Una vieja deuda (Novela del Oeste) -9-
Publicado en Apr 08, 2014
- ¡¡Que nadie dé un paso más adelante o es hombre muerto!!
- ¡¡No diga ni haga más tonterías, señor Morgan!! - ¡¡Como me llamo Gimi que me cargo a quien dé un paso más adelante!! - ¡¡Escuche, señor Morgan!! ¡¡Las leyes de Laredo prohiben el linchamiento de cualquier persona!! ¡¡Precisamente estoy yo al frente para evitar que le linchen aunque en verdad que se lo merece!! - ¡¡Antes de que me linchen mato a todos los que pueda y luego me suicido con mi propio winchester!! ¡¡Están todos ustedes advertidos! - ¡¡Haga usted el favor de entrar en razón, señor Morgan!! ¡¡Voy a dejar mi rifle en el suelo y voy a entrar con las manos en alto para dialogar con usted!! ¡¡No tiene por qué tener tanto miedo!! - ¿Me das tu palabra de honor que sólo entrarás tú y los demás se irán a sus casas? - ¡¡Yo no puedo obligar a nadie a que se vaya a su casa si no ha cometido ningún delito de sangre o cualquier otro delito, pero como me llamo Georges Jean Louisville le doy mi palabra de honor que nadie más va a entrar en su casa!! - ¿Usted se cree que yo estoy tan loco como para creerle? - ¡¡Si usted está loco o no está loco sólo lo decidirá el doctor!! - ¡¡Yo no creo en nigún psiquiatra y mucho menos en Diago!! - ¡¡Usted sabe que Diago es un gran doctor y sabe lo que hace!! ¡¡No haga más veces el tonto y deje su rifle donde sea pero no se le ocurra usarlo o el hombre muerto es usted!! - ¿De verdad que sólo tú vas a entrar en mi casa? - ¡¡Le he dado mi palabra de honor!! - ¡¡Acércate con las manos en alto y que yo te vea venir!! - ¡¡Eso es lo que voy a hacer!! - ¿Hay algún cablegrama que haya venido a nombre de Stranger? - Efectivamente. Hace una hora que ha llegado, sheriff. - Deme ese cablegrama. - Lo siento, sheriff, pero es para Stranger. - ¡Vengo en nombre de él! - ¿Cómo puedo saber si es cierto? - Si le digo que proviene de una señora llamada Isabelle Bancales Lacroix... ¿es suficiente?... - Es suficiente, sheriff. ¡Tome el cablegrama! ¡Precisamente lo tengo sobre el mostrador esperando que alguien viniera a por él! - Solamente quiero saber lo que dice. Después lo dejaré en su sitio. Andrew Castle leyó... - Querido hermano, gracias por todo. Hoy mismo viajo para Laredo y espero solucionar esta vieja deuda. - ¿Qué le sucede, sheriff? - ¿De dónde proviene este cablegrama? - De la ciudad de Santa Fe de Texas. - ¡Ostias! ¡Stranger lleva toda la razón en lo que ha dicho! - ¿Algo anormal, señor sheriff? - Algo de anormales, Teo. - ¿Quiénes son esos anormales? - Aunque usted no se lo crea, Teo, los anormales son el juez supremo Cesáreo Fornieres y el gran potentado Gimi Morgan. - ¿Pero no son los que siempre te han estado avalando a ti, Andrew Castle? - ¡Pero ahora me doy cuenta de que era porque les convenía que yo fuese el sheriff de Laredo! - ¡No lo entiendo! ¿No son ustedes muy amigos? - Les convenía que lo fuésemos. Teniendo a un sheriff honrado y honesto era la mejor tapadera para todos sus sucios negocios. - Si usted lo dice... - Yo no lo digo por decirlo, Teo, sino que todos los habitantes de Laredo deben saberlo. Ahora serán ellos, directamente ellos, quienes tendrán que decidir si sigo yo siendo el sheriff de esta ciudad o debe ocupar mi lugar otro que ellos elijan democráticamente. - Por mi parte, y en lo que a mí respecta, yo votaré porque sigas siendo nuestro sheriff. Creo que la inmensa mayoria de los demás estarán también de acuerdo. - ¿Aún sabiendo que me han estado manejando como a un pelele? - Todos nos merecemos una segunda oportunidad. - Todos nos merecemos una segunda oportunidad. - No todos, señor Morgan, no todos. - ¿Cuál es el motivo de que yo no lo merezca? - ¿Sabes usted lo que es la premeditación y la alevosía? - Sea mas concreto, señor Louisville. - Voy a ser muy concreto. En este caso la premeditación se llama Cesáreo Fornieres y la alevosía se llama Gimi Morgan. ¿Le suenan de algo estos dos nombres? - Déjese de ironías. - Lo