El ngel de la muerte 3
Publicado en Jul 19, 2014
En vida, era Danielle.
Ahora soy Eivana, el Ángel de la Muerte. Y ahora que sé lo necesario sobre el proceso de la muerte, llegó el momento de la venganza. Una de las ventajas de mi nuevo puesto es que soy omnipotente. Sé quien es cada quien. Conozco sus nombres, sus profesiones, sus secretos...todo. Nadie tiene secretos para mí. Y ahora estoy en un antro de mala muerte buscando al hombre que segó mi vida. Su nombre es Rafael y viene aquí en busca de sexo, drogas y rock and roll. Este lugar es una pesadilla sórdida incluso para mí. Por lo menos entiendo por que viene aquí: es tan espantoso que nadie lo quiere. Y, hablando de espantos, acabo de verlo: está junto a dos chicas esqueleticas tratando de ligar. Hora de que aparezca. Puedo cambiar mi apariencia para lucir más atractiva, paso cerca de él, lo suficiente para que me note, y me alejo. Debo llamar su atención. Me acercó a la barra y pido algo llamado "Aliento de zombi". El nombre tiene algo de gracia. En el momento que le doy un sorbito a la bebida, oigo su voz. -Deja que te invite la copa, lindura. Paga la bebida y se distrae un poco. Me alejo de él, acabo de ver un sitio donde puedo hacer lo que vine a hacer sin interrupciones. Como era de esperarse, él me sigue. Pobre imbécil, no sabe lo que le espera. Entré en una habitación mugrienta y él entró tras de mí. La puerta se cerró y le oí decir: -Me recuerdas a alguien que conocí una vez. -¿En serio?- pregunté-. ¿A quién? -Alguien a quien ví por poco tiempo. Se acercó y puso sus manos sobre mi cintura y comenzó a besar mi cuello, ya que estaba de espaldas a él. Sonreí. -Entonces te recuerdo a alguien- dije. Me volteé y lo rodeé con mis brazos. Entonces le susurré: -¿A alguien a quién asesinaste? Sentí sus brazos separandome de él y recobré mi aspecto. Con los ojos desorbitados de terror exclamó: -¡No estás aquí! ¡Estás muerta! Yo lo agarré del cuello y lo arrojé a la cama. Con una sola caricia helada lo inmovilice y me senté a horcajadas sobre su pecho con un estilete en las manos. Así como él hizo conmigo, lo primero que hice fue cortarle la lengua. Luego decidí dejarle la misma marca que tenía. -¿Por qué tan tenso?- pregunte mientras deslizaba el estilete por su cara, dibujando la sonrisa sangrienta-. Lo mejor es que abandones este mundo con una gran sonrisa. ¿Y sabes por qué? Rafael negó con la cabeza. -Por que librare al mundo de un trozo de basura como tú y será un lugar mejor. Entonces, creando una pequeña fogata, calenté el estilete y lo hundí en sus ojos. Y decidí sacarle toda la sangre que tenía. Le abrí las muñecas y le saque las costillas, rasgandole el pecho y el esternón, y al final, le saqué el corazón aún palpitante.
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Sheko Cruz
Saludos. Bendiciones ..