Resiste o revienta (Diario)
Publicado en Sep 18, 2014
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La imaginería popular siempre necesita héroes que también sean populares. En la España del tardofranquismo se necesitaban héroes de esa especie, con ese carisma tan singular, para poder dar rienda suelta a las leyendas urbanas, a los chascarrillos de los pueblos, a los cuentos junto al hogar. Pero no a la manera de "Curro Jiménez" o "El Cordobés" sino a personajes con más complejas realidades. Era la España necesitada de iconos superiores a lo folclórico y a lo tradicional. Héroes que superaran la angustia de tener que soportar persecuciones que los elevaran a la cima del sentimiento de las gentes; esas gentes que buscaban ser personas para olvidar lo que todos deseaban olvidar. "Curro Jiménez" y "El Cordobés" venían bien para la imaginación de señoritas "de vida rosa". Pero los hombres de España buscaban otra clase de héroes. Resiste o revienta. Quien ha sentido esa sensación sabe a lo que me estoy refiriendo.
 
Caminar por calles urbanas envuelto en el peligro de todos los días; arrastrar su paso por esos caminos desiertos donde las sombras de la noche te acechan; salir indemnes del acoso de quienes no eran más que "grises" personajillos de la pueril intranscendencia. Ser alguien así, de esa manera de estar siempre en la cabeza de los luchadores, era lo que necesitaba aquella España de hombres que deseaban olvidar. Pongamos el ejemplo de "El Lute". Pero tampoco "El Lute" llegaba a la altura. Se quedaba en medio de la ladera, entre lo que se debe hacer y lo que no se debe hacer. "El Lute" significó un icono para los aspirantes a ser algo, pero era otra clase de héroes las que necesitaba España para idealizarse, realizarse y dejar de ser gentes para empezar a ser personas. Estoy hablando del tramo entre 1963 y 1973. 
 
"El Lute" fue admirado por hombres de "medio camino", de los que caminan entre el éxito y el fracaso; pero España necesitaba hombres de camino entero. Camina o revientas. Así titularon, en el cine, la película sobre las andanzas de Eleuterio Sánchez "El Lute". Sí pero no. Lo que buscaba España en aquella década entera no era un héroe de cine, ni un héroe de novela folletinesca, ni un héroe "a la deriva" que, de repente, cambia y se convierte en toda una celebridad. Lo que España necesitaba, para avanzar hacia su desarrollo, eran héroes más próximos a las tareas cotidianas de tener que estar siempre "al pie del cañón", de los del resiste o revienta indicando caminos de liberación sin vender su carisma por un puñado de miles de pesetas. Héroes de estar haciendo lo que es necesario hacer para que te eleven a la categoría de ejemplo. Y "El Lute" no era, ni mucho menos, ese ejemplo que se debía de alimentar de imaginación para poder triunfar. Nacer en una chabola no era suficiente. Robar gallinas tampoco. Y mucho menos, todavía, dar la puñalada "trapera".
 
Se necesitaban héroes de los de estar entre los demás siendo diferentes a los demás. Se necesitaban héroes de cultura personal para elevar la cultura general. Pero no héroes que diesen pena, o diesen lástima, o diesen ganas de decir que eran valientes quinquis. No. España necesitaba entonces, y sigue necesitando, hombres que despierten envidia entre los demás hombres y amor entre las mujeres que sienten que son como "madres" al verles resistir siempre en cabeza de los lúcidos soñadores. Y "El Lute" no fue eso. Más allá de "El Lute", España necesitaba héroes de los de servir para honrar el esfuerzo diario, para dignificar la vida cotidiana, para pintar de colores la triste escena de los grises. Estoy hablando de aquella década en la que España despertaba a un nuevo amanecer. Y ese nuevo amanecer ya no necesitaba héroes de "medio camino" sino héroes de los de la Verdad. De los del resiste o revienta cuando los envidiosos te han negado el camino que tienes que inventarte día tras día para poderles derrotar a todos ellos. Eso sí es la lucha verdadera. Lo que convierte a los hombres normales en seres superiores precisamente porque son normales y sus historias personales tan grandes como para poder decir "yo soy yo y quien quiera Dios que sea". No temo a los dioses sino a los que hablan en sus nombres. Frase anónima que sirve para demostrar que algunos no tenemos miedo a la vida sin tener que ser ni delincuentes ni fugitivos. Y eso sí que es difícil de alcanzar.    
 
 
 
 
 
 
 
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Foto del autor José Orero De Julián
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Páginas de Diario personal.

Palabras Clave: Diario Memoria Recuerdos.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Personales



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