LIBRO DE PECADOS
Publicado en Sep 08, 2009
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Lo sabía. Como mi nombre, mi grupo sanguíneo, mi edad. No quise entender. Como mi culpa, mi conmiseración, mi indiferencia. Ninguna señora tiene dueño. Ninguna hembra está cautiva. Ninguna mujer es rehén. No admitía ser orquídea de invernadero. No aceptaba ser prólogo sin final. No hubo pésame, velorio entristecido, borrachera de olvido, ni cuentas que pagar. Lo sabía. Fue cuando se cruzaron las miradas eclipsadas. Cuando la cama quedó desierta. Cuando el reloj se detuvo desvanecido. Lo nuestro fue un pasatiempo. Una locura sin manicomio. Una enfermedad terminal. Lo sabía. Antes de caminar por la playa. Antes de esperar el nuevo amanecer. Antes de agotar el llanto. Lo sabíamos. Lo dejamos. Lo quemamos. Como las cartas que arden en la hoguera. Como las huellas que marcan el sendero. Como los versos que agitan el poema. Se fueron fugitivamente. Parecían exiliados. Lo sabía. Lo negaba. Lo ocultaba. Lo temía.
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doris melo