I. APERTURA
DEL ROL QUE COMPETE A LOS DIRECTORES DE ESCUELA POR EL RENDIMIENTO DE SUS ALUMNOS
Quisiera responder a la carta al director del diario El Mercurio enviada hoy lunes 24 de noviembre por el diputado Maximiliano Errázuriz, en la cual comenta el artículo "Los directores de colegios no se sienten responsables del rendimiento de sus alumnos”, publicado en el mismo diario el día de ayer. Me parece que al artículo en cuestión hay que valorarlo con justeza, en virtud de la problemática particular que encierra. Por alguna circunstancia, el tema de la dirección de los establecimientos educacionales y los respectivos liderazgos que le competen en los procesos educativos, ha estado relevado del debate sobre educación el cual ha enfatizado sólo la responsabilidad que eventualmente cabría a los docentes por la mala calidad de los aprendizajes. En este sentido, la encuesta de la U. Central posee el valor de entregar claves trascendentes con la cual poder evaluar no sólo el desempeño de los profesores, sino también el de los directores de establecimientos escolares, y de ese modo, descifrar el carácter que asumen las dinámicas internas al interior de las escuelas, las cuales arrojan resultados a todas luces ineficientes.
Para quién conoce la realidad institucional interna del establecimiento educacional, no resulta válida la apreciación que vincula el rendimiento escolar con las facultades que posea o no el director de una escuela en la selección de sus profesores, por la sencilla razón de que la jerarquía institucional al interior de esa unidad educativa jamás ha sido puesta en duda. Si sostenemos la hipótesis –que esboza el diputado Errázuriz- de que el bajo rendimiento escolar se debe al impedimento del director de escuela de seleccionar a los profesores que desempeñan labores en su unidad educativa, tendríamos que aceptar también, que la jerarquía del mando -sobre la cual está basado el cargo de director- se encuentra sobrepasado por los efectos causado por tal impedimento. Eso no es efectivo. Al contrario, los funcionarios en general se muestran subordinados y respetan la escala jerárquica que domina las relaciones al interior de los colegios y liceos. Este elemento es suficiente para coordinar, supervisar y evaluar los procesos formativos de los alumnos y alumnas que integran los planteles educacionales del país. Por tal motivo, cabría poner en tela de juicio las reales capacidades de liderazgo de un agente directivo que, al no sentirse responsable, no posee interés en el rendimiento escolar de los alumnos que forman parte de las unidades educativas que dirigen.
II. CIERRE
UN DEBATE CON SESGO IDEOLÓGICO
En consecuencia, siento la obligación de responder directamente a la persona del Sr. Diputado Maximiliano Errazuriz, lo siguiente:
El hecho de concluir –como lo hace Ud.- que el bajo rendimiento escolar es efecto del impedimento de los directores para seleccionar a su equipo de trabajo, a todas luces es el resultado de un sesgo ideológico que busca desacreditar la actividad pública y realzar la privada. En ese contexto debemos situar este debate. Por lo demás, buscar responsabilizar a los docentes por el bajo rendimiento de sus alumnos, es tan simplista como culpar a esos mismos alumnos de que el bajo rendimiento se debe al hecho de que no estudian lo suficiente. Afortunadamente, lo que viene a delatar el artículo en cuestión (que los directores de escuela no se sienten responsables del bajo rendimiento de sus alumnos), es el hecho concreto de que las responsabilidades del desastre educativo en nuestro país cabría buscarlas enfocando la atención no en los eslabones inferiores de la cadena (estudiantes, profesores), sino más bien, en los eslabones jerárquicamente superiores, esto es, directivos de unidades educacionales, direcciones comunales (DAEM), dirección nacional (MINEDUC). Es precisamente en esta última instancia en donde el debate asume un carácter ideológico, en el sentido del rol que debe asumir el Estado -a través de su Ministerio de Educación- en la educación de nuestro país. En síntesis, es preciso situar el debate con toda la profundidad que merece y no pretender enturbiarlo y sacarlo de su centro en virtud de las acusaciones recurrentes al desempeño defectuoso de los profesores. Con esto no quiero justificar un bajo desempeño, sino sólo dirigir la atención a la raíz de un problema que se muestra más que como el resultado de casos particulares (en el cual se encuentran involucrados una manga de docentes incompetentes), como el resultado de un defecto sistémico.