digo con ironía porque es patético. - ¿Y no tenemos derecho a una segunda oportunidad? - La tienen; pero trabajando de albañiles después de haber cumplido su condena. Supongo que la señorita Mercedes Bank no tendrá ninguna clase de prejuicios para, una vez cumplidas sus condenas, emplearles como albañiles en sus proyectos y no porque sea un trabajo indigno sino para que ustedes dignifiquen ese trabajo. ¿Me ha entendido, señor Morgan? - ¿Yo trabajando a las órdenes de una señorita? ¡Jamás! - Sigue siendo usted tan machista como siempre. Si tanto le angustia y le agobia trabajar para una mujer le queda la alternativa de que, una vez cumplida su condena, se marche para siempre de todo el Estado de Texas y se dedique a la vida de ermitaño allá por Utah, por ejemplo. - ¿Me tengo que ir hasta Utah? - Eso he dicho. Creo que en Utah son muy religiosos y necesitan adeptos a su causa. Puede ser la oportunidad que tenga usted para cambiar de conducta. Aunque yo no se lo recomiendo ni a usted ni a su amigo Fornieres. - ¿A ser algo así como frailes? - ¡Jajajajaja! ¡Sí! ¡A trabajar algo así como frailes pero en pareja los dos! - ¿Y a eso le llama usted una segunda oportunidad? - Pueden elegir entre albañiles dirigidos por una dama, aquí en Laredo, o frailes dirigidos por algún santón de cualquier secta, allá en Utah. - ¿No existe otra alternativa más agradable? - La del suicidio... pero no la considero agradable... Nada más bajar Stranger de su caballo Sheraton ya estaba Mercedes Bank abrazada a él y dándole un tierno beso en la cara. - Tenemos que hablar, Mercedes... - Ahora no, Stranger. - Tengo mucho que decirte pero es difícil de explicar... - Insisto en que ahora no. Ya tengo la comida preparada y además he recibido una grata visita de alguien de Nueva York. Le he hablado de ti y arde en deseos de conocerte. - ¿Tan famoso soy ya? - Quizás lo seas más de lo que estás pensando... pero la comida ya está preparada sobre la mesa y ese hombre tiene prisa para hablar contigo. - Está bien. Te lo diré después. Entraron en la casa y Mercedes les presentó. - Este es Stranger, señor Gunnarson. El aludido se levantó de la mesa y tendió la mano a Stranger quien no tuvo ninguna duda en estrecharla como si se tratara de algún amigo conocido aunque era la primera vez que le veía en su vida. - Mucho gusto en conocerte, Stranger, yo soy José Melquisedec Gunnarson. Soy de Nueva York pero vengo expresamente desde El Paso para hablar contigo. - ¿Cómo sabe de mi existencia? - Lo primero que hizo Mercedes nada más conocerte fue enviarme un cablegrama a El Paso. He venido todo lo más rápdio que me ha sido posible. - Vamos a sentarnos los tres y os escucho a vosotros dos que podéis hablar con total tranquilidad mientras comemos. - Está bien, Mercedes, pero recuerda que después tengo algo muy urgente que contarte. - Te lo recordaré, Stranger. - ¿Stranger? ¿Es ese tu apellido? - No, señor Gunnarson. Quiere decir extranjero y así me gusta que me conozcan. - ¿Eres un extranjero de verdad? - En verdad que todos somos extranjeros de algún lugar. Todos somos extranjeros en la Tierra. Yo no soy una excepción. - Pero... ¿dónde naciste?... - Nací en un lugar de la frontera pero siempre me crié toda mi vida en Santa Fe de Texas. - Entiendo eso de que todos somos extranjeros en esta Tierra. A mí me sucede lo mismo. Cuando estoy en Nueva York no me sorprende ser uno más de los milones de extranjeros que viven allí. Y,además, como bien dice la frase, nadie es profeta en su tierra. - ¿Y dónde nació usted? - En Nueva York. Nací en Nueva York pero me siento extranjero cuando estoy en Nueva York. - ¿Se puede saber qué hace usted en El Paso? - ¿Sabes dónde está El Paso? - En el Estado de Texas y muy cerca de aquí. - ¿Conoces El Paso? - He pasado alguna vez por allí pero ha sido solamente de paso. El Paso lo conozco de paso y no es un chiste fácil ni gracioso. - ¡Jajajajaja! Pues a mí si me ha hecho gracia. - Ya le dije, señor Gunnarson, que mi