero eso ya no me corresponde a mí sino al sheriff Andrew Castle.
- Por favor, Georges Jean, ve con todos los hombres que se presenten como voluntarios a detener a Gimi Morgan para que haga compañía en la cárcel a estos dos tipos antes de ser juzgados.
- Bien dicho, señor sheriff. Como son tres tendrán compañia suficiente como para no sentirse tan solos como algunas veces nos ha tocado sentir a muchas personas entre las que me incluyo yo. No le deseo ni al peor de mis enemigos una experiencia similar. Ahora haz justicia. 
- Te prometo que así lo haré. 
- Andrew, ¿por qué no me invitas a una cerveza en el saloon del viejo Michael Parja y hablamos los dos un poco ahora que todo está ya aclarado?
- Eso está hecho, Stranger. Mientras Georges Jean pone en orden todo esto y va con los voluntarios que quieran ayudarle a hacer mi labor de atrapar a Gimi Morgan y lo traen hasta aquí, tú y yo hablaremos tal como lo deseas.
- No es un deseo sino una necesidad.
- Bien.  
 
- ¡¡Mercedes!! ¡¡Ha habido otro tiroteo en la ciudad!! ¡¡Esta vez sí que ha sido grave y ha habido muchos muertos!!
- ¿Han matado a Stranger, Laura Bardot ?
- Ni han matado a Stranger ni han matado a Andrew, ni tampoco han matado a Georges Jean ni ha ninguno de los buenos. Esta vez hemos triunfado.
- ¿Se han terminado ya los malos en Laredo?
- ¡Sí! ¡Y tienes una lista enorme de hombres y mujeres que quieren ya tabajar para ti! 
 
 
- Bien, Stranger. ¿Qué me quieres contar?
- Solamente una cosa y seré claro y directo. Esta vez no voy a dar ninguna clase de rodeo. 
- Adelante.
- ¿Tú estás enamorado de la señorita Mercedes Bank?
 
Andrew quedó sorprendido y hasta anodadado.
 
- No tengas miedo, Andrew. ¿Estás o no estás enamorado de ella?
- Poco más o menos como todos los que la ven.
- No te pregunto eso. Te pregunto si estás enamorado de verdad de mercedes.
-  Supongo que sí.
- ¿Solamente lo supones?
- Bueno... esto... creo que sí...
- ¿Solamente lo crees? Veo que dudas.
- No lo dudo. Solamene lo creo.
- Está bien. Yo me voy de Laredo y te dejo el camino libre.
 
Stranger bebió su cerveza y salió en busca de Sheraton.
 
- Sheraton, amigo... ¿tienes ganas de viajar de nuevo?
 
El caballo negó con la cabeza.
 
- Ya lo sé, Sheraton. Tampoco me gusta esta vez marcharme de este lugar. Pero las circunstancias obligan, amigo...
 
El caballo volvió a negar con la cabeza.
 
- Tú no entiendes de estas cosas, Sheraton.
 
Y subiendo en su montura, Stranger se dirigió al hogar de Mercedes Bank.
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Foto del autor Jos Orero De Julin
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Descripción

Novela del oeste americano.

Palabras Clave: Literatura Prosa Novela Narrativa Oeste Ficcin.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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