hombre es totalmente gracioso cuando quiere pero que es totalmente sincero cuando habla. Hasta cuando le da por imaginar cuestiones que luego resultan que son verdades o sueños que se hacen realidad. - ¿Eres capaz de hacer eso, Stranger? - Lo considero normal. - ¡Pues a mí me parece extraordinario! - Stranger no considera extraordinario nada de lo que hace, señor Gunnarson. - Eso se llama humildad. - Pues yo no me veo tan humilde sino uno más de los del montón. - Dios elije a los mejores siempre de los del montón. ¿Sabías eso? - Bueno es saberlo. - ¿A qué te dedicas, Stranger? - Trabajo, como un voluntario, en las causas que considero justas. Por eso he trabajado para Mercedes. - ¿Es que ya no quieres seguir trabajando conmigo? - Tenemos que hablar de eso después, cuando estemos a solas tú y yo. - No importa que esté Gunnarson delante. Es mi padre espiritual. - Pero no el mío. - Le entiendo, Mercedes, le entiendo perfectamente... - Pero no es justo, Stranger. - Repito que luego hablaremos de ello. - No es que me quiera meter en asuntos que no me incumben, pero Laredo necesita mucho a hombres como tú, Stranger, porque hay hacerles cambiar por completo para poder cambiar por completo la vida inculta y salvaje del Oeste americano. Considera que, a pesar de la edad que tengan, son como niños tomando el biberón de la leche y lo que necesitan es aprender a comer alimento sólido. Es una semejanza literaria pero también es una gran verdad. - He visto que eran unos inexpertos en el arte de aplicar la justicia pero creo que, a partir de ahora, cambiarán en ese sentido. -¿Ves cómo es necesario que te quedes en Laredo trabajando con Mercedes? Hacia adelante siempre está la perfección. Recuerda siempre que las transformaciones nos rejuvenecen en todos los sentidos físicos y espirituales. - Sé algo de eso, señor Gunnarson. - Yo creo que eres uno de los hombres de este mundo que más sabe de eso. - ¿Cómo puede afirmar tal cosa? - No interpreto la conducta de los seres humanos por lo que me cuentan los seres humanos; sino que interpreto la conducta de los seres humanos por lo que me cuenta Dios. - ¿Dios le ha contado a usted algo sobre mi conducta? - Eso es, Stranger. - ¿Desde cuándo sucede tal cosa? - Desde que te he visto llegar con tu caballo. Mercedes me ha contado que es tu mejor amigo y se llama Sheraton. ¿Por qué Sheraton precisamente? - Me gusta mucho leer de todo y escribir sobre todo. Es algo que me viene desde que tengo uso de razón. Sheraton es un hobmre que nació en Stockton, Inglatera. En su localidad fue aprendiz de un ebanista local y continuó trabajando como oficial hasta que se trasladó a Londres en 1790. Allí se estableció como profesional y profesor, enseñando perspectiva, arquitectura y construcción de muebles para artesanos. No se sabe como alcanzó el conocimiento o la fama para esta actividad, pero parece que llegó a disfrutar de un moderado éxito. - ¿Te gusta tanto la cultura, Stranger? - La cultura es la cuna de la civilización y la civilización es la cama del desarrollo. Por eso estoy con Mercedes. ¿Me entiende? - ¡Jajajajaja! Te entiendo y no tengo por qué pensar mal. - Si alguien piensa mal sobre lo que hago no me importa en absoluto y para nada. Paso olímpicamente de lo que piensen los demás sobre mis acciones. La única persona que me interesa lo que piense de mí es la persona que hace algo conmigo. ¿Me sigue entendiendo? - ¡Jajajajaja! Claro que te sigo entendiendo y sigo sin pensar mal. - Yo creo firmemente que la salvación no depende de los demás para nada, sino que depende solamente de uno mismo y su relación con Dios. Por eso lo que digan los demás me entra por un oído y me sale por el otro, pero nunca se queda dentro de mi cerebro porque no le doy ninguna importancia y, al no darle ninguna importancia, no le doy ninguna validez. ¿Cómo le llama usted a eso, señor Gunnarson? - Liberación. Nosotros lo llamamos Liberación. - ¿Quiénes son ustedes? - Los de la Comunidad Cr¡stiana. Y vengo a pedirte que sigas trabajando con Mercedes Bank; que te unas a ella y nunca la abandones. - ¿Algo así como un Pacto con ella? Me encantan y me entusiasman los planes que tiene elaborados Mercedes Bank en su planos. Los he estudiado muy a fondo. ¡Claro que me entusiasma unirme a Mercedes Bank, pero tengo algo muy importante que hablar con ella a solas! - Estoy entendiendo, Stanger. Necesitas estar a solas con ella. Ya me voy. Pero recuerda lo que te he dicho. En nombre de Jesucristo, y por la Gracia del Espíritu Santo, te afirmo que Dios escoge a los mejores de entre el montón. Quizás tú incluso seas el mejor de los mejores en aquello que haces. Así que no te eches nunca para atrás. - Stranger me avisó, desde el primer momento que le conocí, que él se llamaba horizonte. - Eso es lo que Dios espera. Hombres y mujeres que se llamen horizontes. Ya me voy, Mercedes, pero te doy mi palabra de que en cuanto pongas en funcionamiento todos tus planes yo y toda la Comunidad Cristiana a nivel mundial estaremos trabajando contigo. Espero que Spranger lo entienda y siga unido a ti. - Ha sido un placer escucharle, señor Gunnarson. ¿Nos veremos alguna vez más? - Estoy seguro de que sí, Stranger. - ¿Aunque me llame horizonte? - Precisamente porque te llamas horizonte tal como me llamo yo y, por supuesto, tal como se llama Mercedes. ¡Tienes muchos más amigos de los que piensas, Stranger! ¡Amigos que surgirán para ayudaros mientras transformáis profundamente a todo el Oeste! - Adiós, José Melquisedec... El señor Gunnarson dio un ligero beso en la mejilla de Mercedes y un apretón de manos a Stranger. - Ya estamos solos, Stranger. ¿Qué quieres contarme? - Me voy, Mercedes. Me voy para no volver. A Mercedes le surgieron las lágrimas. - Escucha. No llores. Lo hago por tu bien. No quiero ser la sombra de nadie. - ¿Qué me estás contando? ¿Qué es eso tan extraño de la sombra de nadie? ¿A qué fantasma te estás refiriendo? - Me gustaría que fuese solamente un fantasma nada más... - ¿Puedes decirme ya lo que te sucede? - ¿Puedo hacerte una pregunta personal? - Por eso te estoy escuchando... - ¿Tú que sientes por Andrew Castle? - ¿El sheriff de la ciudad de Laredo? - Exacto. No hablo de un fantasma sino de todo un heroico, honrado y honesto sheriff. - Le considero un gran hombre. Quizás hasta sea heroico, honrado y honesto, pero solamente es un gran amigo para mí. - ¿Solamente un gran amigo nada más? - Nada más. No considero que él sea capaz de transformarme tal como me transformas tú. - ¿Qué quieres decir? Ahora el que no comprende soy yo. - Quiero decir que tú eres el único hombre que siempre es lo suficientemente joven para hacerme también rejuvenecer a mí y que todos mis planes de cara al futuro sólo los puedo llevar a cabo junto a un hombre tan joven como tú. - ¿A eso le llamas amor? - A eso le llamo más que amor. - ¿Cómo le llamas a eso? - Amor Eterno, Spranger. Spranger se levantó de la silla, se acercó a ella, la ayudó a levantarse y, al mirarla a sus bellos ojos, no le quedó más remedio que abrazarla fuertemente y besarla más fuertemente que nunca en sus labios. - ¿Cómo te llamas en realidad, Spranger? - Joseph Bancales Lacroix. - ¿Y te vas a marchar para siempre? - Me voy a quedar para siempre. - ¿Te vas a quedar para siempre a mi lado? - Me voy a quedar para siempre dentro de ti para no separarnos jamás. - ¿Dentro de mí? - Si. Dentro de ti. Porque no quiero que seamos una media naranja unida a otra media naranja sino una naranja completa los dos unidos hasta la Eternidad. Dos medias naranjas siempre se peuden separar y divorciarse pero una sola naranja entera no puede jamás separarse ni divorciarse porque es una sola unidad. ¿Quiéres vivir conmigo de esa manera plena y eterna? -Sí quiero, Joseph. - Veamos otra vez estos planos, Mercedes. Él sacó los planes y ella, sentada y abrazada a él comenzó a explicarle lo que significaban cada uno de ellos. FIN
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